Al
Bat
Yaqui
Ríos, leyenda del beisbol
Por Jesús Alberto
Rubio.
Alfredo “Yaqui” Ríos
fue mi pelotero ídolo en mi niñez en Guaymas; tanto que me abuelo Ceferino Ramírez
me llamaba con su apodo, imagínese.
El primer estadio, ya
desaparecido, “Abelardo L. Rodríguez” y los
Ostioneros y “El Yaqui” –entre 1957-1958 y 1960-1961– fueron parte de mi niñez inolvidable
en el bello puerto que un día, por razones familiares, tuvimos que dejar al trasladarnos
a vivir a Hermosillo.
Alfredo Ríos fue un
pelotero por demás especial, con una trayectoria que le hizo llegar a tener un
nicho de oro en el Salón de la Fama del Beisbol Profesional de México.
Fue un excelentísimo jugador
que ayudó a Guaymas a ganar ¡cinco campeonatos!
Entre otras marcas, Alfredo
Ríos ostenta dos récords casi imposibles de igualar: como short stop de los Ostioneros, en la II temporada de la Liga
Invernal de Sonora (1959- 1960), en 169 turnos legales sólo se ponchó una vez!
Además, tuvieron que
pasar los primeros 178 turnos para que ese K.
Alfredo, quien sigue
viviendo en Guaymas, nació el 24 de Agosto de 1937 y desde jovencito llamó la
atención por sus facultades, por lo que pronto, en 1952, formó parte de la selección
Sonora en Juegos de la Revolución de 1952 celebrados en Hermosillo donde ganó
el banderín nacional y luego se le vio brillar en el Campeonato Mundial con
sede en Caracas, Venezuela donde estableció la marca de 51 lances sin cometer
error.
En 1953 formó parte del
equipo mexicano que participo en los Juegos Centroamericanos realizados en la
capital del país y en ese mismo año fue firmado
por los Cardenales de San Luis, siendo enviado a los Águilas de Mexicali.
Luego vio acción tres
campañas con los Mineros de Cananea de donde lo adquirieron los Senadores de
Washington para asignarlo a su sucursal de Corpus Christie. De ahí regresó a la
LMB para jugar con los Sultanes De Monterrey con quienes participó en 12
temporadas.
Luego jugo con Diablos Rojos,
Torreón y Tigres del México donde
trascendió por formar el famoso “Cuadro del Millón” junto a Armando Murillo, Kiko
Castro y Rubén Esquivias.
Novato
del Año
En lo que fue la Liga
de la Costa del Pacífico, debuto en 1954 con los Venados de Mazatlán y fue Novato
del Año; ya en la Invernal de Sonora que inició en 1958-1959, fue todo un
estelar con los Ostioneros. Luego militó
con los Yaquis de Obregón y posteriormente con los Cañeros de Los Mochis.
Retornó a Guaymas y luego
concluyó su brillante carrera e como coach y manager.
Detalles
de su trayectoria
Ahora le comparto un
artículo que tengo entre mis archivos y el cual publicó Fernando Villa
Escárciga sobre la vida del “Yaqui” Ríos, la que escribió en detalle:
“Guaymense cuya figura
y nombre se enseñorea en al Salón de la Fama del Béisbol Mexicano, se convierte
en una leyenda que se arraiga cada vez más en una comunidad orgullosa de los
suyo.
Es Alfredo Ríos Meza, espléndido
jugador de cuadro y bateador de casi 3 mil hits por todos los estadios de la
geografía nacional; es el once veces campeón de la pelota profesional.
Nativo del barrio de
Punta de Arena, donde fue alumbrado un 24 de agosto de 1932, Alfredo evoca
gratamente sus primeros contactos con el llamado Rey de los Deportes, al que
tanto le dio y recibió más.
Todavía queda la
jovialidad de aquel chamaco que a mediados de los cuarentas jugaba descalzo en
los campos de tierra negra con rústicos guantes de lona y bats de palo verde
que le hacían sus hermanos.
Con los pies
embadurnados de aquel agreste terregal, se encontró a sí mismo con el deporte
que le dio fama hasta inmortalizar su nombre con letras de oro en el sagrado
recinto del béisbol nacional.
“La gente nos decía los
patas prietas. Iban muchos a vernos al baldío frente a la escuela Julio Villa”,
comenta quien conectó 2 mil 41 hits durante su fructífero paso por la Liga
Mexicana de Verano.
Las difíciles condiciones
económicas de la familia le permitieron estudiar hasta cuarto grado de primaria
–precisamente en ese plantel --, a donde llegaba acompañado de ocho niños
indígenas.
De ahí le viene el
apodo: El Yaqui.
Cerca de su casa se
alzaba una fábrica curtidora de pieles en la que se empleaban varias familias
de la etnia, cuyos hijos sólo aceptaba ir a la escuela acompañados por su amigo
Alfredo.
Muy
perrón
Pasaron los años y un
día Sonora supo de su destreza durante un campeonato juvenil en Hermosillo, de
donde se trajo trofeos a granel por hits conectados, dobles, triples, carreras
impulsadas y campeón bateador.
Precisamente en el
estadio “Fernando M. Ortiz” se inauguraba el alumbrado para juegos nocturnos,
por primera vez en la entidad, un 5 de abril de 1953 con la celebración de
aquel torneo estatal.
Aún con las potentes
lámparas del estadio sería muy difícil ver la pelota y los riesgos de cometer
errores eran muchísimos, le advertían sus pasmados amigos por la modernidad.
“Quería ir muy perrón a
jugar con luz, por las noches prendía el foco en la sala de mi casa para tirar
la bola contra la pared y atraparla de rebote. El ruidajo era tremendo”,
recuerda.
Ante los reclamos de los vecinos, sus padres
–Guadalupe Ríos Villegas y Luz Meza Lozoya– pedían comprensión para aquel
chamaco que se aprestaba para futuras proezas.
Luego la cumbre
internacional. En Caracas, Venezuela, fue electo el mejor segunda base amateur
del planeta al ser nominado para la novena ideal al concluir el Campeonato
Mundial de 1953.
Alfredo Ríos tenía
veinte años cuando le contrataron para la Liga Sonora-Arizona, donde mostró su
excelente fildeo y con el madero alcanzó .320 milésimas. Con Mineros de Cananea
fue campeón. Las cosas pintaban bien.
Poco tiempo duró allá.
Memo Garibay lo invitó a jugar con los Venados de Mazatlán en la Liga de la
Costa del Pacífico, la más fuerte de México. Éxito total: bateo para .306 y fue
nominado Novato del Año.
El nombre de El Yaqui
Ríos empezaba a sonar fuerte, muy fuerte.
Aquel Venadosde
Mazatlán era un equipazo, también alineaban los empalmenses Ángel Castro y
Alonso “La Lonchera” Ruiz, así como Epitacio “La Mala” Torres, Felipe
Montemayor, Daniel “La Coyota” Ríos y otros excelentes peloteros.
La fama del oriundo de
Punta de Arena ya trascendía entre los buscadores del mejor béisbol del mundo y
los Senadores de Washington lo llamaron para foguearlo en la sucursal de Corpus
Christi, Texas.
--Allá el racismo me
pegó en la madre. Los güeros eran muy desgraciados y me trataron mal, como lo
hacían con cualquier mexicano, negro o asiático –dice El Yaqui, con la voz
apabullada de tanto recuerdo.
Aquellos
Ostioneros…
Así fue. Alfredo no
soportó comer en traspatios de cocinas, hospedarse en muladares y que sus
“compañeros” gringos le negaran los bats que ellos utilizaban. Pudo más su
dignidad y dijo adiós a la oportunidad de jugar en la Gran Carpa.
Entonces se enlistó con
los Sultanes de Monterrey durante cerca de una diez años, tres más con los
Diablos Rojos del México, el Unión Laguna y con los Tigres capitalinos para
despedirse con todos los honores.
Hasta hace poco, el
récord de bateo de El Yaqui Ríos se encontraba entre los mejores seis de todos
los tiempos en la Mexicana de Verano y entre los primeros nueve de la Mexicana
del Pacífico.
Una simple referencia:
en promedio, en la Liga de Verano pegó más de un hit cada cuatro veces al bat
durante mil 860 juegos. Cualquier pelotero sabe lo que eso significa.
Aunque en la pelota de
invierno militó en novenas como Mazatlán, Yaquis de Ciudad Obregón y Cañeros de
Los Mochis, los Ostioneros de Guaymas siempre fue el equipo de sus amores.
“Para mi gente siempre
di todo el corazón. Varias veces lloré cuando perdíamos algún juego, de esos
que duelen, dice con la certidumbre recia de un hombre orgulloso de su
historia.
Recuerda que en más de
una ocasión entró al terreno de juego con fiebre, fuese porque el partido era
muy importante o porque el mánager se lo pedía.
--En aquellos tiempos
jugábamos con gran amor a la camiseta. Los sueldos no eran tan buenos y jamás
nos rajábamos por una simple calenturita.
Entre cientos de
partidos, El Yaqui destaca aquel triunfo de Guaymas sobre Los Mochis con hit de
Porfirio Hernández. “Fue un batazo para ganar el campeonato, fue la locura”,
dice.
También evoca las grandes jugadas al lado de
su compadre Arnoldo “Kiko” Castro, el viejo parque “Abelardo L. Rodríguez” a
reventar de aficionados, los cinco gallardetes de aquellos tremendos Ostioneros…
A sus ochenta años,
Alfredo Ríos se conversa fuerte, con la mirada lúcida y una memoria tan fresca
donde abrevan a raudales las nostalgias y las anécdotas de nunca olvidar.
¡Eso es dominar!
Era su primera
temporada con los Diablos Rojos. En el montículo estaba el gran Ramón Arano
contra los Sultanes de Monterrey, el equipo donde recién había jugado el
guaymense.
Arano retiró sin
contratiempos el inning inicial. En el segundo, a la caja de bateo de presentó
Héctor Espino. Era el terrible “Niño Asesino”, “El Supermán de Chihuahua”, el
mejor bateador mexicano de todos los tiempos…
“¡Yaqui!, ¡Yaqui! Me
llamó Ramón a la loma para preguntarme cómo dominar a Espino, considerando que
fuimos compañeros con Sultanes y conocía sus debilidades”, comenta.
--Tírale bajito y
pegado, ahí los vas dominar –le dijo.
El primer lanzamiento
fue por ahí, bien ceñido. Espino ni se inmutó. Ramón volteó a verme y Alfredo
le hizo señas para que se lo repitiera. Salió un trueno, un cañonazo por encima
de tercera. Hit doble.
Al concluir la entrada “El
Tres Patines” llegó al dog-out negro de coraje. Se dirigió a Alfredo para echarle
en cara su “mal consejo”. El resto de los jugadores guardaba silencio,
expectante:
--¡Pinche Yaqui!
¡Dijiste que abajo y cerrado lo dominaba! - reclamaba Ramón Arano bien
encabronado.
--Eso es dominar a
Espino. Agradece que no te pegó jonrón, baboso –fue la respuesta al tiempo que
todos Los Diablos rompían a carcajadas.
Un
guante nuevo
Momento también
inolvidable para Alfredo fue la obtención de su primer guante nuevo. Ya era un
jovencito y seguía fildeando con un burdo envoltorio de trapo alrededor de su
mano.
Un día se apareció en
el campo Florencio Zaragoza quien, al término del juego, le dijo que pasara a
verlo en la tienda donde ahora se ubica un supermercado en avenida Serdán y
calle 20.
“Casi se me salieron
las lágrimas cuando don Florencio me regaló un guante de piel, reluciente de
nuevo. Esa noche no pude dormir por la emoción. Parece que fue ayer”, comenta.
En opinión de El Yaqui
Ríos pocos hombres en Guaymas y en Sonora han sido tan grandes impulsores del
béisbol: “Don Florencio fue un hombre muy valioso, muy apreciado, siempre apoyo
al deporte”, expresa.
Muchos jugadores
conoció Alfredo en su peregrinar, pero entre todos destaca a “La Mala” Torres.
Era un magnífico fielder, de tremendo brazo, bueno con el bat, corría… era un
pelotero completo, dice.
El Yaqui, a qué
reiterarlo, era un excelente bateador. Enfrentó a pitchers de la talla del
propio Arano, Vicente Huevo Romo, Alfredo “El Zurdo” Ortiz, José “Peluche”
Peña, José Soto, Miguel Sotelo, Juan Suby…
--¿A quién llegaste a
considerar más difícil?
--No recuerdo su
nombre. Era un derecho de los Cañeros que tiraba sin ver a home sino a tercera
base. Tenía un piedrón pero muy descontrolado. Siempre esperábamos el pelotazo
en el lomo, todos le teníamos miedo.
Como pocos beisbolistas
en el mundo, el guaymense dejó profunda huella en cuanto equipo y aficiones
conoció durante su peregrinaje por la pelota profesional.
Fue once veces campeón: Una con Mineros, dos
con Venados, una con Sultanes, Diablos y Yaquis, así como los cinco reinados
con aquellos Ostioneros que miles de guaymenses atesoran en sus recuerdos.
Sobre sus facultades
como jugador de cuadro, sobre todo como segunda base, queda aquel récord de 110
doble plays que impuso para una temporada con el paracorto Jorge Fitch, con
Ciudad Obregón.
Por su prodigiosa vista
para conectar la bola era un segundo bat “natural”, listo para el hit-and-run
cuando se embasaba “Kiko” Castro, primero en el orden. Empezaban los Ostioneros
un ataque…
Bola
en juego
Por eso y mucho más es
recordado en Guaymas y en todo el país: el 13 de Julio de 1990 su nombre pasó a
la lista de los inmortales al ingresar al Salón de la Fama del Béisbol Profesional
de México.
Guaymas
sin béisbol en la LMP
El tiempo vuela en la
imaginación de El Yaqui, quien posa la vista sobre el “Abelardo L. Rodríguez”
en la Unidad Deportiva “Julio Alfonso Alfonso” y una honda tristeza le empaña
los ojos.
“Lástima que no haya
béisbol profesional. A la gente le hacen falta entretenimientos sanos, para la
familia, para convivir en comunidad, para encauzar a los chamacos hacia el
deporte”, dijo.
Pero Alfredo nunca fue
de los que se quedan en lamentos. Todavía hace poco puso el ejemplo y con el
vigor de un joven de ocho décadas entraba a muchachos de dieciséis, seguro de
que serán campeones.
Quienes le conocen, que
son muchos, saben de la calidad humana de este buen hombre, de su amor por la
vida, su trato afable, de la sonrisa que incansable reparte por toda la ciudad.
Seguro es que, como
tantos peloteros de Guaymas y de Empalme, Alfredo Ríos es una leyenda
deportiva, uno de esos inmortales que saben arrancarle oportunidades al
destino.
Una leyenda que sigue
haciendo destino en sus andares por el puerto: a diario vive y convive con sus
amigos, con los chamacos que forja para el futuro.
Porque para Alfredo
Ríos Meza, el popular Yaqui, la pelota siempre seguirá en juego.
A El Yaqui le habría gustado
un equipo así:
Miguel Pilo
Gaspar_______ C
Héctor
Espino___________1B
Alfredo Yaqui
Ríos_______2B
Jorge
Fitch______________SS
Aurelio
Rodríguez_______3B
Epitacio La Mala
Torres__JI
Ramón Diablo
Montoya__JC
Héctor
Zamudio_________JD
Vicente Huevo
Romo_____PD
Fernando
Valenzuela____PZ