MINNIE MIÑOSO… UN COMETA INCAPTURABLE
Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Cuando Miñoso batea,
verdad,
la bola baila el cha cha chá.
Este matancero desbrozó el camino de
los negros latinos hacia las Grandes Ligas. Y no podía ser otro, porque brilló
como ninguno en la
Liga Profesional Cubana, la más fuerte fuera de los Estados
Unidos, así como en las Independientes de Color, además de excelentes
resultados en otras latitudes. Pero el camino no fue fácil; llevó una trayectoria
similar a Jackie Robinson en 1947.
Estas confesiones son desgarradoras:
“Durante mis primeros años en las Mayores mis oídos
escucharon cosas terribles [decía Miñoso]. El mundo no me puede quebrar, dejé
que todo me entrara por un oído y me saliera por el otro”. Era, sin lugar a
dudas, la procesión del hombre de color en la atmósfera del mundo blanco, que
no asumía el valor de los hombres. Todavía estaban anclados en la vieja
retórica de sus antepasados, conservando el germen del prejuicio racial. Puedo
imaginar a Miñoso hablando con su conciencia y decir: “Te acuerdas todo lo que
resistí, pero sabes, nada de lo que escuché quedó en mí, nunca quise que
conocieran mis sentimientos más profundos”. El legendario Ted Williams, en una ocasión le replicó a Miñoso: “No puedes dejar
que nadie maneje tu vida con insultos o diciéndote que no puedes jugar, a veces
tuve que hacerme el payaso cuando jugaba, tuve que escuchar y reírme, incluso
llorar por dentro, pero nunca dejé que notaran que eso me molestaba”.
Saturnino Orestes
Arrieta Miñoso Armas, conocido por Minnie
y El Cometa Cubano, nació el 29
de noviembre de 1922, en la finca La
Lonja, del Perico, Matanzas (algunas fuentes se refieren a
1923). De extrema humildad, casi un niño cortaba caña y marabú para el central
España, hoy España Republicana, donde se jugaba fuerte al béisbol, una plaza
destacada en la Liga Pedro
Betancourt, años después. Mas, merced a la pelota, en corto tiempo rodaría los
mejores Cadillacs de La Habana.
En el estadio del
Cerro, en las populares victrolas y en la radio, se oía este estribillo por la
orquesta de Enrique Jorrín: Cuando Miñoso
batea, verdad, la bola baila el cha-cha-chá. Mi tío, Ramón (Mon) Goenaga me
contó:
Más de seis
décadas atrás, cuando nadie sabía quién era, lo veía cortando caña y marabú,
descalzo, para el central España. Como un muchacho de la fértil tierra
matancera, soñó que un día sería estelar, y lo logró. Pocos cubanos llevaron
tan alto el deporte de las bolas y los strikes
antes de 1959, quizás ninguno haya sido más popular ni longevo.
Rodolfo Lalito Landín, un destacado compilador,
estadístico e historiador del béisbol de aquella zona, entrega una semblanza
inédita sobre la humildad de este jugador y su relación con el estadio España Park, fundado en 1927, donde dio
sus primeros pasos hacia el deporte.
El jugador más
destacado, que comenzó su carrera desde niño, fue Orestes Miñoso, que aprendió
a jugar pelota en su finca, donde jugaba La
Lonja. Hay un dato curioso que engrandece más a este
estadio. En 1933 pasó un ciclón por Matanzas y el fuerte viento derribó la casa
de Miñoso y su familia. En tales circunstancias, él junto a su madre y los
cinco hermanos vinieron a vivir a una caseta que se utilizaba para guardar los
proyectores de correr películas, que estaba debajo de la glorieta del terreno.
Allí estuvieron por un tiempo, pues era una familia muy humilde.
Allí regresaría
sistemáticamente, a veces con un equipo de ocasión al que llamó Estrellas de Miñoso, integrado por
figuras estelares de diferentes equipos de la Liga Profesional Cubana como
Julio Bécquer, Héctor Rodríguez, Joe
Valdivieso, Carlos Paula, Orlando Leroux y el lanzador Julio Jiquí Moreno, como sucedió al final de
la campaña de 1955, cuando se enfrentaron al Central
España, campeón de la Liga Pedro
Betancourt, de ese año.
Pocos elevaron
tanto el béisbol y fueron tan populares. Con sus 5´11 de estatura y alrededor
de las 180 libras
de peso fue, a no dudarlo, la gran estrella, el jugador seguido por todos.
Tanto se destacó, que logró elevar el rango del Marianao,
un equipo de los más débiles. A partir de su presencia mejoraron las entradas para
ver a ese equipo. No jugó con Habana
ni Almendares, los eternos
rivales, pero supo arrastrar olas de aficionados.
Su juego limpio y
alegre fue comidilla en los hogares. Lo rodeaban empresarios, políticos,
barrenderos, artistas famosos, comerciantes y atletas de otros deportes, para pedirle
autógrafos, una foto, o simplemente cruzar con él unas palabras. Orestes Miñoso
se convirtió, salvando las distancias por el juego cosmopolita de Martín Dihigo,
en su sucesor. Pero Minnie tuvo más
publicidad, porque vivió la época de la televisión y el elevado diapasón de la
prensa escrita o radial de los años cincuenta.
Daba gusto verlo
llegar a home bate en mano, enroscarse
y caminar para encima de la pelota contra cualquier lanzador rival, jamás temió
a los pelotazos ni pidió tregua en las bases, jugó con la fuerza de un huracán
pensante. En la antesala ponía el cuerpo de por medio y paraba cuanto por allí
conectaban; en los jardines fue punto menos que insuperable. Cuando casi no se
usaba llegar de cabeza a las almohadillas, él lo hacía con fuerza, pues veía
mejores posibilidades de llegar safe;
supo discriminar cada jugada.
No alcanzó
elevados estudios, la vida no se lo permitió, pero como quien está destinado al
diamante, supo imponer su presencia y jugar inteligentemente. Su relación con
la prensa no pudo ser mejor, a pesar de los «paparazzis» de entonces, ávidos de
penetrar en la vida del divo yumurino. Su labor estuvo por encima de
coterráneos como Silvio García, Sandy
Amorós, o el mismísimo Tony Taylor, quien
por su juego desenfadado quizás hubiese podido continuar su obra en la Liga Profesional Cubana.
Entre 1940 y 1943,
imposibilitado de participar en la Liga
Amateur de Cuba por el color de la piel, se desempeñó con los
semiprofesionales Partagás y el Ambrosía., donde en la última campaña
resultó líder de los bateadores. Por entonces también lo hizo para el Cuban Mining, de Santiago de Cuba, donde
jugaría tres veces por semana, por cien pesos al mes.
No tardó mucho la
oportunidad de jugar fuera de La Habana.
Mario Borroto estaba organizando algunos equipos para
llevarlos al área de la Cuban Mining
en la provincia de Oriente. Me seleccionaron para la Cuban Mining y me dijeron
que me pagarían bien por cada juego.
En la pelota
rentada se inició como tercera base, pero fue en los jardines donde más brilló,
con sus conexiones sistemáticas hacia la banda contraria. Compitió con el Marianao, de la
Liga Profesional Cubana, durante catorce temporadas, entre
1945-1946 hasta 1960-1961 y se convirtió en el mayor símbolo del club. En ese tiempo llegó a ser el
pelotero cubano más completo y popular.
Solo faltó a las
campañas de 1949-1950 y 1954-1955, por no recibir el permiso de sus dueños para
venir a jugar en Cuba, merced a los acuerdos firmados en 1947 entre la Liga Profesional Cubana y el
Béisbol Organizado de los Estados Unidos, donde los de la Isla prácticamente se
convertían en sucursales de aquellos. En 1954-1955, junto a él, tampoco
pudieron jugar en la Isla Camilo
Pascual, Mike Fornieles ni Sandalio
Consuegra. Minnie participó en dos
Series del Caribe: 1957 (.391) y 1958 (.318), ambas ganadas por los Tigres del Marianao., que habían
resultado campeones en el país.
En Cuba, Orlando El Guajiro Peña y el norteamericano Hoyt
Wilhem, miembro del Salón de la
Fama de Cooperstown, fueron quienes mejor lo dominaron; fue
un verdugo para Conrado Marrero. Su jonrón más largo lo conectó en 1953 por el
centro del Gran Stadium de La Habana, hoy Latinoamericano, a más de 500 pies, frente al
estadounidense Glen Elliot, lo que motivó un letrero que decía: Por aquí pasó Miñoso.
Había integrado
como antesalista, de 1945 a
1948, los New York Cubans, propiedad
de Alejandro Pompez, en las Ligas Independientes de Color, o Ligas Negras
norteamericanas, coronándose con ellos en la Serie Mundial de
1947. En 1946 conectó para .309, en 1947 (.336) y acumuló un average de .294.
Miñoso lideró la
producción ofensiva en turnos de responsabilidad en 1947, donde se proclamó
campeón de la Serie Mundial
ante los Cleveland Buckeyes. En
1947 y 1948 resultó el tercera base más destacado y participó en los Juegos de
las Estrellas, poco antes de pasar a las Mayores con los Cleveland Indians, en 1949.
Su llegada a la Gran Manzana de Nueva York
debió mostrársele traumática. Nunca había visto tanta gente caminando por las
calles, vidrieras fabulosas, montones de carros de todas las marcas, edificios
casi inalcanzables con la vista. En fin, una experiencia inesperada por el
“morenito” del Perico:
Alex Pompez,
dueño de los Cubanos de Nueva York
en las Ligas Negras, logró contrato con el joven de 23 años para la temporada
de 1945. Miñoso no estaba preparado para la enorme ciudad que encontró en Nueva
York. Inteligentemente, Pompez asignó a Silvio García como compañero de cuarto
de Miñoso. Silvio, el cubano que había sido demasiado feroz para los planes de
integración de Rickey, fue una guía perfecta para Miñoso. García, comentaba
Miñoso, “me enseñó a vivir, comer y jugar en Nueva York”.
En 1949, con los Cleveland Indians, Miñoso se convirtió
(oficialmente) en el primer negro latino que ingresó en las Grandes Ligas;
debutó el 19 de abril, pues anteriormente el slugger Roberto Tarzán Estalella
(1935-1942) y el lanzador Tomás de la
Cruz (1944), habían logrado burlar el cerco racista de
aquellos lares, refugiados en facciones menos oscuras. En 1951 Minnie pasaría a los Chicago White Sox, donde escribiría sus
mejores páginas, hasta fue seleccionado Novato del Año de la Liga Americana, por
la revista Sporting News, superado
por Gil McDougald, estelar jardinero de los New
York Yankees, en la votación final del circuito. Por la Liga Nacional resultaría electo
Willie Mays, uno de los más grandes
peloteros de la historia.
En su paso por
las Mayores, El Cometa estableció un récord de 189
pelotazos recibidos, marca que duró hasta 1984, cuando lo superó Don Baylor, de
los Yankees. Fue designado en el
Todos Estrellas de las Ligas Mayores, entre los jardineros, en las temporadas
de 1959 y 1960.
Ya cercano a los
treinta años, cuando Robinson entró a jugar con los Dodgers, Miñoso estuvo dos años con un equipo sucursal de
los Indios de Cleveland en la tan
latina ciudad de San Diego y luego fue vendido a los Medias Blancas de Chicago, en 1951 (…) Miñoso limpió el
camino para que docenas de otros cubanos llegaran a las Ligas Mayores, incluido
el short stop Leo Chico Cárdenas, el jardinero Sandy Amorós, y los ases del pitcheo Pedro Preston Gómez (el subrayado es nuestro, pues Preston era
jugador de cuadro, no lanzador), Camilo Pascual y Sandy Consuegra.
El 30 de abril de
1951 había llegado al Chicago en
un cambio que relacionó, además, al Cleveland
y los Philadelphia Attletics, con siete
jugadores. El 4 de diciembre de 1957 volvió a los Indios, y el 6 de diciembre de 1959 regresó a Chicago, en otro traspaso múltiple. Fue
adquirido por los Saint Louis Cardinals el
27 de noviembre de 1961, y el 2 de abril de 1963 lo enviaron al Washington Senators. De nuevo fue
recibido por los White Sox, el 8
de abril de 1964, hasta quedar libre el 17 de julio.
Hombre de notable
fortaleza, el 11 de mayo de 1962, con cuarenta años de edad, sufrió una
fractura del cráneo y la muñeca de su mano derecha, cuando buscaba un batazo
contra las cercas. Después regresaría al terreno con esporádicas apariciones. Las
nuevas contrataciones con el Chicago,
en 1976 y 1980, tuvieron un marcado carácter simbólico y publicitario.
Su retiro oficial
de las Grandes Ligas fue el 5 de julio de 1964, con los Medias Blancas, pero reapareció en 1976 y 1980, negándosele
la posibilidad de jugar en dos ocasiones en la década del noventa. El 11 de
septiembre de 1976 se fue de 3-0, como designado, frente al zurdo Frank Tanana
(California), pero al día siguiente, con 53 años, se convirtió en el más
veterano en pegar un hit en las Mayores,
frente a Sid Monge.
Con el
predominante número 9, en octubre de 1980 pasó a ser, junto al pitcher Nick Altrock, los únicos en
Grandes Ligas con cinco décadas jugadas. Había actuado como emergente frente a
Tanana en el 9no. inning y falló con foul fly al receptor. En el siguiente
juego fue out en roletazo a tercera.
En 1992, el comisionado Ray Vincent se opuso a que bateara, alegando problemas
de peligrosidad para el jugador. Tres meses después, el presidente de la Liga Americana, Bobby Brown, lo autorizó para el 30 de
septiembre, pero los White Sox
temieron que se pudiera lesionar. De todas formas, con setenta y un años de
edad, jugó el 30 de julio de 1993 para el Saint
Paul, en las Ligas Menores y cumplió su sueño. Fue retirado con roletazo
al lanzador Seo Yoghi, del Thunder Bay.
Fuerte como un roble en sus 5 pies, 11 pulgadas y alrededor
de 180 libras,
Miñoso jugó con el alma y dejó la sangre en el terreno, no solo el sudor que le
brotaba como un manantial para brillar en su bien oscura piel. Su franela
siempre estaba sucia, ya que andaba con los spikes
por delante, en busca de bases extras.
El 16 de julio de 2003, con 80 años, se
convirtió en el primer jugador en participar durante siete décadas en la pelota
organizada, además de ser el de mayor edad. Con el Saint Paul, de la Northern League, recibió boleto como designado
frente al zurdo Tim Byrdak de los Railcats.
Entre cubanos en
las Grandes Ligas tiene el récord de pelotazos recibidos para una temporada (23-1956)
y en triples (18-1954). También el hecho de batear ocho veces sobre .300, solo
superado por el pinareño Tony Oliva.
Fue el primero nacido en la Isla,
entre jugadores de posición, que vistió el uniforme de los Medias Blancas, y también con los Indios.
Participó en diez
temporadas de Ligas Menores en los Estados Unidos, entre 1948 y 2003 (quizás
único caso con tanto tiempo), con los equipos Dayton,
San Diego, Indianápolis y St.
Paul, con promedio de .318. Estos resultados, sin incluir las Ligas de
Verano y del Sureste de México, que también pertenecían al sistema organizado.
A la defensa
alternó en tercera base, e incluso, actuó como torpedero, pero ya en 1950 lo
dejaron definitivamente en los jardines. Con bastantes años encima estuvo en el
terreno, unas como manager otras como
jugador de la Liga
Mexicana, donde dejó una impronta que lo llevó, en 1966, al
Salón de la Fama
de aquel país, después de que en 1965, el Dr. Álvaro Lebrija lo contratara para
jugar con los Charros de Jalisco,
donde le decían El Charro Negro. En
esa etapa, aunque patrullaba los jardines, aumentó su estancia como
antesalista.
En la Liga Invernal del
Pacífico fue la gran estrella del Hermosillo
y el Mazatlán, con dos títulos de
bateo: 1966-1967 (.343) y 1969-1970 (.359).
Como manager en la Liga del Sureste de México,
independiente a la Liga
de Verano, fue último con los Charros de
Orizaba en 1967. En 1975 dirigió al León
en la Liga Central
de México, con marca de 28-39 (6to.). Había timoneado en 1968 al Carmen, en la Liga del Sudeste de ese país,
Clase A, donde fue tercero con 57-36, perdiendo en el play off (3-2).
En 1969 condujo a Puerto México (56-59). En 1976, en la doble función de
manager-jugador, con Puerto Vallarta,
se produjo un hecho sin precedentes en la pelota organizada cuando él y su hijo
Orestes Jr. dispararon jonrones
consecutivos en el juego final del play
off para la victoria del conjunto. También jugó en República Dominicana, en
1963-1964, con los Leones del Escogido.
En 1992, a los 69 años, tuvo su último hijo. En
1983 fue electo al Salón de la
Fama del Béisbol Cubano con sede en los Estados Unidos. En el
2005 lo exaltaron al Salón de la
Fama del Caribe. Aunque injustamente no ha llegado a
Cooperstown, en 1969 fue incluido en las boletas. Tras su breve regreso al
juego, fue reinsertado en las votaciones desde 1986 hasta 1999, sin sobrepasar
el 21,1 %, de 1988. También fue nominado en 2011, junto a Tony Oliva y Luis Tiant (hijo), sin resultados. Quizás haber jugado
con tanta edad le haya restado méritos al decaer su rendimiento. Muchos continúan
inconformes con su no ingreso en Cooperstown.
Por su coraje en
el terreno y por su calidad como pelotero, el matancero se convirtió en un
ídolo nacional y en una figura emblemática en Chicago. Su nombre está en el
Salón de la Fama
del equipo, su número se encuentra retirado y en el estadio aparece una estatua
con su figura. Millones de personas en Estados Unidos, así como en Cuba, México
y Latinoamérica, esperan que las puertas del Salón de la Fama sean abiertas para esta
leyenda.
Algunos de los presentes en el
Salón de la Fama
de Cooperstown, no tienen un currículo tan amplio y meritorio. ¿Será que
arrastra la carga de ser un latino negro? Sucede con Tony Oliva, Luis Tiant, el blanco Adolfo Luque, y otros.
Miñoso fue testigo de varias contradicciones en su carrera deportiva. En
los Estados Unidos tuvo que arrastrar la exclusión por el color de la piel, un
asunto que había sido resuelto en la Liga Profesional Cubana desde
1900. Él y tantos otros habían nacido libres para jugar a la pelota, con la
tristemente célebre excepción de la Liga
Nacional de Béisbol Amateur, que se convirtió en una reliquia
de los viejos tiempos, a pesar de gozar el favor del público en momentos de
esplendor, que alguna vez opacaron el juego de los rentados.
Había nacido pobre y negro, pero la pelota le permitió escalar
posiciones económicas y sociales, al extremo de codearse con figuras cimeras
del acontecer nacional y extranjero.
El pelotero
oriundo de Perico, en Matanzas, era una sensación no solo en Cuba, sino también
en las Ligas Mayores, luego de su exitoso debut con el Chicago White Sox en 1951, al extremo de hacer exclamar a
Casey Stengel, manager de los Yankees de Nueva York: “Ojalá lo tuviera
en mi club. No me preocuparía por la
pérdida de Joe DiMaggio. Es como si
fueran dos o tres jugadores plasmados en un solo esqueleto humano”.
Una foto de 1957 o 1958 nos muestra a Miñoso estrechando la mano de Nat King Cole en el Gran Estadio del Cerro, lo cual nos hace pensar en un sentimiento
de admiración recíproca entre la superestrella del equipo Tigres de Marianao y de los Medias Blancas de Chicago y el destacado
pianista y cantante estadounidense que hacía furor en esos años con sus
versiones al español de piezas musicales cubanas.
Él, como los demás jugadores, nunca imaginó que se derrumbaría en la Isla el mundo que había
abrazado merced al deporte. Las contradicciones entre Cuba y los Estados Unidos
iban in crescendo y no se vislumbraba
una solución; se agudizaba la situación política. La pelota profesional cubana,
y el resto de los deportes rentados, como el boxeo, no podrían convivir con el
nuevo sistema político y económico, pero la prepotencia norteamericana aceleró
el proceso.
Hubo dudas sobre
el pago a los jugadores, pero el comandante Ernesto Che Guevara, a la sazón Presidente del Banco Nacional de Cuba, garantizó
el desarrollo del torneo. Entonces Ford Fricks, Comisionado de las Grandes
Ligas, fue más lejos al prohibir que los latinos, incluidos los cubanos,
jugaran en la Isla. Algunos
norteamericanos rechazaron la medida, así como todos los cubanos, encabezados
por Orestes Miñoso, quien ya fungía como Presidente de la Asociación Cubana
de Peloteros Profesionales, y el número 1 en la jerarquía del terreno y en
popularidad.
Con su
presencia y ejemplo, Minnie jugó un
papel decisivo, y la temporada 1960-1961 se jugó solo con nativos, lo que no
sucedía desde 1907. No faltó ningún cubano, a pesar de quedar expuestos a
fuertes sanciones en su principal fuente de vida.
Ha
recibido muchos reconocimientos y condecoraciones, está entre los más
mencionados y queridos en las Grandes Ligas, aunque por las cosas de la vida,
sea un desconocido por muchos en su propio país. Estremecen sus declaraciones
el 8 de mayo de 1983, cuando su número 9 fue retirado del Comiskey Park, de Chicago, ante personalidades y jugadores
relevantes de las Mayores:
Esto ha sido lo
más grande en mi vida. Han pasado tantos recuerdos por mi mente. Mi madre
Cecilia. Mi padre. Jamás me imaginé, cuando comencé a jugar pelota, que viviría
lo vivido hoy. Entiendo que he cumplido bien mi misión con la ayuda de Dios. Me
siento satisfecho de que mi labor les sirva de estímulo a los cubanos y a todos
los latinoamericanos. No he sido perfecto, no soy perfecto, pero de mis errores
he aprendido.
En plenitud de
facultades en 1962, cuando por Decreto-Ley desapareció el deporte rentado en
Cuba, Miñoso decidió continuar su carrera y establecerse definitivamente en
Chicago, la ciudad que le vio brillar, donde demostró todo su valor. Había sido
el cubano mejor pagado en la Isla
en los años cincuenta del siglo XX. Cuando la mayoría cobraba 300, 400 y
algunos estelares hasta 1 000 pesos, él llegó a tener un salario de 2 000.
Con sus actuales
noventa y un años cumplidos, continúa trabajando para el Chicago White Sox, ciudad donde es una figura sumamente
querida. Mas como confesó hace algunos años a su amigo Norberto Codina y a Juan
Formell en un cabaret de Chicago, ha
cargado consigo la cruz del desarraigo, una herida que en hombres como él, no
logran sanar.
Dicen que a todas
horas muestra su añoranza por la finca La Lonja, donde de la fértil semilla maternal nació
una leyenda.
A continuación, algunos
de sus datos en el terreno de juego:
Liga Profesional Cubana:
VB
|
H
|
AVE
|
CA
|
CI
|
2B
|
3B
|
HR
|
BR
|
2992
|
839
|
.280
|
504
|
393
|
125
|
51
|
66
|
88
|
Por temporadas: 1945-1946 (.294), 1946-1947 (.249),
1947-1948 (.285), 1948-1949 (.265), 1950-1951 (.321), 1951-1952 (.271),
1952-1953 (.327), 1953-1954 (.295), 1955-1956 (.278), 1956-1957 (.312),
1957-1958 (.252), 1958-1959 (.269), 1959-1960 (.231) y 1960-1961 (.250).
Récords:
-2do. en anotadas
(504), en triples (51) y jonrones (66).
-3ro. en veces al
bate (2992), hits (839), dobles (125)
e impulsadas (393).
-6to. en bases
robadas (88).
-En 1952-1953,
implantó un récord en anotadas (67).
-En 1947-1948
alcanzó el récord en triples (13).
-En 1952-1953
dejó establecida la marca en total de bases (145).
-Más jonrones
(5), en cuatro juegos consecutivos.
-Dos veces elegido
el Jugador Más Valioso: 1952-1953 y 1956-1957.
-Novato del Año
en 1945-1946.
-Tres veces encabezó las carreras anotadas: 1950-1951 (54), 1952-1953
(67) y 1955-1956 (47), así como dos campañas en triples: 1947-1948 (13) y 1952-1953
(5).
-Líder de los
bateadores en 1956-1957 (.312).
-Primero en bases
robadas en 1952-1953 (13).
Grandes Ligas:
JJ
|
VB
|
H
|
AVE
|
CA
|
CI
|
2B
|
3B
|
HR
|
BR
|
1839
|
6579
|
1963
|
.298
|
1136
|
1023
|
336
|
83
|
186
|
205
|
Récords:
-Primer negro latino
y cubano que jugó en Grandes Ligas (1949).
-Primer cubano en un Juego de Estrellas de Grandes Ligas (1951), hecho
que repitió en 1952, 1953, 1954, 1957, 1959 (con el Cleveland) y 1960. En total bateó para .300 (20-6).
-Guante de Oro en
el left field: 1957, 1959 y 1960.
-Recibió votos para Jugador Más Valioso en 1951, 1953, 1954, 1956, 1957,
1958, 1959 y 1960.
-Líder en hits en 1960 (184) y tercero en 1957
(176).
-Puntero en total
de bases en 1954 (304).
-Fue el mejor en
dobles en 1957 (36) y segundo en 1954.
-Comandó los
triples en 1951 (14), 1954 (18) y 1956 (11).
-Lideró las bases
robadas en 1951 (31), 1952 (22) y 1953 (25).
-Segundo en
promedio de bateo en 1951 (.326).
-Al frente en
juegos jugados, en 1960 (154).
-Sublíder en
extrabases, 1954 (66).
-Quien más se
embasó en 1954 (275).
-Más dead balls recibidos en
1951 (16), 1952 (14), 1953 (17), 1954 (16), 1956 (23), 1957 (21), 1958 (15),
1959 (17), 1960 (13) y 1961 (16).
-Lideró los sacriflies en 1961 (12).
-Primero en relación fuerza-velocidad en 1951 (15,1), 1952 (16,3) y 1953
(18,8).
-Fue quien más
bateó para double plays en 1953 (23).
Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Pinar del Río, verano de 2014