Por Bernabé López Padilla.
Richard
Wallace Hall, Helo allí.
Vuelan
mis recuerdos a aquellos años en que mi padre, que era gerente de una tienda de
una sociedad ejidal, la más bien surtida de Los Mochis, me llegó con un cajón
que contenía todo lo necesario para que yo me fuera a trabajar de “bolero”.
No
había necesidad de eso, en casa sobraba la comida, pero, mi padre consideró que
a mis 6 años ya podía andar como otros niños, dándo “bola” y enseñarme a
trabajar para ser hombre responsable.
Y
llegó el día en que conocí al Siete Leguas, que así le decían al gigante
pelotero de los Venados de Mazatlán, por alto, a quien anunciaban en el estadio
como Dick Hall.
Los
chamacos nos peleábamos por bolear los zapatos de los peloteros y yo hacía
pareja con El Viti, que era bueno para pelear y era el líder de los boleros por
lo tanto, y esa vez, teníamos mucha chamba y llegó el gigante que hablaba un
poco de español, y me dijo: “tú boy, chain mis espaiks bien, eh, yo pagar
bien”.
Al
rato estaba rodeado de chamacos que querían ver los spikes del gringón que tal
vez median 15 pulgadas de largo. Eran unos “lanchones”. Según datos de Base
Ball Almanac la estatura de Dick es de 6.06 pies que convertidos a centímetros
nos da: 1.9824 metros. Entonces pocos llegaban a esa estatura.
Cuando
entregamos los spikes yo no le quise cobrar, y el gringo se rió y me dijo Okey,
tomó los spikes y otros zapatos y se metió al hotel.
El
Viti me regañó porque no le cobré, pero yo sabía que no se iba a olvidar de mí.
Al rato salió y me regaló una gorra que traía la “P” al frente; era de los
Piratas de Pittsburgh, con el equipo que jugaba entonces en las ligas mayores
1956.
Esa
esa tarde nos fuimos al estadio Mochis y estuve atento a que se bajará del
autobús, y me acerqué y lo saludé, llevaba nadando en mi cabecita la gorra que
hacía rato me había regalado: ¡Que tal Dick!.. El gringo se sonrió y me tomó de
la mano y me llevó con él, pasamos la entrada y me soltó, “ve a sentarte” me
dijo y se metió a la cueva de los visitantes.
Viti
se quedó nada más viendo y tuvo que esperar a que empezara el juego y que
pudiera ganar una pelota de las que salían fuera del estadio atrás del home plate,
para entregar la bola y que lo dejaran entrar, era la costumbre.
Ese
día “El Siete Leguas” jugó la segunda base, ya que así Memo Garibay aprovechaba
el bateo de Dick Hall, y sentó al Grillo Serrel que era el titular.
Dick
Hall llegó a Venados como jardinero, creo fue en 1953, y conectó 20 jonrones
para ser campeón en ese departamento a sus 23 años de edad, y algo le vio Memo
Garibay que al año siguiente lo convirtió en pitcher, seguramente aprovechar su
zancada y tirar más cerca del home que otros, lo que le daba más velocidad.
Así
que le puso como maestro a Daniel Ríos, y por allí andaba también Lino Donoso,
zurdo cubano, ambos estrellas de la Liga de la Costa del Pacífico; entre los
dos lo enseñaron a pitchear, me contó Jesús “Pulga “Robles que era el coach de
los Venados, radicado en Mazatlán, Sinaloa.
Para
1955, ya estaba como pitcher con Piratas, y allí inició su carrera en tal
posición y terminó como lanzador en el año de 1971 después de sostenerse 16 temporadas
como pitcher de la MLB.
En
total estuvo 19 temporadas y curiosamente un hombre que se le recuerda aquí más
por su poder al bat, sólo conectó 4 jonrones en 19 temporadas.
Fue
a tres series mundiales con los Orioles de Baltimore, y fue compañero de Frank
y Brooks Robinson, Mike Cuellar, Elrod Hendricks y grandes estrellas de esa
época.
Era
el pitcher cerrador estrella.
En
16 años como pitcher participó en 495 juego, ganó 93 y perdió 75 y salvó 68,
habiendo lanzado 1259.2 entradas, ponchó 741 y dio 236 bases por bolas de las
cuales 70 fueron por órdenes de su manager.
Su
cualidad es que era muy controlado y eso lo hacía un pitcher muy difícil de
enfrentar.
La
mejor prueba de su calidad de pitcher es que duró 16 años como tal en las Mayores,
ya que de no haber sido por eso, su carrera como outfielder no hubiera durado
muchos años, ya que en 1954 cuando le dieron chance de participar en 112 juegos
sólo bateó 2 jonrones y produjo 30 carreras y su promedio fue de .239, algo que
era muy pobre para un gigante como él, de quien se esperaba mucho como
bateador.
Por
eso una vez que le comenté a don Guillermo Garibay sobre el 7 leguas, le
brillaron los ojos y dijo: Yo lo hice pitcher de grandes ligas. Yo lo hice
pitcher de bola rodillera. En efecto Don Memo siempre recomendaba lanzar “bajito”.
Su
hijo fue pitcher en la liga metropolitana allá en el D.F., allí lo conocí
jugando ambos con RayO-Vac de Bernardo Talayero, a sus compañeros pitchers
Guillermo Jr. les enseñaba tirar de la rodilla para abajo, consejos de su
padre.
Memito
estudiaba en la Universidad Lasalle y que yo sepa nunca lanzó en el béisbol
profesional y no era malo.
Dick
Hall se casó con una mazatleca y tal vez de vez en cuando llegue a Mazatlán a
pescar y pasarla en familia, a sus casi 85 años los aficionados mazatlecos y los
de la costa del pacifico todavía lo recuerdan.
La
cachucha que me regaló Dick Hall un buen día desapareció del “ropero” donde
guardaba mis tesoros, de seguro que “la Daría”, una de las criadas, se la
regaló al “Pingüino” que así le decían a su “novio”. Lástima. Mejor se la
hubiera regalado al Viti que me la pidió y no se la quise dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario