Aurelio Rodríguez
Por Jesús Alberto Rubio Salazar:
Nuestra admiración hacia
uno de los más grandes peloteros mexicanos que brillaron con gran intensidad en
México y en la Gran Carpa donde como un estelar defensor de la esquina caliente
tuvo oportunidad de lucir su calidad y talento durante 17 años, especialmente con
California, Detroit y los Yankees de Nueva York.
El orgullo de la Ciudad
del Cobre donde se le erigió una estatua también brillo con Baltimore, Washington,
Chicago y San Diego.
Y sí, además de su
notable accionar con los Tigres de Detroit, resulta siempre inolvidable aquella
confrontación que tuvo en 1981 cuando
los NYY se enfrentaron en la serie mundial a los Dodgers de Los Ángeles.
En efecto, es imposible
olvidar cuando toda la afición mexicana gozó su presencia y acción en la
aquella serie otoñal.
Sí, sí: cuando los
Dodgers ganaron aquella confrontación (recuerde a Fernando Valenzuela) en la
que brindó una gran jornada al bat luego de sustituir a Craig Nettles, quien se
había lesionado un dedo en el segundo juego celebrado en Nueva York y ya no
pudo ver acción.
Aurelio tomó esa vez su
lugar para regalarnos una gran actuación ya que en cuatro encuentros bateó de
12-5, para un alto .417.
Usted recordará que en el
tercer partido, teniendo como escenario al Dodger Stadium, se dio un momento
histórico para el béisbol mexicano:
Por primera vez se
enfrentaban en un mismo Clásico dos paisanos: Aurelio y Fernando “El Toro”
Valenzuela.
El “Toro” ganó
dramáticamente 5-4 a pesar de recibir jonrones de Bob Watson y Rick Cerone, en
tanto Aurelio le conectaba par de hits.
En el cuarto juego volvió
a conectar de 4-2; en el siguiente se fue de 3-0 y en el sexto y último partido,
de 1-1.
Más tarde, en el invierno
de enfrente, un 18 de noviembre, los Yankees lo enviaron a Medias Blancas y el
jefe George Steinbrenner le dedicó buenas frases: “Hizo todo lo que se le
pidió y lo hizo muy bien. Lamento dejar ir a un jugador tan caballeroso. Buena
suerte”.
Los registros de Aurelio
Rodríguez nos hablan de lo grande que fue en la pelota profesional luego de
llegar en 1967 procedente de los Charros de Jalisco al béisbol de Ligas
Mayores, exactamente con los entonces llamados Serafines o Angelinos de
California.
Su estadía en ese béisbol
se prolongó 17 años ya que después de jugar con California (1969-70), vistió
las franelas de los Senadores de Washington (1970), Tigres de Detroit
(1971-79), Padres de San Diego (1980), Yankees (1980-81), Medias Blancas de
Chicago (1982, 1983) y Baltimore (1983).
Sus números y al Recinto
Sagrado
En ese extenso periodo
ligamayorista Aurelio conectó mil 570
hits, 287 dobles, 46 triples y 124 jonrones. Su promedio en general fue de
.237.
En la Liga Mexicana de
verano jugó con Charros de Jalisco, Tigres de México, Sultanes de Monterrey y
Saraperos de Saltillo.
Fueron sólo seis
temporadas y promedió .309 de porcentaje.
En la Liga Mexicana del
Pacífico jugó con Cañeros de Los Mochis y Yaquis de Ciudad Obregón. Pegó 208
dobletes, 11 triples, 129 jonrones y concluyó con un global .273.
Representó a México en
dos Series del Caribe, en 1978, en Mazatlán, con los Tomateros de Culiacán y en
1984 en San Juan, Puerto Rico, con Mochis; ese año fue seleccionado en el
Equipo Ideal por su estupenda actuación en la antesala.
Como mánager, en 1991
hizo campeones a los Sultanes de Monterrey en la Liga Mexicana de Béisbol…. Y
claro, con toda esta trayectoria en 1995 ingresó con palmas de oro al Recinto
Sagrado de Monterrey.
Enorme calidad
Le caracterizó su enorme
calidad y consistencia como jugador; elegancia, gran brazo, fino y espectacular
fildeo, buen bateo y como ser humano, todo un caballero.
En la Liga Americana
jugando para los Tigres de Detroit, llegó a quitarle en 1976 la cadena de años
seguidos ganando el Guante de Oro al oriol Brooks Robinson.
¡Cuántos recuerdos, sí,
aquí en invierno, en el verano y las Ligas Mayores del gran Aurelio!
También, imposible
olvidar aquel 1971 cuando en el “Fernando M. Ortiz” no pudo retener en la
esquina caliente un tablazo de línea de Héctor Espino para que luego viniera
Bobby Darwin con su segundo cuadrangular del juego que coronó a Hermosillo,
ante los Cañeros.
Una serie final que por
supuesto no me perdí.
Con esa victoria los
Naranjeros iban a ir en febrero a la primera participación de México en una
Serie del Caribe, esa ocasión, bajo el mando de Maury Wills.
El vástago del Aurelio
“Güerito” Rodríguez, excelente pelotero amateur y de la Liga de Sonora, nació
el 28 de diciembre de 1947 y cundo menos se esperaba, a sus 53 años de vida
falleció el 23 se septiembre de 2000.
Sorprendió la noticia
Aquel 23 de septiembre su
fatal deceso en verdad impactó a todo el béisbol ya que a causa de una
circunstancia inesperada donde un automovilista, adulta mayor – a causa de un
infarto-- perdió el control del volante de su vehículo y lo atropelló al instante
en que caminaba por una banqueta de la ciudad de Detroit.
Ese año y en este béisbol
de invierno, Aurelio iba a trabajar por vez primera como coach de bateo de los
Naranjeros de Hermosillo luego de una notable trayectoria con los Cañeros de
Los Mochis tanto como jugador y mánager.
Antes de su deceso, le diré que al inolvidable tercera base, quien trabajó también como coach de los Diamondbacks de Arizona, en una de las visitas para un juego de pretemporada exhibición del equipo en el Héctor
Espino, tuve lo que fue la última oportunidad de saludarlo --dándonos las manos entre la malla del back stop.
El de siempre que le caracterizó en vida.
Pero -sin embargo--, desafortunadamente, sabemos cómo se comporta
en ocasiones el cruel destino: meses más tarde supinos de su inesperado y fatal
desenlace.
Descanse en paz el gran
Caballero y Amigo.
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