sábado, 23 de enero de 2021

 Al Bat



Hank Aaron:


In Memoriam

 

Por Jesús Alberto Rubio.

  

BARAK OBAMA: Hank Aaron fue uno de los mejores jugadores de béisbol que hemos visto y una de las personas más fuertes que he conocido. Michelle y yo enviamos nuestros pensamientos y oraciones a la familia Aaron y a todos los que se sintieron inspirados por este hombre sin pretensiones y su imponente ejemplo.

De acuerdo: Y nunca es tarde: Fernando Álvarez (@FerAlvarez) lo publicó ayer: No tengo idea si se hizo este viernes en algún estadio de Béisbol. Pero hoy, era un día para guardar un minuto de silencio por la muerte de Hank Aaron en cualquier lugar donde se respete el Béisbol.

Y verá que sí sucedió en la final de la pelota venezolana entre Caribes de Oriente y Cardenales de Lara:

Ignacio Serrano (ElEmergente.com): Tal fue la huella que deja el legendario Hank Aaron en el beisbol de todo el globo, que la final de la LVBP no pudo comenzar este viernes sino hasta que terminó un minuto de silencio en su honor, con todos los protagonistas formados en el terreno.

https://www.elemergente.com/2021/01/muere-hank-aaron-leyenda-inolvidable.html

Oro video del Aaron:

https://cnnespanol.cnn.com/video/hank-aaron-leyenda-grandes-ligas-mlb-beisbol-estados-unidos-deportes-cnn-pkg/

Qué decir en este sitio: https://twitter.com/search?q=hank%20aaron&src=recent_search_click

 

 


Y así fue: Los jonrones de Hank Aaron llamarían más la atención a su debido tiempo, pero el 23 de abril de 1954, el joven de 20 años el novato logró uno histórico: el número 1 de 755 en una noche fresca de primavera en St. Louis.

@SABRGames/ Historia de @davidkrell: Como pelotero, el Señor Jonrón fue un extraordinario ejemplo de destreza, consistencia y corazón; nunca abandonó su destacable sencillez, incluso ante el hostigamiento racial de que era objeto en su tiempo.

En mi Facebook hay varias opiniones sobre el tema Aaron –Juan Encinas Blanco, Lupita Valencia Corella, Florentino Duarte Ahumada, Raúl Ernesto Campbell Araujo, Luis Antonio Valenzuela Luna, Humberto García, Bernabé López Padilla, Cesáreo Suárez Naranjo, Luis Alfonso López Celis, Joaquín Torres Molina, Ramón Llanes, Raymundo Arce Portillo, Jorge Adán Moraga, José Jesús Juvera, Paco Salazar, Juan Antonio Jasso y Luis Carlos Monge Escárcega—  y cierro con el del “Lobo Solitario” (Alfredo “Yaqui” Rivera Tánori), amigazo del profesor José Luis Preciado Paredes y con eso está dicho todo!:

“Indiscutiblemente, Lic. Jesús Alberto Rubio, con esta redacción, deportiva sobre la carrera de Hank Aaron, me regresaste a los años 50as y 60as, cuando mirábamos, los clásicos de. Otoño en blanco y negro, de aquel gran Bob Canel, de aquella Cabalgata Deportiva Guillette, ¡uta te doy un 100, saludos Jesús!!!!!

 

 


 SU HISTORIA Y LEGADO:


Henry Louis Aaron, nació el 5 de febrero de 1934 en una área de negros pobres llamada “Down by the bay”, en el centro de Mobile, Alabama, pero luego su familia se fue a radicar a un lugar de esa misma ciudad denominada “Toulminiville” donde ya vivieron mejor. Tuvo una madre y esposa Estella, quien siempre quiso lo mejor para sus ocho hijos.


De niño, fue Boy Scout-Troop 235 en la Ebenezer A.M. E. Zion Church y desde esa edad comenzó a tener a sus héroes, entre los que se contaban Joe DiMaggio, Jackie Robinson y Stan Musial. Curiosamente,... quería ser como Musial.

Desde pequeño se caracterizó por aprender a jugar beisbol bateando todo lo que podía con palos de escoba. Más tarde, llegó a integrarse a su primer equipo, el Toulminville Grammar School en la Liga Recreacional Louisiana donde jugaban sólo negros. Y claro, Aaron fue el mejor del equipo.

Pero había un detalle: Henry bateaba de manera extraña. Tomaba el bat en forma distinta ya que ponía su mano izquierda sobre su derecha (al revés) y, aun así, le pegaba muy duro a la pelota, logrando promediar en esa época sobre los .700. Incluso bateaba casi de frente al pitcher. 

En esos días, todavía no tenía un instructor que le enseñara las reglas del juego, lo cual cambiaría más tarde.

A sus 14 años tenía muchos amigos y a uno de más confianza, Connie Giles, un día le dijo “soy un buen jugador. Se que lo soy. La puedo hacer”, lo que sin duda alguna más tarde lo comprobaría.


En sus primeros dos años en high school, jugó como tercera y short para la Central High School y también ahí fue el mejor de todos. Edwin Foster era su coach quien los llevó a ganar dos años consecutivos el banderín de la Negro High School de Mobile, perdiendo sólo tres partidos en ambas campañas.

Aaron incluso jugó un año futbol americano, donde fue nominado el All City.

Para sus últimos dos años en la high school, su familia lo envió al Instituto Josephine Allen, una secundaria privada de Mobile, pero ya en esa época se fincó como meta ser un pelotero profesional, con todo y que sus padres querían que terminara sus estudios y luego se fuera al colegio.

Antes de los 15 años de edad, jugó beisbol semi-profesional con el Pritchet Athletics, también como short y tercera base. Ganaba tres dólares por partido, jugando únicamente los domingos y desde entonces mostró ser el más grande talento y promesa de Mobile.

En esos días fue a un try out de los Dodgers, pero no logró interesar a los buscadores.



Luego jugó con los Osos Negros de Mobile, donde el propietario del equipo le pagaba entre 3 o 5 dólares, dependiendo de cómo se desempeñara.

En 1951 los Osos Negros se enfrentaron a los Payasos de Indianapolis, un buen equipo plagado de jóvenes prospectos. En el choque, pegó dos sencillos y un doble, además de lucir a la defensiva.

 


Se trazó cuatro metas

 

Luego de ese encuentro, el dueño de los Payasos, Syd Pollock, dijo: “Quiero a ese muchacho. Pero lo primero que debemos hacer es enseñarle a tomar el bat con propiedad. Nunca he visto a nadie pegarle a la bola tan duro con las manos cruzadas”.

Pero, primero había que negociar con su señora madre para que permitiera unirse a los Payasos de las Ligas Negras, ofreciéndole a su hijo 200 dólares por mes, pero ella insistió: “Siempre y cuando primero termine sus estudios de preparatoria en el colegio de la Florida”.



Aaron terminó su preparatoria, y de acuerdo a lo convenido, en 1951 los Clowns de Indianápolis, de las Ligas Negras, lo firmaron como shortstop. Ganaba cien dólares por quincena, de los cuales mandaba a su casa 75 ya que no bebía, ni fumaba y era sencillo para vestir. No malgastaba el dinero.

Tenía 17 años de edad y ya cuatro metas: jugar en Ligas Mayores, ser nombrado el Jugador Más Valioso, ganar un campeonato de bateo y participar en una Serie Mundial.

Con el tiempo, todo lo lograría.

 


Ya desde el campo de entrenamiento con los Payasos, los Bravos se interesaron en él y mandaron al scout Dewey Griggs para “ver si era real” lo que decían de Aaron y, en su primer partido, demostró su potencial y talento al conectar dos cuadrangulares.

Buscadores de Yanquis, Filis, Gigantes también lo checaron, pero finalmente Pollock y Hank Aaron se decidieron por los Bravos de Milwaukee, quienes lo firmaron.

Leo Durocher, mánager de los Gigantes, molesto se preguntaba de cómo había sido posible que lo perdieran y más, cuando uno de sus socuts había sido umpire cuando él jugó en la preparatoria. “Por qué no nos habló de él?”, se preguntaba furioso.

Incluso, la fanaticada de San Francisco decía: “Con una combinación entre Willie Mays y Aaron...¿cuántos campeonatos no ganaríamos?”

Aquel 1951 los Bravos lo enviaron a la Liga del Noroeste, con el Eau Claire Wisconsin, clase C en la Liga Norte:

Su mánager, Bill Adair, se dio cuenta de un detalle: no le gustaba volar en avión cuando el equipo tenía que trasladarse de un lugar distante a otro. Se le veía nervioso, con cierto miedo.

En su primer juego, conectó dos hits, al siguiente uno más y pronto comenzó a convertirse en el bat más peligroso del circuito, camino a un lugar en el Equipo de Todas Estrellas de la Liga.


En esos días, se le conoció como el pelotero del circuito “más dormilón” de todos”. Y es que en verdad que le gustaba dormir y lo hacía en cualquier lugar, siempre. En los largos viajes en el autobús del equipo, mientras sus compañeros mataban el tiempo... el dormía.

Al siguiente año con el mismo Wisconsin, fue el Novato del Año después de jugar 87 partidos en los que bateó .336, anotó 89 veces, tuvo 116 hits, empujó 61 y pegó 9 cuadrangulares.

En 1953 fue promovido al Jacksonville Tars, Clase A de la misma Liga donde se convirtió en el primer jugador negro de la Liga del Atlántico del Sur, conocida como la “Sally League”.



Ben Gerathy, fue su mánager y de él, diría: “Gerathy fue el timón más comprensible que tuve en el beisbol. El hombre más fino que conocí en el juego”. Aún así, los Bravos nunca lo promovieron.

Esa temporada obtuvieron el banderín y fue también el campeón bat con .362. Fue líder en producciones (125), anotadas (115), hits (208), dobles (36) y en bases alcanzadas (338). Fue segundo en jonrones con 22 y en triples (14). Obviamente, fue nominado el Jugador Más Valioso.

 

Líder en todo, menos en....

 


Un periodista de beisbol dijo entonces: “Henry Aaron fue líder en todo... menos en las comodidades del hotel”. (¡Siempre estaba dormido!).

En Jacksonville, una mañana vio desde su cuarto a una chica bonita, Barbara Lucas, que caminaba hacia la oficina postal y luego por la noche, fue al partido y Aaron pegó, hit, doble y jonrón. Se casaron el seis de octubre.

En el invierno, junto con su esposa se fue a jugar al beisbol de Puerto Rico bajo la dirección del famoso Mickey Owen, quien le enseñó lo importante de la zona de strike y a batear también hacia el jardín derecho (conectaba muy fuerte hacia el central e izquierdo), además de mandarlo por vez primera en su vida a jugar de jardinero.

Owen reportó a los Bravos que Aaron ya estaba listo para Ligas Mayores, pero el equipo no estaba muy seguro de ello, de tal forma que lo incluyeron en el roster de Toledo y le pidieron que se reportara a los entrenamientos de 1954.



En esa primavera del 54, sucedió que Bobby Thompson, jardinero izquierdo de los Bravos, se quebró en tres partes un tobillo en una barrida en segunda base y pronto tanto Aaron como Jim Pendleton probaron suerte en el izquierdo.

Al abrirse la temporada, en su debut a sus 20 años de edad, jugó en el jardín derecho y al bat se fue de 0-5: dos ponches, rola al cuadro, bateó para doble play y elevó para un out de foul. Ese día Bravos cayó 9-8 ante Cincinnati.

Aaron jugó casi siempre el jardín derecho, aunque también estuvo en el central. Ocasionalmente, por algunos innings, volvió a jugar en el cuadro. Todavía le tocó ser bateador designado, como en 1974, cuando su histórico jonrón 715.

 


Su más grande problema en 1954 y al año siguiente, fueron las curvas, pero Warren Spahn y Lew Burdette, dos pítchers de los Bravos, trabajaron con él para resolver pacientemente al año y medio esa dificultad.

El mánager Charlie Grimm, quien veía cómo Aaron se esforzaba por hacer las cosas bien en su primer año de ligamayorista, diría entonces, “El algún día se convertirá en un gran jugador”... y no se equivocó.

Todavía la segregación racial en Ligas Mayores atormentaba a los peloteros afroamericanos que seguían poco a poco llegando de las Ligas Negras que a partir de 1948 estaba ya en vías de desintegrarse.

Pero Hank Aaron tomó las cosas con calma y se convirtió en un pelotero silencioso, discreto en su actitud, de tal forma que en sus primeros años fue prácticamente un enigma para la mayoría de jugadores y fanáticos.




Dejó que su bat hablara por él y gradualmente el desarrollo de su talento e imagen fue cobrando notoriedad.

Como novato, a sus 20 años, concluyó esa temporada del 54 con 27 dobles, seis triples, 13 jonrones, 69 producidas y .280 de average. Todo, en 122 juegos.

Fue el 23 de abril de 1954 cuando Aaron conectó el primero de sus 755 jonrones de por vida. La víctima fue Vic Raschi, de los Cardenales y los Bravos ganaron 7-5.

Ya para casi finalizar la campaña, en la novena entrada conectó un triple pero al llegar a tercera base se quebró su tobillo. Sus compañeros tuvieron que cargarlo y dijeron “se nos fue el banderín”. Y en efecto, terminaron en el tercer sitio.

 

“El viejo Hank”

 


En 1955, luego de su recuperación, le fue formidable:

 

Asistió a su primer Juego de Estrellas, en el que pegó hit y anotó dos carreras. Ese choque lo ganó la Nacional en el doceavo con dramático cuadrangular de Stan Musial.

Durante la campaña, el segunda base de los Bravos, Danny O´Connell se lastimó y Aaron lo substituyó en 27 partidos para un .966 de average, además de participar en 23 doble plays.

Al finalizar el rol, fue el sexto mejor bat del circuito, con .314, pegó 37 dobletes (líder junto con su compañero de equipo Johnny Logan), nueve triples, 27 cuadrangulares (segundo mejor después de Eddie Mathews, también de los Bravos) e impulsó 106.

En el 56 tuvo nuevo contrato y en su primer día de entrenamiento, las tres primeras pitchadas se fueron tras la barda: “Está listo en viejo Hank”, dijo.

Y así fue: se convirtió en una verdadera tortura para los lanzadores contrarios. Por ejemplo, pegó .442 contra los Dodgers.

Sin embargo, a principios de la temporada tuvo un corto slump, algo nunca visto en toda su carrera. Antes de eso, bateaba sobre .400 y el promedio cayó hasta .167. También los Bravos se fueron de picada y el mánager Grimm dejó el puesto, llegando en su lugar Fred Haney.

Con todo y ello, Aaron participó en su segundo Juego de Estrellas para luego iniciar una racha de 25 partidos seguidos pegando de hit, hasta que lo paró Herman Wehmeier, de los Filis. Al concluir la racha, diría: “Claro, no estoy feliz por terminarla; pero esto es de suerte y ello no se puede controlar”.

Lo cierto es que con todo y “la suerte”, su promedio de bateo rara vez estuvo abajo de .300 y de hecho, siempre mostró su consistencia: nunca daría menos de 24 jonrones ni más de 47.

 En 1956 fue el campeón bat de la Nacional con .328, líder en hits con 200; único en llegar a esa cifra en el circuito y dobles (34).  Produjo 92 y conectó 26 jonrones. Se convirtió en el segundo pelotero más joven en la historia de Ligas Mayores en obtener un banderín de bateo.

 


En 1957 tuvo otro año formidable:

 

En el entrenamiento primaveral donde bateó .390 y 9 jonrones en siete juegos de exhibición y se volvió a fijar metas: batear .350, pegar 30 jonrones y empujar 100 carreras. Incluso cambió su bat de peso 34 por el de 36 que utilizaba.

Y mire lo que logró:

Ganó la nominación de Jugador Más Valioso (nueve votos sobre Stan Musial) por su average de .322 y lideratos con 44 jonrones, 132 impulsadas, 118 anotadas y 369 bases totales alcanzadas.

Bravos tuvo en esos años una gran combinación productora entre Mathews y Aaron, tan grande como la de Ruth-Gehrig.



Compañero de Spahn...

 

Los Bravos obtuvieron el banderín y se fueron a vencer a unos poderosos Yankees en el Clásico Otoñal donde en siete juegos pegó once hits para un gran .393, con tres cuadrangulares y siete impulsadas. Fue la mejor ofensiva individual del clásico.

Y a pesar de que con Aaron los Bravos tuvieron siempre un poderoso equipo, la Serie del 57 fue la única en la que se llevaron el banderín otoñal.

En la del 58, N.Y. vengó la afrenta, aunque Henry logró .333 de bateo. En campaña había tenido .326, 30 HR y 95 CP.

En esa época, un grandioso compañero de Aaron lo fue sin duda Warren Spahn:

El famoso “Cara de hacha” en 13 de sus 18 temporadas ganó 20 juegos o más, período en las que tuvo al menos 30 salidas por campaña; fue 8 veces líder en triunfos y 9 en partidos completos, convirtiéndose al final de su carrera en el zurdo más exitoso en la Gran Carpa con 363 victorias (245 derrotas) y obviamente el mejor pítcher de las décadas 40 y 50 con Bravos de Boston y Bravos de Milwaukee.

Todavía, en su última temporada  de 1963, ya a sus 42 años de edad, Warren Spahn se dio el lujo de lograr...  ¡23-7!

 De no haber interrumpido (1943-1945), su prometedora carrera por la II Guerra Mundial, Spahn fácilmente hubiese superado las 400 victorias. Los miembros del Salón de la Fama de Cooperstown, Cy Young (508) y Walter Johnson (416), son los únicos que rebasaron esa cantidad.



Incluso, en su retorno a Ligas Mayores, logró su primer triunfo cuando ya contaba con 25 años de edad.

También estrellas de los Bravos lo eran Johnny Sain, un clásico ganador de 20 juegos; el enorme tercera base jonronero Eddie Mathews, Joe Adcock, y el tambien ganador Lew Burdette.

 

Otro título de bateo

 

El 59, los Bravos quedaron en quinto lugar, cuando toda la fanaticada esperaba que lograran su tercer título consecutivo.

Ese año Aaron estuvo en plan grande con el bat; estaba sobre .500 en mayo y el 15 de junio todavía no bajaba de los .400. Todos pensaban que podría mantenerse arriba de esa cifra.

Finalmente volvió a coronarse campeón de bateo con .355, en hits (223) y en slugging (.636). También pegó 39 jonrones y produjo 123, tercero en ambos renglones.

Esa temporada coleccionó su hit mil de por vida a sus 25 años de edad. Fue un sencillo contra Sandy Koufax y se convirtió en el segundo más joven en conseguir ese truco.

También ese año tuvo sus tres primeros jonrones en un partido.

 


En la siguiente campaña tuvo .292, 40 HR y 126 impulsadas, líder de la Liga, lo mismo que en bases alcanzadas con 334. Bravos terminó en segundo y tuvieron asistencia récord de millón y medio de aficionados en el parque.

En 1961 los Bravos cambiaron radicalmente el line up. Durante dos meses, Aaron jugó el jardín central mientras el mánager Charlie Dressen trataba de armar un equipo ganador. Luego volvió al derecho cuando Atlanta contrató al jardinero Gino Cimoli. También les llegó un nuevo receptor: Joe Torre.

Esa temporada Aaron, Adcock, Mathews y Thomas, por primera vez en la historia conectaron cuatro jonrones consecutivos en un mismo inning, película que repitieron en otro partido. Además, fue líder en dobles con 39, bateó .327, tuvo 34 jonrones y 120 producidas.

En sus primeros ocho años, ya llevaba 253 jonrones, con un average de .319.

En 1962 tuvo 323, 45 HR y 128 CP y un nuevo amigo en el Club: Tommy Aaron, su hermano, cinco años y medio más joven, proveniente de Ligas Menores. Tommy jugaría hasta 1971, siempre con Bravos (en Milwaukee y Atlanta), pero sólo pegó 13 jonrones y su bateo de por vida quedó en .229.

El 63 le fue algo muy especial: el 19 de abril impulsó su carrera mil con su cuadrangular 302 (empató el noveno lugar en la lista de todos los tiempos) y en otras dos jornadas, pegó su octavo y noveno cuadrangular con caja llena.

Fue campeón jonronero (44) junto con Willie McCovey. Empujó 130 y tuvo .586 de slugging, con .319. Perdió la Triple Corona de bateo por una diferencia de siete puntos en su average. También logró 31 estafas.

 

Aaron y Mathews

 


Y Mientras ya se escuchaban los primeros rumores de que los Bravos podrían mudarse a Atlanta, Eddie Mathews y Aaron se estaban acercando a la marca en la Nacional de más jonrones por compañeros de equipos: 745. Al finalizar el año ambos ya llevaban 692. El récord de Ligas Mayores era de 793 entre Ruth y Gehrig.

En 10 años, Aaron ya tenía 740 extrabases, 134 más que Mickey Mantle.

Para la campaña del 64, Aaron, Spahn y Mathews representaban las únicas “viejas glorias” de Milwaukee. En los entrenamientos primaverales, Hank ya tenía a Rico Carty como compañero de cuarto, aquel gran jugador que vestiría años después, a principios de los 70 la franela de los Cafeteros de Córdoba, en la Liga Mexicana del Beisbol de Verano.

Al terminar la temporada, Aaron y Mathews tenían 739 jonrones combinados, sólo a seis del récord de la Nacional; en tanto, Spahn era negociado a otro equipo. Ahora sólo Mathews y Aaron, recordaban “aquellos viejos días”. Ese año terminó con .328, 24 HR y 95 CP.

 


Luego de una operación en su tobillo por la lesión de un año antes, volvió al campo después de la tercer semana del rol regular para terminar con .318, 89 impulsadas, fue líder en dobles con 40 y pegó 32 cuadrangulares. Junto con Mathews, ese año rompieron el récord de Ruth y Gehrig.

Los Bravos se movieron de Milwaukee a Atlanta en 1966 y en el Fulton County encontró el parque ideal para conectar de jonrón.

Pero Aaron ya estaba haciendo historia: en 1957 había llegado a 100 jonrones; en 1960 a 200 y en el primer mes de la campaña de 1966 le conectó a Ray Culp y a Bo Belinsky sus jonrones 399 y 400.

Sandy Koufax diría en esos días: “No hay forma de lanzarle cuando está encendido con el bat”. Después de pegar su 400 jonrón, Aaron conectaba de jonrón casi todas las noches. Algo impresionante.

Este año ya ganaba 75 mil dólares por temporada. Y lo desquitaba de a buenas: Tuvo 44 vuelacercas, 127 producidas y .279 de bateo. En septiembre terminó con 442 (el décimo de todos los tiempos) e implantó récord en la Nacional con 603 apariciones al bat.

En 1967 firmó contrato de cien mil dólares por cada uno de los dos siguientes años.

En el invierno, Bravos había negociado con Houston el contrato de Eddie Mathews, el último que junto con Aaron quedaba ya de aquellas “Viejas Glorias de Milwaukee”. Al terminar la campaña, dio su jonrón número 481, cuando obtuvo su cuarta y última corona jonronil, con 39 y empató el liderato de anotadas (113) con Lou Brock y fue segundo en dobletes ((37).

 

Quería retirarse, pero...

 


Los récords de Aaron hasta 1967 fueron: 2 mil partidos, 1,600 singles, 1,500 carreras, 1000 extrabases, 4,500 bases alcanzadas, 2,600 hits y 1,500 producidas.

Atlanta ya tenía su “Rey del Jonrón”, como le apodaba. Y claro: ganó su sexto título de Jugador Más Valioso de los Bravos.

En 1968, rebasó los 493 de Lou Gehrig  y el 500 se lo dio a Mike McCormick, de los Gigantes de San Francisco, quien ganaría el Cy Young ese año.

Fue un tablazo de 400 pies y hubo una gran celebración. “Estoy feliz si el batazo fue contra un ganador de Cy Young. Me siento mejor si fue contra un gran lanzador”, dijo. La campaña le dio 29 jonrones, .287 de average y 86 impulsadas.

En el 69 Aaron pensó que ya era tiempo de retirarse pero esa idea se la quitó de la mente el escritor de beisbol Lee Allen, advirtiéndole de los récords que podría romper si continuaba jugando, tales como el de los 3 mil hits... y el de cuadrangulares. Así, Allen, tuvo el gran privilegio de evitar que colgara los spikes.

En el transcurso del rol regular, Aaron logró con un .314 el más alto average para un pelotero activo. Una vez más participó en el Juego de Estrellas.



También ese año del 99 fue nominado junto con Joe DiMaggio y Willie Mays para el premio el Más Grande Jugador en Vida, que ganó DiMaggio. Y no puso objeción alguna cuando no lo incluyeron en el Equipo Más Grandioso de Todos los Tiempos.

En 1969, bateó .300, pegó 44 jonrones y produjo 109 en 147 juegos. Dio 30 dobles y tres triples.

Fue el año de su única serie de postemporada para definir al campeón de la Liga Nacional, ya en el nuevo formato del circuito y frente a los “Milagrosos” Mets, ante quienes cayeron en tres al hilo, pero brilló con un .357 ofensivo.

El 17 de mayo de 1970 llegó a los 3 mil hits, noveno que lo hizo en Ligas Mayores. El sencillo dentro del cuadro se lo conectó a Wayne Simpson, de los Rojos de Cincy. Además, se convirtió en el primer pelotero de color en alcanzar la llamada cifra mágica.

DiMaggio, Ruth y Mantle, no habían llegado tan lejos en hits. Como un pequeño reconocimiento, apareció en la portada del Sport Ilustrated. Y es que arribó a los 3 mil en un parque favorito y memorable para los Estados Unidos: el Crosley Field, de Cincinnati.

 


Los Bravos tuvieron un mal año en el 70 y del primero se fueron al quinto lugar. Phil Niekro también tuvo mala temporada y Aaron acusaba serias lesiones en su pierna luego de una barrida en jom.

Tal situación, enfrió la relación con su esposa Barbara, quien se molestaba porque pasaba más tiempo en los estadios que en casa... y en febrero de 1971 Aaron le pidió el divorcio. Se fue a vivir a un apartamento en el centro de Atlanta mientras Barbara tenía el custodio de sus hijos. Aaron cayó en depresión.

Fue precisamente en el 71 cuando pegó sus 47 vuelacercas, la cifra más alta de su carrera y su número 600 de por vida. Bateó .327 e impulsó 118.

Casi al finalizar la campaña, su hermano Tommy fue enviado a Ligas Menores para nunca más regresar.

Fue al Juego de Estrellas en Detroit y pegó a Vida Blue su primer jonrón en ese tipo de clásicos, algo que le fue muy especial sentimiento y que nunca ha olvidado.

En 1972 con un grand slam llegó a 647 jonrones. Ya estaba arriba de Mays y abajo de Ruth. Ese cuadrangular con caja llena lo puso primero en esa lista, aunque luego lo superó Willie McCovey. Terminó la campaña con 660, marca de un pelotero para un mismo club.

Volvió al Juego de media temporada, ahora en Atlanta, y ahí dio su segundo jonrón. Eddie Mathews estaba al timón de los Bravos, lo que le significó una gran motivación. Estaban juntos de nuevo.

 


Aaron dio 245 cuadrangulares después de sus 35 años de edad, para un gran récord. Con todo ello, no recibía el crédito que se merecía. Su modestia y timidez, era superada por la publicidad que recibían jugadores como Mickey Mantle y Willie Mays.

 

Llega a los 700

 

El 21 de julio de 1973, contra Ken Bretton, de los Filis, alcanzó los ¡700 cuadrangulares!

Ese año, bateó .301, produjo 96 y dio 40 jonrones. Sus compañeros Bravos y que también asistieron al Juego de Estrellas, Dave Johnson y Darrel Evans, conectaron 43 (récord para unsegunda base) y 41 cada quien.

En el penúltimo día de  campaña, el 29 de septiembre ante Jerry Reuss de los Astros, apantalló con sus ¡713!

 Hank Aaron ya estaba solamente a uno.

 Pero, comenzaron las amenazas de muerte:

 Fue precisamente a partir de la temporada de 1973, cuando Aaron tuvo una de las etapas más difíciles de su vida; prácticamente, se encontraba prisionero, acosado y solitario.

Para su propia seguridad, contaba con agentes secretos que le cuidaban al salir de los estadios. Incluso, no entraba por la puerta principal de los hoteles y su compañero de cuarto, Paul Casanova, con frecuencia le hacía comida en la habitación que ocupaban, donde siempre tenía un arma de fuego.

Le llegaban cartas de fanáticos deseándole suerte en su carrera hacia el récord sagrado de Ruth; otras eran todo lo contrario y hasta amenazas de muerte recibía. Guardaba la compostura y decía, “tengo un trabajo qué hacer. Cuando caiga el telón, mi carrera hablará por sí sola”.

Incluso a su hija en el colegio (Universidad Fisk) le llegó una carta amenazándola de muerte. También envió a una escuela privada a sus otros dos pequeños.

El FBI investigaba llamadas telefónicas y cartas que recibía; inclusive decidió protegerle con un guardaespaldas.

El 30 de septiembre, último día de la temporada del 73, más de 40 mil fanáticos fueron al estadio de Atlanta esperanzados en ver si Aaron alcanzaba la soñada meta.

En sus tres primeros turnos al bat, conectó sencillos y en su última oportunidad, elevó al cuadro. Había qué esperar la siguiente temporada. “Ahora lo que tengo que hacer para llegar, es mantenerme vivo”, expresó algo decepcionado.

Durante el invierno, Aaron tomó las cosas con clama y esperó. Tres meses antes de la siguiente campaña, la compañía televisora Magnavox dio una conferencia de prensa en la ciudad de Nueva York, que lo había contratado para anunciar sus productos, a fin de sacarle jugo a al récord que iba a imponer.

Durante el desarrollo de esa campaña publicitaria, el mánager de los Bravos, Eddie Mathews, anunció que Aaron no jugaría en la primera serie en Cincinnati para que así tuviera la oportunidad de pegar su 714 en Atlanta, lo cual armó una gran controversia que sacudió a las Ligas Mayores.

 

La presión de Kuhn

 


El comisionado Bowie Kuhn intervino y exigió que Aaron estuviera presente en la serie inaugural en Cincinnati, ya que de no hacerlo, se tomaría como una afrenta al juego de beisbol.

En medio de la polémica, Aaron admitió que “me gustaría batear los jonrones 714 y 715 en Atlanta”. Después de todo, él tenía ocho años jugando en esa ciudad después de llegar de Milwaukee y naturalmente quería que el gran momento llegar en casa.

Bravos aceptó la exigencia de Kuhn y Aaron abrió la campaña en Cincinnati y en su primera vez al bat, conectó en cuenta de 3-1 a las 2.40 PM su cuadrangular 714 contra Jack Billingham ante 52, 154 aficionados para empatarle el gran récord a Babe Ruth.

Por la noche, Mathews dijo que Aaron no jugaría los dos siguientes partidos y de nuevo Kuhn volvió a molestarse y después del segundo choque en que no vio acción, dio la orden de que saliera al campo. “Es una orden. No sabemos cuál será el castigo todavía”, dijo.

Aquel domingo 7 salió y en tres veces al bat se ponchó dos ocasiones y dio una rola al cuadro.

 

Todo estaba listo para el 8 de abril, en Atlanta.

 

Aaron era la principal atención del beisbol; Iba por un récord sagrado.

 


Llegó el 715

 

Fue un lunes, a las 9.07 por la noche en el Atlanta-Fulton County Stadium, con un clima frío, con viento y suave brisa, cuando el 8 de abril de 1974 ocurrió el histórico jonrón 715 de Hank Aaron.

53,775 aficionados vieron de cerca el fin a la notable marca de los 714 cuadrangulares que Babe Ruth tenía en su poder desde 1935.

Aaron, entonces de 40 años de edad, en el segundo capítulo en cuenta de 3-1 recibió la base del zurdo Al Downing y se escucharon abucheos. Sin embargo, Dusty Baker enseguida dio doblete y lo envió a home con la carrera con la cual superaba la marca de 2,603 anotadas que tenía como marca en la Nacional el gran Willie Mays.

Luego, en la cuarta, dejó pasar una bola mala y, a la siguiente, una recta para hacer el primer swing de la noche... y el jonrón que fue transmitido por televisión en todo Estados Unidos.


Fue un cañonazo de 395 pies entre left-center donde el jardinero Bill Buckner brincó pegado a la barda tratando en vano de capturarla ya que la pelota fue a caer al bullpen de los Bravos, donde el relevista Tom House cogió la pelota y se vino corriendo al home plate para entregársela al nuevo Rey del Jonrón quien en esos instantes era aclamado y vitoreado por sus compañeros y público en general entre luces de bengala y la pizarra eléctrica que prendía y apagaba el número 715.

El cronista de los Bravos por televisión, Milo Hamilton, exclamó emocionado frente al micrófono inmediatamente cuando la pelota iba volando, “It´s gone!, es el 715...¡el beisbol tiene un nuevo campeón jonronero de todos los tiempos; este es Henry Aaron!

Habían pasado cuatro décadas desde el último jonrón de Ruth y parecía que nadie le iba a dar alcance. Ese año nadie había llegado a los 400 cuadrangulares; sólo Lou Gehrig aparecía en la lista.

Pero, algo sucedió: Después del tablazo, 10 mil fanáticos abandonaron el estadio.

Y cuando el juego terminó, sólo quedaban... 10 mil verdaderos aficionados, lo cual provocó que el mánager de los Bravos, Eddie Mathews, criticara y calificara de muy pobre la actitud del público: “Ellos debieron haberse quedado, como tributo a Aaron, hasta el final del partido”.

En butacas especiales se encontraba la esposa de Hank, Billye, sus parientes, señor y señora Herbert Aaron; sus cuatro hermanos, así como la cantante Pearl Bailey.

Y cuando la recepción en home, entre de los peloteros y coaches, estaba su señora madre, Estella. “Ahí estaba mi madre esperándome; no se cómo le hizo para estar tan rápido en ese lugar”, diría emocionado Aaron. En tanto, sobre el terreno de juego, en el jardín, se encontraba su padre Herber, a punto también de celebrar en cualquier lugar el inolvidable momento.

 


El Alto Comisionado Bowie Kuhn, no estuvo presente; en su representación, envió a Monte Irvin para que entregara un reloj de oro a Aaron. Cuando mencionaron el nombre de Kuhn, se escuchó un fuerte abucheo.

El Comisionado sí asistió al juego cuando Hank Aaron pegó el 714, en Cincinnati. Pero esa noche Bowie Kuhn, atendió un banquete oficial en Cleveland, que inauguraba en casa la temporada.

Los Dodgers iban ganando 3-1, pero finalmente Atlanta triunfó 7-4.

Claro que el champagne corrió en el vestidor de los Bravos como si hubiesen ganado el campeonato entre peloteros y reporteros.

Y antes de que alguien preguntara algo, Aaron diría: “Se ha escrito que en mi último juego en Cincinnati no traté de batear para guardar el jonrón 715 y darlo en Atlanta. Sin embargo, es falso. Yo siempre he dado mi máximo en cada juego”.

Sammy Davis Jr., antes del cuadrangular, prometió 30 mil dólares a quien capturara y le entregara la famosa esférica, pero para House eso no importó. Realmente, como lo dijo, la emoción de dársela a Aaron fue lo más emocionante que pudo pasarle en su vida.

La pelota histórica que capturó Tom House, se encuentra hoy en el Museo del Turned Field de Atlanta. House fue un relevista que en ocho años tuvo 33 juegos, con 29 victorias.

 Cuando Aaron daba vuelta al cuadro después de pegar el 715, recibió felicitaciones del segunda base Davey Lopez y el short Bill Russell y dos fanáticos saltaron desde la grada para acompañarle en su recorrido, a la altura del campo corto, saludándolo de mano y, a pesar de las amenazas, no tuvo temor alguno ante la presencia de esos muchachos.

 


El umpire principal lo fue Dave “Satch” Davidson, quien trabajó en la Nacional entre 1969 y 1985. El receptor era Joe Ferguson, de 27 años de edad y en su segunda temporada completa con Dodgers. El ampayer de primera fue Frank Pulli, aún activo desde 1972.

El primera base fue Steve Garvey, y en esa campaña sería nominado JMV por su .312 de bateo, 21 jonrones y 111 producidas. El tercera base de los Bravos, Darrel Evans, se encontraba embasado en primera por un error. Ese año Evans lideó al circuito en bases recibidas (126).

Downing, en su carrera de 17 años en Ligas Mayores, lanzó para cuatro distintos equipos y apareció en tres Series Mundiales. (Antes, con Yankees en 1963 y 1964). Con N.Y., en 1964, fue líder en la Americana en abanicados y siete temporadas más tarde, tuvo 20-7 ya como Dodger. Terminó con 123-107 en ganados y perdidos.

Sin embargo, a Downing siempre se le recordará por lo que sucedió la noche del 8 de Abril de 1974, en que no se le vio preocupado de estar metido en el drama del jonrón 715.

“No estaré lanzando nada diferente; voy a mezclar mis lanzamientos y si cometo un error, no será ninguna desgracia”, había dicho antes del juego a los reporteros. Y en realidad, en ese partido Downing no tuvo ritmo en sus lanzamientos ni buen control.

 Pero hay un detalle que no debemos dejar por un lado.

 Según Aaron, ese jonrón no fue el más importante de su carrera. El siempre recuerda el que conectó en la onceava entrada frente a Billy Muffet, de los Cardenales, para asegurar el título los Bravos de Milwaukee, en la temporada de 1957.

“Este fue el No. 2”, dijo aquella ocasión.

Pero los telegramas seguían llegando en grandes cantidades al estadio de Atlanta; todo mundo lo felicitaba (no jugó el siguiente partido en que Bravos cayó 9-2 ante Dodgers) y 24 horas después del histórico momento, un satisfecho Aaron comentó:

Le doy Gracias a Dios por esto; siento que ya puedo relajarme; ahora espero tener una gran temporada”.

 Y agregó:

“La mayoría de las personas no comprenderán la pesadilla que esto ha sido para mi. La historia se ha escrito y éste es el final. Ahora podré jugar tranquilamente”.

 

Una gran temporada

 


Ese año del 74 Lou Brock, a sus 35 años de edad, estableció la marca de más robos en Ligas Mayores, con 118, superando las 104 que mantenía Maury Wills desde 1962. Más tarde, en 1982 Rickey Henderson, con Oakland, impondría el récord vigente de 130.También Bob Gibson, a sus 38 años de edad, sería el segundo pitcher en llegar a los 3 mil ponches.

Oakland ganaría su tercer título consecutivo en la Americana y en Serie Mundial; Jim “Catfish” Hunter, de los mismos Atléticos, obtuvo en cerrado duelo de votación con Ferguson Jenkins, el Cy Young. Ambos lograron 25 triunfos.En la Nacional, Mike Marshall,de Dodgers, se convirrtió en el primer relevista en obtener el Cy Young tras aparecer en 106 juegos (nueva marca en Ligas Mayores), ganar 15 partidos y ser líder en salvamentos, con 21. También se convirtió en el único en lanzar más de 200 innings (208) en relevo.

Al Kaline pegó su hit 3 mil en su última temporada (22) y terminó con 399 jonrones con  Detroit; Nolan Ryan lanzó su tercer (de 7 que logró) no hit ni carrera; también fue líder en episodios  lanzados (333) y abanicados (367); Rod Carew, fue el campeón bat jugando para Mellizos, con .364. En sus 19 años de carrera, el panameño obtuvo siete coronas de bateo.

El 4 de junio conectó su cuadrangular 16 con caja llena, para un nuevo récord en la Gran Carpa. Ese año conectó 20 jonrones para terminar la campaña con 733.

Luego de la temporada fue a Tokio para disputar un “Derby” especial y amistoso contra el mejor jonronero japonés de todos los tiempos (868), Sadaharu Oh... y Aaron ganó el duelo 10-9 en cuadrangulares.

 

Su retiro

 


Sin embargo, luego de la campaña del 74, Bravos negoció su contrato a los Cerveceros de Milwaukee, de la Liga Americana, por Dave May y un jugador de Ligas Menores.

Muchos opinaron que la organización de Atlanta consideró que su rendimiento ya no era el mismo, con todo y su enorme proeza realizada. Otros pensaron sobre la posibilidad de que Aaron haya deseado terminar su carrera en la ciudad donde jugó por vez primera en Ligas Mayores.

Lo cierto es que Atlanta no esperó a que con, toda legitimidad y orgullo, Hank Aaron les anunciara su retiro, exactamente en la ciudad y franquicia a la que dio gloria con su histórico jonrón 715.

Ya en Milwaukee, el 18 de abril de 1975, conectó lo que fue su primer jonrón en este circuito a Gaylord Perry, de los Indios de Cleveland.

El 20 de julio de 1976, consiguió su jonrón 755, el último de su ilustre carrera, sobre el pitcher Dick Drago de los Angeles de California.

Fue el 76 su última campaña y retornó a Atlanta para trabajar con Ted Turner en la oficina de los Bravos como jefe de sucursales. Se convirtió en el primer negro en ocupar un cargo de oficina para el desarrollo de peloteros al ocupar el cargo de vicepresidente ejecutivo.

 

Sus grandes números

 


Hank Aaron se convirtió en el pelotero con más partidos jugados (3,298); y más veces al bat (12,364) que ningún otro en Ligas Mayores, distinguiéndose por ser uno de los mejores bateadores derechos de todos los tiempos.

Y sus 755 jonrones, lo colocaron en el más alto pedestal, como el más grande jonronero de todos los tiempos.

Hay quienes también opinan que el récord de Ruth es más grandioso ya que Aaron necesitó 2,896 veces más al bat para disparar 715 jonrones.

Sus críticos, aún sostienen que mientras Ruth tuvo promedio de 8.5 vuelacercas cada 100 turnos al bat, el de Aaron fue de 6.2. Al respecto, dice: “Nunca he tratado que el público olvide a Babe Ruth. Solamente he tratado que el público recuerde a Hank Aaron”.

De todas formas, implantó el récord de 6,856 bases alcanzadas (722 más que las de Stan Musial); tuvo sobre .500 de slugging en ocho ocasiones y bateó sobre .300 14 veces.

Anotó 100 o más carreras en trece campañas seguidas y 15 en total. Concluyó su carrera con 2,174 (empatado con Ruth y abajo de Cobb).

Mantiene pues de por vida los mejores récords ofensivos en el beisbol: jonrones y producidas; sobre todo, esta última especialidad:

Totalizó 2,297 impulsadas (84 más que Ruth), para ser el mejor de todos los tiempos.

Derecho para batear y tirar. Con 1.83 de estatura, en sus mejores años, tenía un peso de 82 kilos. Aaron alternó su trabajo de jardinero central y derecho; en primera base y sus dos últimos años, como bateador designado. Además de su bateo consistente y de poder, corría con velocidad las bases.

 


También fue de los primeros del selecto grupo de jugadores que han conectado 30 jonrones y se han estafado 30 bases en una temporada.

Tuvo 3,771 hits de por vida, sólo abajo del gran líder Pete Rose (4,256) y Ty Cobb (4,191).

Logró 624 dobles y 98 triples. Recibió 1,402 bases por bolas. Hasta este 1999 se mantuvo en el liderato con más bases por bolas intencionales (293), las que empezaron a contabilizarlas a partir de 1955. Ahora el que lleva la delantera es Barry Bonds, aún activo. Aaron estaba arriba de Willie McCovey (260), George Brett (228) y Willie Stargell (227).


En 15 temporadas se voló la barda 30 o más veces. En ocho, cuando menos 40. También se ponchó 1,383 ocasiones (Un bajo 11.2% en comparación al beisbol actual en que los grandes toleteros abanican con mucha regularidad, como Mark McGwire (24.5), Sammy Sosa (25.7) y José Canseco (27.0), y se robó 240 colchonetas.

Babe Ruth implantó el récord de 40 jonrones o más en once temporadas; Aaron quedó en segundo, con 8, empatado con Harmon Killebrew, de los Mellizos.

En sus 23 años de ligamayorista, terminó con .305 de bateo. Obtuvo 3 Guantes de Oro. Sus totales a la defensiva fueron de 5,539 lances, 201 asistencias, 117 errores y 41 dobles matanzas.

En su participación en dos series mundiales, acumuló .364, 3 jonrones y 9 producidas, 8 anotadas. No tuvo error en 14 partidos.

Y hubo algo por demás notorio sobre su formidable trayectoria en Ligas Mayores:

De acuerdo con los estudios estadísticos de la Compañía Total baseball, Aaron fue el mejor jugador de beisbol en el período comprendido entre 1961 y 1990, y el quinto mejor de todos sólo superado por los legendarios Ruth, Napoleon Lajoie, Ty Cobb y Ted Williams.

 


“Aaron fue para mi tiempo lo que DiMaggio fue para el suyo”, dijo alguna vez el inmoral Mickey Mantle.

 

El 1ro. de agosto de 1982, fue inducido al Salón de la Fama.

 

Cuando la ceremonia, el Comisionado Bowie Khun, dijo: “Le llamaron “el Martillo”. (Por lo nivelado de su swing). El es un hombre sencillo de Mobile, Alabama. El jonronero más tranquilo, sereno, de todos en la historia de Ligas Mayores. Y hay que creer que, al principio, cuando jugó profesional en las Ligas Negras, bateaba con las manos cruzadas y aún así, fue el gran líder bateador con .467.

 

Fue también el último pelotero de las Ligas Negras en llegar a las Mayores para convertirse en el primero en totalizar 3 mil hits y 500 jonrones al mismo tiempo. Además, fue electo al Salón de la Fama en su primera vez de elegibilidad y recibió la más alta votación, 406, la mejor de todos los tiempos.

 

Su jonrón 715 rompió el récord de Babe Ruth y todos los medios de comunicación y el beisbol oficial lo tiene considerado como el más grande momento en la historia de ese deporte. Y ahora es uno de los inmortales en Cooperstown, con un récord simplemente fenomenal”.

 

Luego de su elección, Aaron reflejó su carácter, diciendo: “Lo más fácil fue retirarme ya que conseguí todo lo que quise”.

 

En su discurso, Aaron recordó a Travis Jackson, Jackie Robinson, Happy Chandler, Roy Campanella y Frank Robinson, los que calificó de grandiosos y grandes figuras del beisbol. “Ellos demostraron que el color no era impedimento para llegar a Ligas Mayores”.

 

Agradeció a Dios por estar ahí en ese momento; y a sus padres Herbert y Estella; a sus hijos Gail, Hankie, Larry, Dorinda y Ceci, por inspirarlo y comprenderlo ante sus largas ausencias de casa. A sus hermanos y hermanas porque “fueron mis más grandes fanáticos”; a sus compañeros de Milwaukee y Atlanta.

 

También agradeció el apoyo que recibió “de la gente maravillosa de Milwaukee y Atlanta”. a sus amigos y familiares que hicieron el viaje para ese momento tan especial.

 

Expresó también otro agradecimiento al Dr. Benjamín E. Mays, un “ardiente” aficionado de Atlanta” y distinguido educador, además de presidente emérito del Colegio Morehouse, quien ese día celebrara su cumpleaños 88 de vida.

 

En igual forma, lo hizo con John Muller quien le apoyó desde temprana edad; a Bill Bartholomay y a Ted Turner, propietario de los Bravos...todos presentes en la ceremonia.

 


Un momento inolvidable para Aaron.

 

Y el testimonio más fehaciente, sin duda, fue cuando su homenaje-reconocimiento por sus 65 años de edad y, el Premio “Hank Aaron” al Más Valioso de ambos circuitos en las Ligas Mayores.

 

Aaron también se dedicaba a administrar algunos negocios propios y concentra esfuerzos en su fundación “Haz tu Sueño Realidad”, la que ayuda con recursos económicos para que niños y jóvenes con ciertas habilidades y vocación por diversas disciplinas, puedan desarrollarse, triunfar y hacer realidad sus sueños, como lo hizo él.

 

La pelota que se convirtió en el jonrón 755, fue subastada en más de 1,300 millones de dólares. Incluso presentó en Nueva York, su libro “Home run: Mi vida en fotos”.

 

También, en Mobile, se develó un monumento que enaltece y perpetúa aún más su memoria.

 

Un héroe eterno

 


Aaron, sin duda, un héroe que cobró vida conforme fue pasando el tiempo en su trayectoria en el beisbol.

 

Un héroe para jóvenes, especialmente de la raza negra y particularmente del barrio pobre de Mobile, donde creció para convertirse en el Rey del Jonrón.

 

Mucha gente aún habla de Ruth más que de Aaron, aunque haya sobrepasado su marca.

 

Y es que Ruth fue blanco y de una glorioso era.

 

La gente de Norteamérica no olvida al Bambino, pero tampoco puede dejar a un lado a Hank Aaron.

 

Recordemos, el récord de Ruth era sagrado para Norteamérica.

 

Por ello, trasciende el concepto dicho en su tiempo por Bill Clinton:

 

“Desde Mobile a Milwaukee y Atlanta, a través de una segregada región del sur del país, Aaron motivó un cambio en América; cambió las mentes y corazones de los americanos”.

 

Si, y... “no sólo con sus jonrones y marcas, sino por su poder de espíritu para dejar atrás barreras raciales”.

 

Ok.

 

Y ahora, Mike Lupica/MLB.com 

 


Hank Aaron fue hijo de Mobile, Alabama y lo que él definió como su escuela fue Payasos de Indianápolis en las Ligas Negras. Lo único que hizo después de eso fue romper lo que era la marca más famosa del deporte estadounidense, la de los 714 jonrones de Babe Ruth.

 

Ahora ha fallecido a los 86 años de edad. Es el final de una increíble vida estadounidense, una llena de talento, gracias, posibilidades y valentía frente al racismo. Tal vez gracia es lo que más se destaca, de un gigante de hombre que se convirtió en la consciencia y el alma de su deporte.

 

Tuve la fortuna de hablar con él por teléfono de vez en cuando en los últimos años de su vida. Hablamos sobre las Ligas Negras y la justicia social tras la muerte de George Floyd. Hablamos de Jackie Robinson y WIllie Mays, además de una amistad con el ex Comisionado que duró más de 60 años.

 

“Hubo algo que nos enseñó Jackie a todos los jugadores negros que lo seguimos”, me dijo Aaron en junio pasado, “y eso fue que nunca debes aceptar ‘no’ como respuesta”.

 

Luego este hombre extraordinario, cuya vida fue tan importante en la historia de su deporte y de su país, habló de las protestas de Black Lives Matter que veía por televisión en ese momento.

 

“Ya no puedo moverme mucho”, me dijo. “Pero si pudiera hacerlo, estaría ahí marchando. Estaría ahí mismo en primera línea”.

 

Bueno, está ahí mismo en primera línea como uno de los jugadores más talentosos y más importantes en la historia del béisbol, no sólo porque diera su cuadrangular número 715 para superar a Ruth, rumbo a un total de 755 de por vida. Aaron nunca dio más de 50 vuelacercas en una campaña, pero conectó al menos 40 en ocho ocasiones. Fue un modelo de la consistencia.

 

Medía seis pies y pesaba 180 libras al dar todos esos jonrones, bromeando una vez que “lo único que consumí fue goma de mascar”. El número del que estuvo más orgulloso Aaron fue su total de 2,297 empujadas. Nadie ha impulsado más en Grandes Ligas.

 


Le pregunté a Aaron una vez si tenía algún lamento. Él se rio y dijo lo siguiente: “Nunca gané la Triple Corona. ¡Veo las cosas y no puedo creer que no gané dos o tres!”

 

Jugó con los Bravos en Milwaukee y luego en Atlanta, donde finalmente rompió el récord de Ruth. No sólo lidió con la presión de buscar la marca, sino porque había un sector racista y enojado de los Estados Unidos que no quería ver a un hombre negro romper la marca de una estrella blanca.

 

Aaron, quien algunas veces salía a escondidos de los estadios durante la búsqueda del récord de Ruth, compartió una de las cartas racistas con la revista Sports Illustrated. Aquí, una parte: “No vas a romper el récord establecido por el gran Babe Ruth si depende de mí”. La carta se tornó peor de ahí en adelante.

 

Hace un par de años, me senté junto a él en Cooperstown cuando mi amigo Bob Costas fue exaltado al Salón de la Fama como locutor. Le pregunté ese día por qué guardaba esas cartas.

 

“Porque son parte de mi historia también”, me contestó.

 

Henry Aaron quiso mucho a Jackie Robinson y fue inspirado por él hasta entrado en sus 80, diciendo que Jackie era bueno en todo. “Hasta en jugar a las cartas”.

 


Hasta el final, siempre le hizo honor al hecho de que Jackie había sido el primero y que les había preparado el sendero para él, Mays y otros en la década de los 1950.

 

También tuvo reverencia para los compañeros de equipo en Indianápolis, cuando se ganaba US$200 por mes. Siempre lamentó cómo los jugadores de las Ligas Negras no tendrían la oportunidad que él tuvo en las Mayores.

 

A Aaron le encantaba hablar de los lanzadores que enfrentó en sus 23 años en Grandes Ligas. Mencioné a Bob Gibson y al dominicano Juan Marichal y, por supuesto, a Sandy Koufax. Y luego dijo Aaron, ‘y no te olvides de un joven que llegó al final de los 60. El Sr. Seaver”.

 

Fue en aquella ocasión que Aaron me dijo que tenía un acuerdo con Koufax.

 


“Que a veces él me iba a superar y a veces yo lo iba a superar a él”.

 

Aaron fue una estrella tan grande como cualquiera en tres décadas diferentes. Era un adolescente cuando Robinson rompió la barrera racial. Era unos años más joven que Mays.

 

Trabajó en los Bravos tras su retiro como jugador y fue un exitoso empresario. Trabajó años y años para recaudar fondos para el United Negro College Fund. Fue su manera de devolverle a la comunidad.

Ahora se nos ha ido este increíble hombre, el muchacho nacido en Mobile en 1934 que vivió para ver la toma de posesión de Joe Biden en enero del 2021.

 

En verano pasado, me dijo, “Dios, amo el béisbol”.

 

Dijo eso el regalo de Dios para el béisbol.

 

 

El Rey del Jonrón

 

 


Chris Haft @goodforball: Hank Aaron combinó consistencia y productividad como ningún otro.

 

Aaron, quien falleció el viernes a los 86 años, fue una potencia ofensiva durante sus 23 años de carrera en las Mayores y durante el período comprendido entre 1974 y 2007, fue el líder histórico en cuadrangulares.

 

Superó las 100 carreras anotadas y tuvo un slugging superior a .500 en 13 temporadas consecutivas (1955-1967). También empalmó más de 20 jonrones en 20 años seguidos (1955-1974).

 

Según la leyenda, el inicialista de los Mets, Art Shamsky, le preguntó a Aaron qué se sentía llegar al parque todos los días sabiendo que conectaría dos imparables. “No sé si daré dos hits”, respondió Aaron. “Lo que sé es que si no los doy hoy, los daré mañana”.

 

Aquí, una lista de 10 momentos destacados de la carrera de Aaron.

 

1. Con permiso, Babe: 8 de abril, 1974

 


Ante el zurdo de los Dodgers, Al Downing, Aaron conectó un slider con cuenta de 1-0 que voló la pared del jardín izquierdo del Atlanta-Fulton County Stadium con Darrell Evans en la inicial y sin outs en la cuarta entrada. Fue el 715to cuadrangular de su carrera, eclipsando el total histórico de Babe Ruth, quien acumuló 714 entre 1914 y 1935. Fue un evento épico para la historia del béisbol, que había erradicado la prohibición de jugadores afroamericanos apenas 27 años antes. Aaron recibió cientos de miles de cartas de odio mientras se aproximaba a la marca de Ruth. Pero Aaron ignoró todo eso, incluyendo amenazas de muerte, y continuó bateado. Si alguien tuvo un momento más poderoso que Aaron fue su madre, Estella, quien saltó al terreno para darle a su hijo un amoroso abrazo tras la hazaña.

 

 

2. Siguiente parada: La Serie Mundial; 23 de septiembre, 1957

 

Aunque los líderes Bravos tenían una ventaja de cinco juegos sobre los Cardenales con seis por jugarse, era evidente que San Luis no se rendiría tan fácilmente, con el comienzo de una serie de tres encuentros necesitando entradas adicionales. Con Johnny Logan en la inicial y dos outs en la 11ma entrada, Aaron conectó una curva ante Bill Muffett – quien no había permitido jonrones en todo el año — sobre la pared del jardín central. El tablazo de oro desató la alegría de 40,926 aficionados del Milwaukee County Stadium. También envió a los Bravos a la Serie Mundial, donde vencieron a los Yankees en siete partidos. Aaron puso de su parte en el Clásico de Otoño, bateando .393 con tres cuadrangulares y siete impulsadas. Fue la única Serie Mundial ganada por Aaron.

 

 

3. Igualado en el tope/4 de abril, 1974

 

Luego de finalizar la temporada de 1973 con un total de 713 vuelacercas de por vida, Aaron tuvo todo el invierno para pensar en ese estacazo que necesitaría para igualar la marca de Babe. Aaron resolvió el asunto rápido al conectarle una recta con cuenta de 3-1 a Jack Billingham que voló la barda de la pradera izquierda del Riverfront Stadium de Cincinnati en la primera entrada del primer partido de la temporada de 1974. El tablazo generó controversia. Quedaban dos choques en la serie y luego los Bravos tendrían 10 encuentros seguidos en casa. Naturalmente, Aaron quería romper el récord en casa. Pero el Comisionado Bowie Kuhn le prohibió al manager de Atlanta, Eddie Mathews, que descansa a Aaron en Cincinnati, citando la integridad de la competición. Pero Aaron no jugó el segundo encuentro y en el tercero se fue de 3-0.

 

4. El primero/17 de mayo, 1970

 

Con un sencillo en la primera entrada ante Wayne Simpson en el Crosley Field de Cincinnati, Aaron se convirtió en el primer jugador en llegar a 3,000 hits y a 500 jonrones. El miembro del Salón de la Fama, Stan Musial–uno de ocho jugadores que consiguieron 3,000 imparables antes que Aaron–le ofreció una felicitación. Los observadores empezaron por fin a apreciar que Aaron, con tanto poder como contacto, era un bateador único. Hasta ese momento, siempre había sido opacado por Willie Mays, su más carismática homólogo contemporáneo, quien llegó a los 3,000 hits casi dos meses después, el 18 de julio.

Hank Aaron llega a 3,000 hits

¡Llegó a 3,000 hits!

 

 

5. Jugador franquicia/6 de agosto, 1972

 

Aaron volvió a castigar a Simpson, esta vez en el Riverfront Stadium de Cincinnati, al conectar su jonrón número 660, significando el récord de más cuadrangulares dados por cualquier jugador en una sola franquicia. (Ruth disparó 659 con los Yankees). Ése fue el primer cañonazo de Aaron de la tarde. Dio otro ante el zurdo Don Gullett para romper un empate en la décima entrada y guiar el triunfo de los Bravos 4-2. Aaron terminó conectando 733 jonrones con los Bravos.

 

6. Nunca está de más/21 de septiembre, 1958

 

Aaron empujó cuatro carreras en el triunfo de Milwaukee 6-5 sobre Cincinnati que les aseguró el segundo banderín consecutivo de la Liga Nacional a los Bravos. Silenciando a 27,213 aficionados del Crosley Field de Cincinnati, conectó un cuadrangular de dos carreras ante Brooks Lawrence en la quinta entrada, antes de añadir otro bambinazo de dos rayas en la séptima ante Tom Acker. La victoria amplió el liderato de los Bravos 6-0, lo necesario luego de que Cincinnati anotó cinco en la parte baja de la séptima.

 

7. Tres especiales/21 de junio, 1959

 

En su único partido de tres jonrones – cada uno fue de dos carreras –, Aaron demostró que podía batear cualquier pitcheo. Ante un llenó de 22,934 aficionados en el Seals Stadium de San Francisco, conectó uno en el primer inning ante el zurdo Johnny Antonelli, el as de los Gigantes. Aaron esperó hasta la sexta entrada para volver a atacar, esta vez a Stu Miller, un especialista en pitcheos de baja velocidad. Aaron concluyó su gran día en el séptimo tramo ante el diestro Gordon Jones. Resultado final: Bravos 13, Gigantes 3.

 

8. Debió ser un gran hit, pero…/4 de octubre, 1969

 

Los Bravos enfrentaron a los Mets de Nueva York, sorpresivos ganadores de la División Este, en la primera Serie de Campeonato de la Liga Nacional. Aaron celebró la ocasión con un jonrón en la séptima entrada ante el eventual ganador del Cy Young y miembro del Salón de la Fama, Tom Seaver, en el Juego 1. Rompió un empate 4-4 y parecía ser el tipo de batazo que define un partido. En vez de eso, Nueva York anotó cinco carreras en la octava entrada para conseguir el triunfo 9-5, en el primero de una barrida en tres encuentros. Aaron hizo lo que pudo, al conectar jonrón en cada choque. Brilló en sus pocas participaciones en la postemporada, al batear para .362 con OPS de 1.116, seis vuelacercas y 16 impulsadas en 17 juegos.

 

 

9. Uno más/11 de julio, 1976

 

Aaron terminó su carrera donde la inició: Milwaukee. Claramente con sus mejores años en el pasado, bateó .232 con un poco característico slugging de .360 en dos campañas con los Cerveceros, siendo principalmente bateador designado. Añadió 22 jonrones y 95 impulsadas en 222 juegos a los totales de su carrera. En el segundo encuentro de una doble jornada, ante los Rangers de Texas, Aaron les recordó a los 28,149 aficionados en el County Stadium cómo solía batear, con un jonrón en la décima entrada ante el estelar relevista de los Rangers, Steve Foucault, para darles la victoria a los Cerveceros por 5-4. El público desató su alegría mientras Aaron recorría las bases, afortunados por la oportunidad de celebrar a la leyenda. Aaron conectaría un bambinazo más — el número 755 de su carrera – antes de retirarse al final de esa temporada.

 

10. Fuerza oculta/18 de junio, 1962

 

Con seis pies (1.83 metros) de altura y un peso de 180 libras (81.6 kilogramos), Aaron no representaba la figura de un cañonero típico. Pero sus rápidas muñecas le permitieron batear cualquier pitcheo y las fotografías indican que tenía una fuerza adicional en los antebrazos. En esta noche de lunes ante los Mets, Aaron envió la pelota a donde pocos la han llevado, con un cuadrangular ante Jay Hook en el Polo Grounds. La bola viajó un estimado de 470 pies.

  


Associated Press: Los elogios a Hank Aaron tras su deceso llegaron de parte de ex presidentes de Estados Unidos, peloteros miembros del Salón de la Fama y múltiples personas que lo conocieron.

 

Y prácticamente todos coincidieron en un tema: La forma en que el rey del jonrón lidió con el racismo que enfrentó hace casi 50 años, cuando se acercaba al récord de cuadrangulares de Babe Ruth.

 

En 1986, Joe Carter conoció a Aaron, quien era había sido su ídolo en la niñez. El encuentro ocurrió cuando Carter fue el primer galardonado con el premio Hank Aaron, otorgado por liderar las mayores en carreras impulsadas.

 

Para entonces, el toletero elegido al Juego de Estrellas sabía todo sobre el legado de Aaron.

 

«Uno se quita el sombrero ante personas así, porque allanaron el camino para tipos como yo. Es algo que jamás daré por sentado. Ellos fueron pioneros. Jackie Robinson, Hank Aaron, Satchel Paige. Uno escucha de esos hombres, conoce su historia y los sigue. Son ellos a quienes seguía la comunidad negra», destacó Carter el viernes.

 

«Son héroes y leyendas, y jugaron este deporte como debe jugarse… Todos amamos haber visto a Hank, a Hammerin’ Hank», añadió Carter. «Definitivamente es un día triste».

 

Aaron falleció mientras dormía. Tenía 86 años.

 


El expresidente Barack Obama recordó que Aaron dejó la escuela secundaria para unirse a las Ligas Negras, y jugó como campocorto a cambio de 200 dólares al mes, antes de ganarse un sitio en las Grandes Ligas.

 

«Humilde y trabajador, Hank fue subestimado con frecuencia hasta que comenzó a perseguir el récord de jonrones de Babe Ruth. En ese momento comenzó a recibir amenazas de muerte y cartas racistas, que releería décadas después para recordarse a sí mismo que no debía dejarse sorprender o lastimar. Esas cartas cambiaron a Hank pero no lo frenaron», dijo Obama.

 

Aaron quebró el récord de Ruth en 1974, al llegar a 715 jonrones. Lo consiguió como local con los Bravos de Atlanta, en el estado de Georgia, donde había nacido Jimmy Carter, quien asumiría la presidencia tres años después.

 


«Se dedicó a romper récords y barreras raciales. Su legado notable continuará inspirando a incontables deportistas y admiradores en las generaciones por venir», dijo Carter.

 

El expresidente George W. Bush fue socio administrativo de los Rangers de Texas antes de llegar a gobernador de ese estado. Pasó ocho años en la Casa Blanca, y otorgó a Aaron la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor civil de la nación, en 2002.

 

«Nadie le regaló su trono al otrora rey del jonrón», dijo Bush. «Creció en la pobreza y enfrentó el racismo mientras trabajaba para convertirse en uno de los mejores beisbolistas de todos los tiempos. Hank nunca permitió que lo consumiera el odio que enfrentó».

 

Chipper Jones, miembro del Salón de la Fama que pasó toda su carrera en los Bravos, recordó el tiempo que pasó cerca de la jaula de bateo con Aaron, quien siguió activo en la organización mucho tiempo después de su retiro.

 

«No sólo estamos hablando de un jugador trascendental, sino de una persona que trascendió en la historia de Estados Unidos», resaltó Jones. «Jackie Robinson preparó el escenario en cierto modo, pero Hank lo llevó todo a otro nivel».

 


 

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