No siempre es así, pero algunas veces --tratando de romper el famoso hielo--, cuando estoy en el aula frente a mis alumnos, al iniciar mis clases de Periodismo y Ciencias de la Comunicación, siempre me gusta “bromear” con ellos diciéndoles los nombres de los primeros periodistas en México.
Por supuesto que hay una intención ya que retener los nombres de los ilustres periodistas/sacerdotes jesuitas no es cualquier cosa, de modo tal que más o menos les doy a entender con una sonrisa que “todavía” queda algo de memoria en su maestro.
Y es que para nombres de antaño, olvídese:
El primero: Juan Ignacio de Castorena Ursúa y Goyeneche.
Y, el segundo: Juan Francisco Sahagún de Arévalo Ladrón de Guevara.
La verdad, todos nos quedamos riendo tras citar sus nombres de pila.
El maestro Ignacio Oropeza López (+) era el titular de la materia de Historia de Periodismo y siempre nos entregaba apuntes de cada clase.
Esos documentos los guardé a través del tiempo y que si me han ayudado en la docencia.
Estoy hablando de mis tiempos de estudiante en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, institución ubicada en el hermoso puerto de Veracruz.
El tam tam de los tambores…
Vayamos a las primeras manifestaciones del hombre en la historia de la humanidad, claro, muchos siglos después del tam tam de los tambores, los que recorrían grandes distancias llevando mensajes o quienes a través del humo de las hogueras querían decir algo…cuando aparecieron los gestos y ruidos como primeros intentos comunicativos del hombre… para 10 millones de años después aprender a hablar y luego a escribir.
Por ello, en la historia de la humanidad, destaca en forma por demás trascendente la invención de la imprenta de tipos movibles por Juan Gutenberg, en 1453.
Ahora bien, sin duda, el Periodismo en sus manifestaciones primitivas apareció muchos siglos antes le que se inventara la imprenta de tipos movibles.
Ejemplos del periodismo primitivo lo encontramos en el Imperio Romano, con las llamadas Actas Públicas que eran una especie de murales que se fijaban en sitios especiales y que las autoridades romanas ordenaban redactar para informar de los sucesos más importantes.
Está plenamente comprobado el carácter noticioso de las Actas Públicas, a las cuales hace referencia el historiador tácito en sus registros.
La historia del Periodismo está ligada a la de la imprenta en la cultura de la humanidad y no existe quizá otro acontecimiento que sea tan importante como la invención de la misma, sí, de tipos movibles.
Antes de ello los conocimientos científicos y la cultura general se difundían oralmente o por medio de manuscritos que sólo estaban al alcance de una pequeña elite constituida en lo general por la nobleza y las órdenes religiosas.
A la tradición oral le siguieron los manuscritos hechos sobre papiros, pergaminos o papel, en los cuales egipcios, persas y griegos (entre otros) relataban lo que sucedía a su alrededor, dejando, de esta manera, una constancia material de los acontecimientos de diversas épocas.
La invención de la imprenta hizo posible que los conocimientos humanos fueran patrimonio social, es decir, riqueza cultural de los pueblos.
No en balde se ha dicho que existe enorme coincidencia entre el fin de la Edad Media, la invención de la imprenta y el inicio del Renacimiento.
Desarrollo de la Imprenta
En 1453 ocurrió la invención de la imprenta.
En 1474 se establece la primera imprenta en la Península Ibérica en la ciudad de Valencia.
La difusión de la imprenta en España fue rápida tomándose en cuenta los escasos medios de comunicación.
No se tienen muy bien definidas las primeras informaciones, pero las principales era la Biblia y la vida de los santos.
En 1492 se descubrió América y esta noticia llegó a España por medio de la imprenta; Bernal Díaz del Castillo escribió las primeras crónicas o narraciones de la guerra de la Conquista.
Otro dato histórico trascendente en este proceso, fue que en 1493 cae la ciudad de Granada, el último reducto moro en España, recuperando así España todo su territorio.
Tanto por su contenido político como el social, la historia del periodismo mexicano abarca ya dos centurias y media si empezamos la cuenta en 1772 en que aparece el primer periódico, propiamente dicho con el nombre de “Gaceta de México”.
Sin embargo, desde dos siglos antes, los vecinos de la ciudad capital de la Nueva España escuchaban con sumo interés las noticias de los famosos pregoneros nombrados por el cabildo en turno y que hacían públicas las bases del futuro periodismo en México.
No cabe duda que la noticia de mayor impacto de los tiempos antiguos fue cuando se anunció a Moctezuma el arribo de esos “Hombres blancos y barbados” de que hablara Quetzalcóatl.
Esta noticia conmovió hasta sus cimientos a las tierras del Anáhuac, lo que a la postre daría lugar a la desaparición y al derrumbamiento total y absoluto de una cultura.
La conquista amalgamó dos civilizaciones, con acentuada superioridad de una, y una sola religión para difundir dos razas, la española y la indígena, en el proceso de mestizaje que dio nacimiento a una nueva nacionalidad: la mexicana.
Eran los albores del ya lejano siglo XVI.
Podemos advertir que aquellos servidores del emperador azteca inauguraron, por así decirlo, lo que hoy conocemos como “enviados especiales” al contemplar, azorados, a los conquistadores que habían pisado costas veracruzanas.
Fue el 13 de agosto de 1521 cuando la ciudad de Tenochtitlán cayó en poder de poco más de cuatrocientos cincuenta españoles comandados por Hernán Cortés, Diego de Ordaz, Pedro de Alvarado y Bernardino Vázquez de Tapia, entre otros.
Entre 1522 y 1523 se celebraron los primeros actos de los cabildos de Coyoacán, donde Cortés despachó los primeros asuntos mientras la metrópoli recobraba un panorama menos trágico y, sobre todo, menos peligroso.
Es posible que en esos años el conquistador español nombrara al primer pregonero de la Nueva España.
Precisamente fue en el año de 1524 cuando se encuentran en las actas del cabildo las primeras noticias sobre los pregoneros, verdaderos predecesores del actual periodista ya que, aunque fuera en forma primitiva, informaban a la comunidad de las medidas tomadas por el ayuntamiento, mismas que debían ser obedecidas.
Esto constituía una fuente de conocimiento e información popular.
En este tiempo no daban noticias,-por lo menos públicamente, sobre el diario acontecer de la nueva sociedad, sino que todo se concretaba a hacer saber al pueblo las disposiciones tomadas por los miembros del cabildo.
Las bases del periodismo en nuestro país se remontan a la época colonial, en el siglo XVI.
Esto sucedió cuando circularon por las calles de la capital de la Nueva España los famosos pregoneros, que a pulmón abierto gritaban en plazas públicas o sitios de gran concurrencia como los mercados, las noticias de actualidad.
Obviamente que esta labor era realizada bajo la supervisión de las autoridades coloniales, que a través del cabildo otorgaban permiso expreso a estos ingeniosos hombres.
La llegada de la imprenta a México ocurre en 1539, cuando a instancias del arzobispo Fray Juan de Zumárraga llega a radicar en la capital de la Nueva España el impresor italiano Juan Pablos.
Fue el 10 de junio de ese año cuando se formalizó el convenio entre el impresor sevillano Juan Combrenger y Juan Pablos, apoderado suyo, quien regenteó la primera imprenta de la Nueva España.
En ese año apareció el primer libro impreso en América, la breve y más compendiosa doctrina cristiana en lengua mexicana y castellana: “La Escala Espiritual Para Subir al Cielo”, de San Juan Clímaco que tradicionalmente pasa por ser la primera obra impresa en la Nueva España.
Se discute si salió de la Imprenta de Juan Pablos o de otra que pudo haber funcionado anteriormente al cuidado de Esteban Martín, lo cual no se ha podido comprobar documentalmente.
Lo cierto es que de manera paulatina se fueron instalando más talleres de impresión con lo que inicia la circulación de hojas volantes.
La primera de ellas que se impresa en nuestro país es el Mercurio Volante, editado en 1693 por el intelectual Carlos de Sigüenza y Góngora, con noticias de carácter histórico y científico.
Una de las hojas volantes más antiguas que se conocen y que ha servido como fuente de datos para varios historiadores es la Relación del terremoto de Guatemala, evento que ocurrió en noviembre de 1541, aunque el volante circuló en México hasta 1542.
Las hojas volantes de carácter informativo, tienen una tradición en Europa desde el siglo XV.
Las hojas volantes, o sea los papeles sueltos de carácter informativo que en Europa tuvieron una tradición que arrancó desde el siglo XV, empezaron a aparecer en la Nueva España dos años después de su introducción, puesto que la más antigua que se conoce data del 10 de septiembre de 1541.
Estos impresos recibían indistintamente los nombres de relaciones nuevas, noticias, sucesos o traslados y, todos los historiadores del periodismo, están de acuerdo en considerarlos como el germen del mismo, aunque hayan carecido de periodicidad.
En las páginas de las hojas volantes no siempre se registraban noticias de interés local o americano, sino más bien tales impresos eran repetición, casi siempre, de lo que referían papeles similares europeos.
Una de las hojas volantes más antiguas que se conocen y que ha servido como fuente de datos para varios historiadores es la Relación del terremoto de Guatemala, evento que ocurrió en noviembre de 1541, aunque el volante circuló en México hasta 1542.
Ese hecho noticioso se tituló “La relación del espantable terremoto que ha acontecido en las Indias en una ciudad llama Guatemala”, impresa en la Capital de la Nueva España por Juan Pablos, en 1541.
También es famosa la relación de Pedro Balaguer de Salcedo acerca de la entrada de Hawkins al Estrecho de Magallanes y derrota que el inglés padeció a manos de Nuño Beltrán de Castro, ejecutada en Lima por Antonio Ricardo, en 1594.
Ambas, son las más antiguas muestras del periodismo americano que se conservan. Hay que advertir que ambos papeles son un poco posteriores a la introducción de la Imprenta en sus respectivos lugares de origen: 1539 para la de la Nueva España y 1584 para Lima, Perú.
Publicaciones por entregas
A las impresiones de hojas volantes -que sin ser periódicos fueron las primeras manifestaciones informativas en Nueva España-, siguieron las llamadas publicaciones por entregas.
Las publicaciones por entregas surgieron como medio de expresión por medio de diversas leyes y mandamientos reales.
Como sólo se permitía la impresión de libros de carácter catequizante o evangelizador, los hombres de pensamiento libre buscaron la manera de transmitir sus ideas utilizando los impresos de carácter educativo o científico, histórico o literario.
Este tipo de publicaciones aparecían en serie y fueron precursoras de lo que hoy se conoce como “suscripciones”.
Quizá la publicación por entrega más significativa de esta época -que abarca el último tercio del siglo XVII- fue el conocido “Mercurio Volante”, editado por don Carlos de Sigüenza y Góngora en1693.
El “Mercurio Volante” fue en realidad una relación de carácter histórico por entregas. Por lo tanto, fue una publicación periódica, pero de tipo diferente. No contenía “noticias”, sino más bien, “informes” de carácter documental.
Nacimiento de la primera Gaceta de México
Las Gacetas en todo el mundo lo que se podría catalogar como los primeros periódicos modernos, es decir, noticiosos.
Correspondió probablemente a Alemania el honor de haber publicado la primera gaceta informativa. En la universidad de Leipzig existen ejemplares de 1494.
EL primer intento periodístico en Oriente, fue la famosa Gaceta de Pekín (King Fao) que se supone la fundó la dinastía Tang en el siglo XVIII y que sólo circulaba en las esferas oficiales del Imperio a manera de nuestro no menos famoso Diario Oficial.
En 1605 apareció en Bélgica la Nueva Gaceta.
En 1631 se empezó a publicar en Francia la mundialmente famosa “Gazette” de París, obra del Dr. Teofrasto Renaudet, quizá el primer gran periodista europeo.
En Nueva España (México), la primera gaceta aparece el lo. de Enero de 1722. Su editor fue el doctor Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. Publicó 6 números.
Es relevante apuntar este momento:
En enero de 1722, el clérigo católico y doctor Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, funda la Gaceta de México y noticias de Nueva España, considerado como el primer periódico de México, donde publica informaciones religiosas, oficiales, comerciales, sociales, mineras y marítimas. Este órgano mensual duró de enero a junio de ese año.
Más tarde, vendría la segunda Gaceta, de Juan Francisco de Arévalo Ladrón de Guevara.
La Colonia: Periodismo religioso
Antes de continuar con la aparición y desarrollo de la primer Gaceta de México en 1722, hagamos una retrospectiva para señalar que al finalizar el siglo XVI se habían impreso en México unos 231 libros, casi todos con el fin de catequizar o evangelizar, por lo que el contenido era exclusivamente religioso.
Todos los hechos que se producían en la Península Ibérica tenían repercusiones inmediatas en la Nueva España.
Muchas de las leyes que se decretaban por los monarcas españoles tuvieron también validez para el Virreinato. No obstante, las nuevas tierras tuvieron además leyes específicas dictadas por la Corona.
La primera ley española sobre la imprenta se dictó en 1480 y establecía la exención de impuestos a los libros a fin de favorecer la naciente industria editorial. Sin embargo, la Ley de Imprenta de 1502, estableció la censura en España.
La ley de imprenta de 1558 condenaba a la pena de muerte y a la confiscación de bienes a los poseedores o vendedores de libros prohibidos por la Inquisición.
Por lo que respecta a la legislación para la Nueva España y los demás virreinatos, una cédula real de 1453 prohibía que circularan en las colonias, novelas y otras publicaciones de imaginación (literarias).
Debemos hacer un paréntesis para recordar que fue hasta 1571 en que el doctor Pedro Moya de Contreras, inquisidor mayor de la Nueva España, estableció en México el Tribunal de la Fe, por lo que ese año se considera oficialmente, como el del establecimiento del Santo Oficio en México.
Luego, en 1885 se dictó otra cédula real por Felipe II, con el objeto de revisar a las embarcaciones por si acaso transportaban libros prohibidos.
La impresión o venta de libros que trataban temas de la misma Colonia tenían que ser revisados y aprobados previamente por el Consejo de Indias.
Primer periodista de México
A Juan Ignacio de Castorena Ursúa y Goyeneche se le considera el primer periodista mexicano al publicar la Gaceta de México el 1 de enero de 1722.
Pero su aparición no fue espontánea.
Y es que ya después de las hojas volantes y las publicaciones por entregas, en 1666 se publicó en la capital de la Nueva España el primer papel noticioso con el nombre de Gaceta (1).
Luego, en 1679 aparecieron tres más tituladas Primera Gaceta, Segunda Gaceta y Tercera Gaceta (2).
En 1696 surgió en la Nueva España el “Mercurio Volante”, catalogado como el primer periódico de América.
Finalmente en 1722 apareció nuestro primer periódico: La Gaceta de México, de Juan Ignacio de Castorena Ursúa y Goyeneche.
Y no obstante la rígida censura que imperaba en la Nueva España, impidiéndose la libre manifestación de las ideas, Castorena contribuyó con su indudable genio con la publicación de un periódico muy completo.
Aunque sólo tuvo de vida seis meses, de enero a junio, la Gaceta de Castorena sentó las bases del actual periodismo mexicano.
Se editó mensualmente en ocho páginas y su colección consta de 48 páginas. Fue el primero en estructura secciones, presentando primer noticias oficiales, religiosas, comerciales, sociales y marítimas.
En el No. 2 de febrero abrió una sección llamada “Nuevos Libros”.
Las noticias oficiales estaban divididas en zonas, o sea, por ciudades tales como Guadalajara, Veracruz, Puebla, Valladolid (hoy Morelia) e incluso trajo informaciones provenientes de La Habana, Guatemala, Madrid, Paris y Roma.
Desaparición de la Primera Gaceta
La desaparición de la primera Gaceta de México, que cambió su nombre a “Mercurio de México” que existió hasta 1742, quizá se deba a que Castorena perdió una pequeña fortuna económica como editor y ello, no obstante pertenecer a un sector del clero más o menos pudiente.
Se debe entender que en pleno siglo XVII, entre otras cosas, debido a la escasez de casas impresoras, de papel especial para imprimir, tintas, etc., la aventura de publicar un periódico resultaba demasiado caro por un lado… y problemático por otro.
Algunos historiadores insisten en decir que la muerte de la Gaceta de México se debió a que Castorena fue promovido por la Diócesis de Yucatán, pero esta versión no es muy fidedigna ya que desde la aparición del periódico hasta el cambio eclesiástico medían seis años.
Más bien, existe unanimidad en afirmarse que el principal motivo que obligó a Castorena en dejar de publicar el periódico fueron, además de los económicos, la serie de rumores, murmuraciones y calumnias que en círculos clericales y monárquicos se empezaron a tejer contra él, lo que indudablemente le afectaba en su vida religiosa.
Sin embargo, la semilla ya estaba sembrada.
Años más tarde, otro sacerdote jesuita, Juan Francisco Sahagún de Arévalo y Ladrón de Guevara, se convirtió en el segundo editor de la Gaceta de México.
Esta segunda Gaceta logró ser publicada durante once años (1728-1739) y su colección consta de 145 números.
Fue, además, la primera en emplear lo que hoy se conoce como logotipo: el águila y una serpiente.
Jorge Calvimontes en su libro El Periódico, establece que en una gaceta de la época colonial (1760) era posible encontrar una columna de acontecimientos o la historia de la época, un ensayo de origen local o importado sobre cualquier tema, desde astronomía hasta el cultivo de las zanahorias [...]
En las colonias el periódico se popularizó porque se adaptaba perfectamente a los requerimientos de hombres ocupados que tenían gran necesidad de información práctica sobre todos los temas en palabras sencillas (1).
Periodismo literario y científico
Con todo y que comenzaban a circular gran cantidad de impresiones de toda clase, especialmente para fines religiosos y catequizantes, fue en esa época cuando surgieron las primeras expresiones de difusión cultural que propiciaría el surgimiento n del primer periódico literario y de divulgación científica.
Uno de los precursores del periodismo literario fue el ilustre mexicano José Antonio Alzate. Sus esfuerzos cristalizaron y logró publicar durante tres meses (de marzo a mayo de 1768) el que fue llamado “Diario Literario”.
Alzate fue célebre por sus conocimientos en astronomía y una gran parte de su vida la dedicó a a realizar observaciones meteorológicas. Fue de los primeros en construir un pararrayos en México. Fue eclesiástico pero a la vez un gran hombre de ciencia.
Los inicios del periodismo literario tendrían su culminación al siglo siguiente con la publicación del “Renacimiento” de Ignacio Manuel Altamirano y después con “Revista Azul” de Manuel Gutiérrez Nájera.
En el desarrollo de un periodismo distante al eclesiástico, surgió también la figura de José Ignacio Bartolache, considerado el iniciador del periodismo de divulgación científica.
El 17 de octubre de 1772 editó el “Mercurio Volante”, siendo su director, dedicando sus contenidos a la divulgación de la física, la química y medicina.
Bartoloche nació en Guanajuato, estudió en San Ildelfonso y una vez concluido sus estudios de Medicina comenzó a publicar sus trabajos sobre ciencia.
Debemos observar que la publicación de temas relacionados con la política o la religión, era un tabú de la época.
Periodismo mexicano del siglo XVIII
(Imprenta de Rivera Calderón y las gacetas 1722-1809).
Tanto la Gaceta de México –que inició en 1722 el periodismo regular en la Nueva España– como otro tipo de impresos, especialmente libros, se editaron en la imprenta de los herederos de la viuda de Miguel Rivera Calderón.
Cabe destacar que la familia de los Rivera Calderón dominó los ramos de la impresión y la distribución de libros por más de un siglo (1631 - 1768).
La casa matriz estuvo ubicada en la calle Empedrillado, después el No. 1 de la calle del Monte de Piedad y a ese lugar se le considera la cuna del periodismo mexicano. Más tarde, los Rivera Calderón establecieron otras sucursales en la capital de la Nueva España.
Esa imprenta, contribuyó en gran forma a la divulgación de la cultura colonial y constituyó lo que fue la primera empresa editorial de ese tiempo. Se clausuró en 1768 al ser cancelado el privilegio real bajo el cual vivía.
Como en las metrópolis europeas
Cabe advertir que Juan Ignacio de Castorena Ursúa y Goyeneche fundó la Gaceta de México como un periódico regular en la Nueva España invocando el uso común a las principales metrópolis europeas, extendido ya a la América, con la costumbre de reunir las noticias de cada mes, en un cuaderno mensual.
Algunas notas del periodismo se observa ausencia de comentarios de tipo político especialmente. Al respecto, Castorena dice: “No se hacen reflexiones políticas porque se goza de un gobierno pacifico, y porque las máximas de estado gobiernan por el irreflagable dictamen de nuestro Soberano”.
El periodismo en esas épocas era una especia de ejercicio burocrático y los autores de gacetas no podían escapar a la libertad de opinión.
Aun cuando Castorena figura como autor único de la recopilación, clasificación y edición de las noticias, consta que buscó informantes en las distintas demarcaciones del virreinato, especialmente entre las autoridades eclesiásticas o civiles que, por razón de sus cargos, estaban cerca de “las fuentes”.
La llegada de buques a los puertos novohispanos significaba el arribo de noticias diferentes.
La información se organizaba generalmente por orden cronológico, todas las noticias de un mismo día, separadas solo por un punto.
Existía un predominio evidente de informaciones de tipo religioso, lo cual da una idea del ambiente social que vivía la Colonia.
El renglón de la administración pública es mucho menos abundante y se concreta por lo general a la relación de los nombramientos de funcionarios.
El renglón informativo más importante es el relato de la conquista y reducción espiritual de los naturales de California, en cuya empresa también fueron factor preponderante los jesuitas misioneros.
El sentido del sensacionalismo periodístico en las Gacetas del XVIII difiere esencialmente del actual.
En las de 1722 hay informaciones aisladas sobre fenómenos naturales y sobre siniestros.
Como ya se dijo, La Gaceta de México desaparece después de su sexto número sin previo aviso.
Sahagún de Arévalo y Manuel Antonio Valdez
Existieron en esta época otros dos importantes periodistas y precursores de este ejercicio en el siglo XVIII aparte del primero mencionado que fueron Don Juan Francisco Sahagún de Arevalo y Ladrón de Guevara fundador de la segunda “Gazeta de México” órgano mensual informativo que sostiene con una interrupción de dos años hasta 1742.
También figuró Don Manuel Antonio Valdés creador de la tercera “Gazeta de México” que apareció el 14 de enero de 1784 y con el mismo nombre siguió publicándose hasta el 27 de diciembre de 1809.
El 2 de enero de 1810 se transforma en “Gazeta del Gobierno de México” para concluir junto con el virreinato, el 29 de septiembre de 1821.
Tras la aparición de lo que fue la Tercera Gaceta de México el 14 de enero de 1784 por el impresor Manuel Antonio Valdez, en 1805 el periodista e historiador mexicano Carlos María de Bustamante publicó El Diario de México, considerado el primer periódico cotidiano de la Nueva España.
La Tercera Gaceta tuvo vida hasta 1809, mientras que el Diario de México que tuvo dos épocas, publicó su último ejemplar el 4 de enero de 1817, trascendiendo por ser el primer en darle trato preferente al periodismo literario.
Junto a Carlos María de Bustamante destaca la figura de el alcalde de la Real Audiencia de origen antillano, Jacobo de Villarrutia, ya que juntos solicitaron al virrey José de Iturrigaray su permiso para fundarlo “conteniendo artículos de literatura, artes y economía, a semejanza del de Madrid”.
Incluso se asociaron con un tío de Villaurrutia, don Nicolás de Calera y Taranco, agente de negocios y quien fue su editor.
El Jornal Económico de Veracruz
El 1ro. de marzo de 1806, don Manuel López Bueno fundó el Jornal Económico de Veracruz, considerado el periódico más antiguo de esa ciudad y puerto. Tuvo vida hasta diciembre del mismo año.
Luego, José María Almanza publicó el Diario Mercantil de Veracruz, el cual circuló del 7 de julio de 1807 al 8 de julio de 1808.
“En el Periodismo en México, 450 Años de Historia”, investigación dirigida por Luis Reed Torres y María del Carmen Ruiz Castañeda, encontramos:
“Cuando inició la Guerra de Independencia acaudillada por Miguel Hidalgo, las fuerzas realizas sufrieron sucesivas derrotas y parecía cosa segura la rápida emancipación en relación a la metrópoli; sin embargo, la lucha pregonada --que tendía a la destrucción de todo lo blanco español, criollo y mestizo-- en favor de lo indígena, le enajenó muchas simpatías al movimiento insurgente y personas que apoyaban la idea de independencia dieron marcha atrás presentándose presurosos a servir en las filas virreinales.
Y no es que se estuviera contra la libertad de la nueva España, sino contra los medios que se utilizaban para lograr ésta. Si Hidalgo y sus compañeros hubiesen buscado mejor la alianza de los distintos grupos raciales para armonizarlos y unirlos, bien poca resistencia habría encontrado el jefe rebelde”.
Cuando Hidalgo ocupó la ciudad de Guadalajara pensó que una buena propaganda le acarrearía múltiples partidarios, por lo que fundó el 20 de diciembre de 1810, el primer periódico insurgente denominado “El Despertador Americano”, el cual fue impreso por don José Fructuoso Romero y dirigido por el presbítero nayarita Francisco Severo Maldonado.
Pero de ese periódico sólo se tiraron siete números, dos de los cuales fueron extraordinarios con 2 mil ejemplares cada uno, cifra notabilísima en esa época. 500 ejemplares del último número fueron decomisados al tomar Félix María Calleja de nuevo Guadalajara el 17 de enero de 1811, poco después de la famosa batalla de Puente de Calderón.
Más tarde, en 1812, aparece “El Ilustrador Nacional” del presbítero José María Coss, el cual era sabatino y constituía en el principal sostenedor de las ideas de independencia y de la causa insurgente.
Mientras Hidalgo iniciaba en la Nueva España el movimiento de Independencia, en España el pueblo luchaba por expulsar a los invasores/tropas franceses de Napoleón.
Por ello, pronto se dieron a la tarea de organizar juntas secretas y luego formaron un gobierno provisional que administraría al imperio mientras regresara el rey legal, Fernando VII.
Fue así como los que gobernaban proyectaron la necesidad de convocar a una reunión de las Cortes, es decir, de los representantes elegidos por todas las provincias del imperio español, incluso las colonias.
Cuando llegaron las instrucciones para elegir los diputados a Cortes de la Nueva España, se despertó un gran entusiasmo y 17 de ellos, todos novohispanos, se embarcaron como representantes a las Cortes de Cádiz participando en las discusiones para elaborar una Constitución, todos interesados en que las colonias americanas tuvieran más derechos y que sus habitantes fueran iguales a los españoles.
Hasta entonces, la autoridad máxima del Imperio era el Rey, quien nombraba a todos sus colaboradores y a los virreyes de las colonias.
El pueblo, tanto de España como de América, no participaba en los asuntos de gobierno. Las Cortes de Cádiz pensaban que esto tenía que cambiar y por ello discutieron la forma de darle representación al pueblo.
Los diputados sabían que en Estados Unidos y Francia los habitantes habían obtenido libertades, tenían representantes en un Congreso, donde defendían sus intereses, hacían las leyes del país y aprobaban los impuestos. Ellos querían una Constitución como la de Estados Unidos.
Por ello, en 1812, los diputados redactaron una Constitución que estableció:
• Limitación del poder del Rey, quien tenía que consultar en muchos casos las opiniones de las Cortes.
• Los diputados a Cortes se deberían de elegir en todo el Imperio.
• Se declaró la igualdad de todos los ciudadanos del imperio español; es decir, se abolieron todas las desigualdades entre la gente de diversas razas.
• Se eliminó el tributo que pagaban los indios.
• Se declaró la libertad de expresión; o sea, el decir o escribir lo que se pensaba.
“El Ilustrador Americano”
José María Coss, en mayo del mismo año, fundó “El Ilustrador Americano” en el que escribían Andrés Quintana Roo, don Ignacio López Rayón y Doña Leona Vicario y para combatir a este periódico José María Beristain, realista, funda “El Verdadero Ilustrador Americano”.
Al prolongarse la libertad de imprenta en octubre de 1812, Don José Joaquín Fernández de Lizardi, fundó en la capital mexicana “El Pensador Mexicano”.
El 25 de noviembre de 1812, el Generalísimo José María Morelos y Pavón, mandó publicar dos periódicos rebeldes (en Oaxaca): “El Sud” y “El Correo Americano del Sur”.
También en Oaxaca apareció “El Correo Americano del Sur”, dirigido por José Manuel de Herrera y auxiliado eficazmente por el periodista e historiador Carlos María de Bustamante, quien en 1805 había fundado junto con el alcalde de la Real Audiencia y de origen antillano, Jacobo Villaurrutia, el Diario de México, considerado el primer periódico cotidiano de la Nueva España y que empezaría en México a publicar materiales literarios.
De suma importancia fue “El Correo Americano del Sur” para la causa insurgente (durante 39 números en 1813), publicando proclamas y partes de guerra, así como otros documentos favorables a la Independencia.
Otros periódicos insurgentes fueron El Aristarco Universal, publicado en Mérida y que tuvo como principal inspirador a Lorenzo de Zavala, fogoso defensor de las teorías liberales; en 1817 se imprimió La Gaceta de López de Lara, que en su primer número despotricó contra las autoridades virreinales porque “con la astucia del engaño y de la mentira” trataban de hacer creer que la revolución insurgente estaba liquidada.
Este periódico publicó un número extraordinario (26 de junio de 1817) para dar la noticia de que Francisco Javier Mina había llegado a México para pelear por la causa insurgente. Sin embargo tras la muerte del guerrillero navarro, la prensa insurgente decreció notablemente al igual que todo movimiento militar.
Tal parecía entonces que el régimen virreinal afianzaba su dominio y que pronto desaparecerían de la faz de la tierra los contados grupos de insurrectos que aún deambulaban por algunas partes del vasto territorio.
Todavía en 1819 aparecieron en la capital del reino “El Conductor Eléctrico” y “Ratos Entretenidos”, de don José Joaquín Fernández de Lizardi y “El Semanario Político y Literario de México”, que empezó el 12 de junio de ese año y finalizó el 12 de julio de 1823.
Para el 30 de mayo de 1820, bajo la dirección de Don Juan Nepomuceno Troncoso, apareció en Puebla “La Abeja Poblana” que el 2 de marzo de 1821 publicara con gran valor el Plan de Iguala jurado por Iturbide.
Agustín de Iturbide también promocionó otro diario: “El Mexicano Independiente”, el cual consigna la mayor parte de la Guerra de Independencia.
Como es fácilmente apreciable, fue en esa larga época de la Guerra de Independencia en que se plasmaron en los distintos periódicos todo un torrente de ideas, confusas unas y contradictorias otras, pero patrióticas casi todas en favor de la libertad de la que hasta entonces era conocida como Nueva España.
Es esta época, sin duda, en la que se sientan las bases para ulteriores polémicas en busca de mejor camino para el naciente país.
Consumada la Independencia Nacional, el 27 de Septiembre de 1821, México nacía a la libertad y al mismo tiempo se abrían otros senderos políticos que darían lugar a nuevos capítulos que enriquecen la historia del periodismo que comenzó una amplia y variada expresión política con la guerra emancipadora, luego en el México independiente, la Reforma, la Intervención y la Revolución Mexicana.
La prensa en la Independencia
Resumiendo: El Grito de Independencia contenía un profundo contenido social, político y económico, producto de las dramáticas condiciones de desigualdad e injusta distribución de la riqueza habida durante tres siglos de dominio colonial, representado principalmente por las situaciones de privilegio entre los españoles peninsulares.
Los criollos desplazados de los cargos más importantes de la Corona, los indios considerados “menores de edad”, el sistema de esclavitud, la encomienda, la hacienda, industria minera y manufacturera exportadora que daba al país total dependencia económica hacia la metrópoli de España, serían decisivos factores que darían un vuelco al devenir de nuestro suelo patrio.
Por supuesto, otros hechos históricos, contribuirían también para que el movimiento de libertad estallara en México:
• El 4 de Julio de 1776, 34 años antes del Grito de Dolores, las 13 colonias inglesas proclaman en Estados Unidos (con el apoyo de Francia y España) su independencia de Inglaterra.
• El 14 de Julio de 1789, en Francia, principia la Revolución Francesa que destruyó el poder monárquico proclamando la igualdad de todos los hombres y estableciendo la primera República en 1792.
Ambos sucesos pueden ser considerados como la médula dentro del campo ideológico, es decir, lo central por cuanto hace a las tesis políticas que cuestionaban la institución monárquica, los privilegios de clases nobles sobre las plebeyas, el origen divino de los reyes, etc., dando fin así al sistema de producción feudal que caracterizó a la Edad Media.
El periodismo no podía quedar fuera de este contexto en la Colonia, el cual también enfrentó serios limitantes que impelieron su desarrollo en la Nueva España y en toda América:
• Censura ejercida en los territorios ocupados por el Reino de España.
• Carencia de utillaje técnico y materiales para composición e impresión. (En 1539 se introdujo la imprenta en la Nueva España).
• Dificultad de comunicación entre las propias colonias y de éstas con España y Europa.
• Alto porcentaje de analfabetismo en las colonias.
Además hubo otro acontecimiento que influyó concretamente en Nueva España, por haber sucedido en la metrópoli colonial:
• Napoleón Bonaparte se erige emperador de Francia (1804-1814); invade España en 1808 e impone a su hermano José Bonaparte como Rey, lo que provocó a partir del 2 de mayo de ese año una rebelión del pueblo español iniciada en Madrid en contra del invasor y cuyo triunfo llegó con la expulsión de los franceses en 1813.
• Gobernaba en España antes de la invasión francesa el Rey Carlos IV, quien posteriormente abdicó en favor de su hijo Fernando VII, Príncipe de Asturias en medio de aclamaciones y vítores del pueblo español; sin embargo, Napoleón obligó a Fernando a devolverle la corona a su padre, quien la entregó a los franceses, cayendo ambos prisioneros del invasor.
La Corona española, conmovida por tales acontecimientos, también enfrentó la amenaza de una posible invasión por las costas del Golfo de México del poderío inglés, por lo que el Virrey José de Iturrigaray ordenó la reorganización de sus milicias en México, Puebla, Xalapa, Toluca, Córdoba y Tlaxcala, con individuos extraídos del comercio y oficinas públicas ya que tan sólo contaba con 800 soldados españoles y dos generales, cuyas edades pasaban de 80 años: Pedro Garibay y José Dávalos.
Empero, la concentración de voluntarios y ejército se dio con mayor fuerza a través del Acantonamiento de Xalapa (y el Cofre de Perote), reuniendo a más de 12 mil hombres, entre los que se encontraban oficiales (entre ellos, los capitanes Dragones de la Reina Ignacio Allende y Juan Aldama); abogados, ilustrados y humanistas y fue ahí donde comenzaron a idear el proyecto de emancipación pacífica de la Corona Española, tanto por la vía legal, respetando la religión y guardando el retorno de Fernando VII.
El ayuntamiento de la Nueva España, a través de los regidores José Primo de Verdad y Juan Francisco Azcárate, propusieron al virrey Iturrigaray la celebración de un Congreso Nacional emancipador, lo cual aceptó, pero un golpe de Estado de la Real Audiencia, capitaneado por el hacendado Gabriel del Yermo terminó con ese anhelo, reprimiendo lo que calificó como conjura contra la Corona y eligiéndose en ese momento como virrey al octogenario mariscal de campo Pedro Garibay.
Pero los criollos no iban a terminar con su propósito de lograr la Independencia, de tal forma que continuaron con más juntas secretas en Valladolid, (encabezadas por los oficiales del ejército José María García Obeso y José Mariano Michelena, además de su hermano Nicolás), la que también fue descubierta el 9 de septiembre de 1809. Los conspiradores fueron detenidos pero más tarde reintegrados a sus regimientos por instancias del nuevo virrey, Francisco Javier Lezama.
Un año más tarde, en la casa del corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, continuaría la conspiración contra la corona española, ahora encabezada por Hidalgo, Allende, Aldama, Abasolo, Lanzagorta y Josefa Ortiz de Domínguez. Sin embargo, también fue descubierta, provocándose de inmediato que en la madrugada del 16 de septiembre Hidalgo lanzara en Dolores el Grito de Independencia.
Primer Periódico Insurgente
Muchos de los periódicos insurgentes publicados entre 1810 y 1821, no se encuentran registrados toda vez que el propio movimiento social provocó la desaparición de archivos, oficinas, edificios y en fin todo vestigio de gran cantidad de publicaciones de la época.
Entre 1821 y 1840, México se debatió en una lucha permanente entre las múltiples facciones políticas que aspiraban al control total del poder. La prensa jugó un papel de capital importancia durante esta turbulenta época. Los principales problemas del país se debatieron ampliamente en los periódicos.
La prensa adquirió un carácter doctrinario y político en el cual el debate sistemático era el principal aspecto. Las noticias e informaciones comunes de que publicaban Las Hojas Volantes (1541-1700) y las Gacetas de México (1722-1809), quedaron relegadas a un segundo plano y fueron sustituidas por los artículos o comentarios periodísticos.
Cabe advertir que casi finalizada la Colonia, la polémica periodística brilló por su ausencia, toda vez no había estallado en México el furor por las nuevas ideas emanadas de la Enciclopedia europea y por el férreo control de las autoridades peninsulares.
Como ya hemos dicho, el periódico El Despertador Americano fue el primero de la época insurgente, surgiendo tras la toma de Guadalajara por el ejército de Miguel Hidalgo “pensando que una buena propaganda le acarrearía múltiples partidarios”.
Fue impreso el 20 de diciembre de 1810 por don José Fructuoso Romero y dirigido por el presbítero nayarita Francisco Severo Maldonado, auxiliado por Ángel de la Sierra.
A la muerte por fusilamiento de Hidalgo el 30 de julio de 1811 en Chihuahua, tocó a Morelos sostener la llama libertaria, apareciendo el 11 de abril de 1812 el Ilustrador Nacional a cargo de don José María Coss, llamado a ser el sostenedor de los ideales de la Independencia y que también tuvo de colaborador a Andrés Quintana Roo e Ignacio López Rayón.
Publicaba manifiestos y proclamas a favor de la Independencia. El 27 de mayo del mismo año, al terminar la vida del Ilustrador Nacional, Coss publicó el Ilustrador Americano.
También en Sultepec, en la misma imprenta donde habían publicado El Despertador Americano, surgió el 19 de julio de 1812 el Semanario Patriótico Mexicano teniendo de colaboradores a Coss, Rayón, Fray Servando Teresa de Mier y Francisco Lorenzo de Velasco.
Ambas publicaciones siempre recibieron y publicaron informes en clave de Leona Vicario y José María Morelos y Pavón. “El Semanario Patriótico Americano” dejó de aparecer el 17 de enero de 1813.
Al promulgarse la libertad de imprenta en octubre de 1822, don José Joaquín Fernández de Lizardi fundó en la capital de México “El Pensador Mexicano”, opositor al virrey Venegas, quien lo encarceló durante seis meses.
“Desde prisión siguió publicando su periódico, aunque ya con otro matiz político, llegando a alabar al “recién llegado virrey Calleja, quien lo puso en libertad en 1814” (Periodismo en México: 500 Años de Historia).
Al generalísimo Morelos se le atribuye la paternidad de El Sud, de efímera vida, y El Correo Americano del Sur, ambos publicados en Oaxaca.
Cabe reiterar que muchos de los periódicos insurgentes que se publicaron entre 1810 y 1821 no se encuentran registrados ya que la Guerra de Independencia hizo que desaparecieran archivos, edificios, etc., perdiéndose todo vestigio de esos documentos.
Francisco Javier Mina, al desembarcar en tierras mexicanas en abril de 1817, emprendió la publicación Boletín de la División Auxiliar de la República Mexicana. Ese periódico insurgente se imprimió en Soto La Marina, hoy estado de Tamaulipas.
La Prensa en la Primera República
El periodismo durante la Primera República se distingue en lo político y muy ligada a los movimientos de los partidos o de las facciones de esa época.
El tipo de leyes que existían consagraban ya en la Constitución de 1824 algunos principios sobre la libertad de expresión, pero no existía una legislación específica en torno a la prensa.
Por lo anterior, la publicación de periódicos y el ejercicio del periodismo, al no estar reglamentado, se lanzó al libre arbitrio de los editores y en consecuencia había abusos para evitar la libertad de prensa por parte de los nuevos gobernantes.
A la nueva Repúblicas se le veía como una réplica un poco burda del sistema norteamericano.
La mayoría de la gente, especialmente el proletariado, no estaba habituada al ejercicio de la política ni tampoco -dada la dispersión geográfica y la falta de vías de comunicación- en la posibilidad de incorporarse de manera dinámica a ella.
En el aspecto social aún existían las mismas estructuras de la Colonias, o sea una clase social privilegiada que ejercía el mando de poder político, con acceso a la cultura, así como grandes masas de analfabetos marginados por el gobierno.
Aquella primera República fue fruto de la Constitución promulgada el 4 de octubre de 1824, resultando en el nuevo gobierno como primer presidente don Manuel Félix Fernández (Guadalupe Victoria) y como vicepresidente Nicolás Bravo. Este gobierno se dio entre el 1ro. De abril de 1825 y el 31 de marzo de 1829.
Y cerca de tres meses después de instaurada la nueva República, apareció en México un excelente periódico: “El Observador de la República Mexicana”, cuyos principales redactores fueron don José María Luis Lora y a don Manuel Crescencio Rejón.
En su primer número publicaron una introducción en la que se señalaba que la República Mexicana está en un momento de muy grave crisis, vaticinando un siglo de luchas internas.
Fue el periódico característico y típico de la primera República y apareció con materiales periodísticos bastante completos y enfocado hacia la política.
Junto al Observador, se publicaron otros, pero de una vida más corta y en los cuales predominaba el carácter polémico, contenido político que ya no abandonarían durante casi todo el siglo.
Así, a la prensa decimonónica en México podría catalogarse como esencialmente política e ideológica.
Consolidar la Independencia, pero…
Los periódicos de este tiempo tenían el propósito de consolidar la Independencia, pero en sus páginas durante la segunda década se manifestaría la lucha que entablaban republicanos y liberales contra los conservadores monárquicos.
Los periódicos, cabe advertir, eran modestos tanto en su diseño-presentación, como en su tiraje.
Ahora bien, no todos los periódicos que se publicaron en esta época fueron diarios; hubo aquellos que se convirtieron en semanarios, bisemanarios.
Lo que si destacó sobremanera fue cómo las principales manifestaciones periodísticas convirtieron a la prensa en un instrumento fundamental de la política… y los políticos.
Veamos las características de aquella prensa:
Entre 1821 y 1840, México se debatió en una lucha permanente entre las múltiples facciones políticas que aspiraban al control total del poder de la nueva nación.
La prensa jugó un papel de capital importancia durante esta turbulenta época.
Los principales problemas se debatieron ampliamente en los periódicos que existieron, a veces efímeramente.
Con un lenguaje ampuloso y rimbombante, la prensa adquirió un carácter doctrinario y político en el cual el debate era la principal característica.
Como ya se dijo, las noticias e informaciones quedaron relegadas a un segundo plano y fueron sustituidas por los artículos o comentarios periodísticos, Estas discusiones, en las que se hacía gala de de cultura, eran enfáticas y redundantes, pero sobre todo cargadas de retórica.
Todo era réplica y contra réplica, encontrándose de vez en cuando alguna información anímica en los periódicos.
No hubo escritor, notable o mediocre, ni tampoco político, que no escapara a la costumbre de publicar sus trabajos en la prensa de aquellos nuestros primeros días republicanos.
Todavía en esta época encontramos a los dos ilustres periodistas mexicanos batallando en el campo ideológico: José Joaquín Fernández de Lizardi y Andrés Quintana Roo.
Carlos María de Bustamante
Don Carlos María de Bustamante, principal fundador en 1805 de El Diario de México, está catalogado como el primer periódico cotidiano de la Nueva España.
El ilustre historiador, cronista, político y periodista, nació el 4 de noviembre de 1774 en la ciudad de Oaxaca.
Ahí, a sus doce años de edad, estudió gramática latina y luego filosofía en el Seminario de Oaxaca. Más tarde se graduó de bachiller en Artes en México y volvió a su ciudad natal para estudiar teología en el Convento de San Agustín y especialidad en lengua francesa, algo considerado raro en esa época.
Carlos María de Bustamante
En 1796 de nuevo en México comenzó su carrera de Jurisprudencia alternando sus estudios con el aprendizaje del francés. Recibió el título de abogado en 1801en la audiencia de Guadalajara.
Ese mismo año fue nombrado relator de la Audiencia, cargo que desempeñó con elogios y reconocimientos.
En 1805 redactó el Diario de México en el que se insertaron varias de las primeras poesías de la musa mexicana, al mismo tiempo que expuso sus ideas favorables a la independencia del Virreinato de la Nueva España.
Por ello, dado el Grito de Independencia se unió al caudillo Morelos con quien prestó grandes servicios con gran valor y entusiasmo, ayudando a por su valor y entusiasmo.
Publicó el periódico El Juguetillo, de corta existencia que no fue vista con simpatía por el virrey de Nueva España. Posteriormente, José María Morelos y Pavón lo nombró editor del Correo del Sur, publicación favorable a la causa independentista mexicana.
Al promulgarse la Constitución de Cádiz, Bustamante fue de los primeros en hacer uso de la libertad de imprenta consagrada por esta ley.
Fue diputado al Congreso de Chilpancingo por la provincia de México. Allí escribió el discurso inaugural de Morelos, leído el 14 de septiembre de 1813.
También colaboró en la redacción de la primer Acta de Independencia de México.
Derrotados los patriotas, se refugió en un buque inglés donde fue hecho prisionero y conducido a prisión, no sin antes darse tiempo para entregar documentos a un oficial, salvando así un manuscrito en el que se hacía historia de los primeros pasos de la Independencia.
Del barco inglés es conducido y confinado al castillo de San Juan de Ulúa, en Veracruz, donde permanece hasta el 02 de febrero de 1819, dándole por cárcel este puerto, donde permaneció hasta que las Cortes le concedieron la amnistía.
Se valió de Santa Anna, en Xalapa, y ocupó un puesto de su secretaría. Y después de haber sufrido muchos reveses de fortuna y corrido grandes peligros, entró a la capital el 11 de octubre de 1821.
Hagamos un pequeño alto en este camino: El 30 de mayo de 1820, bajo la dirección de Don Juan Nepomuceno Troncoso, apareció en Puebla “La Abeja Poblana”, el primer periódico de la provincia mexicana que se sumó al Plan de Iguala, publicándolo de forma íntegro.
Publicaba tanto noticias extranjeras como nacionales, poesías, artículos sobre economía y ciencias básicas, artes y una sección llamada “misceláneas” que incluía de todo un poco.
Se editó cada semana hasta el 31 de diciembre de 1821, totalizando 52 números en su primer tomo, y siete en el segundo.
Pero, lo más trascendente, fue el hecho de haber publicado con gran valor el 2 de marzo de 1821 el Plan de Iguala jurado por Iturbide.
Agustín de Iturbide también promocionó otro diario: “El Mexicano Independiente”, el cual consigna la mayor parte de la Guerra de Independencia.
Como es fácilmente apreciable, fue en esa larga época de la Guerra de Independencia en que se plasmaron en los distintos periódicos todo un torrente de ideas, confusas unas y contradictorias otras, pero patrióticas casi todas en favor de la libertad de la que hasta entonces era conocida como Nueva España.
Es esta época, sin duda, en la que se sientan las bases para ulteriores polémicas en busca de mejor camino para el naciente país.
Consumada la Independencia Nacional, el 27 de Septiembre de 1821, México nacía a la libertad y al mismo tiempo se abrían otros senderos políticos que darían lugar a nuevos capítulos que enriquecen la historia de nuestro Periodismo.
Bustamante: Diputado por Oaxaca
Carlos María de Bustamante
En 1822, habiéndose consumado la separación de México con respecto a España, Bustamante fue elegido diputado por Oaxaca en 1822 y más tarde sería nombrado Presidente del mismo.
Su desacuerdo con Iturbide, por el rumbo que tomaba la nueva nación, lo expresó con toda claridad en su semanario La avispa de Chilpancingo.
Bustamante y otros diputados fueron arrestados bajo los cargos de iniciar una conspiración en contra de Iturbide y a su caída y la reinstalación del Congreso, en 1823, al quedar libre, Bustamante vuelve a formar parte de la Cámara pero se opone a la forma de gobierno propuesta en la Constitución.
Las denuncias que hace a través de sus artículos le crean serias dificultades y persecuciones, entonces, para defenderse publica su autobiografía titulada: “Hay tiempos de hablar y tiempos de callar”.
Prácticamente la vida de don Carlos María de Bustamante la pasó en el Congreso, la mayor parte de las veces como diputado representante de Oaxaca.
Además de la práctica política, Bustamante dedicó también gran parte de su tiempo en escribir aunque, según Arróniz, su biógrafo, su estilo no era muy refinado.
Como historiador le debemos el Cuadro Histórico de la Revolución de la América mejicana, El Gabinete Mexicano, Presidente Anastasio Bustamante hasta la entrega del mando (a) Antonio López de Santa Anna, El nuevo Bernal Díaz del Castillo, una referencia histórica de la invasión de los angloamericanos en México (1847 y Apuntes para la historia del gobierno del general Antonio López de Santa Anna, entre otras.
El 21 de septiembre de 1848, don Carlos María de Bustamante deja de existir a los 74 años de edad. Sus restos quedan sepultados en el panteón de San Diego, de la capital mexicana.
La prensa después de Iturbide
A la consumación de la Independencia el 27 de Septiembre de 1821, en la ciudad de México se publicó el Diario de la Soberana Junta Gubernativa, transformado el 2 de Octubre de 1821 en Gaceta Imperial de México, órgano del nuevo gobierno que se clausuró al derrumbarse el Imperio de Agustín de Iturbide.
A partir del 5 de diciembre, el catalán Manuel Codorniú publicó El Sol, semanario monárquico que pugnaba entonces por la restauración borbónica, lo que causo su desaparición temporal el 8 de Mayo de 1822 al coronarse Iturbide.
Igual suerte corrió El Hombre Libre, de Juan Bautista Morales, por defender ideas republicanas. El mismo año, circularon Sabatina Universal, de contenido conservador y Cenzontli, de Carlos María de Bustamante.
Cuando el emperador Iturbide (Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu) disolvió el Congreso, El Diario de Veracruz fue quizá el único órgano que pudo protestar.
A la caída del Imperio el 19 de marzo de 1823, se editó la Gaceta del Gobierno Supremo de la Federación Mexicana, vocero oficial que delataba en su nombre la forma de organización que tomaría el naciente estado.
Al reinstaurarse la libertad de prensa José Joaquín Fernández de Lizardi saca El Conductor Eléctrico, dedicado a la defensa de la Constitución de 1812, seguido por El Amigo de la Paz y de la Patria de 1822. Al siguiente año publica los efímeros El Payaso de los Periódicos y El Hermano del Perico (1823) que Cantaba la Victoria republicana.
Los republicanos federalistas fundaron La Águila Mexicana (15 de abril de 1823) y tres meses después los miembros de la logia masónica escocesa reiniciaron la publicación de El Sol. Ambos informaron ampliamente sobre el curso de los debates en el Congreso Constituyente.
El primero defendió el federalismo, en tanto que el otro, haciendo a un lado sus pretensiones restauradoras, abogó por la republica centralista o unitaria. En torno del Águila y El Sol circularon otros periódicos de menor importancia y un torrente de folletos y hojas sueltas.
Con la constitución en vigor, el 10 de octubre de 1824 asumió la Presidencia de la República Guadalupe Victoria (José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix). Hacia septiembre de 1825, los federalistas constituyeron la logia yorkina (en realidad varias logias del rito de York).
El gabinete de Guadalupe Victoria, donde coexistían representantes de las dos principales fuerzas, fue el blanco principal de la crítica periodística, que logró destruir a más de un ministro.
Primer periódico ilustrado y caricatura política
En febrero de ese año se inició la publicación de El Iris, primer periódico ilustrado y primero también en el que apareció una caricatura política.
Ante el recrudecimiento de la polémica entre los yorkinos y escoceses, surgió un grupo moderado, a medio camino entre los bandos, el que tomó como vocero El Águila, en tanto que el partido popular, los yorkinos, publicaron el 7 de noviembre de 1826 el primer número de El Correo de la Federación Mexicana.
Contra los residentes españoles
En 1827, la controversia giró en torno de los residentes españoles residentes en México, entre los que estaban los hombres más ricos del país.
El Correo los identificaba con el viejo orden y pedía su expulsión. Le hacía coro El Mercurio, de Veracruz, y El Amigo del Pueblo, que llamaba sediciosos y conspiradores a los peninsulares.
Abogaba por ellos el hispanizante Sol, al que se unieron El Astro de América, El Veracruzano Libre, periódico influido por el espía español Eugenio de Aviranieta, y el Observador de la República mexicana, de José María Luis Mora y Manuel Crecencio Rejón, que quería parecer como neutral.
El 8 de septiembre, cuando se daba por hecho que Vicente Guerrero (Vicente Ramón Guerrero Saldaña) sería elegido, se supo que la mayoría de las legislaturas locales habían votado por Gómez Pedraza.
El Correo denunció el soborno masivo al día siguiente y el Águila publicó una negativa conjunta de los acusados, quienes asimismo, rechazaban haber recibido presiones.
El mismo periódico pasó a la ofensiva el día 14, cuando acusó a los miembros del partido popular de anarquistas y demagogos que estaban propalando en sus escritos ideas revolucionarias.
Después del 25 de octubre cuando el Congreso prohibió las sociedades secretas, medida destinada a acabar con los yorkinos, subió el tono de los insultos que El Sol y el Águila propinaban a sus adversarios, a los que insistentemente llamaban traidores.
El 20 de diciembre salió un nuevo periódico federalista. El Atleta y a fines de ese mes Guerrero fue derrocado por un cuartelazo y asumió el poder Anastasio Bustamante.
El jefe golpista fue saludado por El Sol como el genio destinado por la Providencia para salvar a su pueblo. La eminencia gris de las nuevas autoridades era Lucas Alemán, a quien el Atleta calificaba de gente bien pagado de varias compañías extranjeras.
La gaceta del gobierno fue reemplazada por el Registro Oficial, en la que se publicaban las adhesiones que recibía Bustamante de la gente de bien.
Por su parte El Sol llamaba a perseguir el partido popular en nombre de la paz y el orden y, el 17 de abril de 1830, afirmó que México necesitaba un poder conservador formado y elegido por propietarios, lo que apoyaba al doctor Mora desde el observador, El Correo y El Atleta, a su vez, denunciaba que era centenares los presos políticos y que los agentes de Alemán trabajaban para desconocer a las legislaturas que le eran adversas.
A favor de Bustamante, además del Registro, se publicaban El Sol, Voz de Patria, El Gladiador y el Observador de la República, a los que el gobierno destinaba mensualmente de 1,500 a 2,000 pesos de subsidio.
El escaso juego de opiniones se expresó entonces en la misma prensa oficial u oficiosa, donde tímidamente se ponía en entredicho los fueros religioso y militar, se proponía reglamentar el pago de diezmos a la Iglesia, se mencionaba la necesidad de eliminar el proteccionismo a favor de las libertades de comercio e industria y se mostraban algunos inconvenientes del monopolio espiritual católico.
Posiblemente financiado por Andrés Quinta Roo, el 11 de enero de 1831 se inició la publicación de El Federalista, opuesto al centralismo de facto de gobierno.
Cuando se supo en la capital que Guerrero había sido aprehendido, El Sol pidió su ejecución, la que se produjo el día 14.
El federalista calificó el hecho como mero asesinato. La intolerancia se dirigió entonces contra los propios unitarios, como sucedió con Carlos María Bustamante, quien el 8 de octubre de 1831 debió suspender la publicación de Voz de la Patria, después de que el gobierno le retiro el subsidio por atacar a un ministro.
Guerrero: al ser depuesto Iturbide, Guerrero forma parte como suplente del Triunvirato que asume el poder ejecutivo. Se convierte en cabeza del Rito Yorkino (masonería) y en 1828 se suma al Plan de la Acordada para destituir al presidente Manuel Gómez Pedraza. El congreso lo nombra presidente de México en enero de 1829, cargo que ocupa sólo ocho meses durante los cuales afronta graves problemas por la expulsión de los españoles de México, el ofrecimiento de Estados Unidos para comprar Texas, a lo cual se opuso rotundamente y la guerra civil de Yucatán.
En 1830 el congreso lo declara “imposibilitado para gobernar la República”, por lo que se marcha al sur. El 15 de enero de 1831 es invitado a comer abordo del bergantín El Colombo, anclado en Acapulco, ahí el marino genovés Francisco Picaluga lo toma prisionero y lo lleva a Huatulco (Oaxaca) para entregarlo. Es conducido a la Capital del estado donde se le forma consejo de guerra y se le condena a muerte, siendo fusilado el 14 de febrero de 1831.
La prensa en México entre 1830 y 1840
De nuevo ubiquémonos en aquel contexto histórico de la tercera década del siglo XIX cuando la prensa mexicana era instrumento de las distintas facciones políticas y se le concebía más como un medio para formar la opinión pública a favor de una u otra… que como una forma de proporcionar información objetiva.
Para esa época el periodismo estaba claramente controlado por los partidos o las facciones políticas que, entre 1830 y 1840, consistían en liberales radicales o puros, liberales moderados y conservadores.
El Observador de la República Mexicana, segunda época a partir del 3 de marzo de 1830, a pesar de que en 1827 fue el mejor periódico doctrinario de la época pese a su relación con una de las facciones y se distinguió por su imparcialidad y moderación, para esta década ya estaba en decaimiento como revista.
Lo redactaban el doctor José María Luis Mora, Francisco Sánchez M. de Tagle, Florentino Martínez, Félix Molinos del Campo y Manuel Crescencio Rejón, entre otras personalidades ligadas al partido escocés.
El mismo año circula “La Aurora y el Toro”, (diálogos jocosos-serios entre un cohetero y un tamborilero), de Rafael Dávila.
En 1831 se inició en México “El Federalista”, de Sabino Ortega, Manuel García Tato y Andrés Quintana Roo, periódico que llevaba el lema de romper los lazos vergonzosos que sofocaban a la prensa. Fue calificado como sedicioso y sus redactores atacados y perseguidos.
“El Gladiador”, el principal vocero oficial del gobierno, se ensañó principalmente contra Quintana Roo aludiendo a sus relaciones con Leona Vicario. Por ello, El Federalista, agobiado por ataques y multas, desaparece seis meses después.
“El Tribuno del Pueblo”: periódico del juarista yucateco Manuel Crescencio Rejón, creador del recurso de amparo. Anastasio Bustamante disgustado por los ataques de este periodista, ordenaba en ese tiempo que “empastelaran” (término de líneas de lingotes que se mezclan en forma equivocada) sus tiros/ejemplares e incluso llegó a golpear al escritor.
También apareció “El Conservador”: El periódico más antiguo de Toluca editado por José María Heredia, quien primero atacó a Bustamante y luego lo defendió.
El 7 de diciembre de 1831 llama la atención en Zacatecas el primer número de El Fénix de la Libertad, importante periódico de oposición fundado por Vicente Rocafuerte y secundado por Quintana Roo, Rejón, Mariano Riva Palacio y Juan Rodríguez Puebla, Mariano Riva Palacio, quienes describían en el primer número el ambiente de intrigas de palacio, egoísmo, avaricia, agiotaje, inseguridad individual, robos diarios y palos dados impunemente por los más interesados en conservar el orden público.
Denunciaban la actitud dictatorial del gobierno y lo acusaban, junto con los tribunales militares y eclesiásticos, de haberse dedicado a exterminar a sus enemigos y de suprimir brutalmente los periódicos de oposición. Esa actitud costo el pago de multas por lo menos una vez al mes. Incluso, Rocafuerte no pudo evitar ser preso e incomunicado en julio de ese año.
El 11 de enero de 1832 El Fénix reprodujo el Plan de Veracruz, que ofrecía el mando de la rebelión a Antonio López de Santa Anna y exigía la dimisión de Bustamante, protector del centralismo y tolerador de los atentados cometidos contra la libertad civil y los derechos individuales.
En mayo de ese 1832 el gobierno terminó con El Duende de Pablo Villavicencio, quien se escondió para evitar la prisión o el destierro.
En Veracruz circuló El Constitucional, en Morelia El Michoacano Libre, en Puebla la Egide de la Ley, en San Luis La Gaceta de Potosí y en Guanajuato El Guanajuatense, todos de tendencia progubernamental. De oposición eran El Censor de Veracruz, El Cometa de Zacatecas y el Despertador de Toluca.
Ese año aparecieron la Columna de la Constitución Federal de la Republica Mexicana; El Mosquito Mexicano y reapareció el Monitor Republicano, entre otros.
En enero de 1833 los periódicos de la oposición recogen con júbilo las noticias de la revolución que derrocó a Bustamante y elevó a Santa Anna a la presidencia, con Gómez Farías de vicepresidente: (Periodismo en México: 500 años de Historia).
El 2 de junio de 1834 empezó a publicarse en Veracruz El Procurador del Pueblo; en 1835 se imprimieron en la Ciudad de México la Revista Mexicana, El Anteojo, El Crepúsculo y El Imperio de la Opinión.
Hacia el Movimiento de Reforma
Los liberales progresistas encabezados por Valentín Gómez Farías y el doctor José María Luis Mora pugnaban por dar al país un mínimo de derechos sociales e individuales que estuvieran de acuerdo con la época que México vivía.
Entre otras cosas, pedían la Libertad de expresión y de creencias, la abolición de los fueros militares y eclesiásticos, el laicismo en la enseñanza, la separación de los poderes civil y eclesiástico y otros principios que dieron origen al llamado movimiento de la Reforma.
En 1835 apareció El Boletín Municipal Mexicano. De igual modo apareció El Ruiseñor, periódico escrito, formado e impreso por el historiador Joaquín García Icazbalceta.
En Puebla, José María Lafragua, un distinguido liberal, dirigió ese mismo año La Fuerza de la Opinión
En 1837 se publicó El Diorama, semanario que viene a la memoria por ser el primero que publicó el proyecto para construir el ferrocarril México-Veracruz.
El 27 de septiembre de 1838 Francia nos declara la Guerra de los Pasteles y para el mismo día pero de noviembre se rompen las hostilidades debido a injustas reclamaciones de este país. El General Santa Anna es designado comandante militar de Veracruz y en una de las acciones de armas, resultó herido. Días después le fue amputada una pierna.
El Jornal Económico Mercantil de Veracruz es el primer periódico publicado por la resistencia durante esa guerra.
Ese año apareció lo que se considera el primer periódico infantil de México y América Latina: Diario de los Niños, editado por Wenceslao Sánchez de la Vaquería.
También aparece El Cosmopolita, redactado por el escritor y político Manuel Gómez Pedraza.
Para contrarrestar a los periódicos que lo atacaban, en 1839 el general Santa Anna dictó un decreto para que los escritores que discrepaban en contra del gobierno, fueran aprehendidos y confinados a las mazmorras del Castillo de San Juan de Ulúa.
Entre sus principales víctimas estuvo el director de El Cosmopolita. No obstante estas restricciones a la libertad de expresión, ese mismo año también circularon El Restaurador, El Voto Nacional, El Duende y La Opinión.
En 1840 se publicaron La Ilustración Mexicana, El Repertorio, El Museo Popular, El Año Nuevo.
También destacó El Ateneo Mexicano, periódico que favorecía a Santa Anna, fundado por el conde José Justo de la Cortina y que fue el vocero del grupo llamado también como Ateneo y en el que participaban personalidades como Manuel Payno, Guillermo Prieto, Quintana Roo, Bernardo Couto, Lafragua y Casimiro Degollado.
El Siglo XIX y El Monitor Republicano
El avance de las artes gráficas en la tercera década del siglo XIX se debió principalmente a la actividad incansable de los impresores mexicanos Ignacio Cumplido y Vicente García Torres, fundadores de los periódicos El Siglo XIX y El Monitor Republicano.
Sus trabajos abarcaron especialmente la introducción de las litografías y primeras prensas mecánicas, pero también trascendieron por su papel ideológico político de esa época.
Cabe destacar que la litografía empezó a utilizarse en México en el Iris de 1826 y luego al generalizarse su empleo se le añadió belleza y perfección a las impresiones, propiciando así a verdaderos artistas de las artes gráficas.
Por ejemplo, en 1845 se realizó una gran innovación en este campo con la introducción por vez primera a México de las prensa mecánicas adquiridas por Ignacio Cumplido para El siglo XIX.
En el campo ideológico, El siglo XIX y El Monitor Republicano jugaron una función relevante, como veremos enseguida:
Para empezar, ambos periódicos abrieron sus páginas a las plumas de la generación de liberales que más adelante, redactaría la Constitución Política de 1857 y lucharía brazo con brazo al lado de Benito Juárez durante la Guerra de Reforma.
Mientras que Ignacio Cumplido se convirtió a través del Siglo XIX en un fiel intérprete de la opinión pública nacional, García Torres también dio oportunidad de redactar a las principales plumas mexicanas de la época.
Realmente El Siglo XIX y El Monitor constituyeron los periódicos más importantes del siglo 19.
Este periódico ¡circuló 56 años! en cuatro épocas, empezó a circular el 7 de octubre de 1841 llevando por lema “Decano de la Prensa Mexicana”.
Tuvo de colaboradores a los intelectuales y pensadores más notables de aquella época; sus temas comprendieron tanto la política como la literatura y la ciencia. En sus páginas se escribió la historia de ese periodo. Su último número está fechado el 15 de octubre de 1896.
Al principio, sólo tenía en la primera plana su título con un diseño de gran sobriedad y poco más tarde, el arte de Cumplido afloró en la publicación, siendo entonces cuando utilizó un grabado donde se aprecian nuestros volcanes, detrás de los cuales nace el sol con radiantes rayos y una cartelera con el epígrafe Bellas Artes, Progreso, Unión, Comercio, Industria (Felipe Solís/México Desconocido.com).
Otros directores del Siglo XIX fueron José María Vigil, notable historiador y bibliógrafo que fue también en su tiempo director de la Biblioteca Nacional; Francisco Zarco, gran literato, José María del Castillo Velasco y Luis Pamba.
Publicó 17,638 números y dejó de salir el 15 de octubre de 1896. En su primera época fue vespertino.
Zarco, nativo de Durango, trascendió por ser su director de 1855 hasta su muerte, en 1869, dominando todos los géneros periodísticos: el editorial, gacetilla, la crónica, el comentario, etc. Hizo una magnífica crónica del Congreso Constituyente y fue secretario de Relaciones Exteriores.
Defendió la libertad de expresión, derechos populares y la causa republicana. Se considera el apóstol de la Libertad de Prensa en México (1861). Fue víctima de la persecución, cárcel y destierro. Al morir, a sus 40 años de edad el 29 de diciembre de 1869, se le declaró Benemérito de la Patria.
En las páginas de este periódico destacan los nombres de Luis de la Rosa, Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio Ramírez, Juan Bautista Morales, José T. Cuellar y muchos otros miembros destacados del partido liberal.
Ignacio Cumplido nació en 1811 en la ciudad de Guadalajara, entonces Reino de la Nueva Galicia ya entrado los finales de la época virreinal y cuando apenas un año antes, don Miguel Hidalgo y Costilla había iniciado la revolución de independencia de México.
En 1829 se convirtió en el director de la imprenta que editaba El Correo de la Federación, vocero principal de uno de los grupos liberales de gran actividad en aquella época.
Luego tuvo a su cargo la impresión de otro periódico, El Fénix de la Libertad, donde escribieron los más notables personajes que postulaban ideas democráticas, distinguiéndose en esta publicación por su entrega al trabajo, característica que le distinguiría a lo largo de toda su trayectoria.
Siempre se distinguió por su postura liberal y ser defensor de las causas de los humildes y de los desvalidos. Sus biógrafos destacan su generosa actitud al ceder sus dietas económicas como diputado y senador a favor de los establecimientos de beneficencia.
Con su sentido filantrópico, de su peculio fundó en su propia casa un colegio de impresores para jóvenes huérfanos, carentes de fortuna, y se dice, en ese hogar él los trataba como si fueran miembros de su familia. Ahí, bajo su dirección, aprendían el antiguo arte de la publicación y la tipografía.
Otra de las facetas notables fue su patriótica participación en la defensa en la infausta guerra que en 1847 desató EU contra México, ofreciéndose voluntariamente al jefe del batallón de la Guardia Nacional, hecho que le ganó el grado de capitán. En este cargo se desempeñó con la puntualidad y eficacia que le distinguieron en todas sus labores.
Fue un liberal de amplias ideas y en El siglo XIX tuvo como colaboradores a los prohombres del Partido Liberal y a algunos conservadores que generalmente firmaban sus artículos.
En este periódico se hicieron célebres los pseudónimos de Juan Bautista Morales como “El Gallo Pitagórico”; el de Guillermo Prieto (“Fidel”) y el de Ignacio Ramírez “Nigromante”.
Por su parte, El Monitor Republicano apareció el 22 de diciembre de 1844 y circuló hasta 1896 (46 años), presentando cuatro planas a cinco columnas y entre otras cosas publicaba noticias del interior de México y del extranjero, vía telégrafo o cable.
Su fundador, Vicente García Torres, nació en Real del Monte (Mineral del Monte), Hidalgo, y dirigió el periódico con un enfoque innovador del periodismo mexicano ya que trababa contenidos de política, literatura, comercio, sociología e incluso ofrecía espacios publicitarios.
También sus páginas fueron campo de mil batallas ideológicas y debido a ello sus redactores/articulistas sufrieron con frecuencia cárcel y persecuciones a causa de las ideas que profesaban o los ataques que con frecuencia dirigían al gobierno.
Quizá en el lema que adoptó el periódico desde su fundación encontremos la esencia misma de lo que fue su línea política y periodística: “Defended las leyes canceladas por el general Santa Anna y la integridad del territorio nacional”.
El Monitor Republicano presentaba una amplia variedad de contenidos periodísticos e información sobre la industria, el comercio, la literatura, las diversiones de moda, etc., y se caracterizó por ser uno de los primeros en salir en la defensa de los derechos de los obreros y campesinos.
Ahí escribieron José María Iglesias, Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, José María Lafragua, Manuel Payno, Guillermo Prieto, José María Vigil, Ignacio Ramírez, Manuel de Zamacona, entre otros ilustres liberales.
Por supuesto que El Monitor Republicano sufrió múltiples suspensiones, al igual que El Siglo XIX, una de las cuales aconteció en 1862 en plena Intervención de los franceses en México.
Vicente García Torres (1811-1894), editó su primer periódico, “El Monitor Constitucional” (21 de diciembre de 1844, colaborando efectivamente con el Partido Liberal); el “Semanario de las Señoritas Mexicanas” y el libro “Nuevo Bernal Díaz del Castillo”.
Fue un eterno inconforme con la época que le tocó vivir; atacó no sólo a gobernadores y a miembros de los partidos conservadores, sino también criticó al Republicano, al que pertenecía.
Por sus ideas liberales, fue desterrado (a Monterrey) por el presidente Mariano Paredes y Arrillaga.
Al regresar a México durante la Invasión Norteamericana, organizó el Batallón Independencia y combatió en Padierna, Churubusco y Molino del Rey.
“En 1853 al Gral. Santa Anna, su Alteza Serenísima, el de la pata de palo, ordenó destruir los talleres del "Monitor" y encarcelar a Santiago Tlatelolco, al editor.
En 1856 formó el grupo "Defensores de la Libertad", para combatir a los rebeldes clericales.
En 1857 y en 1858 vuelve a la cárcel y al destierro. Con motivo de la invasión francesa, García Torres se pronuncia en contra de los imperialistas, combatiendo en todas formas a Maximiliano, quien lo llamó para pedirle que siguiera editando su "Monitor", pero que lo hiciera "Imperialista", a lo que rotundamente se negó, asegurándole que seguiría apareciendo pero "Republicano", al servicio de México y con Juárez a la cabeza.
Murió en la Ciudad de México el 1° de Enero de 1894 a la edad de 83 años; sus restos descansan en la Rotunda del Panteón de San Fernando, muy cerca de donde reposan los del Benemérito de las Américas. Dos años después muere también su querido "Monitor", el 4 de Enero de 1897, dejando para México la publicación de obras capitales y una cumbre del periodismo no superada en la centuria del siglo XIX. En la Plaza Juárez, una placa perpetúa su memoria.
Tribunas de alta categoría
A estos dos grandes periódicos mexicanos y a sus redactores/colaboradores, les tocó enfrentar problemas tales como la Guerra del 47 con Estados Unidos, la Intervención de Luis Napoleón III; todo el proceso que constituyó el movimiento de la Reforma en México y los primeros años de la dictadura de Porfirio Díaz.
Es necesario poner en relieve que tanto los editores como los redactores del Siglo XIX y El Monitor Republicano, no sólo exponían muy a menudo sus vidas, sino también la de sus familiares.
La brillante generación de los hombres que forjaron la Reforma tuvo en estos dos periódicos una tribuna de primera categoría.
Papel de la prensa en las invasiones de Francia y EU.
Como ya se dijo, El Ateneo Mexicano, El Siglo XIX y El Monitor Republicano, fueron un vehículo formidable para difundir las ideas liberales de Francisco Zarco, Guillermo Prieto y Andrés Quintana Roo, entre otros intelectuales de la época.
También la prensa mexicana jugó un papel relevante durante la invasión francesa (1862-1867), con una respuesta drástica y violenta del gobierno imperial a los periodistas opositores.
Republicanos identificados con la causa de Benito Juárez como Francisco Zarco redactaron en La Independencia Mexicana; Guillermo Prieto en Monterrey con El Cura de Tamajón y El Monarca en San Luis Potosí, e Ignacio Ramírez que publicó La Opinión en Sinaloa y La Insurrección en Sonora.
Estos ilustres periodistas liberales tenían que ocultarse y verse obligados a emigrar constantemente al ser perseguidos por el imperio.
Los combatían personajes afines al gobierno monárquico de Maximiliano en las publicaciones El Boletín de Orizaba, El Verdadero Eco de Europa, La Opinión, La Reacción y El Veracruzano, además de La Prensa y El Pájaro Verde.
En esa época el ataque, el insulto, descalificación y la denostación por uno y otro bando, fueron la columna vertebral del contenido periodístico.
El 13 de mayo de 1846 Estados Unidos declaró la guerra a México y sus ejércitos avanzaban por el norte del país.
Los federalistas comenzaban a pedir a gritos la vuelta de Santa Anna. Gómez Farías, Manuel Crescencio Rejón y José María Lafragua, derrocaron al presidente Mariano Paredes Arrillaga.
En su lugar pusieron a Mariano Salas quien convocó a un Congreso Constituyente que restableció la Constitución Federal de 1824.
Ese año aparecieron El Republicano de don Ignacio Cumplido, ex director de El Siglo XIX, así como en Puebla, Republicano, Trinchera Poblana y La Verdad.
Para el 14 de septiembre hicieron su entrada a México el general Santa Anna (¡otra vez!) y Valentín Gómez Farías como presidente y vicepresidente, respectivamente.
En tanto, las tropas de EU avanzaban: llegaban las noticias de la Batalla de La Angostura, la caída de Veracruz y la derrota de Cerro Gordo, cerca de Xalapa.
La prensa acusó a Santa Anna de falta de sentido común y hasta traición, y al mismo tiempo demandaba un levantamiento público contra las fuerzas estadounidenses en aquellos lugares que habían sido ocupados.
Pero en mayo de 1847, cuando se informó la llegada de Nicholas P. Trist como comisionado de paz, el periódico El Razonador comenzó una campaña que favorecía las negociaciones con EU, un punto de vista fuertemente impugnado por otros periódicos.
Algunos escritores estadounidenses también editaban periódicos en lugares que estaban bajo el control de Estados Unidos. Entre ellos, estaban The American Eagle, The American Star y The North American.
Vale la pena advertir que The American Star, se convirtió en el primer órgano periodístico de EU publicado en inglés en nuestro país.
El objetivo de esos medios informativos era convencer a los mexicanos de la necesidad de aceptar los términos estadounidenses para la paz. The North American incluso realizó una campaña propagandística en favor de la anexión de todo México por parte de Estados Unidos.
Con el acercamiento del ejército del general Winfield Scott a la Ciudad de México, el ejército mexicano cerró todos los periódicos en julio de 1847 con la única excepción de El Diario del Gobierno (el boletín oficial).
No obstante, después de la caída de la Ciudad de México, la prensa liberal reanudó sus actividades en septiembre de 1847, principalmente a través de El Monitor Republicano y El Eco del Comercio, que se concentraban en refutar la prensa estadounidense en México y hacían campaña a favor de las negociaciones de paz.
Es importante recordar que la invasión de EU a México tuvo sustento en sus afanes expansionistas/presidente James K. Polo, firmándose con su triunfo el Tratado de Guadalupe Hidalgo con México –2 de febrero de 1848– perdiendo gran parte de su territorio (51%, incluyendo, claro, los paisanos que ahí vivían en ese periodo).
En tan trágica fecha perdimos California, Nuevo México, Arizona, Utah, Nevada, Wyoming, y parte de Colorado. Además, México renuncia a Texas, y la frontera internacional se establece en el Río Grande.
Por su parte, el gobierno norteamericano se comprometió a pagar las reclamaciones de sus ciudadanos contra México, a no exigir compensaciones por los gastos de guerra y a pagar 15 millones de pesos por los territorios cedidos.
Año pródigo en periódicos
Ese año aparecieron El Republicano de don Ignacio Cumplido, ex director de El Siglo XIX, así como en Puebla, Republicano, Trinchera Poblana y La Verdad.
En realidad, 1847 fue pródigo en la creación de periódicos, sobre todo en la provincia mexicana:
Don Bulle Bulle y la Revista Yucateca, El Extraordinario y El Nacional, en Puebla; Los Papachos, en Toluca; El Boletín de Veracruz, El Boletín de la Democracia, El Sol de Anáhuac y Las Bicicletas, del puerto jarocho.
También surgieron La Patria, de filiación católica; El Observador Católico, La Voz de la Religión y El Universal, que se publicó hasta 1855.
La prensa en México tras la Invasión de EU.
Luego de la terrible guerra e invasión de EU a México entre 1846-47 y que culminó el 48 con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, en la capital del país reaparecieron los periódicos que vieron interrumpidas sus actividad ante la presencia de las tropas estadounidenses.
En la obra “El Periodismo en México: 500 años de Historia”, de María del Carmen Ruiz Castañeda y Luis Reed Torres, encontramos que lo interesante de sus contenidos fue el hecho de que presentaron un programa completo de reformas, incluidas las del ejército, el clero y la burocracia, así como el reajuste del sistema hacendario y la depuración de la administración de la justicia.
Entre aquellos periódicos fiiguró El Eco del Comercio, portavoz de los intereses mercantiles y fundado en enero de 1948 por Manuel Payno y en el interior del país destacó El Comercio de Tampico.
La vieja guardia de liberales diezmada por luchas intestinas y en general los mexicanos esperaban una nueva etapa y de “mejores vientos” para el México dramáticamente afectada por la pérdida del 51% del territorio nacional, la difícil situación hacendaria y el triste papel de sus gobernantes.
Para 1850, propuestos –curiosamente– por periódicos de la Ciudad de México y los estados, de 16 candidatos, ¡imagínese la cifra!, salió electo presidente de México Mariano Arista, miembro del partido moderado.
A Mariano Arista lo postularon en la Ciudad de México El Monitor Republicano, El Guardia Nacional, El Monte-Cristo y El Clamor Público; en Guadalajara, La Voz de la alianza; en Matamoros, La Bandera de México; en Veracruz, el Arco Iris, entre otros de diversas ciudades.
En ese proceso, El Demócrata, fundado en la ciudad de México en marzo de 1850 por Francisco Zarco, presenta los nuevos puntos de vista liberales y promueve la candidatura a la presidencia de un civil, Luis de la Rosa, y encabeza la protesta contra la nominación militar, lo que le valió su arresto –igual que a Antonio Pérez Gallardo– y por lo tanto el periódico desapareció el 8 de agosto.
Zarco también fundó Las Cosquillas, de sátira política y a pesar ser miembro del Congreso, también fue perseguido por decir que Arista preparaba un golpe de estado.
El 22 de septiembre de 1852 culminan los manejos para restringir la libertad de prensa y en enero del 53 Arista dejó la presidencia y de nuevo aparece en escena Antonio López de Santa Anna, obvio del Partido Conservador.
Hubo libertad de expresión, pero…
Lo que llama la atención de este periodo fue que los periódicos disfrutaron por un breve tiempo una absoluta libertad de expresión, multiplicándose así el número de órganos informativos de los más variados matices.
Sin embargo, el 25 de abril de 1853 una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue la expedición de la Ley Lares sobre la libertad de prensa, una de las más opresivas que había conocido México.
Por fortuna, a la caída de Santa Anna al triunfo de la Revolución de Ayutla, la prensa recobra su libertad.
En este periodo asume la presidencia el general Juan Alvarez, quien luego sería sustituido por Ignacio Comonfort.
En esta etapa de la historia del país los periódicos continúan siendo instrumentos de propaganda de tendencias o grupos políticos, aunque hay los que informan de manera independiente al gobierno y las facciones.
En esta escena de nueva cuenta circulan con fuera El Siglo XIX, El Monitor Republicano, El Heraldo, La Pata de Cabra, Los Padres de Agua Fría, El Pensamiento Liberal, entre otros, la mayoría de corte liberal.
En la provincia, aparecen La Revolución, de José María Virgil, Las Garantías Sociales (Mérida), de Barbachano, El Constitucional (Guanajuato), de Marcial Moreno, entre otros.
El 28 de septiembre de 1856, ante el desbordamiento de la prensa, dictó una ley provisional de imprenta, medida solicitada por los periodistas, y que era restrictiva, prohibiendo atacar a la religión católica y la forma de gobierno, además de obligar a que se firmara todo escrito público.
El respeto de Juárez a la prensa
Benito Juárez se distinguió por su respeto a la libertad de prensa.
Por ello, no extraña que en 1857 a través de un Congreso Constituyente consagrara el derecho de expresarse libremente, estableciendo la libertad de imprenta.
El Benemérito de Guelatao nunca cerró periódico alguno; menos censuró, persiguió, reprimió o encarceló a periodistas.
Como buen liberal, veía en la imprenta un medio de propaganda política eficaz.
Durante su período presidencial (1858-1872) mejoraron las condiciones de libertad de expresión ya especificadas en la Constitución Política.
A su arribo a la presidencia se da por primera vez un largo periodo de libertad de imprenta y proliferan los periódicos, incluso, muchos de ellos con caricaturas.
Un claro ejemplo fue La Orquesta, parte de una prensa liberal que mantiene su independencia ante Juárez desde un principio.
Respalda casi todas sus medidas políticas (el combate al clero, el Estado laico, el matrimonio civil, etcétera) pero está en contra de casi todas sus medidas económicas, como el deslinde de las tierras comunales indígenas.
Algunos autores coinciden en que se llegó a abusar de esta prerrogativa, por lo que abundaron publicaciones que en lugar de informar con veracidad, se centraron en la confrontación de puntos de vista entre liberales y conservadores en un lenguaje muy arrebatado.
El 31 de mayo de 1863, ante el avance de los invasores franceses, Juárez salió de la ciudad de México hacia San Luis Potosí, en tanto que otros republicanos se marcharon en distintas direcciones.
De hecho, la Intervención francesa puso a prueba a la naciente prensa liberal.
Desde la llegada de la escuadra tripartita a Veracruz, los periódicos liberales llaman al pueblo a alinearse en torno a Juárez y hace una guerra propagandística de gran nivel en contra del invasor.
Sin embargo, los franceses entran a la capital en junio de 1863, desconocen al gobierno de Juárez, pero respetan las Leyes de Reforma.
Los invasores nombran una junta de gobierno de 35 miembros notables y un ejecutivo que regiría a la nación de manera provisional, decidiéndose por una forma de gobierno monárquica de tendencia moderada, hereditaria y con un emperador que tendría que ser un príncipe católico.
La corona se ofreció al archiduque de Austria, Fernando Maximiliano de Habsburgo, quien aceptó el cargo de común acuerdo con su esposa Carlota Amalia de Bélgica.
Es del conocimiento público que los monárquicos mexicanos, les hicieron creer que el pueblo los esperaba con los brazos abiertos.
En abril de 1864, Maximiliano acepta la corona de México. Se embarca y llega a Veracruz en mayo y el 12 de junio entra a la Ciudad de México.
Curiosamente, el gobierno de Maximiliano respeta las Leyes de Reforma; él mismo era un hombre liberal, lo cual le causó los primero problemas con los sectores que le habían ofrecido la corona: los conservadores, los monárquicos y el clero.
Su gabinete lo integró con liberales moderados.
Pero el Imperio tiene grandes contradicciones: mientras Maximiliano quiere que circule la prensa, el ejército francés ejerce la censura y fusila al que ofende al nuevo poder.
El emperador Maximiliano resulta ser un liberal que busca un gobierno europeo moderno y permite una prensa libre, así como la circulación de periódicos nacionales que resisten al invasor francés.
Los grandes periódicos serios como el Monitor Republicano, de García Torres, y el Siglo XIX, de Francisco Zarco, El Telégrafo, El Instructor, cierran durante ese periodo.
Ignacio Cumplido, editor del Siglo XIX, decidió cerrar su periódico, lo que explicó a sus lectores: “Las circunstancias nos quitan la pluma de la mano y nos hacen renunciar al propósito que teníamos de mantener hasta el ultimo momento de esta capital un periódico defensor de la independencia, de la libertad y del progreso de la República”.
Su alteza serenísima tuvo a bien dictar una ley de imprenta que imponía penas a los escritores por cualquier falta y exigía depósitos cuantiosos en dinero a los editores de periódicos.
Quien también destacó en el ámbito periodístico de mediados del siglo XIX fue el ilustre Ignacio Ramírez “El Nigromante”.
Su rectitud vinculada a su modestia no lo dejó que asumiera el papel de caudillo para deslumbrar a las multitudes, sino que permaneció siempre en una atalaya desde la que dominó todo, como un general en un campo de batalla.
Su obra está en pie, sus resoluciones no han sido abatidas por doctrinas contrarias ni por hechos contrarios a su doctrina. Porque en verdad era una conciencia libre, un hombre de buena fe, una voluntad indomable siempre al servicio de la humanidad, un paladín de la verdad y de la justicia que obraba siempre con rectitud, cayera quien cayera. Tenía el temple de don Benito Juárez, Melchor Ocampo y de don Santos Degollado.
Como escritor fue el mejor prosista y más alto poeta de su tiempo. Cada época tiene su escritor representativo, y Ramírez es quien representa a las letras en la época de la Reforma al triunfo de la República. Nadie más alto que él, pues Altamirano, ya célebre, se complacía en llamarle su maestro.
Prensa / literatura y Altamirano
De acuerdo a nuestra metodología seguida en esta serie hagamos un alto en el camino para resumir con una retrospectiva lo acontecido a mediados del siglo 19 en torno a la prensa de México:
No sólo el periodismo de los liberales influyeron en la sociedad mexicana durante la época de la Reforma; también hubo periódicos conservadores y de oposición que jugaron un papel relevante, como La Voz de México y El Pájaro Verde.
Sin embargo, debemos reiterar la notable contribución con sus ideas/pensamientos y acciones de miembros del grupo liberal de políticos/intelectuales/escritores/periodistas más importante de la época:
Los más notables, Ignacio Ramírez, “El Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco, Ponciano Arriaga, Santos Degollado, Valentín Gómez Farías, José María Mata, Melchor Ocampo, todos fieles seguidores de Benito Juárez.
De ellos, debo detenerme con Altamirano, considerado el padre de la cultura y la literatura mexicana y una figura/personaje incansable en la defensa de los valores indigenistas y su decidida apuesta por las ideas de progreso y la educación.
Representa sin duda el escritor más destacado de su época; trasciende como periodista, maestro y político, pero su obra literaria retrata la sociedad mexicana de su tiempo y, entre sus libros más importantes destacan “Navidad en las Montañas”, “Julia”, “Clemencia” y “El Zarco”.
Las tres primeras se consideran fundamentales para la narrativa mexicana ya que puso de relieve los males que aquejaban al país: el militarismo, la deficiente enseñanza y las desigualdades sociales.
“El Zarco”, la más importante de todas, es rica en matices expresivos, giros idiomáticos y descripciones del paisaje. Es una novela que narra las aventuras de un bandido de ojos azules, líder de la banda “Los Plateados”.
De Ignacio Manuel Altamirano, “El Maestro”, se dice fue el apóstol de la cultura como Juárez de la libertad mexicana.
Se integró a la Revolución de Ayutla en 1854 y más tarde también participa en la Guerra de Reforma y la intervención francesa.
En 1869 funda la revista Renacimiento, órgano cultural de resonancias imperecederas, en la que colaboran escritores de todas las tendencias literarias, cuyo objetivo era hacer resurgir las letras mexicanas.
Un paréntesis para señalar que fueron las Leyes de Reforma las que propiciaron la modificación del uso de la imprenta, principalmente como consecuencia de la separación entre la Iglesia y Estado que posibilitó la rápida secularización y desarrollo cultural.
Sin embargo es imposible dejar a un lado ese negro capítulo para el periodismo mexicano a partir de que el 23 de abril de 1853 se expidió la Ley de Lares –cuya autoría fue de Lucas Alamán- sobre libertad de prensa, calificada la más opresiva que había conocido el país.
Fue tan restrictiva, que entre otras cosas, estableció una censura previa ya que antes de publicar cualquier impreso, se debía otorgar un ejemplar al gobernador y otro a los promotores fiscales. Esta ley es considerada como la más restrictiva de la libertad de imprenta del siglo XIX.
Pedro Echeverría V., en Voces del Periodista, señala que Alamán, el ideólogo de la ultraderecha en el Siglo XIX, desató implacable persecución contra el gremio periodístico y la libertad de expresión, mediante el decreto de mayo de 1830 que le facultó para aplicar a su arbitrio multas y penas corporales a los presuntos infractores, a quienes invariablemente se les daba el calificativo de “libelistas”.
Treinta y tres años después, durante el último periodo del dictador Antonio López de Santa Anna, a lo largo del cual se le vendió el territorio de La Mesilla a los Estados Unidos, arremetió nuevamente contra el gremio periodístico, con en base en la ley de 1853.
Fue, esa legislación, la más opresiva hasta entonces en México. En provincia únicamente sobrevivieron los periódicos oficiales y, en la capital, las publicaciones se redujeron a informar sobre cuestiones mercantiles, sociales y efemérides, con prohibición absoluta de ocuparse de temas políticos, bajo sanción de cierre si violaban las disposiciones emitidas por ese ordenamiento, cuya autoría se acreditó a Alamán, precisamente.
Pedro Echeverría establece que a través de la historia de México se ha demostrado, con hechos, que Alamán está en los primeros lugares como represor del ejercicio periodístico en el conflictivo siglo XIX, no obstante que la libertad de pensamiento era muy necesaria, porque las ideas se debatían en busca del rumbo adecuado para el país.
Por fortuna, el 28 de diciembre de 1855, se dio la Ley Lafragua que concedía de nueva cuenta la libertad de imprenta, suprimida por la Ley Lares que emitió el gobierno santannista.
Vendría enseguida el periodo que ya abordamos sobre el papel de la prensa al triunfo de la Revolución de Ayutla, la caída de Santa Anna que permitió recobrara su libertad de expresión y la aparición de una diversidad de publicaciones periodísticas, además de lo acontecido con el periodismo en la Intervención francesa que formó el II Imperio en México.
María del Carmen Ruiz Castañeda señala en su obra ya citada en capítulos anteriores que para 1868 volvió a despertarse en México la inquietud política, observándose un importante renacimiento literario íntimamente relacionado con el desarrollo de la prensa.
“Se establecían periódicos, se formaban sociedades literarias y se celebraban sesiones en las que se leían poesías, artículos en prosa y discursos, ante un público entusiasta”.
Fue así como en ese nuevo contexto nacieron Revista Universal, El Recopilador, Ilustración Espírita, La Gaceta de Policía redactada por Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, e Ignacio Manuel Altamirano; La Guirnalda, El Semanario y La Vida en México.
En Veracruz aparecieron ese mismo año El Observador y El Pensamiento de Veracruz de Justo Sierra y Manuel Díaz Mirón; En Guadalajara surgieron La Chispa, El Solimán, El Entretacto, La Carcoma, La Civilización y la Idea Progresista, entre otros periódicos también de importancia tanto en Jalisco como en Puebla y otras entidades del país.
De todos ellos, la revista El Renacimiento fundada en 1869 por Altamirano y Manuel Peredo, afloraba la gran sensibilidad literaria, convirtiéndose en, según don Carlos González Peña, en “no sólo un vehículo de la actividad literaria que resurge, sino también un índice espiritual de la época”.
Fue el 18 de julio de 1872 cuando el mundo lamentó el fallecimiento del Benemérito don Benito Juárez.
Por ministerio de ley, se elevó a la presidencia a Sebastián Lerdo de Tejada, quien presidía la suprema Corte de Justicia.
En esos días circulaban en México los periódicos La Bandera de Juárez, El Defensor Católico, opositor al régimen, La Democracia, El Espanto, La Sombra de Guerrero, El Voto del Pueblo, entre otros no menos importantes.
El 6 de febrero de 1874 aparece por vez primera El Ahuizote, también de oposición a Lerdo de Tejada y que tendrá de vida tan sólo dos años. Fue un semanario donde redactaron los generales Vicente Riva Palacio y Juan N. Mirafuentes, así como el licenciado Luis G. de la Sierra.
Ya estaba cerca la rebelión del general Porfirio Díaz contra Lerdo de Tejada a través de su Plan de Tuxtepec (10 de enero de 1876), curiosamente enarbolando la “No Reelección”.
El triunfo del Plan de Tuxtepec, llevó a la presidencia interina a don José María Iglesias y más tarde, como candidato único Díaz asume la presidencia el 5 de mayo de 1877. Su política se encaminó a la centralización del poder económico, político y militar.
El escritor e historiador Adolfo Hernández Muñoz, cita en su obra “Apuntes sobre el periodismo heroico en México” que en esta época don Anselmo de la Portilla jugó un papel relevante en la historia del periodismo y la literatura mexicana:
Fue un español quien había fundado en 1867 el periódico La Iberia en 1867, cuyo formato en folletín se publicó “su celebradísima” biblioteca histórica, en la que aparecieron obras antiguas, inéditas o muy raras, de capital importancia para la historia nacional.
De la Portilla cultivó la poesía, la novela, la historia y la crítica literaria. Fue intelectual distinguido que trabajó con denuedo por el acercamiento entre México y España.
Así se logró la Academia Mexicana de la Lengua, que surge en 1875. Este acontecimiento marca la importancia del idioma como puente de unión entre dos realidades: España, por un lado, y 16 naciones americanas, por el otro.
Apoyo al periodismo, pero…
La década de los años 1880 fue prolijo para la prensa, la que cobra inusitado auge, rodeado de mucha polémica y con un periodismo de oposición y combativo, gozando de la “buena voluntad” del general Díaz en su primer periodo de gobierno.
Sin embargo, esto iba a cambiar, especialmente por el papel ideológico liberal de oposición, lejos del acartonado papel burocrático del periodismo conservador y financiado por el régimen porfirista, primero de Díaz, luego de Manuel González… y de nuevo Díaz.
En 1880 aparecen La Reforma (1880), fundado por Filomeno Mata como prensa liberal sin “divorciarse” del gobierno; El Nacional, de Gonzalo A. Estava; La Voz de México (desde 1870); El Tiempo, la Prensa (1883) de José María Viril.
En 1892, en El Diario del Hogar, un periodista valiente que ha conocido muchas veces la cárcel -más de 30- Filomeno Mata, dirige su Carta abierta sin contestación al Presidente de la República, señalando la injusticia del encarcelamiento de Daniel Cabrera, director de El hijo del Ahuizote en tanto que persistía la tolerancia para la actividad periodística conservadora.
En 1895 Amado Nervo, el inmortal poeta nayarita, fundó con Jesús E. Valenzuela la Revista Moderna que seguía los pasos de la anterior El Renacimiento; años antes, con Carlos Díaz Dufoo el gran escritor y periodista Manuel Gutiérrez Nájera -El Duque Job- funda Revista Azul que completa una tercia felicísima en las revistas nacionales.
Es Gutiérrez Nájera brillantísimo escritor, periodista y poeta. Por esos años descollaban también el poeta genial y tormentoso Salvador Díaz Mirón, el “reformador de la lírica” José Juan Tablada y “el último poeta del movimiento modernista” Enrique González Martínez. También López Velarde aportaba su genio a la poesía nacional.
El Monitor Republicano tuvo a un distinguido colaborador en Justo Sierra en sus célebres Conversaciones del Domingo. Además son recordados sus Cuentos románticos.
En el periodismo destacó, también, el “poeta del hogar” Juan de Dios Peza, de extensa bibliografía a finales del siglo pasado.
En 1896 El Monitor Republicano, bravo paladín de tantos sucesos que tienen como constante la libertad, deja de aparecer en pleno dominio porfirista.
Vicente García Torres, su director, decía en su nota final: “La mordaza impuesta a la prensa agota mis esfuerzos, me asfixia. No existiendo el Partido Liberal, son unos cuantos hombres los que conservan su fe política”.
Por esos años, desparece también El Siglo XIX acaudillado, a la sazón, por el polémico Francisco Bulnes.
Cabe advertir que Porfirio Díaz favoreció con subsidios a El Imparcial, que apareció en 1896, cuando fenecieron El Siglo XIX y el Monitor Republicano.
Órganos gobiernistas fueron El Universal, El Globo y el Combate.
El viejo conservadurismo, cada vez más identificado con los intereses de la dictadura, siguió representado por La Voz de México y el Nacional, que sobrevivieron hasta 1900 y 1909, respectivamente. Sucedió lo mismo con El Tiempo, que en 1899 empezó a usar linotipos y, sobre todo, El País fundado en 1898.
A finales del siglo XIX el gobierno intervino intensamente en la orientación y crecimiento de la industria editorial, por medio de una política de subsidios para el fomento de aquellas publicaciones consideradas benéficas a los intereses gubernamentales.
Estos subsidios no sólo estuvieron encaminados a industrializar la prensa y controlar el contenido de los periódicos, también se dirigió al campo de las publicaciones científicas y humanistas.
La industrialización de la imprenta por medio del subsidio gubernamental creó una industria editorial deformada desde el punto de vista económico y productivo, ya que las instalaciones eran demasiado costosas para el mercado nacional.
Por este motivo el libre uso de la imprenta quedó reducido a las posibilidades de los talleres artesanales que vivían de la literatura popular.
La prensa represiva de Porfirio Díaz
La prensa que había gozado de libertad y privilegios en el primer periodo del régimen porfirista, de pronto fue repudiada y se hizo acreedora de sanciones, confiscaciones, teniendo fuertes represiones y persecuciones.
Porfirio Díaz se encargó de organizar toda una cruzada en contra de la prensa libre; no soportó los constantes ataques que comenzaba a recibir su gobierno opresor que impulsaba más las cuestiones administrativas que el desarrollo social del país.
Al ex general victorioso le acompañaba en su régimen aquella frase de “menos política y más administración”.
Luego, ante el advenimiento de su caída, implantó otra fúnebre: “Mátalos en caliente” (opositores fusilados en la ciudad y puerto de Veracruz).
Su gobierno era ya acosado por la palabra y la pluma y Díaz tenía que invertir su tiempo en defenderse, descuidado así su administración.
Estas condiciones, aunadas a la propagación de las ideas sociales por el cambio y su salida del gobierno, sentaron las bases para qué sería la prensa revolucionaria.
La escritora Olivia Toledo en Nuevas tecnologías y blog, señala que en 1885 se inició la deserción de los liberales tuxtepecanos que habían apoyado la causa porfirista, para entonces sumarse a las filas de la oposición.
En este año aparece El Hijo del Ahuizote, fundado por Daniel Cabrera, semanario con caricaturas que expresaba su amargura por haber apoyado las revueltas militaristas de Porfirio Díaz.
El Correo del Lunes, de Adolfo Carrillo, fue un periódico destinado a mal hablar del gobierno siendo que esto provocó el destierro del editor de esta publicación.
El gobierno fortaleció sus filas con la aparición de El Partido Liberal, fundado en febrero de 1885 por José Vicente Villada.
La capital mexicana vio nacer así Revista Universal, El Recopilador, Ilustración Espírita, La Gaceta Política -que sólo vivió un año-; La Sociedad Católica, del eminente conservador don Ignacio Aguilar y Marocho, El Correo de México –redactado por los liberales Guillermo Prieto–; La Guirnalda de don Santiago Sierra, El Seminario y La Vida en México.
En julio de 1888, Rafael Reyes Spíndola fundó El Universal.
El Imparcial llegó el 13 de septiembre de 1896 e impresionó por su tiraje de 50 mil ejemplares al igual que por su costo de sólo un centavo que en aquel entonces representaba la cuarta parte de lo que se pagaba por cualquier otro periódico. Más de la mitad de sus páginas se llenaban de elogias para el presidente Díaz, así como para su esposa, Carmen Romero Rubio.
La caricatura concientizadora
Es importante hacer un paréntesis para detallar la aparición en esta época de la caricatura política en el desarrollo de la prensa mexicana.
Y es que su papel también fue fundamental por su contenido e intención mordaz e irónica sobre la organización política y la vida social del país.
Así como la prensa clandestina comenzó a penetrar en las industrias mineras, el campo, casas de obreros, etc., llevando fuertes dosis de contenidos ideológicos contra la dictadura, la caricatura política tuvo fácil alojo en volantes, semanarios políticos, periódicos, de fácil acceso a la población.
Este género aparecía como dibujo, litografía, grabado y pintura, con una índole deliberadamente pintoresca para retratar de manera libre el prototipo de la sociedad mexicana y la cultura imperante en esos días.
Sin embargo, su orientación ideológica iba a ser su principal característica.
Entre los principales caricaturistas antiporfiristas destacaron José Guadalupe Posada, Daniel Cabrera, José Clemente Orozco, con trabajos feroces en el periódico Vanguardia; Jesús Martínez Carrión, entre otros.
De Posada, diremos: Realizó ilustraciones y caricatura política en imprentas y algunos periódicos, como el “Argos”, “La Patria”, “El Ahuizote” y “El hijo del Ahuizote” editado por Ricardo Flores Magón, todos de oposición al gobierno del presidente Porfirio Díaz.
Desde el estallido de la Revolución de 1910 hasta su muerte en el año de 1913, el maestro Posada trabajó incansablemente en la prensa dirigida a los trabajadores, ésta constituye hoy una crónica de la sociedad y la política de su época.
Los Flores Magón y “Regeneración”
En 1900, Ricardo y Jesús Flores Magón fundaron el periódico “Regeneración” de franca oposición al régimen y que iba a jugar un papel decisivo en los acontecimientos posteriores, especialmente por su contenido ideológico contra la dictadura de Díaz.
“Regeneración”, “El Hijo del Ahuizote” dirigido por Daniel Cabrera, “El Diario del Hogar” fundado por Filomeno Mata, “El Colmillo Público”, editado por Paulino Martínez, fueron las publicaciones utilizadas para denunciar las injusticias del régimen de Díaz despertando en la opinión pública el deseo de una renovación social.
El Partido Liberal Mexicano (PLM) inicialmente fue un partido político que buscó reorganizar a sus simpatizantes que promulgaron la Constitución de 1857. Tuvo como antecedente directo el Congreso Liberal de 1901 y los múltiples Clubes Liberales que se formaron en los siguientes 5 años.
El partido fue fundado en 1906 entre otros, por los hermanos Flores Magón, de los cuales, Enrique y Ricardo radicalizaron su actividad política un poco más adelante.
El grupo que dentro del PLM tuvo mayor influencia fue la llamada Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano donde estuvieron Camilo Arriaga, Anselmo L. Figueroa, Práxedes G. Guerrero, Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón, Librado Rivera, entre otros líderes.
Ese grupo paulatinamente transitó del liberalismo al anarquismo y desde la cual se hicieron los primeros planteamientos teóricos y se planearon las primeras insurrecciones que dieron origen a la Revolución de 1910 contra el régimen dictatorial de Porfirio Díaz.
Los delegados del PLM influyeron y promovieron las huelgas obreras de Cananea y Río Blanco, también planearon sublevaciones coordinadas con las que pretendían extender la revolución a todo el país.
El periódico Regeneración fundado en 1900, también por los Flores Magón, se convirtió en el principal vocero del PLM.
El 30 de agosto de 1900, el Ing. Camilo Arriaga, Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gama y el profesor Librado Rivera, publicaron un manifiesto: “Invitación al Partido Liberal” y así, se inauguró el 5 de febrero de 1901 en San Luis Potosí el Primer Congreso Liberal Mexicano en el Teatro de la Paz, con delegados de varias regiones del país.
En este primer congreso se analizaron las condiciones políticas del país; surgieron grupos de luchadores de ideas socialistas, algunos como los Hermanos Flores Magón, conectados a los intereses de los obreros.
Arriaga y el Partido Liberal.
Camilo Arriaga se decidió convertir al club Liberal “Ponciano Arriaga” donde fungió como dirigente y organizador nacional, quedando al frente de la lucha.
El 24 de Enero de 1902 se efectúo en la casa de Arriaga, una reunión preparatoria del Segundo Congreso de los Clubes Liberales, pero fue disuelta por Heriberto Barrón, subordinado del general Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y adicto al Régimen Porfirista.
Camilo Arriaga fue salvado por su amigo Carlos Uranga, de morir en esta agresión. Los ahí reunidos fueron trasladados a la penitenciaria del estado.
Arriaga fue liberado en 1903, por lo que se trasladó a la Ciudad de México junto con el Club Liberal Ponciano Arriaga.
Luchador incansable participó activamente en el cumplimiento de las leyes y el libre ejercicio de los derechos políticos del pueblo. En 1887 fue diputado del Congreso en San Luis Potosí y diputado federal en 1890.
Durante el Porfiriato defendió las Leyes de Reforma y se opuso enérgicamente a la intervención de la iglesia en las actividades políticas del país.
Fue acusado de sedición y encarcelado en 1902 saliendo libre en 1903. Viajó a Estados Unidos, aceptando la invitación de los Hermanos Flores Magón para colaborar en el periódico "Regeneración". En 1908 regresa a México y es aprendido.
Durante el régimen del presidente Victoriano Huerta se exilió en Estados Unidos de Norteamérica, de donde regresó en 1920.
En los últimos años de su vida se dedicó al periodismo escribiendo en el "Demófilo" y en el "Heraldo de México". Muere en la ciudad de México en 1945.
La prensa, Magón y la revolución
Otros periódicos opositores al régimen de Porfirio Díaz fueron El padre del Ahuizote y el Nieto del Ahuizote (1903), El Colmillo Público (1904), Revolución /1907-1908), editado en los Angeles, California, pero distribuido en la Republica Mexicana.
También circularon Punto Rojo (1909-1910) que publicaba Práxedis G. Guerrero en El Paso Texas; Regeneración que a partir de 1901 apareció en los Ángeles y el circulo profusamente en México hasta el año siguiente y continuo publicándose hasta 1918.
Esos periódicos oposicionistas fueron acompañados por decenas de publicaciones locales en su lucha contra la dictadura porfirista.
Se tuvo el antecedente de que la prensa apoyó desde un principio al gobierno porfirista, y así muchos actos anómalos fueron cubiertos, ésta hizo creer al pueblo que las cosas marchaban excelentemente bien, sin serlo.
Todos los errores de la administración no se sabían porque la prensa las solapaba gracias a las dádivas que recibía.
A todo esto se suman la permeabilidad de las ideas anarquistas de Ricardo Flores Magón, que desde 1892 se sabe de ellas por la participación de éste en unión de sus hermanos Jesús y Enrique en las manifestaciones estudiantiles.
Aunque Ricardo se vio obligado a emigrar a los EU con motivo de las medidas represivas que adoptó el gobierno porfirista, desde esa trinchera siguió con su lucha contra Díaz.
Ricardo Flores Magón fue un político, periodista y dramaturgo que en 1900, junto con su hermano Jesús, fundó el periódico jurídico Regeneración, un medio independiente desde donde criticaba la corrupción del sistema judicial del régimen dictatorial de Porfirio Díaz, causando así su encarcelamiento.
En 1901 asistió al Primer Congreso de Clubes Liberales en la ciudad de San Luis Potosí, en el cual atacó con rudeza el gobierno de Díaz. En consecuencia, el periódico fue suprimido y Ricardo Flores Magón nuevamente encarcelado.
En 1902 toma a su cargo la publicación del periódico de sátira antiporfirista El hijo de El Ahuizote en el que colabora José Guadalupe Posada realizando agudas caricaturas cargadas de certeras críticas contra el régimen de Díaz.
El 5 de febrero de 1903 colocan en el balcón de las oficinas del periódico un gran crespo negro en señal de luto y la frase "La Constitución ha muerto" refiriéndose a la Constitución de 1857, promulgada también un 5 de febrero. Ricardo Flores Magón fue aprehendido una vez más y cuando fue liberado, se exilió en Estados Unidos en 1904.
Exiliado en Estados Unidos vuelve a publicar el periódico Regeneración y en 1905 participa en la constitución de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. El 1º de julio de 1906 preside la fundación del Partido Liberal Mexicano, junto con Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, Librado Rivera, Manuel Sarabia, Rosalío Bustamante y Enrique Flores Magón.
Entre los postulados del nuevo partido había ideas muy revolucionarias para aquella época, tales como la supresión de la reelección, la supresión de la pena de muerte para presos políticos y comunes, la obligatoriedad de la enseñanza elemental hasta los 14 años, el establecimiento de un salario mínimo, la expropiación de latifundios y tierras ociosas, así como la regulación y reducción de las jornadas de trabajo.
A principios de 1908 estando preso se entrevista con el periodista John Kenneth Turner, quien se ve motivado a realizar un viaje a México con el ánimo de constatar la situación social que Flores Magón le describía. Durante este periodo entabla relación con María Talavera Broussé, quien sería en adelante su compañera sentimental.
Francisco I. Madero, quien encabezó el levantamiento antireeleccionista en 1910, lo invitó a adherirse al Plan de San Luis para derrocar a Porfirio Díaz, sin embargo, Ricardo Flores Magón rechazó el ofrecimiento por considerar que la causa encabezada por Madero era una rebelión burguesa carente de propuestas sociales.
Para Flores Magón la revolución política de Madero era insuficiente. Consideraba que ésta debería impulsarse junto con una revolución económica, y que era necesaria la abolición del Estado y la propiedad privada. En los años siguientes tuvo contacto con los revolucionarios Francisco Villa y Emiliano Zapata sin aliarse con ellos.
La entrevista a Creelman y…
El 28 de Febrero de 1908, The Mexican Herald, periódico subsidiado por la dictadura, reprodujo del Pearson´s Magazine la entrevista concedida por Díaz al reportero estadounidense James Creelman, en la que el viejo caudillo sugirió que podía dejar la presidencia, lo que despertó grandes expectativas entre los políticos mexicanos que se consideraban con los derechos o tamaños para ocupar el poder Ejecutivo.
El domingo 29 de mayo de 1910 se realizo una manifestación antirreeleccionista en la ciudad de México, a la cual, según narra Juan Sánchez Azcona, asistió con estandartes el personal de México Nuevo, Diario del Hogar, Anahuac, El Paladín, Evolución, Lealtad, El Constitucional, México Obrero, Reconquista, El Precursor, El Grito del Pueblo, Padre Padilla, La Libertad, El Monitor Democrático, Civismo y Democracia, El Crepuscular, El Ciudadano, Labor, La Sombra de Morelos, El Veterano y el Hojo del Fantasma.
En el curso de esta manifestación se distribuyeron los 50 mil ejemplares del número único de La Prensa Independiente. La marcha terminó con un mitin celebrado frente a la sede de El Progreso latino, periódico de José Ferrel, desde cuyos balcones se dirigieron a la multitud varios oradores.
Después del cambio que significó el derrocamiento de Porfirio Díaz y ante las promesas de Francisco I. Madero de respetar la libertad de prensa, fue ésta, la que se dedicó a atacar a aquel que les había otorgado su respeto y libertad total después de que sobreviviera a un régimen que sólo toleraba y recompensaba a sus favorecedores, pero reprimía a quien pensara distinto.
No supieron los periodistas qué hacer con su nueva libertad, a un grado tal que el mismo José Vasconcelos lo calificó como “abuso de la libertad de prensa”. León de la Barra pidió a los directores de periódicos de la época medir sus críticas para no acrecentar los problemas que vivía México.
Fin del sueño de perpetuidad y la fotografía
En Enlace/Gaceta Interna del Instituto Mora, encontramos que el surgimiento de la violencia revolucionaria en 1910 terminó con el sueño de perpetuidad del gobierno porfiriano.
También los fotógrafos salieron a las calles a registrar los nuevos hechos y acontecimientos, enfrentando retos técnicos y tareas cada vez más complejas.
El panorama típico del régimen y su retórica tradicional, que abarcaba inauguraciones oficiales, fiestas de caridad, actos cívicos y notas de la “alta sociedad” fueron desplazados en forma vertiginosa por nuevos escenarios caracterizados por combates sangrientos, luchas y escaramuzas, así como largas filas de familias cargando sus pertenencias y huyendo a sitios menos inseguros.
En su huida a veces se confundían con grupos de soldados que cruzaban las calles. Nuevos actores sociales, procedentes en su mayoría de los grupos populares, que antes habían aparecido bajo el sesgo de la mirada costumbrista, etnográfica o criminológica, ocuparon el centro de atención de las cámaras con un protagonismo y una vitalidad inédita hasta entonces.
Se trataba de un México mayoritariamente campesino, retratado por fotógrafos con una mirada urbana moderna, fogueada en la prensa comercial y mercantil que se desarrolló en México en el último cuarto del siglo XIX.
Muchas de estas fotografías, alejadas de los ideales pictorialistas, con sus encuadres arriesgados o mostrando alguno de sus planos desenfocados, fueron recuperadas años más tarde desde perspectivas más vanguardistas y releídas como parte del proceso fundador de un fotoperiodismo moderno en México.