miércoles, 16 de mayo de 2018


Don Zimmer y el casco protector



Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Para El Niño Carmona


   En mi intrascendente carrera beisbolera de las Minas de Matahambre, comencé a batear encimándome al home. Pareciera como que los lanzadores me respetaban, pues ponía cara de santo con el propósito de que lanzaran por el medio del plato; poco a poco fui tomando confianza, hasta un día, un durísimo día, como la recta de aquel a quien llamaban Bonete, quien me sacó por un buen rato de las fantasías peloteriles.

   Aquel guajiro tiraba duro, durísimo y la pelota fue a dar a la cabeza, en los límites del frontal y el parietal izquierdo. No supe nada más hasta que horas después, al despertar en la Enfermería del pueblo (todavía no teníamos hospital), pude divisar a mis padres, hermanos y otros jugadores. Ha sido, quizás, la ocasión donde más cerca estuve de aquella a la que llaman parca y en el argot popular “la pelona”.

   Sería imposible un dato, ni siquiera cercano, a la cantidad de pelotazos que se han acumulado en la larga historia del todavía Deporte Nacional Cubano. Me viene a la mente aquel rectazo de humo de Rogelio García en el Capital San Luis, que dejó por un rato tirado sobre el plato al estelar Félix Isasi. Por fortuna, ya se usaba el casco.

   Entonces, como por arte de magia, había aparecido un jugador que conservó la vida gracias a las atenciones médicas y un poco de suerte, me refiero al norteamericano Don-Donald William Zimmer, quien en su largo historial en el mundo de las bolas y los strikes, provocó un cambio radical que devolvió la necesaria confianza a los bateadores: el casco protector.

   Conocido por Popeye, este jugador de cuadro, que tiraba y bateaba a la derecha, nació el 17 de enero de 1931, en Cincinnati, Ohio, y falleció el 4 de junio de 2014, en Dunedin, La Florida. Con 5’ 9 de estatura y 165 libras de peso.

   En 1951-1952 jugó para el CIENFUEGOS (.244) y en 1952-1953 alternó entre el MARIANAO y el CIENFUEGOS (.272) de la Liga Profesional Cubana, para acumular el siguiente resultado: en 369 veces al bate, conectó 98 hits (.266), con 38 anotadas, 50 impulsadas, 10 dobles, 5 triples, 8 jonrones y 1 base robada. Lideró los ponches recibidos en 1952-1953 (51).

   Terminada esa temporada, ganó celebridad después de recibir un bolazo en la cabeza, el 7 de julio de 1953, en un desafío de Ligas Menores entre el ST. PAUL, su equipo, y el COLUMBUS. El golpe le fracturó el cráneo y lo puso entre la vida y la muerte. Aquel accidente beisbolero provocaría incluir en las reglas la utilización obligatoria del casco, hoy universalizado.



Volviendo en la máquina del tiempo a 1953, encontramos que Zimmer al momento de recibir su pelotazo en la cabeza, se encontraba al frente de los jonroneros en la Asociación Americana con 23 bambinazos y 63 carreras remolcadas. Zimmer a quien le decían El Galleguito en Cuba y El Soldadito en México, es conocido en el ambiente deportivo de los Estados Unidos con el apodo de Popeye, por su gran parecido con el personaje de las tiras cómicas. Pero más que nada será recordado por haber sido el causante de que el béisbol organizado decidiera usar el casco protector debido a su accidente (…) La fractura del cráneo de Zimmer, mostró el camino a los jerarcas del béisbol, guiándoles a la adopción de una regla para el uso obligatorio del casco protector, siendo Rizzuto el primero en utilizarlo.


Por años se rumoró que Zimmer había jugado con una placa de acero en la cabeza, como consecuencia del accidente. Pero no fue así. Lo que tenía eran cuatro botones de tantalio (metal muy duro que se presenta ordinariamente en forma de polvo negro brillante), insertados en el cerebro, tres en el lado izquierdo y uno en el derecho para mantenerlo en su lugar. 

   A pesar de su larga trayectoria como jugador y técnico de alto nivel, cada vez que un bateador ocupe su turno en el plato y sienta rebotar una pelota sobre su testa, sin el temor de sufrir una hemorragia interna, elevará sus ojos al cielo y exclamará: “GRACIAS ZIMMER”. Después de una exitosa operación, continuó jugando. Participó en la Serie del Caribe de 1955, con el SANTURCE, de Puerto Rico. En 6 desafíos y 25 veces al bate, conectó 10 hits (.400).


    Se desempeñó en siete temporadas de las Ligas Menores, con los siguientes equipos: CAMBRIDGE DODGERS (1949), HORNELL DODGERS (1950), ELMIRA PIONEERS (1951), MOBILE BEARS (1952), ST. PAUL SAINTS (1953 y 1954), FIL SENATORS (1964), TOEI FLYERS (1966), KNOXVILLE SMOKIES (1967) y BUFFALO BISONS (1967). En 679 juegos y 2 651 veces al bate, conectó 761 hits (.287), con 27 bases robadas, 115 anotadas, 123 impulsadas, 136 dobles, 27 triples, 94 jonrones, 58 bases por bolas, 113 ponches y slugging de .465.

   Jugaría en doce temporadas de las Grandes Ligas: BROOKLYN DODGERS (1954, 1955, 1956 y 1957), LOS ANGELES DODGERS (1958, 1959 y 1963), CHICAGO CUBS (1960 y 1961), CINCINNATI REDS (1962), NEW YORK METS (1962), y WASHINGTON (1963, 1964 y 1965). En 1 095 desafíos y 3 283 veces al bate, conectó 773 hits (.235), con 353 anotadas, 352 impulsadas, 130 dobles, 22 triples y 91 jonrones. Recibió 246 bases, se ponchó en 678 ocasiones, con 45 bases robadas, para slugging de .372.


    Fueron célebres sus discusiones cuando ejercía como coach o director. La más recordada estuvo a cargo de Don con el estelar derecho dominicano Pedro Martínez, miembro del Salón de Fama de  Cooperstown. Pedro en plena juventud y un Zimmer de muchos años encima.

   Dirigió seis temporadas en las Ligas Menores. Como director-jugador: BUFFALO BISONS (1967) y KNOXVILLE SMOKIES (1967). Como director: INDIANAPOLIS (1968), KEY WEST (1969) y SALT LAKE CITY (1970). También lo hizo en catorce temporadas de las Mayores: SAN DIEGO PADRES (1972 y 1973), BOSTON RED SOX (1976, 1977, 1978, 1979 y 1980), TEXAS RANGERS (1981 y 1982), CHICAGO CUBS (1988, 1989, 1990 y 1991) y NEW YORK YANKEES (1999). En 1 780 juegos, ganó 906 y perdió 873 (.509).

   Resultó electo dos años en el Todos Estrellas. Ganó seis Series Mundiales (1955, 1959, 1996, 1998, 1999 y 2000). En 1989 fue proclamado Director del Año. El TAMPA BAY RAYS retiró su número, el 66. Fue electo al Salón de la Fama del BOSTON RED SOX.

   He ahí la historia de un hombre que, sin desearlo, salvó la vida a no se sabe cuántos jugadores. Y los seguirá salvando, porque a nadie se le ocurriría en estos tiempos donde se lanza hasta por encima de las 100 millas, aventurarse a comparecer en el cajón de bateo sin el “sagrado” adminículo.


Liga Profesional Cubana:

VB   H   AVE   CA   CI   2B   3B    HR  BR
369  98    .266    38    50    10    5      8      1

-En 1952-1953 encabezó los ponches recibidos (51).

Grandes Ligas:

JJ      VB     H    AVE  CA CI     2B  3B    HR   SLG
1095  3283 773  .235    353  352  130  22     91    .372


(Con documentación de Bitácora Cubana, Baseball-Reference.com, Wikipedia, the free encyclopedia, Jorge Figueredo, Raúl Diez Muro, Guías del Béisbol Profesional Cubano, Peter Bjarkman, Severo Nieto, Jorge Alfonso, Enciclopedias de las Grandes Ligas, Jesús Alberto Rubio, Carlos Castillo, Jaime Cervantes, Yasel Porto Gómez, Ismael Sené,  Eddy Martin, Eladio Secades, Nelson Varela, René Molina, Marino Martínez, Jess Losada, Rogelio A. Letusé La O, y otras fuentes). 

Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga.
Pinar del Río, mayo de 2018.

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