martes, 3 de marzo de 2015

MINNIE: SÍMBOLO Y LEYENDA



Por Juan Antonio García Villa



El domingo pasado, a los 92 años de edad murió en Chicago Saturnino Orestes Arrieta Miñoso Armas, más conocido en México como Orestes Miñoso y en Estados Unidos como “Minnie” Miñoso, uno de los más grandes peloteros en toda la historia del beisbol. Tan grande fue así, que el día de su fallecimiento el presidente norteamericano lo llamó Mr. Medias Blancas como reconocimiento al equipo de Grandes Ligas, del cual fue símbolo y leyenda.

Mucho se puede escribir acerca de Miñoso. Baste decir que  sobre su vida hay –que yo conozca- dos libros. Uno es su autobiografía publicada  en 1983 (con el apoyo de Fernando  Fernández y Robert Kleinfelder) que tituló “Extra Inning. Mi  vida en el beisbol”, y el otro libro escrito en 1994 por Herbert Fager, “Sólo llámenme Minnie. Mis seis décadas en el beisbol” (traducción libre al español de ambos títulos).

Así es que se pueden escribir muchas cuartillas sobre este formidable pelotero cubano, como ya lo hacen los comentaristas de todos lados especializados en elk deporte rey.

Me interesa destacar aquí, para los lectores de El Siglo, sólo los datos más relevantes de la brillante trayectoria deportiva de Miñoso, para hacer énfasis en los aspectos que lo relacionaron  con los laguneros y el beisbol de La Laguna.


Primero, a manera de anécdota, algunas palabras sobre su nombre. Saturnino y Orestes fueron sus nombres  de pila. De acuerdo al uso tradicional, en español su nombre  completo hubiera sido  Saturnino Orestes Arrieta (el apellido de su padre) Armas, el de soltera de su madre, quien al enviudar  volvió a casarse  con un hombre  de apellido Miñoso, cuyo apellido terminó  por adoptar Orestes de  su padrastro.

¿Y lo de Minnie? El sobrenombre parece poco viril. Dice  que una vez en el consultorio de un dentista éste lo llamó  “Minnie”. Pensó que lo había  pronunciado así por la dificultad que tienen lo anglo parlantes  para pronunciar  las voces que llevan “ñ” y le pareció bien para evitar dificultades. Luego se dio cuenta de que en realidad a quien el odontólogo llamaba era a su recepcionista “Minnie”, pero ya prefirió dejarse ese apodo.

A propósito de lo varonil y lo femenino, Miñoso trae en su autobiografía una interesante anécdota de una mujer, gran figura del beisbol cubano,  Eulalia González, “Viyaya”, apodo que en Cuba se aplica a alguien vivaracho o lleno de energía, que cubría la primera base con suma elegancia  y con quien le tocó jugar en la  Isla; pero dejamos la anécdota  para otra mejor ocasión.


Miñoso nació en el pueblo de Pericos, provincia de Matanzas, Cuba, el 19 de noviembre de 1922. Como amateur, comenzó a jugar pelota  en el fuerte circuito azucarero con el equipo del central España, a principios de la década  de los 40, en su provincia de Matanzas. Luego lo hizo  en el circuito semiprofesional, que en aquellos años en Cuba era toda  una categoría, primero  con el equipo Partagás  de La Habana y después con el Ambrosía, y  luego con el Cuban Mining en la provincia de Oriente. Después, ya profesional, debutó en 1945 en la Liga Cubana de Beisbol y en 1946 con el New York Cubans, de las Ligas Negras, en 1946.

En 1948 ingresó a las Mayores con los Indios de Cleaveland, que lo firmaron y lo enviaron a su equipo clase “A”. Sus mejores años  en la Gran Carpa fueron de 1949 a 1964, básicamente con los Medias Blancas de Chicago. En su paso por las Mayores acumuló tres lideratos en triples de la Liga  Americana (1951, 1954 y 1956), de dobles (en 1957) y de imparables (en 1960). Sumó cinco temporadas con 100 o más carreras anotadas, cuatro con 100 o más producidas y 9 con  bateo por arriba  de la cifra mágica de  .300. Además ganó tres guantes de oro y nueve  veces fue elegido para el Juego de las Estrellas.


En realidad su carrera en las Grandes Ligas terminó en 1964. Pero con  los Medias Blancas tomó varios turnos al bat en septiembre  de 1976 a los 53 años de edad  y en octubre de 1980, para ser uno de los dos  peloteros que han visto acción  en la Gran Carpa en cinco  décadas diferentes. Luego lo hizo con equipos de las Menores en 1993  y en 2003, para convertirse en el único mortal que alguna vez ha jugado beisbol profesional  en siete  décadas diferentes.

Sin discusión alguna Orestes Miñoso forma parte del equipo ideal cubano de todos los tiempos, que ya es decir. Sería como jardinero titular, junto a Tony Oliva  y José Canseco. El más connotado historiador  del beisbol cubano, Roberto González, dice de él que “fue estelar  en todas las  ligas importantes de su época: las Ligas Independientes de Color, las Mayores y la Liga Cubana. Era rápido en las bases, de las que era un estafador  notable. Lo único que se le podía  achacar  a Miñoso es que no tenía posición en la que fuera estelar defensivamente  -en la Liga Cubana jugó  segunda, tercera, y cuando maduró, exclusivamente los jardines, preferentemente el  izquierdo. Tenía un brazo poderoso. Pero no hay que regatearle a Miñoso una de las posiciones titulares  en un outfield cubano de todos los tiempos”.

La Laguna y los laguneros

En la temporada de oro del beisbol cubano, que fue la de 1946-47, Miñoso jugó la tercera base para el Marranau, el equipo con el que se le identifica en la Isla. En esa campaña la segunda y la primera fueron cubiertas  por los mexicanos  Beto Ávila y Ángel Castro, respectivamente. Jugó de jardinero  el torreonense  Jesús “Chanquilón” Díaz, quien  resultó campeón jonronero de  la Liga Cubana con 7 cuadrangulares  (¡cómo habrá sido  de fuerte el pitcheo!) y Miñoso en triples con 13.

Al dejar la Gran Carpa en 1964, llegó Miñoso a la Liga  Mexicana en 1965 con el equipo  “Charros” de Jalisco, con el que permaneció  cinco temporadas, hasta 1969, bajo  el mando del lagunero Memo Garibay. En su primera temporada en Guadalajara, en donde de inmediato  le apodaron  el “Charro Negro”, tuvo de compañero  al lagunero de Cuencamé  a Jaime  Fabela, quien ese año  fue el campeón de carreras  producidas en la  Liga con 109. En 1967 fue campeón  con este equipo y Garibay de manager.



En 1970, al regresar a la Comarca la Liga Mexicana, llegó Miñoso como manager  del Unión Laguna  y como jugador de la primera base.  Fue timonel también en 1971 y parcialmente en 1972, cuando “Zacatillo” Guerrero  tomó el mando. Permaneció aún  Orestes en la campaña  de 1973, cuando ya  tenía 51 años de edad. En los cuatro  años con Laguna sus números de bateo  fueron impresionantes: .468, .315, .285 y .265.


Descanse en paz y viva para siempre en la memoria de todos los aficionados al beisbol, aunque no haya llegado al Salón de la Fama de Cooperstown como él quiso y lo merecía, Saturnino Orestes Arrieta Miñoso Armas.

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