Por Juan Antonio
García Villa
El domingo pasado, a los 92 años de edad
murió en Chicago Saturnino Orestes Arrieta Miñoso Armas, más conocido en México
como Orestes Miñoso y en Estados Unidos como “Minnie” Miñoso, uno de los más
grandes peloteros en toda la historia del beisbol. Tan grande fue así, que el
día de su fallecimiento el presidente norteamericano lo llamó Mr. Medias
Blancas como reconocimiento al equipo de Grandes Ligas, del cual fue símbolo y
leyenda.
Mucho se puede escribir acerca de
Miñoso. Baste decir que sobre su vida
hay –que yo conozca- dos libros. Uno es su autobiografía publicada en 1983 (con el apoyo de Fernando Fernández y Robert Kleinfelder) que tituló
“Extra Inning. Mi vida en el beisbol”, y
el otro libro escrito en 1994 por Herbert Fager, “Sólo llámenme Minnie. Mis
seis décadas en el beisbol” (traducción libre al español de ambos títulos).
Así es que se pueden escribir muchas
cuartillas sobre este formidable pelotero cubano, como ya lo hacen los
comentaristas de todos lados especializados en elk deporte rey.
Me interesa destacar aquí, para los
lectores de El Siglo, sólo los datos más relevantes de la brillante trayectoria
deportiva de Miñoso, para hacer énfasis en los aspectos que lo relacionaron con los laguneros y el beisbol de La Laguna.
Primero, a manera de anécdota, algunas
palabras sobre su nombre. Saturnino y Orestes fueron sus nombres de pila. De acuerdo al uso tradicional, en
español su nombre completo hubiera
sido Saturnino Orestes Arrieta (el
apellido de su padre) Armas, el de soltera de su madre, quien al enviudar volvió a casarse con un hombre
de apellido Miñoso, cuyo apellido terminó por adoptar Orestes de su padrastro.
¿Y lo de Minnie? El sobrenombre parece
poco viril. Dice que una vez en el
consultorio de un dentista éste lo llamó
“Minnie”. Pensó que lo había
pronunciado así por la dificultad que tienen lo anglo parlantes para pronunciar las voces que llevan “ñ” y le pareció bien
para evitar dificultades. Luego se dio cuenta de que en realidad a quien el
odontólogo llamaba era a su recepcionista “Minnie”, pero ya prefirió dejarse
ese apodo.
A propósito de lo varonil y lo femenino,
Miñoso trae en su autobiografía una interesante anécdota de una mujer, gran
figura del beisbol cubano, Eulalia
González, “Viyaya”, apodo que en Cuba se aplica a alguien vivaracho o lleno de
energía, que cubría la primera base con suma elegancia y con quien le tocó jugar en la Isla; pero dejamos la anécdota para otra mejor ocasión.
Miñoso nació en el pueblo de Pericos,
provincia de Matanzas, Cuba, el 19 de noviembre de 1922. Como amateur, comenzó
a jugar pelota en el fuerte circuito
azucarero con el equipo del central España, a principios de la década de los 40, en su provincia de Matanzas. Luego
lo hizo en el circuito semiprofesional,
que en aquellos años en Cuba era toda
una categoría, primero con el
equipo Partagás de La Habana y después
con el Ambrosía, y luego con el Cuban
Mining en la provincia de Oriente. Después, ya profesional, debutó en 1945 en
la Liga Cubana de Beisbol y en 1946 con el New York Cubans, de las Ligas
Negras, en 1946.
En 1948 ingresó a las Mayores con los
Indios de Cleaveland, que lo firmaron y lo enviaron a su equipo clase “A”. Sus
mejores años en la Gran Carpa fueron de
1949 a 1964, básicamente con los Medias Blancas de Chicago. En su paso por las
Mayores acumuló tres lideratos en triples de la Liga Americana (1951, 1954 y 1956), de dobles (en
1957) y de imparables (en 1960). Sumó cinco temporadas con 100 o más carreras
anotadas, cuatro con 100 o más producidas y 9 con bateo por arriba de la cifra mágica de .300. Además ganó tres guantes de oro y nueve veces fue elegido para el Juego de las
Estrellas.
En realidad su carrera en las Grandes
Ligas terminó en 1964. Pero con los
Medias Blancas tomó varios turnos al bat en septiembre de 1976 a los 53 años de edad y en octubre de 1980, para ser uno de los
dos peloteros que han visto acción en la Gran Carpa en cinco décadas diferentes. Luego lo hizo con equipos
de las Menores en 1993 y en 2003, para
convertirse en el único mortal que alguna vez ha jugado beisbol
profesional en siete décadas diferentes.
Sin discusión alguna Orestes Miñoso
forma parte del equipo ideal cubano de todos los tiempos, que ya es decir.
Sería como jardinero titular, junto a Tony Oliva y José Canseco. El más connotado
historiador del beisbol cubano, Roberto
González, dice de él que “fue estelar en
todas las ligas importantes de su época:
las Ligas Independientes de Color, las Mayores y la Liga Cubana. Era rápido en
las bases, de las que era un estafador
notable. Lo único que se le podía
achacar a Miñoso es que no tenía
posición en la que fuera estelar defensivamente
-en la Liga Cubana jugó segunda,
tercera, y cuando maduró, exclusivamente los jardines, preferentemente el izquierdo. Tenía un brazo poderoso. Pero no
hay que regatearle a Miñoso una de las posiciones titulares en un outfield cubano de todos los tiempos”.
La
Laguna y los laguneros
En la temporada de oro del beisbol
cubano, que fue la de 1946-47, Miñoso jugó la tercera base para el Marranau, el
equipo con el que se le identifica en la Isla. En esa campaña la segunda y la
primera fueron cubiertas por los
mexicanos Beto Ávila y Ángel Castro,
respectivamente. Jugó de jardinero el
torreonense Jesús “Chanquilón” Díaz,
quien resultó campeón jonronero de la Liga Cubana con 7 cuadrangulares (¡cómo habrá sido de fuerte el pitcheo!) y Miñoso en triples
con 13.
Al dejar la Gran Carpa en 1964, llegó
Miñoso a la Liga Mexicana en 1965 con el
equipo “Charros” de Jalisco, con el que
permaneció cinco temporadas, hasta 1969,
bajo el mando del lagunero Memo Garibay.
En su primera temporada en Guadalajara, en donde de inmediato le apodaron
el “Charro Negro”, tuvo de compañero
al lagunero de Cuencamé a
Jaime Fabela, quien ese año fue el campeón de carreras producidas en la Liga con 109. En 1967 fue campeón con este equipo y Garibay de manager.
En 1970, al regresar a la Comarca la
Liga Mexicana, llegó Miñoso como manager
del Unión Laguna y como jugador
de la primera base. Fue timonel también
en 1971 y parcialmente en 1972, cuando “Zacatillo” Guerrero tomó el mando. Permaneció aún Orestes en la campaña de 1973, cuando ya tenía 51 años de edad. En los cuatro años con Laguna sus números de bateo fueron impresionantes: .468, .315, .285 y
.265.
Descanse en paz y viva para siempre en
la memoria de todos los aficionados al beisbol, aunque no haya llegado al Salón
de la Fama de Cooperstown como él quiso y lo merecía, Saturnino Orestes Arrieta
Miñoso Armas.
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