sábado, 28 de septiembre de 2024

 



DOMINGO SANTANA


BÉISBOL (2ª parte y última)

(Serie 100 años del Béisbol en Guanajuato)

 

Jorge A. Cervantes Jáuregui

 

Volvamos a Don Domingo, el mánager de la elegancia y el gran talento. Es conocido que su relación con Guanajuato inició en la década de los 50´s ya que varios años dirigió a la potente selección Guanajuato. Sus primeros registros como mánager profesional se remontan a la temporada de 1952-53 den la Liga Invernal Veracruzana en la que dirigió a Córdoba.

 

Hay nuevos registros hasta 1957 cuando en la Liga Central Mexicana dirigió a Saltillo. A partir de 1960, se vuelve alguien imprescindible en esta liga, dado su enfoque hacia la formación de peloteros. Durante 1960 y 61, dirigió a los “Tuneros” de San Luis Potosí, sucursal de “Sultanes” de Monterrey. Posteriormente, de 1963 a 1967 a los “Tuzos”.

 

Su labor en esta liga, de acuerdo con los registros, concluyó en 1969 cuando dirigió a Ciudad Mante. En todas estas temporadas, jamás fue relevado de su responsabilidad.

 

En los 21 años que duró la Liga Central, fue de los pocos managers que repitieron gallardete (con Tuzos en 1963 y 1966).

 

Su papel como mánager y forjador de peloteros fue evidente ya que como jugador se distinguió por ser un gran tocador de pelota, como estratega era sumamente exigente en esta jugada clave del béisbol.

 

Uno de sus pupilos, nuestro conocido brillantísimo ex-tuzo y gran profesional Saúl Mendoza, ha sido uno de los mejores en esa difícil jugada, el toque de sacrificio.

 

La relación entre Santana y Espino pone de cuerpo entero de lo que fue como forjador de peloteros por la importancia que tuvo en la carrera del que es considerado el mejor de todos los tiempos de México.

 

Santana en gran medida, fue quién tuvo el ojo clínico para darle un seguimiento serio y puntual al posteriormente reconocido como ídolo mexicano de este deporte.

 

jueves, 26 de septiembre de 2024

DOMINGO SANTANA; EL HISTÓRICO MANAGER DE TUZOS DE GUANAJUATO Y FORJADOR DE GRANDES PELOTEROS

 

(Serie 100 años del Béisbol en Guanajuato). 


Jorge A. Cervantes Jáuregui

 


A lo largo de estas reseñas de algunos de nuestros años de beisbol, se ha hablado con poco detalle de aquellos que finalmente llevan la responsabilidad de guiar al equipo y al que se le piden los resultados.

 

En la Liga Central o en otras de las ligas de preparación de jugadores, se pudo dar, lo que sucedió en un par de temporadas con “Tuzos”, que además de coincidir en el “armado” de una novena competitiva para luchar o ganar un gallardete, esto reforzaba las posibilidades de que nuevas promesas llegaran a ser realidad en Liga Mexicana.

 

Dediquemos a Domingo Santana un espacio por muchas razones; sin duda fue el manager histórico del equipo  “Tuzos” al dirigirlo durante cinco temporadas de las ocho que duró este ciclo de beisbol profesional en Guanajuato.

 

Para muchos, un excelente estratega al que tal vez se le desperdició a nivel de Liga Mexicana. Trataremos de revisar los distintos aspectos en los que se desempeñó dentro de la pelota Don Domingo, tanto como jugador, como manager y a su vez forjador de peloteros. Esto último no necesariamente es cierto para todos los managers.

 

Domingo Santana nació un 29 de diciembre de 1910 en Pozos, Guanajuato, que en ese entonces era Municipio. En los registros que existen de Él en la Enciclopedia del Beisbol Mexicano, y cuya información se inicia a partir de 1937, se puede ver que tuvo acción precisamente en ese año en el “Agrario”.

 


Es muy probable que se haya iniciado antes de estos años. En esa temporada, el campeonato es ganado por el “Águila” de Veracruz al “Agrario”. Y que época del beisbol es en la que jugaba Domingo Santana.

 

El inmortal Martín Dihigo ganó los tres juegos lanzándolos completos con uno y tres días de descanso entre primer y segundo y entre segundo y tercero, respectivamente.

 

Recordemos que la Liga Mexicana profesional se fundó en 1926.

 

Aparece también que jugó en 1939 en el “Anáhuac”. Posteriormente en 1942 en el “México”  al igual que en 1944, aunque en esta temporada también lo hace para el “Áuila” de Veracruz.

 

 Finalmente, y ya con poca acción, jugó para San Luis Potosí en 1946 y en su última temporada en 1951 con “Charros” de Jalisco, donde fue compañero de Adolfo “Chamaco” García.

 

Un total de 6 temporadas con espacios entre ellas.

 

Un segunda base natural; sus números indican un promedio global con el bat de 0.275. Participó en 224 juegos con 880 veces al bat, anotó 156 carreras con 242 hits y 64 carreras producidas.

 


Una época en donde la presencia de las estrellas cubanas y de estrellas de las ligas de color, inundaron nuestro beisbol.

 

Época de Ramón Bragaña, Ángel Castro, Agustín Bejerano, “La Mala” Torres, Lázaro Salazar, Martín Dihigo, Felipe Montufar, Alberto Romo Chávez, Basilio “Grillo” Rosell, Joshua Gibson, “Bill” Wrigth. Zenón Ochoa, Monford Irvin, Roberto Ortiz, y Max Lanier, entre muchísimas otras estrellas.

 

En 1939 formó parte de la novena ideal de fildeo. Como integrante de selectivos nacionales amateurs, tuvo también muy destacadas actuaciones.

 

Fue parte del histórico equipo representativo nacional, que en la VI Serie Mundial Amateur celebrado en octubre de 1943, derrotara al potentísimo equipo cubano por 2 carreras a 1 en 14 entradas, siendo ese, el juego inaugural del evento y que causó grandísimo revuelo en la Isla y desde luego en nuestro suelo.

 

Sus primeros registros como manager, aparecen en la temporada de 1952-53 en la Liga Invernal Veracruzana en la que dirigió a Córdoba, siendo luego relevado por Zenón Ochoa.

 


Nuevos registros tuvo hasta la Liga Central Mexicana conduciendo a Saltillo, esto en 1957, aunque tampoco concluye la temporada. A partir de 1960, su nombre en ese circuito, se vuelve necesario y además como se ha podido ver y se verá, con proyectos importantes dada la característica de ser una liga para formar peloteros.

 

Durante 1960 y 61 se hizo cargo de los “Tuneros” de San Luis Potosí, sucursal de “Sultanes” de Monterrey y como ya lo hemos mencionado, de 1963 a 1967 de los “Tuzos”.

 

Su labor en esa liga, de acuerdo a los registros, concluyó en 1969 cuando dirigió a Ciudad Mante.

 

En todas esas temporadas jamás fue relevado de su responsabilidad. Su papel de manager y forjador de peloteros fue evidente.

 

En los 21 años que duró la Liga, los managers que repitieron gallardete solamente fueron Domingo Santana, Oswaldo Álvarez y nuestro conocido jugador, precisamente de los peloteros que pasaron por la supervisión de Domingo Santana, Domingo el “Pato Lucas” Rivera.

 

Aparición de Espino

 


Tal vez una historia que poco se sabe en nuestro beisbol y que pone de cuerpo entero lo que fue Domingo Santana como forjador de peloteros, lo es la importancia que tuvo en la carrera nada menos y nada más, del que es considerado el mejor pelotero mexicano de todos los tiempos: Héctor Espino.

 

Santana en buena medida fue quién tuvo el ojo clínico para darle un seguimiento serio y puntual al ídolo mexicano.

 

Veamos las evidencias tomadas del libro “Héctor Espino, un hombre, un bat…¡una leyenda!”. Obra escrita sobre la vida de este extraordinario pelotero nacional por Horacio Ibarra bajo el patrocinio del Salón de la Fama del Beisbol Profesional de México.

 

Espino jugaba con un equipo llamado Process Albe en 1959 en Chihuahua. Tenía 20 años y ya era famoso por su poderío con el madero. El dirigente de ese equipo le comentó a Memo Garibay sobre Espino. Garibay era manager de los “Dorados” de Chihuahua de la Liga Nacional, en la que jugaban además “Indios” de Juárez, “Alacranes” de Durango y “Chileros” de Aguascalientes.

 

Obviamente Garibay quedó impresionado y lo firmó para “Dorados”, teniendo Espino su primera incursión profesional. Sin embargo, la liga fracasó en ese mismo año. Antes de eso Garibay fue llamado a los “Tigres” capitalinos. Sin embargo, durante esa temporada, Domingo Santana estaba dirigiendo a “Alacranes” de Durango y siguió muy de cerca su desempeño.

 


Santana también fue llamado a la Liga Mexicana a apoyar a “Molinero” Montes de Oca que dirigía a “Diablos”. Santana pasó el reporte y ninguno, ni “Tigres” ni “Diablos” se interesaron por Espino. Entonces realizó una última visita a Chihuahua, visitó a Espino y lo invitó a ser parte del equipo de Acámbaro de la Liga del Bajío.

 

Espino se unió entonces a Santana. Ahí, el luego llamado “Cerebro Mágico”, tuvo en sus manos la manera de empezar a pulir el diamante encontrado en Chihuahua.

 

Comprobando sus grandísimas facultades por sí mismo, se lo llevó a los “Tuneros” de San Luis Potosí a la Liga Central en la temporada de 1960. Como dice Ibarra en su libro, “…Santana vio las cualidades extraordinarias del novato, e inmediatamente considero que iba a llegar muy lejos si se le pulía adecuadamente sobre la marcha…”.

 

Al ser la Liga Central ya parte del beisbol profesional organizado y reconocido a nivel de ligas internacionales, “Tuneros”, como ya se dijo, fue sucursal de Monterrey, cuyo dueño fue Anuar Canavati, con quién casi desde un inicio de su carrera, Espino tuvo dificultades. 

 

Espino estuvo durante esa temporada de 1960 y unos cuantos juegos de 1961 con “Tuneros”. En el primer año, jugó 63 partidos, bateó 20 jonrones, para 0.362 de porcentaje. Fue superado como ya lo sabemos, por nuestro primer “Bat de Plata”, Luis “Pato” Hernández.

 


De la mano de Domingo Santana, Espino camino hacia el estrellato, con no pocos escollos propios de su carácter, pero su poder al bat, lo solventaban siempre.

 

Presentamos aquí una fotografía sin duda histórica en la que aparece el equipo “Tuneros” de San Luis de Domingo Santana en nuestro parque “San Jerónimo”. El cuarto de izquierda a derecha en Domingo Santana. A su lado, el quinto en el mismo orden es Héctor Espino. Un sencillo pero significativo homenaje al manager de la elegancia y el gran talento: Domingo Santana.

 

La fotografía también ha sido tomada del libro de Horacio Ibarra ya referido.

  

Esta historia, la de Domingo Santana, continuará.

 

 

 


martes, 24 de septiembre de 2024

 



Aurelio Rodríguez


Por Jesús Alberto Rubio Salazar: 


Nuestra admiración hacia uno de los más grandes peloteros mexicanos que brillaron con gran intensidad en México y en la Gran Carpa donde como un estelar defensor de la esquina caliente tuvo oportunidad de lucir su calidad y talento durante 17 años, especialmente con California, Detroit y los Yankees de Nueva York.

 

El orgullo de la Ciudad del Cobre donde se le erigió una estatua también brillo con Baltimore, Washington, Chicago y San Diego.

 

Y sí, además de su notable accionar con los Tigres de Detroit, resulta siempre inolvidable aquella confrontación que tuvo en  1981 cuando los NYY se enfrentaron en la serie mundial a los Dodgers de Los Ángeles.

 



En efecto, es imposible olvidar cuando toda la afición mexicana gozó su presencia y acción en la aquella serie otoñal.

 

Sí, sí: cuando los Dodgers ganaron aquella confrontación (recuerde a Fernando Valenzuela) en la que brindó una gran jornada al bat luego de sustituir a Craig Nettles, quien se había lesionado un dedo en el segundo juego celebrado en Nueva York y ya no pudo ver acción.

 

Aurelio tomó esa vez su lugar para regalarnos una gran actuación ya que en cuatro encuentros bateó de 12-5, para un alto .417.


 

Usted recordará que en el tercer partido, teniendo como escenario al Dodger Stadium, se dio un momento histórico para el béisbol mexicano:

 

Por primera vez se enfrentaban en un mismo Clásico dos paisanos: Aurelio y Fernando “El Toro” Valenzuela.

 

El “Toro” ganó dramáticamente 5-4 a pesar de recibir jonrones de Bob Watson y Rick Cerone, en tanto Aurelio le conectaba par de hits.

 

En el cuarto juego volvió a conectar de 4-2; en el siguiente se fue de 3-0 y en el sexto y último partido, de 1-1.

 

Más tarde, en el invierno de enfrente, un 18 de noviembre, los Yankees lo enviaron a Medias Blancas y el jefe George Steinbrenner le dedicó buenas frases: “Hizo todo lo que se le pidió y lo hizo muy bien. Lamento dejar ir a un jugador tan caballeroso. Buena suerte”.

 

Con Ted Williams.

Los registros de Aurelio Rodríguez nos hablan de lo grande que fue en la pelota profesional luego de llegar en 1967 procedente de los Charros de Jalisco al béisbol de Ligas Mayores, exactamente con los entonces llamados Serafines o Angelinos de California.

 

Su estadía en ese béisbol se prolongó 17 años ya que después de jugar con California (1969-70), vistió las franelas de los Senadores de Washington (1970), Tigres de Detroit (1971-79), Padres de San Diego (1980), Yankees (1980-81), Medias Blancas de Chicago (1982, 1983) y Baltimore (1983).

 

Sus números y al Recinto Sagrado

 

En ese extenso periodo ligamayorista Aurelio  conectó mil 570 hits, 287 dobles, 46 triples y 124 jonrones. Su promedio en general fue de .237.

 

En la Liga Mexicana de verano jugó con Charros de Jalisco, Tigres de México, Sultanes de Monterrey y Saraperos de Saltillo.

 


Fueron sólo seis temporadas y promedió .309 de porcentaje.

 

En la Liga Mexicana del Pacífico jugó con Cañeros de Los Mochis y Yaquis de Ciudad Obregón. Pegó 208 dobletes, 11 triples, 129 jonrones y concluyó con un global .273.

 

Representó a México en dos Series del Caribe, en 1978, en Mazatlán, con los Tomateros de Culiacán y en 1984 en San Juan, Puerto Rico, con Mochis; ese año fue seleccionado en el Equipo Ideal por su estupenda actuación en la antesala.

 

Como mánager, en 1991 hizo campeones a los Sultanes de Monterrey en la Liga Mexicana de Béisbol…. Y claro, con toda esta trayectoria en 1995 ingresó con palmas de oro al Recinto Sagrado de Monterrey.

 


Con su hermano Francisco


Enorme calidad

 

Le caracterizó su enorme calidad y consistencia como jugador; elegancia, gran brazo, fino y espectacular fildeo, buen bateo y como ser humano, todo un caballero.

 

En la Liga Americana jugando para los Tigres de Detroit, llegó a quitarle en 1976 la cadena de años seguidos ganando el Guante de Oro al oriol Brooks Robinson.

 

¡Cuántos recuerdos, sí, aquí en invierno, en el verano y las Ligas Mayores del gran Aurelio!

 

También, imposible olvidar aquel 1971 cuando en el “Fernando M. Ortiz” no pudo retener en la esquina caliente un tablazo de línea de Héctor Espino para que luego viniera Bobby Darwin con su segundo cuadrangular del juego que coronó a Hermosillo, ante los Cañeros.

 

Una serie final que por supuesto no me perdí.

 


Con esa victoria los Naranjeros iban a ir en febrero a la primera participación de México en una Serie del Caribe, esa ocasión, bajo el mando de Maury Wills.

 

El vástago del Aurelio “Güerito” Rodríguez, excelente pelotero amateur y de la Liga de Sonora, nació el 28 de diciembre de 1947 y cundo menos se esperaba, a sus 53 años de vida falleció el 23 se septiembre de 2000.

 

Sorprendió la noticia

 


Aquel 23 de septiembre su fatal deceso en verdad impactó a todo el béisbol ya que a causa de una circunstancia inesperada donde un automovilista, adulta mayor – a causa de un infarto-- perdió el control del volante de su vehículo y lo atropelló al instante en que caminaba por una banqueta de la ciudad de Detroit.

 

Ese año y en este béisbol de invierno, Aurelio iba a trabajar por vez primera como coach de bateo de los Naranjeros de Hermosillo luego de una notable trayectoria con los Cañeros de Los Mochis tanto como jugador y mánager.

 

Antes de su deceso, le diré que al inolvidable tercera base, quien trabajó también  como coach de los Diamondbacks de Arizona, en una de las visitas para un juego de pretemporada exhibición del equipo en el Héctor Espino, tuve lo que fue la última oportunidad de saludarlo --dándonos las manos entre la malla del back stop.

 


Fue un muy grato saludo, amable, a su estilo.


El de siempre que le caracterizó en vida.


Pero -sin embargo--, desafortunadamente, sabemos cómo se comporta en ocasiones el cruel destino: meses más tarde supinos de su inesperado y fatal desenlace.

 

Descanse en paz el gran Caballero y Amigo.


miércoles, 18 de septiembre de 2024




POR GONZALO "CHALO" MORÚA:


CONTINÚA: Al momento de su entrega, dijo: 150 juegos jugados, sólo 12 por jugar y enseguida se preguntó: ¿quién hará acto de presencia en octubre y qué equipos se van a ir a casa?

Señaló: en la Liga Americana, los Yankees encabezan la división este con tres juegos de ventaja sobre los orioles.

En tanto, en la división central tiene a los Guardianes de Cleveland (me sigue gustando más el nombre de Indios) con 5 juegos sobre los Reales de Kansas City y 7.5 sobre los Mellizos de Minnesota.

En la división oeste, los Astros de Houston mantienen una delantera de 4 juegos sobre los Marineros de Seattle.

Al día de hoy (lunes pasado), los líderes de cada división estarían dentro, con Baltimore, KC y Minnesota como los tres comodines.

Por su parte, Boston, Detroit y Seattle se mantienen en la pelea, aunque sus posibilidades son reducidas.

El orden importa porque los dos líderes divisionales con mejor récord evitan la primera serie con los comodines.

Si se mantienen las posiciones actuales, NY y Cleveland descansarían, y Houston tendría que jugar contra un comodín.

 


La Liga Nacional está más apretada:

 

En la división este, los Filis de Filadelfia tienen el mejor record, con 8 juegos por delante de los Mets de Nueva York y 9 sobre los Bravos de Atlanta.

Los Cerveceros de Milwaukee, que tienen la ventaja más amplia, 10 juegos sobre los Cachorros de Chicago, odrían ganar la división central la próxima semana, si toman dos juegos de los Filis o los Dbacks.

De la división oeste saldrán casi seguramente dos comodines junto con el campeón divisional.

Los Dodgers tienen 3.5 juegos de ventaja sobre los Padres de San Diego y 6 sobre los Arizona Diamondbacks.

El tercer comodín de la Nacional quedará entre los Mets y los Bravos.

Los neoyorquinos tienen un juego de ventaja sobre los Bravos, y tienen una serie pendiente en Atlanta.

 


Dodgers de Los Ángeles

 

Los Dodgers no han asegurado su división, pero de sus 12 juegos pendientes 9 son contra equipos de récord perdedor (3 contra Miami y 6 contra Colorado) y 3 contra San Diego.

Los Padres tiene 3 juegos contra el peor equipo del beisbol (Medias Blancas), pero les queda una serie contra Houston, una contra los Dodgers y otra contra los Dbacks.

De mantenerse las tendencias de toda la temporada, se quedarían cortos del campeonato de la división, pero serían uno de los comodines.

Los Ángeles tienen grandes problemas con su pitcheo: tanto la rotación de abridores como el bullpen son un verdadero rompecabezas por las continuas lesiones.

Si Dodgers va a llegar lejos en la postemporada, va a ser por su ofensiva.

Y la clave no serán sus 3 MVP, sino el resto de la alineación: Teoscar Hernández, Will Smith, Max Muncy, Gavin Lux, Kiké Hernández y Tommy Edman tendrán que producir en serio para ganar todo.



A pesar de todos sus problemas, los Dodgers se han enfrentado a varios sinodales importantes y sacaron números positivos: barrieron a Seattle, les ganaron series a Baltimore y Cleveland, también 3 de 4 juegos en Arizona y empataron su serie en Atlanta.

Los Ángeles parecen tener lo suficiente para ser nuevamente campeones divisionales.

Pero..... ¿y luego?

Perdieron una serie mundial con Boston, y la serie de las señales robadas contra Houston. Solamente en la temporada recortada del covid en 2020 lograron ganar el anillo de serie mundial.

El beisbol de play off parece indigestársele a Dave Roberts y su gente. Si consigue llevar lejos a su equipo habrá que quitarse el sombrero (la cachucha).

Estamos en el mejor momento de la temporada. Hay que estar muy atentos.

 

Ok, Mi Chalo: Ya veremos.

 

Gracias.


sábado, 14 de septiembre de 2024

EL TRISTE FINAL DE LO QUE FUE EL ALR

 




Aquella historia...


Por Enrique García Villarreal.


Al mismo tiempo que Hermosillo perdía por limpia ante los Tacuarineros de Culiacán en la onceava serie del debut de la Liga de la Costa del Pacífico (1945-46), los Ostioneros de Guaymas – quienes desde fines de 1945 comenzaban a salir de una mala racha que incluso llegó a empujarlos hasta el sótano en el ranking –, libraban una fuerte batalla en el puerto sonorense contra la ofensiva de Mazatlán – el equipo a vencer en el torneo –. 


A pesar de contar con grandes estrellas del pitcheo – como Julio Alfonso, Aurelio Espiricueta, Juan Conde y Ramón Correa –, el presidente del club, Don Florencio Zaragoza, decidió reforzar al equipo en preparación a las 7 series restantes del torneo invernal. Fue así como las grandes leyendas de Ligas Negras, Theolic Smith (19/May/1913 – 03/Nov/1981) y Bill Wright (06/Jun/1914 – 03/Ago/1996) se integraron a las filas del equipo sonorense.

 

Nacido en Wabbaseca, Arkansas, Theolic “Fireball” Smith fue uno de los lanzadores más reconocidos en Ligas Negras de los Estados Unidos. Hizo su debut ein 1936 con los Pittsburgh Crawfords, convirtiéndose en pitcher abridor para el primer Juego de Estrellas East-West de 1939. Jugó para Pasquel con los Rojos del México durante 8 años (1940-1948) con record de 121-90, efectividad de 4.08 y bateando un impresionante .300/.386/.387 – quedando en su primer año a sólo a unos pasos de Cool Papa Bell en bateo y empatando con Martín Dihigo –, mientras que en la Liga de la Costa hizo su debut con Culiacán, cambiándose posteriormente a Guaymas. Gracias a la integración racial en el béisbol de los Estados Unidos, Smith pasó el otoño de su ilustre carrera con los Padres de San Diego (1952-1955) con efectividad de 4.13 y con récord de 27-29, retirándose a los 42 años.

 

Tal vez Bill Wright no se distinguió en el pitcheo – se le conocía como “Wild Bill” debido a su falta de control –, pero las habilidades del jardinero central oriundo de Milan, Tennessee, lo hicieron merecedor del mote: “El DiMaggio Negro”. Comenzó su carrera con los Nashville Elite Giants, pasando 10 años en las Ligas Negras para convertirse en líder de triples en 1936 (5) y 1937 (11) y con porcentaje de .300 en 8 de esos años. También jugó en la Liga Mexicana de Béisbol (1940-41; 1943-44; 1946-56), alcanzando .335 de por vida y conquistando en 1943 la Triple Corona de Bateo (.366 con 13 homeruns y 70 RBIs). Viviendo en una sociedad con menos prejuicios raciales, Wright decidió no regresar a su país, residiendo en Aguascalientes hasta su muerte en 1996. 


A pesar de no haber sido seleccionado al Salón de la Fama en Cooperstown, tanto México (1982) como su natal Tennessee (2017) decidieron otorgarle un justo lugar entre los inmortales de este deporte.

 

El primer juego de la serie – llevado a cabo el sábado 05 de enero de 1945 en el puerto guaymense – había ofrecido un destello de esperanza para los sonorenses ante Mazatlán, con una victoria para los Ostioneros al son de 7 carreras por 3. Sin embargo, ni siquera las dos grandes figuras de Ligas Negras pudieron detener a la aplanadora fuerza de los Venados de Mazatlán, quienes, comandados por Manolo Fortes, tenían en sus filas a Manuel Magallón – el campeón jonronero de la temporada –, Daniel Ríos – el Jugador Más Valioso ese año –, así como Vinicio García, Memo Garibay y Guadalupe Ríos, entre otras luminarias de la época. Recordando quizás el restruendo de los cañones de los cuales el cerro “El Vigía” fue testigo durante las múltiples agresiones de países imperialistas en el puerto – como la toma de la ciudad en 1848-49 durante la Guerra con los Estados Unidos o la fallida ofensiva francesa del conde Gaston de Raousset-Boulbon en 1854 –, los Venados se volaron la barda del jardín izquierdo del Abelardo L. Rodríguez nada menos que en 22 ocasiones durante los dos juegos celebrados aquel domingo 06 de enero.

 


Ya era bien sabido por la directiva de los Ostioneros que las medidas del estadio – originalmente llamado Miguel Hidalgo –, no correspondían al mínimo de las distancias del home plate a la barda del jardín izquierdo, por lo que era más fácil volarse la barda que sacar una rola al cuadro. Es por esta razón que la casa de los Ostioneros había establecido la peculiar regla de que todas las bolas que salieran del estadio por el jardín izquierdo serían marcadas como doble. Con el curioso desenlace de la serie – 22 “dobles” de los Venados para un aplastante 18-2 en el segundo juego y un 13-3 en el tercero –, Don Florencio Zaragoza se vio en la necesidad de ordenar modificaciones al estadio, recorriendo así la barda izquierda del recinto a la distancia reglamentaria. 


No sería la última vez que le dieran su “manita de gato” al estadio. Fue en 1965 cuando, a través de un patronato encabezado por el Sr. Martín Rodelo, el Abelardo L. Rodríguez recibió una merecida remodelación, llegando también en ese año el alumbrado al recinto beisbolero.

 

Muchos años llenos de grandes alegrías, emociones y recuerdos ofreció el histórico parque de los Ostioneros de Guaymas a los vecinos de la Colonia “La Cantera” en el puerto sonorense – el cual fue hogar de novenas triunfadoras, como las de 1948 (m: Juan Guerrero); 1951 (m: Luis Montes de Oca); 1958 y 1959 (m: Manuel Magallón); 1962 y 1965 (m: Guillermo Frayde); así como 1968 (m: Ronnie Camacho) –. Hay quienes aún recuerdan haberse subido al “Fortín” – aquel viejo cerro desde el cual la Heroica Guaymas de Zaragoza defendió su puerto ante la ofensiva francesa que pretendía separar a Sonora de la República Mexicana – para ver desde las alturas aquellas grandes jugadas del Rey de los Deportes mientras que niños descalzos recogían desde la calle las pelotas que salían del parque.

 


Sin embargo, 1970 fue el año que marcó el fin de una era. Con el motivo de construir la escuela secundaria Abelardo L. Rodríguez – aún en pie en nuestros días –, el gobierno local de la época – presidido por el alcalde Óscar Ruiz Almeida y quien fuera casualmente el dueño de la constructora encargada de las obras – decidió derrumbar el legado histórico de todos los guaymenses – con alumbrado nuevo y todo –. Otro estadio con el mismo nombre – por muchos años en el abandono pero hoy, según hemos leído, en rehabilitación – sería erigido en la Unidad Deportiva Profr. Julio Alfonso en ese mismo año. 


Sin embargo, aquella joya histórica y escenario de grandes momentos que pusieron el nombre de Guaymas en la cúspide del béisbol invernal fue borrada para siempre de la faz de la tierra, existiendo sólo hoy en el distante recuerdo de aquellos que aún alcanzaron a verlo en todo su esplendor.

martes, 10 de septiembre de 2024

 



Doug Allison

(Esta parte publicada en español vía TRADUCTOR).

Este artículo fue escrito por Charles F. Faber

En una época en la que se suponía que los jugadores de béisbol eran caballeros y aficionados de clase alta, Doug Allison no encajaba en el molde. Provenía de una familia de clase trabajadora y fue uno de los primeros jugadores en convertirse en profesional. Allison introdujo dos innovaciones que ahora son universalmente seguidas por todos los receptores modernos.


L. Allison nació en Filadelfia el 12 de julio de 1846, sexto de los siete hijos de Elizabeth Clark Allison y John Shaw Allison, un tejedor. 


Los padres de Doug eran inmigrantes: su madre vino de Escocia alrededor de 1818 y su padre de Inglaterra alrededor de 1827. 


Se conocieron y se casaron en Filadelfia. Doug creció en Manayunk, una zona de clase trabajadora en la parte noroeste de Filadelfia. (La familia vivió brevemente en la zona rural del condado de Cecil, Maryland, alrededor de 1860). 


No hay registro de que haya jugado béisbol cuando era niño.


En 1864, durante la Guerra Civil, Allison se alistó en el Ejército de la Unión. Se desempeñó como soldado raso en la Compañía L del 192º Regimiento de Infantería de Pensilvania. 


La compañía se organizó en Filadelfia y entró en servicio en los Estados Unidos el 7 de julio de 1864, por un período de 100 días. 


Allison sirvió más de 100 días, reuniéndose el 11 de noviembre de 1864. Más tarde, Allison quedó parcialmente sordo y solicitó una pensión por discapacidad. 


Un artículo posterior en el Boston Globe atribuyó su sordera al servicio militar: "Allison fue artillero en Fort Sumpter [sic] durante la última guerra, y es el único superviviente de tres lotes de artilleros de seis hombres en cada lote. Su servicio durante la guerra explica su discapacidad auditiva". 


Ese informe no es exacto. Durante el tiempo de servicio de Allison, la 192.ª nunca participó en combate ni estuvo estacionada en Fort Sumter. Sin embargo, sí en ejercicios de artillería pesada en Fort McHenry en agosto de 1864. El disparo de artillería pesada puede causar una pérdida auditiva significativa, ya sea en combate o en la práctica.


Se ha informado erróneamente que Doug y su hermano, ArthuArthur, quien más tarde también jugó béisbol en las Grandes Ligas, sirvió en la misma unidad durante la Guerra Civil y aprendió béisbol de sus compañeros de las tropas de la Unión. 


La lista de la Compañía L enumera a Doug y a un hermano mayor, Albert, como miembros de la unidad. Pero Arthur solo tenía 15 años en ese momento y, por lo tanto, probablemente no estaba en el ejército de la Unión.


En 1866 y 1867, Doug trabajó en una fábrica de ladrillos y jugó béisbol como receptor para el Club Masónico de Manayunk. 


Al parecer, el joven poco sofisticado de clase trabajadora no entendía las formas de vivir en la parte alta de la ciudad. 


La primera vez que el Club Masónico lo alojó en un hotel, se sentó en su habitación toda la mañana, esperando que le sirvieran el desayuno, a pesar de que no había hecho un pedido. Supuso que algún empleado del hotel lo llevaría a su habitación.


Atrapar era una tarea peligrosa en los primeros días del béisbol. 



Ningún receptor llevaba guantes, protector de pecho, mascarilla, espinilleras ni ningún otro equipo de protección. Dedos rotos, manos nudosas, dedos aplastados y dientes astillados eran marcas visibles del oficio. 


Los receptores se pararon a unos 20 a 25 pies detrás del plato y trataron de atrapar lanzamientos en el primer rebote. También tuvieron que lidiar con foul tips, swings errantes, bates lanzados y corredores de base que chocaban contra ellos.


Allison hizo que la posición fuera aún más peligrosa con su primera innovación. Con el fin de reducir la capacidad de los corredores de base para robar bases, se paró directamente detrás del bateador. En 1907 le dijo a un reportero:


"No es que desee reclamar tal récord, porque después de todo no tiene gran peso o gloria, pero de todos modos creo que las cifras demostrarán que fui uno de los primeros, si no el primero, de cualquiera de los backstops en intentarlo. . . 


Allá por 1866. Mi éxito en ese estilo de juego fue notable, y naturalmente la comidilla del lugar, hasta que nuestro juego comenzó a atraer multitudes simplemente porque Allison estaba detrás del bate. . . Esto no es egoísmo, sino el hecho, y mi método pronto tuvo muchos imitadores.

A medida que las ventajas de acercarse al bateador se hicieron obvias, otros receptores siguieron el ejemplo de Allison. Pronto la práctica se universalizó.


En 1868 Allison jugó para un fuerte club amateur, los Philadelphia Gearys. 


En busca de prospectos en el área estaban John Joyce y Alfred Gosham, dos oficiales del Club de Béisbol de Cincinnati. Tenían una necesidad especial de un receptor que pudiera manejar las rectas lanzadas hacia el plato por Asa Brainard desde la caja del lanzador a solo 45 pies de distancia. 


Allison estaba atrapando para los Gearys ese día. No solo se manejó bien detrás del plato, sino que también conectó un largo jonrón al jardín central en su primer turno al bate. Impresionados, los habitantes de Cincinnati lo invitaron a su habitación de hotel después del juego. Entró un joven bronceado, con pecas, aspecto desaliñado, mal vestido, con un sombrero de paja.


 Joyce y Gosham le cortaron el pelo, le compraron un traje de vestir y lo llevaron de vuelta a la Ciudad Reina con ellos.


Se suponía que el Cincinnati Base Ball Club todavía era un equipo amateur en 1868. 



Con el fin de mantener la treta, a los jugadores que fueron importados del Este se les dieron trabajos en los negocios de los patrocinadores del equipo. 


Se presentaban a trabajar todas las mañanas y eran visibles para las personas que llamaban y se les pagaba pequeños salarios, aunque muchos de ellos hacían poco o nada de trabajo. Podían fingir que no jugaban a la pelota para ganarse la vida. A Allison le dieron un trabajo como cortador de granito, un oficio para el que estaba calificado por su trabajo anterior en Filadelfia. No se sabe cuánto granito cortó en Cincinnati.


Propiedad de Aaron Burt Champion y dirigido por Harry Wright, en 1869, Cincinnati se convirtió en el primer club de béisbol en pagar abiertamente salarios a todos sus jugadores. 


Llamado las Medias Rojas en reconocimiento a las medias carmesí hasta la rodilla que usaban los jugadores, el club se convirtió en el equipo más dominante en jugar el juego. Derrotaron a todos sus rivales en el Medio Oeste, conquistaron a los mejores equipos del Este y barrieron una gira por el Oeste, ganando 56 o 57 juegos7 en esa temporada invicta.


Allison atrapó casi todos los juegos de los Red Stockings durante su racha ganadora. El club enumeró solo diez jugadores en su lista: nueve titulares y un suplente. Allison usualmente bateaba cuarto en la alineación, no porque fuera un toletero como los bateadores de limpieza de la era moderna, sino porque era un corredor lento. Harry Wright quería velocistas en los tres primeros lugares, pensando que el centro del orden era el mejor lugar para los lentos.8 Allison volvió a batear .469.


Una vez que George Wright reemplazó a Allison detrás del plato fue en un juego el 24 de junio de 1869 en Baltimore. Allison fue golpeada en el ojo izquierdo por una pelota de foul. Wright se hizo cargo de las tareas de receptor, y James Fowler lo reemplazó en el campocorto. 



Fowler fue el anotador del equipo. No aparece en la foto del equipo ni en su roster, pero jugó tres entradas en ese juego.


Dijo: "El señor Champion dice que dormí durante todos estos partidos; si no jugaba, hablaba y ayudaba de esa manera. Estoy feliz de ser miembro de los Cincinnati Nine, o más bien de Eleven". 


Allison era inmensamente popular entre los chiflados (como se conocía a los fanáticos en esos días), pero no entre la gerencia de Cincinnati o los periódicos. 


Adquirió una reputación de ser egoísta, temperamental y perezoso. Dado que las frecuentes lesiones de Allison fueron causadas por su juego tan cerca del bateador, su petición de un día libre para recuperarse de una lesión probablemente estaba justificada. Pero la dirección del equipo y la prensa lo vieron como una señal de desidia. 


La segunda innovación de Allison, y su mayor contribución a la hermandad de pescadores, se produjo el 28 de junio de 1870.


Después de perderse el juego anterior por dolor en las manos, se puso un par de guantes de piel de ante. Esta fue la primera vez que un jugador de béisbol en cualquier posición usó un guante de fildeo. 



Allison hizo que un fabricante de sillas de montar de Cincinnati fabricara las manoplas para él en 1869, pero sabiendo el ridículo que otros jugadores acumularían sobre él, evitó usar las manoplas hasta ese histórico día de junio.


El miedo de Allison al ridículo estaba bien fundado. 


En el mundo machista del béisbol del siglo XIX, usar un guante se consideraba poco varonil. 


A diferencia de la primera innovación de Allison, esta tardó en ser adoptada. 


El mejor jugador de cuadro de la década de 1880, Bid McPhee, jugó casi toda su carrera sin ponerse un guante. Eventualmente, sin embargo, la necesidad de autopreservación superó el deseo de parecer duro, y el uso de guantes mientras se fildeaba se convirtió en algo de rigor entre todos los jugadores de béisbol, no solo entre los receptores. 


El guante ha evolucionado hasta el punto de que el artículo de hoy habría sido irreconocible para Allison y sus contemporáneos.


Después de que Allison se desplomara un poco en 1870, los periódicos de Cincinnati fueron despiadados en su castigo. El Comercial se quejó de que su "órgano de presunción se ha agrandado terriblemente esta temporada... El público espera trabajo, y no aires finos, y no exhibiciones de temperamento torcido y exagerada importancia personal". La Gaceta proclamó que "[sus] travesuras perezosas no tienen excusa alguna, y no gana ningún crédito por entregarse a ellas". 


El 14 de junio de 1870, la racha ganadora de los Red Stockings llegó a su fin cuando perdieron ante los Brooklyn Atlantics en un partido muy reñido, 8-7. Después de la derrota, las disensiones hacia el club, que habían sido silenciadas durante los días de gloria, salieron a la luz. 


Surgieron dos camarillas, divididas sobre la bebida y la disciplina. Los hermanos Wright, Gould y McVey se opusieron a lo que consideraban un comportamiento alborotador; los demás tenían una opinión diferente, en particular el... 

 

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