lunes, 24 de agosto de 2015

DICK HALL: "SIETE LEGUAS"




Por Bernabé López Padilla.


Richard Wallace Hall, Helo allí.


Vuelan mis recuerdos a aquellos años en que mi padre, que era gerente de una tienda de una sociedad ejidal, la más bien surtida de Los Mochis, me llegó con un cajón que contenía todo lo necesario para que yo me fuera a trabajar de “bolero”.


No había necesidad de eso, en casa sobraba la comida, pero, mi padre consideró que a mis 6 años ya podía andar como otros niños, dándo “bola” y enseñarme a trabajar para ser hombre responsable.


Y llegó el día en que conocí al Siete Leguas, que así le decían al gigante pelotero de los Venados de Mazatlán, por alto, a quien anunciaban en el estadio como Dick Hall.


Los chamacos nos peleábamos por bolear los zapatos de los peloteros y yo hacía pareja con El Viti, que era bueno para pelear y era el líder de los boleros por lo tanto, y esa vez, teníamos mucha chamba y llegó el gigante que hablaba un poco de español, y me dijo: “tú boy, chain mis espaiks bien, eh, yo pagar bien”.



Al rato estaba rodeado de chamacos que querían ver los spikes del gringón que tal vez median 15 pulgadas de largo. Eran unos “lanchones”. Según datos de Base Ball Almanac la estatura de Dick es de 6.06 pies que convertidos a centímetros nos da: 1.9824 metros. Entonces pocos llegaban a esa estatura.


Cuando entregamos los spikes yo no le quise cobrar, y el gringo se rió y me dijo Okey, tomó los spikes y otros zapatos y se metió al hotel.


El Viti me regañó porque no le cobré, pero yo sabía que no se iba a olvidar de mí. Al rato salió y me regaló una gorra que traía la “P” al frente; era de los Piratas de Pittsburgh, con el equipo que jugaba entonces en las ligas mayores 1956.


Esa esa tarde nos fuimos al estadio Mochis y estuve atento a que se bajará del autobús, y me acerqué y lo saludé, llevaba nadando en mi cabecita la gorra que hacía rato me había regalado: ¡Que tal Dick!.. El gringo se sonrió y me tomó de la mano y me llevó con él, pasamos la entrada y me soltó, “ve a sentarte” me dijo y se metió a la cueva de los visitantes.


Viti se quedó nada más viendo y tuvo que esperar a que empezara el juego y que pudiera ganar una pelota de las que salían fuera del estadio atrás del home plate, para entregar la bola y que lo dejaran entrar, era la costumbre.



Ese día “El Siete Leguas” jugó la segunda base, ya que así Memo Garibay aprovechaba el bateo de Dick Hall, y sentó al Grillo Serrel que era el titular.


Dick Hall llegó a Venados como jardinero, creo fue en 1953, y conectó 20 jonrones para ser campeón en ese departamento a sus 23 años de edad, y algo le vio Memo Garibay que al año siguiente lo convirtió en pitcher, seguramente aprovechar su zancada y tirar más cerca del home que otros, lo que le daba más velocidad.


Así que le puso como maestro a Daniel Ríos, y por allí andaba también Lino Donoso, zurdo cubano, ambos estrellas de la Liga de la Costa del Pacífico; entre los dos lo enseñaron a pitchear, me contó Jesús “Pulga “Robles que era el coach de los Venados, radicado en Mazatlán, Sinaloa.


Para 1955, ya estaba como pitcher con Piratas, y allí inició su carrera en tal posición y terminó como lanzador en el año de 1971 después de sostenerse 16 temporadas como pitcher de la MLB.


En total estuvo 19 temporadas y curiosamente un hombre que se le recuerda aquí más por su poder al bat, sólo conectó 4 jonrones en 19 temporadas.



Fue a tres series mundiales con los Orioles de Baltimore, y fue compañero de Frank y Brooks Robinson, Mike Cuellar, Elrod Hendricks y grandes estrellas de esa época.


Era el pitcher cerrador estrella.


En 16 años como pitcher participó en 495 juego, ganó 93 y perdió 75 y salvó 68, habiendo lanzado 1259.2 entradas, ponchó 741 y dio 236 bases por bolas de las cuales 70 fueron por órdenes de su manager.


Su cualidad es que era muy controlado y eso lo hacía un pitcher muy difícil de enfrentar.


La mejor prueba de su calidad de pitcher es que duró 16 años como tal en las Mayores, ya que de no haber sido por eso, su carrera como outfielder no hubiera durado muchos años, ya que en 1954 cuando le dieron chance de participar en 112 juegos sólo bateó 2 jonrones y produjo 30 carreras y su promedio fue de .239, algo que era muy pobre para un gigante como él, de quien se esperaba mucho como bateador.



Por eso una vez que le comenté a don Guillermo Garibay sobre el 7 leguas, le brillaron los ojos y dijo: Yo lo hice pitcher de grandes ligas. Yo lo hice pitcher de bola rodillera. En efecto Don Memo siempre recomendaba lanzar “bajito”.


Su hijo fue pitcher en la liga metropolitana allá en el D.F., allí lo conocí jugando ambos con RayO-Vac de Bernardo Talayero, a sus compañeros pitchers Guillermo Jr. les enseñaba tirar de la rodilla para abajo, consejos de su padre.


Memito estudiaba en la Universidad Lasalle y que yo sepa nunca lanzó en el béisbol profesional y no era malo.


Dick Hall se casó con una mazatleca y tal vez de vez en cuando llegue a Mazatlán a pescar y pasarla en familia, a sus casi 85 años los aficionados mazatlecos y los de la costa del pacifico todavía lo recuerdan.




La cachucha que me regaló Dick Hall un buen día desapareció del “ropero” donde guardaba mis tesoros, de seguro que “la Daría”, una de las criadas, se la regaló al “Pingüino” que así le decían a su “novio”. Lástima. Mejor se la hubiera regalado al Viti que me la pidió y no se la quise dar.

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