Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga.
Todas las muertes, o casi todas, se lamentan. Pero cuando alguien como
el tierno, servicial y animado amigo Baró se nos va, quedamos en la certeza que
haberlo querido para siempre. Hace poco escribí las siguientes letras. Se las
leí por teléfono y lo sentí emocionado. Siempre estaba en la presentación de
mis libros en La Habana
o en alguna tertulia al paso. Allí, con su inseparable bastón y la sonrisa de
siempre, recordábamos viejos y nuevos tiempos. La pelota de Pinar del Río,
quizás la mejor en la Isla
de los últimos treinta años, le debe mucho a este hombre, por su capacidad, su
entrega sin límites y, sobre todo, porque siempre fue genuino de sentimientos y
sencillo como si jamás hubiese estado en terrenos mexicanos, norteamericanos,
de todo su país ni en otros lares. A continuación lo que por entonces escribí:
De razonamientos profundos que, una
vez organizados, suelen brotar cual manantial de agua pura, es una de las
glorias vivientes de la pelota cubana. Arrostra consigo toda una época de labor
en las praderas beisboleras y la sapiencia que solo conservan aquellos que
dedicaron la existencia a una causa tan noble y justa como la del Deporte
Nacional Cubano.
Técnico al más alto nivel, había comenzado su comenzó su carrera como
jardinero. Nació en el poblado de Mayarí, actual provincia de Holguín, el 21 de
noviembre de 1926. Allí se inició con el Preston,
en las ligas del circuito norte de la antigua provincia de Oriente. Debutó en
1945 con el Caimanera. En 1947
ingresó a la matancera Liga Pedro
Betancourt, con el Jalsia,
desde donde se trasladó al Matanzas,
de la Liga Central
de Santa Clara y promedió por encima de los .400.
En 1951 comenzó su quehacer en el béisbol de las Ligas Menores de los
Estados Unidos, con los equipos Miami,
Charleston y el San Antonio. A partir de 1955 integró el
roster de los Cuban Sugar Kings, donde permaneció hasta 1958. En esas tres
temporadas promedió .289. En febrero de 1954 estuvo con el Almendares en la VI Serie del Caribe,
celebrada en Caguas, Puerto Rico, junto a verdaderas luminarias como Héctor
Rodríguez, Conrado Marrero, Willie
Miranda, Ángel Scull y Oscar Sardiñas, entre otros.
Napoleón Heredia, en funciones de scout y asistente del Cienfuegos
de la Liga
Profesional Cubana, vio un prospecto en aquel mulato oriental
y lo captó para ese circuito, donde estuvo nueve temporadas: En 1951-1952, con
el Almendares (.000), 1953-1954
(.220), 1954-1955, alternando entre Almendares
y Marianao (.284), 1955-1956, con
el Marianao (.233), 1956-1957
(.307), 1957-1958 (.282), 1958-1959 (.163), 1959-1960, con el Habana (.224) y 1960-1961 (.136). Total:
en 320 desafíos y 914 veces al bate, conectó 227 hits, para average de .248, con 137 anotadas, 111 impulsadas, 25
dobles, 7 triples, 15 jonrones y 17 bases robadas.
Ya para 1954 sentaría cátedra en los jardines,
donde se lucía con elegancia. Fue veloz en las bases y conectaba líneas con
fortaleza. Los Senadores de Washington
pensaron en él, todo parecía decidido, pero habían completado el cupo de
"jugadores de color" dentro de su franquicia y no pudo ser
firmado. Con el Marianao de
1956-1957 tuvo una actuación memorables, incluido el subliderato de los
bateadores; ganó las dos Series del Caribe en las que participó con ese equipo:
1957 (.136), en La Habana ,
y 1958 (.333), en San Juan de Puerto Rico.
A partir de 1959, en plenitud de facultades, continuó en la Liga Mexicana , donde
en 1961, con los Rojos del Águila,
ganó el campeonato a las órdenes del cubano Santos Canguro Amaro, y alcanzó un promedio de bateo por encima de
.300. También estuvo con el Nuevo
Laredo, Poza Rica y Veracruz.
Su retiro como jugador llegó en 1964, con el Campeche.
Había terminado en aquel circuito con average de .321, 41 jonrones y 302
impulsadas.
Entonces regresó a la Isla ,
cuyos aires jamás pudo declinar, para ponerse al servicio de las Series
Nacionales. En 1964 estuvo como
entrenador de bateo de los Azucareros.
Fue manager de los Centrales en la V Serie Nacional, donde se
facturó uno de los hechos más memorables de la pelota revolucionaria cubana,
con los 19 y un tercio de innings,
incluidos dos juegos de no hit no run
consecutivos, lanzados por Aquino Abreu.
Asdrúbal Baró Hernández, por derecho propio, está entre los fundadores
de la pelota vueltabajera, a partir de 1967, junto a Lázaro Lacho Rivero, Ismael Gallego Salgado, Francisco Chito Quicutis, José Joaquín Pando,
Emiliano Tellería, y tantos otros. Fue un verdadero maestro para Jorge Fuentes,
Francisco Martínez de Osaba (Catibo), Juan Charles
Díaz, José Manuel Cortina y Jorge Hernández, los cinco muchachos de la ESEF Comandante
Manuel Fajardo, que tanto hicieron y hacen por la pelota pinareña.
Por esos azares de la vida, en una jornada de trabajo en la antigua EIDE
Ormari Arenado, de Pinar del Río, Baró
se convirtió en el descubridor de Alfonso Urquiola, el fabuloso camarero y manager campeón, quien tenía grandes
habilidades para el baloncesto, pero no lo acompañaba su físico. La experiencia
de los años y un olfato beisbolero inigualable, lo llevaron a un piquete entre
muchachos. Así recuerda aquellos momentos, quien sería El Relámpago de Bahía Honda:
Fue el hombre que
me captó para el béisbol. Un fin de semana, sin pase por problemas de
disciplina, me puse a “piquetear” con los muchachos. Allí había algunos
técnicos, entre ellos recuerdo a Baró, Nicaragua
Chacón y Ricardo Serrano, todos de La Habana, que prestaban servicios en Pinar,
para ayudar a desarrollar la pelota nuestra. Baró se me acercó: --Muchacho, tú
tienes que ser pelotero, si te pasas para la pelota, vas a los Juegos Escolares
y Pinar va a ganar por primera vez. Después, seguro, integras el equipo Cuba al Mundial Juvenil de Maracaibo, en
Venezuela. –Lo pensé mucho, hasta que me decidí con la aprobación de
Barrizonte, mi entrenador de baloncesto. Efectivamente, ganamos la medalla de
oro en los Juegos Escolares, en la categoría 15-16, allí comencé a sentirme
campeón. Enseguida me llamaron para la Selección Nacional Juvenil y fui al
Mundial de Venezuela, donde resulté la segunda base más destacada. Puedo decir
que fue allí, con la vista de águila de ese hombre, que me convertí en pelotero
y comenzó mi carrera, que subiría como la espuma. Baró es uno de los mejores
entrenadores de bateo que ha tenido este país, un gran conocedor del béisbol, y
una bella persona. Ya viejo, con problemas de salud, siempre que voy a La
Habana va a verme. Todos lo queremos y respetamos mucho.[1]
Y la vida le dio la razón, pues la labor de Urquiola ayudó sobremanera a
que el equipo escolar obtuviera el primer lugar, fue uno de los más destacados
en el Mundial Juvenil de Maracaibo y estuvo por casi tres lustros como titular
del team Cuba de mayores, imponiéndose a otras varias luminarias de
la posición. A su vez, se ha destacado como un artífice en la conducción de
equipos, con varios títulos a su haber.
Hay quienes no pueden medirse por los atributos materiales ni
heroicidades al paso. Requieren de una pupila avizora para aquilatarlos, porque
saben penetrar en las profundidades de los hombres. Baró es uno de ellos.
Quizás se cuente entre los más nobles y humildes que hayan pasado por los
terrenos de béisbol. Ha sido y es incapaz de emitir improperios, desatender a
los necesitados o buscar loas. Su enorme virtud es la de pasar inadvertido,
aunque acumule tanta historia.
También colaboró con equipos matanceros. Hoy, apoya en los bastones del
tiempo, se le puede ver en tertulias, programas televisivos como Béisbol de Siempre; junto a Conrado
Marrero y otros de sus compañeros. A pesar de una salud quebrantada por la vida,
con sus venerables ocho décadas y siete meses cumplidos, continúa vinculado a
las bolas y los strikes. Jamás ha declinado
ofrecer un consejo; va por el mundo repartiendo enseñanzas, como si el tiempo
se hubiese detenido en él.
La gloria acumulada suele opacarse ante algunos hombres.
Liga Profesional Cubana:
JJ VB H AVE CA CI 2B 3B HR BR
320
|
914
|
227
|
.248
|
137
|
111
|
25
|
7
|
15
|
17
|
(Con documentación de Rogelio Augusto Letusé La O , Jorge Figueredo, Guías del
Béisbol Profesional Cubano y Mexicano, Guías de las Series Nacionales, Roberto
González Echevarría, Severo Nieto, Alfonso Urquiola, Jorge Fuentes, Juan
Antonio y Francisco José Martínez de Osaba, Ismael Salgado, Roberto Llende, y
otras fuentes)
Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Mayo de 2014.
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