Por
Jesús Alberto Rubio.
Fue
en 1980 cuando una enorme cantidad de jugadores se enfrentaron abiertamente al
pragmatismo y cacicazgo de los altos directivos de la Liga Mexicana de Béisbol
encabezada por Alejo Peralta, el propietario de los Tigres de México, así como
la mayoría de los propietarios de las franquicias del circuito y, en medio de
la tormenta y las presiones/represiones, fundaron lo que se llamó Liga Nacional
de la ANABE.
El
presidente del circuito veraniego era Antonio Ramírez Muro.
El
dato histórico nos dice que fue el 12 de mayo de 1980 cuando se creó la ANABE y
quienes formaron su Mesa Directiva fueron Ramón “Abulón” Hernández, Rafael
Barrón, Maximino León, Juan Navarrete, José Luis Naranjo y Nelson Barrera.
En
aquel movimiento estuvieron involucrados peloteros la mayoría de los jugadores
de los Angeles de Puebla que un año antes habían sido campeones al vencer en
siete juegos a los Indios de Cd. Juárez.
En
ese gran equipo estaban el mánager Jorge Fitch, Fernando López, Pablo Gutiérrez
Delfín, “Zamorita” Hernández, Héctor “El Ratón” Zamudio, Pepe Elguezabal,
Alfonso “El Houston” Jiménez, Jorge “Zamorita” Hernández…. entre otros, que se
aglutinaron en torno a los ideales del movimiento que impactó la estructura del
béisbol mexicano.
Otros
peloteros que participaron en aquella aventura serían Luis Meré, Eleno Cuén,
René Chávez, el mismo “Houston” Jiménez, Porfirio Salomón, Luis Fernando
Guzmán, Abelardo Balderas; los receptores Arturo Rey y Rafael Barrón; Antonio
Pulido (+), Martín Terrazas, Leo Rodríguez Jr…. ¡y cuántos más!
El
primer acto de rebeldía
En
esos días yo trabajaba para El Dictamen, de Veracruz y me tocó vivir de cerca
esos difíciles momentos para el béisbol mexicano y nunca olvido cuando a causa
de una decisión de un umpire, los Ángeles de Puebla se rebelaron y no quisieron
salir al terreno de juego en un partido nocturno contra El Águila en lo que fue
el viejo y ya desaparecido Parque Deportivo Veracruzano. Ello ocurrió el
domingo seis de abril de aquel año.
Ya
se tenía –se sabía— de un antecedente: el despido vertical del receptor de los
Tigres, Vicente Peralta.
Esa
noche, en medio de reproches y apoyos de la fanaticada jarocha, fueron
escoltados desde el estadio hacia el Penal de Allende y ahí los tuvieron
encerrados en la Comisaría de la Policía Municipal por varias horas, en tanto
con mi libreta y grabadora en manos me mantenía pegado a la barandilla
siguiendo los acontecimientos.
El
movimiento prácticamente había explotado en una lucha que abanderaba mejores
condiciones sociales y económicas para los peloteros, particularmente
proyectando una protección al momento de su retiro del béisbol activo, entre
otras demandas.
Luego
vendría la huelga de jugadores, siendo calificada como “uno de los años más
negros de la Liga Mexicana”, la que decidió realizar una temporada
extraordinaria con Torreón, Saltillo, Cd. Juárez, Tigres, Coatzacoalcos, y
Reynosa. Los Saraperos serían los campeones, pero su título no ha sido
reconocido por el béisbol organizado.
Sin
duda, en 1980 cambió el beisbol mexicano.
Los
peloteros se habían organizado en una asociación sindical, que reclamaba la
aplicación de la Ley Federal del Trabajo, tras el reconocimiento constitucional
de que los deportistas profesionales son trabajadores.
A
algunos dueños de equipos de beisbol no les gustó que surgiera la Asociación
Nacional de Beisbolistas y ejercieron todo tipo de presiones en contra de
ellos, incluida la detención arbitraria, en Veracruz, del equipo completo de
los Ángeles de Puebla.
El
1º de julio de ese año, los jugadores de los Diablos y del Puebla se negaron a
jugar hasta que no se restituyera a Alejo Peralta y fueron, a su vez,
despedidos de inmediato.
Tras
pocos días, los 20 equipos de la Liga Mexicana se habían reducido a seis, y
esos estaban parchados, porque varios de sus peloteros habían sido dados de
baja.
Los
dueños actuaron con toda prepotencia y la ruptura fue definitiva, aun tras la
intervención conciliatoria del Presidente de la República.
La
Liga Nacional, un circuito paralelo a la Mexicana de Béisbol que existió entre
1981 y 1986.
Indudable:
aquel movimiento provocó que los jerarcas de la LMB marginaran de la pelota
profesional a una inmensa cantidad de grandes peloteros que lucharon por
mejores condiciones salariales, seguro de vida y una pensión para cuando llegar
el momento de su retiro.
Hay
que recordar cómo aquel movimiento y circuito de la ANABE no pasó más allá de
1986 y la mayoría de sus peloteros, con algunas excepciones como el “Houston”
Jiménez y Eleno Cuén, fueron perdonados por la Liga Mexicana.
Los
equipos que participaron en esa liga fueron los Azules de Veracruz,
Metropolitanos Rojos de México, Pericos de Puebla, Alacranes de Durango, Tuzos
de Zacatecas, Sabinas, Forrajeros de Celaya y Halcones de Gómez Palacio,
Durango.
Pero,
sobre ese pasaje histórico donde incluso Héctor Espino fue invitado por los
hueguistas para dirigir aquel movimiento, hay demasiado que contar.
Incluso,
paralelamente, otro pelotero ilustre como Ramón Arano, también hizo pública su
postura de que los beisbolistas se organizaran principalmente para crear un
fondo de retiro.
Riqueza de
antecedente
Ya
en los 50’s aproximadamente 100 jugadores encabezados por “Cochihuila”
Valenzuela, del Alijadores de Tampico, intentaron hacer una sociedad mutualista
para proveerse de salud y pensión.
Los
salarios bajos, particularmente en comparación a jugadores extranjeros, fue
algo que los orilló.
Pero
presiones y amenazas de los propietarios arruinaron el esfuerzo encabezados en
contra-ataque por el magnate Jorge Pasquel y ejecutivos de otros deportes.
En
1961 una organización llamada Mutualidad de Peloteros Profesionales Mexicanos
también falló cuando los propietarios rehusaron contribuir con fondos a la
sociedad y congelaron ese movimiento.
Habría
después otros intentos, pero sin fructificar, hasta que llegó en 1980 el más
fuere e impactante de todos.
EN RECUERDO DE TAN NOBLE MOVIMIENTO.
ResponderEliminarLos Peloteros tuvieron en sus manos la creación de su UNION O SINDICATO PERO LES FALTO LA DECISIÓN UNIVERSAL DE LOS JUGADORES. SALUDOS TOCAYO. PAZ Y BIEN.
ResponderEliminarMuchos traicionaron al movimiento...
ResponderEliminarCómo siempre sucede, los aventaron por delante y al final abandonaron a sus amigos.
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