viernes, 4 de septiembre de 2020

UN MILLONARIO MEXICANO CASI EXCEPCIONAL



PREFACIO:

 

Por Cesáreo Suárez Naranjo.

 

Me quebraba la cabeza, pensando qué título sería el apropiado para esta semblanza, cuando se me vino a la mente el que aparece en el primer capítulo del libro que estoy consultando al efecto, “South of the Color Barrier”.

 

Es cosa común que cuando se habla de un personaje se busque un calificativo que defina su carácter, sus cualidades; y, en su caso, sus defectos. El norteamericano John Virtue, autor de dicho libro (el cual me ha servido bastante para conocer “un poco más a fondo” sobre este personaje, del cual hay mucho que decir), no encontró otro más acertado que el de: "Not a Stereotypical Mexican" que, en su traducción literal, vendría a ser algo así como: “Un Mexicano sin Estereotipos”; “Un Mexicano Singular”; “Un Mexicano Fuera de lo Común”; o, también “Un Mexicano Irrepetible” (¿cuál le gusta?). Y pensé que se podía jugar con la idea, sin plagiársela a lo “descarado”.

 

Así entonces, y después de "tanto pensar", me di cuenta que adecuando las palabras originales de Virtue, encontraría la idea "exacta" de lo pensaba manejar; por lo que, de tal manera, acabé poniéndole este de ““UN MILLONARIO MEXICANO CASI EXCEPCIONAL”. 

 

Tal vez esté usted pensando que no debí incluir ese "CASI". Porque, dirá usted, "le estoy restando méritos al personaje". Solo que "da la casualidad" de que ya habiendo hecho los análisis necesarios, con toda anticipación...(y en eso pude haberme llevado varios años, pues no es de ahorita que he cavilado en "cómo fue, realmente, la vida de este señor"), sin temor a equivocarme, encontré que si bien pudo haber tenido muchos virtudes, que hagan que merezca muchas de las alabanzas que le han hecho, también hubo "muchos detallitos interesantes de su persona, que caen en el aspecto negativo". Además de que muchas de esas alabanzas las han llevado al terreno de la exageración, como esa del “El Apóstol del Beisbol”. Dicho lo anterior, vamos al asunto:

 

PARTE UNO: Por lo general, cuando alguien fallece, las personas cercanas a él (o ella) – familiares y amigos (y, ¡bueno!, hasta quienes lo conocieron poco o nada) se deshacen en alabanzas, resaltando las “virtudes” del difunto. Y más, aun, si fue un personaje famoso, pues de ello se encargan los medios informativos. 

 

Así vemos, en este caso, cuando “todo mundo” se despertó el 8 de marzo de 1955 con la noticia de que este magnate había fallecido, al desplomarse su avión, en la Huasteca Potosina (mero por allá, por los “ámbitos” del cacique Gonzalo N. Santos quien, según la información, “tenía el segundo rancho más grande en el estado de San Luís Potosí…el primero, del cual se dice, incluso, que era “el más grande en el país” (¡lo cual ya es decir!), era propiedad del “personaje” de quien estamos comenzando a hablar). 

 

Veamos, de entre las muchas notas que publicó la prensa nacional, una, que apareció publicada en el diario “La Prensa” y que consigna John Virtue: “…Fue uno de esos productos típicos (¿pues no que era “singular”?) de la sociedad mexicana, al que todos creen haber conocido, con quienes todos se identifican, a quien todos han juzgado, aun cuando su “vida y milagros” son un misterio para la mayoría. (de lo que dice Virtue, de que “el día de su sepelio, en el puerto de Veracruz, cerraron todos los negocios”; respetando la fuente que le dio la información, esto me parece una exageración….sobre todo, tomando en consideración que habría personas que no congeniaban con él).

 

Continúa la nota: “Aún vivo ya era una leyenda. La gente habló de él como un protector de los “desvalidos”, (pero) otros, como un agresor haciendo frente a sus adversarios. Probablemente lo cierto es que él tuvo un poco de todo lo que la gente decía de él”. 

 

Hasta aquí, lo que dijo el reportero de La Prensa. Pero, esto de “agresor haciendo frente a sus adversarios”, pareciera denotar “el Mr. Hyde” de la novela clásica, o sea la parte fuerte de su carácter…aunque yo, coloquialmente, lo calificaría (“únicamente”) como “una persona de muy pocas pulgas”, o “de carácter volado”, lo que, en inglés, dirían: “quick tempered” ….es un punto, que tiene más importancia de lo que pudiera pensarse; y que veremos, más adelante). Por su parte un escritor, Fernando Gómez Díaz, busca darle un tono romántico a la vida de nuestro personaje: "La intensidad (sic) de sus fuertes emociones le hacían vivir, en un año, muchos siglos"

 

Ahora bien: uno todavía se pregunta de este personaje – a pesar de haber transcurrido ya más de 80 años de que se dio a conocer, abiertamente, en el mundo del beisbol (cuando entró literalmente “a bayoneta calada”) – ¿en verdad tiró tanto dinero, y estaba dispuesto a tirar mucho más, para salirse con “su capricho”? ¿Era un “derrochador”, “despilfarrador”, “botarata”, “manirroto”, o acaso poseía “el toque del rey Midas”, que hizo que no pocos lo consideraran en su momento como “el hombre más rico de México”? Esto último no lo era, por supuesto; pero de que “tenía, tenía”. 

 

Según señala Virtue nada más en 1947 “se dio el lujo” de perder 400,000 dólares, y al año siguiente otro tanto; que, al tipo corriente, actual – el libro fue escrito en 2008 – vendrían a ser diez veces más. Y de acuerdo con “la paridad” que regía en esos años, entre el peso y el dólar, el tipo de cambio – ya con el gobierno de Miguel Alemán - estuvo entre $6.68 y $8.65…¡uy, imagínese! (¿sería “como quien le quita un pelo a un gato”?). 

 

Desde 1946 supe de él; y hay una imagen “recurrente”, que aparece en mis pensamientos, y que me hace recordar el magnífico beisbol – el mejor de todos los tiempos – que se jugó en nuestro país (en esto último, no hay discusión). Es una foto precisamente de ese año, tomada en el momento mismo en que el Presidente “en turno”, el Gral. Manuel Ávila Camacho, desde la “lomita de pitcheo”, efectúa el lanzamiento de “la primera bola”, como parte de la ceremonia tradicional en la inauguración de cada temporada, rodeado de funcionarios gubernamentales, así como de los jugadores de los dos equipos que se enfrentarían ese día: los Diablos Rojos del México y los Azules de Veracruz, destacando la figura de JORGE PASQUEL CASANUEVA. 

 

Ya dicho lo anterior, nos volvemos a preguntar, ¿qué movió a PASQUEL, a incursionar en el mejor beisbol del mundo, y querer contratar a gente como Joe DiMaggio, Stan Musial, Ted Williams, Hank Greenberg, Hal Newhauser, etc., que eran (y todavía lo fueron por mucho tiempo más) “la crema y nata” del beisbol de Ligas Mayores? (He empleado la palabra “contratar”, todavía, respecto a los jugadores – a manera de “eufemismo” - sin sentirme, aún, con el deseo de decir, con más franqueza: “pirateándolos” de las estructuras convencionales que constituían – en el país del norte – el “beisbol organizado”….nada más me imagino a Branch Rickey, a Happy Chandler, a Sam Breadon, y a todos los demás, Comisionado y dueños de las Mayores, diciendo: “¡miren, ahí están esos merodeadores!”). 

 

Y, para ello, les ofreció verdaderas sumas de dinero (escandalosas, para ser más exactos), que aquellos jugadores AÚN no ganaban con sus respectivos equipos. ¡Bueno!, tal vez pensó Pasquel en aquel dicho: “con dinero baile el perro”….(aunque ellos, los jugadores, no pensaron de ese modo; que, en otras palabras, se podría decir: “que no quisieron bailar al ritmo que Pasquel les ofrecía”. Pero, de esto, ya hablaremos más adelante). 

 

Aclaramos que al emplear líneas antes, una frase que se oye vulgar, pero común en muchos ámbitos: "con dinero baila el perro"....(o, como decía Napoleón, "las guerras se ganan con dinero, Dinero..y más dinero. Y “muchos” dicen que Pasquel “era muy generoso”) no quisimos ofender a ninguno de los "de aquellos tiempos"  - negros cubanos o norteamericanos, por un lado; y blancos, ligamayoristas por otro - que jugaron en la Liga Mexicana.

 

Para esos momentos, ya tenía a destacados jugadores, como Max Lanier, Fred Martin, Lou Klein, Vernon Stephens, Mickey Owen, Danny Gardella, y de entre los latinos – (por supuesto, “blancos”) a Roberto Ortiz y Chico Hernández, entre otros. 

 

Y dado que siempre es conveniente respaldar lo que uno está diciendo, para que no se tomen las cosas como un “infundio”, veamos lo que pasó con uno de esos “estrellas” del beisbol organizado.

 

De tal manera, pues, he traducido un artículo que apareció en la edición anual de “The Baseball Register” publicado por “The Sporting News” a inicios de 1962 (obsequio de “mi mecenas”, el señor Mario Ruíz Ruíz), cuando ese jugador estaba pensando en retirarse, dado que había dicho que esa sería su última temporada; aunque más adelante rectificó, para terminar su gloriosa carrera en 1963, ya que veterano y todo, aún le quedaba bastante para mostrar su grandeza en el terreno de juego.

 

. (¡Es curioso…estas páginas, y unas cuantas más de esa edición, fue todo lo que me dejó la labor destructiva de las polillas! Pero, no nos detengamos en eso).

 

He aquí, entonces, lo que escribió Robert L. Burnes, destacado comentarista deportivo, el cual tituló "THE MAGNIFICENT CAREER OF STAN MUSIAL, THE MAN", y que sirve para dar un ejemplo de la integridad de uno de ellos. Burnes platicaba con ese gran estrella de los Cardenales de San Luis quien, 

 

"Stan, todos los que te hemos visto, sabemos de tu entrega total; y sobre todo de tu honestidad. También somos testigos de que nunca has buscado atraer la atención pública en asuntos negativos; pero, dime ¿has tenido algún momento difícil, fuera de tu lesión en el brazo, a principios de tu carrera, la cual te impidió seguir como pitcher, para fortuna de todos los aficionados, pues gracias a ello te vimos desarrollar todo tu potencial como jugador de posición? 

 

"Si, varios momentos difíciles, afortunadamente pocos. Pero, el peor de todos en aquel año de 1946. Para esas fechas yo estaba tratando de recuperar todo lo que había perdido por haber estar ausente, sirviendo a mí país durante la guerra. Para entonces, de mi matrimonio con Lillian, teníamos dos hijos, una chica y un chico. Y vivíamos en una casa muy modesta. Yo estaba ganando 15,000 dólares, que no eran muchos, tratando de salir adelante. (La página Baseball Almanac consigna que ese año ganaría 13,500, y que en la temporada de 1944, antes de irse al servicio militar, habían sido solo 10,000). 

 

"¡Y ahí estaban esos dos hombres frente a mí, que se habían identificado como agentes de Jorge Pascual (sic), y que pusieron sobre la mesa del comedor de mi casa una valija llena de billetes "verdes"! Eran, por lo menos, 50,000.

 

Y me dijo uno de ellos (parece haber sido Alfonso, uno de los hermanos de Jorge): "todo esto será suyo; y no se preocupe; no estará haciendo nada malo. Es más, cuando firme con nosotros, le haremos un depósito por una suma igual a su nombre en el banco".  

 

Yo, así tanto los demás peloteros de mi equipo y de varios otros ya sabíamos que algunos de nuestros compañeros habían dado el "salto" a la Liga Mexicana, atraídos por los billetes de Pascual". (Efectivamente, para esas fechas Max Lanier, uno de los estrellas de los Cardenales, había dejado al equipo). 

 

Prosigue Musial, en su plática con Burnes: "como podrás ver, y dada la situación económica por la que estábamos pasando, tenía que tomar una decisión. Y sentía que era muy difícil en verdad, crítica. Pero me puse a reflexionar, y me imaginé estar enfrente de mí hijo Dick, ¿con qué cara le podría explicar todo esto? Y rechacé la oferta".

 

NOTA: Como podemos ver, si como jugador MUSIAL ya pertenecía a la "élite", dada su gran calidad, no lo era así por lo que hace al salario, pues estaba muy por debajo de la "clase".Al año siguiente, 1947, Sam Breadon, el todavía propietario del equipo le subió el salario a 31,000. Y, "todo mundo sabe" que a Ted Williams Pasquel le ofreció 100,000 por temporada, y tal vez a Joe DiMaggio sería por esa misma suma). 

 

Y cabe, también, otra aclaración, respecto al lugar donde los enviados de “Jorge Pascual” entrevistaron a Musial. Pues este último señala que “fue en el comedor de su casa”. Pero John Virtue (en su libro) dice que fue en “el hotel Fairgrounds, de San Louis”. Aunque puede ser un “detalle pequeño”, nos atenemos a lo recomendado por la antropóloga Ann Cyphers: “en cualquier circunstancia y lugar, los detalles pequeños también cuentan”. Por lo tanto, nos quedamos, en este sentido, con lo afirmado por Musial. 

 

Ahora bien, después de todo lo anterior, tan necesario, seguimos con Pasquel, el centro de nuestro tema, reconociendo que “él podía hacer con "su dinero" lo que quisiera. Para eso era rico”. 

 

El provenía de una familia pudiente" (affluent", dirían los Gringos). Que habían logrado hacer fortuna por una parte con una fábrica de puros que por esos tiempos eran considerados como "los mejores del mundo". Y, por otra, más tarde, con negocios aduanales.

 

La información que logró obtener Virtue, en cuanto a este personaje, es la de que “para 1930, a sus 23 años, se hizo cargo de los negocios de su padre, el de las agencias aduanales (customs brokerage); y que para 1945 había incrementado la fortuna de su familia a una suma estimada en 65 millones, que equivaldría a 700 en la actualidad, una de las mayores en México en aquel tiempo..." 

 

Hay una razón que aduce John Virtue en su libro (pagina 134) y que, la verdad, no me convence en absoluto: “que lo hizo – Pasquel – en una especie de desquite, y a la vez “justificación”, porque los directivos de Grandes Ligas habían incursionado en nuestro beisbol, y se habían llevado jugadores contratados en nuestro circuito..”. 

 

“Pasquel”, dice Virtue, “sentía muy poca simpatía hacia las quejas de los propietarios de Ligas Mayores, pues pensaba que solo estaba haciendo lo que ellos habían hecho en el pasado”. Y, luego, Virtue vierte las palabras del mismo Pasquel: “….por muchos años, mientras nuestra liga luchaba por salir adelante, los buscadores de las Mayores, en general, y Joe Cambria, en lo particular, visitaban nuestra plazas, y debajo de nuestras propias narices, y sin tomar en cuenta nuestras protestas, nos robaban jugadores que ya habían firmado para jugar aquí…un buen número de jugadores de Liga Mexicana, incluyendo una buena cantidad de cubanos, se pasaron por alto los contratos, y se fueron al norte a jugar en el beisbol organizado…”. (Cambria, hay que señalarlo, era buscador de los Senadores de Washington).

 

La verdad, no existe ninguna razón de peso que sostenga esa afirmación. Y el mismo Pasquel nos dejó el “beneficio de la duda” (y, más aun, que Virtue no menciona a ningún pelotero, en particular, que haya dado el brinco, de “aquí, para allá, en aquella época). Así que nos tomamos la libertad de preguntarle “al tiempo”, ¿quiénes pudieron haber sido dichos jugadores, nacionales, “e incluso cubanos”, como aseguró Pasquel, que rompieron sus compromisos, para irse a los “United States”? 

 

La verdad, ¡la verdad!, es que no se ve “en el mapa” a ninguno que pudiera haberlo hecho; y, para ello, mencionaremos a los más destacados – mexicanos por supuesto, y del lado de los cubanos, ¿a quienes, si tendrián que haber sido “blancos”, y no negritos, que eran los más, como un 95%, tales como Martín Dihigo, Ramón Bragaña, Santos Amaro, Agustín Bejarano, etc.?, y ya sabemos que el B .O. no los admitía….todavía. 

 

Evidentemente que, ahí, Pasquel exagero la nota. Pero, demostraremos que no hablamos a “la ligera”, y veamos el panorama que se daba en aquellos años, de fines de los treinta, y principios de los cuarenta, para poder corroborar, si así hubiera sido; o desmentir tal afirmación. 

 

Fuera de Melo Almada, quien “ya estaba por allá (y, por lo tanto, no lo podemos incluir en este asunto) y de Chile Gómez, quien también se fue “por su cuenta”, (y, de este último, Chile era un magnífico fildeador, pero pobre en bateo, y ni siquiera podría haberse considerado como “un pez gordo”). ¿Quiénes, entonces? No vemos a ningún otro. 

 

Y, para más certeza, veamos quienes destacaban en aquellos tiempos, en la base nacional (y usted ya lo sabe): gente como Ángel Castro, Cochihuila Valenzuela, Zenón Ochoa, Carlos Galina, la Mala Torres, Daniel Ríos, como los más sobresalientes, y, aparte, Popeye Salvatierra, Manuel Echeverría, Chucho Torrijos, Bernardo López, Polín Pulido, Pancho Alcaraz, Toco Aldama, Roberto Cabal, Romo Chávez, Chanquilón Díaz, Tacho Santaella…¡ah!, el Najo Alanís (que, para ese tiempo, ya estaba muy veterano)….  ".  

¡Hasta aquí por el momento, para ser la primera parte.


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