EN SU MEMORIA:
HOY, EN SU ANIVERSARIO DE NACIMIENTO, EL 2 DE ABRIL DE 1924, RESCATO ESTA GRATA HISTORIA DE BETO ÁVILA:
CIUDAD DE MÉXICO, México, abr. 1, 2003.- La grandeza de sus hazañas,
reflejadas en estadísticas muy difíciles de superar, se quedan cortas ante el
orgullo de haber llevado una existencia colmada de éxitos, amor y salud.
Pocos deportistas pueden darse el orgullo de haber gozado una vida
plena y ser al mismo tiempo una leyenda en su especialidad.
El que sí lo expresa a los cuatro vientos es don Roberto Ávila
González, el primer gran ídolo mexicano en el mejor beisbol del mundo y,
sinceramente, se lo merece más aún en el día de su cumpleaños 79, una fecha que
debe destacarse porque se trata de una de las figuras más destacadas del
deporte mexicano en toda su historia.
Desde su hogar en el puerto de Veracruz, Beto Ávila accedió a platicar
con Televisadeportes.com en la
víspera de su cumpleaños que habrá de disfrutar al lado de su familia.
Aunque nunca se puede dejar de mencionar su título de bateo de la Liga
Americana de 1954, con promedio de .341, con los Indios de Cleveland, para ser
el primer champion bat latinoameriano
en las Mayores, esta vez no vamos a ahondar en sus 11 campañas en las Mayores,
ni en su promedio de .281, sus 80 jonrones y 465 carreras producidas; tampoco
su paso por el Puebla ni su regreso a la Liga Mexicana para coronarse con los
Tigres, en 1960, antes de despedirse de los diamantes.
Hoy, Beto Ávila, el hombre, el padre de familia y el personaje que se
quedó en los corazones del público mexicano aún sin el uniforme de beisbolista
es el que nos abre su corazón y nos relata esa parte de su historia que pocas
veces se detalla y que es una referencia más amplia para las nuevas
generaciones de aficionados y para aquellos que no tuvimos la fortuna de verlo
en acción.
“De la familia de mi papá yo sólo conocí a un hermano que vivía en
Cosamaloapan, de donde mi padre se vino a Veracruz siendo muy chiquillo. Aquí
fue donde hizo su hogar, aquí se casó y aquí nacimos todos en el puerto de
Veracruz”, así inicia el relato de su vida al referirse a sus orígenes.
Hijo de José María Ávila y de Andrea González, el pequeño Roberto, el
menor de nueve hermanos, nació el 2 de abril de 1924. De los cuatro varones y
cinco niñas del matrimonio Ávila González, sólo él sobrevive, dato que menciona
con serenidad y nostalgia a la vez.
Sin embargo, de dos de sus hermanos captó la pasión por el Rey de los
Deportes: “Tuve dos hermanos que jugaron beisbol, Juan y Pedro, quien jugó en
la Liga Mexicana. A Pedro le decíamos ‘Perico’, jugó en el Veracruz, primero
(1943), y luego jugó cuando yo todavía estaba en el Puebla (1944). La verdad es
que ‘Perico’ fue muy buen bateador, por desgracia tuvo un accidente jugando
beisbol al fracturarse una pierna y esto mermó sus facultades para poder haber
seguido más adelante”.
De lo poco que se trató en la plática sobre su carrera profesional fue
la buena suerte que tuvo al no sufrir una lastimadura que cortara sus
aspiraciones como sucedió con su hermano, quien fue un buen tercera base: “Yo
tuve mucha fortuna, nunca me lesioné nada serio de verdad, hasta el día que me
retiré, mi cuerpo estaba muy bien. Sólo tuve una pequeña fractura tuve en el
dedo pulgar en un juego contra los Yanquis, en el año ’54”.
Otra figura de trascendencia
En ese recorrido por su incursión en el beisbol profesional, Beto Ávila
trajo a la memoria al empresario que dio el impulso definitivo al deporte de
sus amores en nuestro país:
“En 1940, fue el año en que Jorge Pasquel compró unos parques de la
Liga Mexicana e hizo su propia liga contra la Liga Mexicana. Compró el parque
de aquí de Veracruz, compró en México el parque que sería del Seguro Social,
que entonces era el Parque Delta y compró otros parques en otras ciudades de la
Liga Mexicana.
El Águila de Veracruz, que jugaba en la Liga Mexicana, como el Condor,
como el Comintra, el Monterrey, tuvieron que jugar en otros parques porque no
pudieron jugar aquí en el Parque Deportivo porque Pasquel lo había comprado.
Entonces jugaron en el Parque Aduana, que no era muy grande, pero era bonito y
ahí jugó el Club Águila, en el año ’40, y mi hermano ‘Perico’ jugó ese año con
ese Águila y yo comencé a ir con él a los entrenamientos antes de empezar la
temporada y luego en la temporada seguí yendo y fue cuando me nació el jugar
beisbol”.
Funda una sólida familia
Uno de los orgullos de don Beto Ávila son sus 51 años de matrimonio con
Elsa Díaz Mirón, sobrina-nieta del poeta Salvador Díaz Mirón. A Elsa, la
conoció en su época estudiantil: “Mi señora estaba estudiando en una escuela
particular y yo estudiaba en la antigua preparatoria y nos conocimos como
colegiales, pero hasta ahí. Ya luego cuando comencé a jugar fue cuando en
realidad me le acerqué y me casé con ella precisamente en el año de 1951, el 10
de diciembre”.
Así se forjó una pareja que soportó las exigencias de la vida de un
pelotero profesional como lo son los viajes, las largas ausencias del hogar, la
vida pública y la dedicación a los entrenamientos, los partidos y las
presentaciones personales.
“Mi señora siempre me acompañó. Yo siempre me la llevé a Estados
Unidos, cuando me fui en el año ’48. Siempre me acompañó a donde yo iba a
jugar. De hecho, por las fechas en las que nacieron dos de mis hijos les tocó
nacer en Cleveland. Mi hijo el mayor, Roberto, nació en Cleveland porque vino
en plena temporada porque estábamos allá. Luego vino Elsa, ella sí nació aquí
en Veracruz; de ahí, Patricia, que es la otra que nació en Estados Unidos y el
más chico, José Alberto, que nació en el puerto de Veracruz”.
Abuelo de 11, el célebre segunda base de la “Tribu” señala de muy buen
humor: “Cuando nos reunimos, somos más de 20 personas para cualquier cosa”.
Además del agradecimiento por más de cinco décadas de feliz relación,
el ex pelotero reconoce los méritos de doña Elsa para sacar adelante a la
familia cuando él se encontraba en sus mejores momentos en las Mayores: “El
primer año que me la llevé fue hasta los entrenamientos, en Tucson, Arizona,
que era donde entrenaba el Cleveland.
En los otros años ya no. Mi hijo Roberto nació en el primer año en que
ya estábamos casados y ella me alcanzaba en Cleveland, donde buscaba yo una
casa para vivir y llegaba prácticamente un mes después de que había empezado la
temporada y se venía poco antes de terminar la temporada. Así que mi pobre
señora sufrió un poco yendo y viniendo con los hijos, pero siempre estuvo
conmigo a donde quiera que yo jugué en los Estados Unidos”.
Las razones del adiós a los
diamantes
Un detonante para colgar los spikes se presentó cuando la pareja no
pudo estar junta durante más de medio año; “En el último año que jugué, mi
señora ya no pudo ir porque ya mis hijos estaban estudiando la primaria y no
podían perder el año por ir allá a Estados Unidos. Así que yo me pasaba casi
ocho meses en los Estados Unidos y nada más estuvo ella 15 días conmigo, en el
último año. Esa fue una de las razones por las que me retiré del beisbol para
estar con mi familia, ver crecer a mis hijos y estar con ellos todo el tiempo”.
Beto Ávila, el político
Un amigo suyo de la embajada mexicana en Washington, de nombre Justo
Sierra, lo introdujo a la política, tal vez involuntariamente porque ambos no
coincidían en su opinión sobre quien sería el próximo candidato del PRI a la
presidencia de México y, por lo tanto en aquel entonces, el seguro siguiente
mandatario. Ávila creía que Ángel Carvajal, ex gobernador de Veracruz, sería el
“tapado”, mientras que Sierra atinó con la designación de Adolfo López Mateos
para el sexenio 1958-1964.
A través de Sierra, el candidato oficial invitó a Beto Ávila a
organizar un evento deportivo en el Estadio de la Ciudad de los Deportes (ahora
conocido como Estadio Azul) como parte de su campaña de proselitismo.
El veracruzano aceptó y dijo que llenaría el inmueble lo que logró al
presentar a figuras de la categoría de los medallistas olímpicos Humberto
Mariles, Joaquín Capilla, y a los jovencitos campeones de la Serie Mundial de
las Ligas Pequeñas de beisbol, también conocidos como los “Pequeños Gigantes”.
También presentó 15 minutos del Clásico de Clásicos del futbol mexicano
entre América y Guadalajara y 20 minutos de exhibición del clásico estudiantil
de futbol americano entre Universidad de México y Politécnico y, para completar
ese impresionante espectáculo, dos rounds de boxeo del ídolo de la época José
“Toluco” López. La entrada gratuita provocó un lleno sensacional, lo que
resultó un gran éxito para Roberto Ávila.
Sumamente impresionado y feliz por el acto político, López Mateos
agradeció a Ávila y ello fue su primer incursión en la política: “Cuando dejé
de jugar, me invitó el licenciado López Arias, entonces candidato a la gubernatura
de Veracruz para que yo participara en la película”.
Don Beto reseña así su carrera en los cargos de elección popular: “En
el año ’62, ‘jugué’ para diputado local y gané. Fui diputado local. Luego
‘jugué’ para diputado federal, cuando Luis Echeverría era presidente, y gané y
fui diputado federal de 1970 al ’73. Luego fui alcalde de Veracruz, en el
periodo de 1976 al ’79. La gente me apreciaba bastante, me sirvió un poco lo
del deporte, por supuesto, pero más que nada porque ‘jugué’ por lugares por los
que yo era y que la gente me conocía de siempre”.
Una de las razones de su éxito en las urnas fue su fidelidad y lealtad
a su tierra natal: “Siempre radiqué en Veracruz, yo nunca dejé de vivir aquí
aunque jugara en el extranjero en el beisbol, pero mi casa siempre estaba aquí
en Veracruz. En política igual, yo nunca dejé de vivir en Veracruz, nunca me
quedé a vivir en Jalapa, nunca me quede a vivir en México aunque fui diputado
local y diputado federal”.
Hombre feliz a fin de cuentas
Sus aficiones fuera del beisbol le siguen dando vida: “Me gusta mucho
el cine. Cuando yo jugaba, iba muy seguido al cine allá en Estados Unidos. Leer
siempre me gustó y hasta la fecha lo sigo haciendo. Y jugar golf. Jugué golf
por más de 50 años y eso me ha ayudado a conservarme”.
Dueño de una excelente salud y una muy agradable claridad de
pensamiento, se declara siempre agradecido con la vida: “Por fortuna, tengo lo
más valioso en la vida, aparte de la familia, que es la salud. Así es que he
sido una persona muy afortunada.
Primero, por mi familia; ya lo he dicho con mis 51 años casados con la
misma esposa, con mis hijos siempre cerca y, en política tuve éxito y tuve
éxito también en el deporte. Le doy mis respetos al pueblo de México y al
pueblo de Veracruz, que siempre me han seguido con mucho cariño y me recuerdan
todo el tiempo. Tú ves que muchos atletas profesionales se retiran y a los
pocos años ya no hay quien los recuerde ni se acuerdan de que existieron.
Yo tengo 43 años de que me retiré del deporte y la gente me sigue
recordando con mucho cariño. Eso de verdad, son satisfacciones muy grandes para
mí”.
También para nosotros, señor. Felicidades.