jueves, 26 de septiembre de 2024

DOMINGO SANTANA; EL HISTÓRICO MANAGER DE TUZOS DE GUANAJUATO Y FORJADOR DE GRANDES PELOTEROS

 

(Serie 100 años del Béisbol en Guanajuato). 


Jorge A. Cervantes Jáuregui

 


A lo largo de estas reseñas de algunos de nuestros años de beisbol, se ha hablado con poco detalle de aquellos que finalmente llevan la responsabilidad de guiar al equipo y al que se le piden los resultados.

 

En la Liga Central o en otras de las ligas de preparación de jugadores, se pudo dar, lo que sucedió en un par de temporadas con “Tuzos”, que además de coincidir en el “armado” de una novena competitiva para luchar o ganar un gallardete, esto reforzaba las posibilidades de que nuevas promesas llegaran a ser realidad en Liga Mexicana.

 

Dediquemos a Domingo Santana un espacio por muchas razones; sin duda fue el manager histórico del equipo  “Tuzos” al dirigirlo durante cinco temporadas de las ocho que duró este ciclo de beisbol profesional en Guanajuato.

 

Para muchos, un excelente estratega al que tal vez se le desperdició a nivel de Liga Mexicana. Trataremos de revisar los distintos aspectos en los que se desempeñó dentro de la pelota Don Domingo, tanto como jugador, como manager y a su vez forjador de peloteros. Esto último no necesariamente es cierto para todos los managers.

 

Domingo Santana nació un 29 de diciembre de 1910 en Pozos, Guanajuato, que en ese entonces era Municipio. En los registros que existen de Él en la Enciclopedia del Beisbol Mexicano, y cuya información se inicia a partir de 1937, se puede ver que tuvo acción precisamente en ese año en el “Agrario”.

 


Es muy probable que se haya iniciado antes de estos años. En esa temporada, el campeonato es ganado por el “Águila” de Veracruz al “Agrario”. Y que época del beisbol es en la que jugaba Domingo Santana.

 

El inmortal Martín Dihigo ganó los tres juegos lanzándolos completos con uno y tres días de descanso entre primer y segundo y entre segundo y tercero, respectivamente.

 

Recordemos que la Liga Mexicana profesional se fundó en 1926.

 

Aparece también que jugó en 1939 en el “Anáhuac”. Posteriormente en 1942 en el “México”  al igual que en 1944, aunque en esta temporada también lo hace para el “Áuila” de Veracruz.

 

 Finalmente, y ya con poca acción, jugó para San Luis Potosí en 1946 y en su última temporada en 1951 con “Charros” de Jalisco, donde fue compañero de Adolfo “Chamaco” García.

 

Un total de 6 temporadas con espacios entre ellas.

 

Un segunda base natural; sus números indican un promedio global con el bat de 0.275. Participó en 224 juegos con 880 veces al bat, anotó 156 carreras con 242 hits y 64 carreras producidas.

 


Una época en donde la presencia de las estrellas cubanas y de estrellas de las ligas de color, inundaron nuestro beisbol.

 

Época de Ramón Bragaña, Ángel Castro, Agustín Bejerano, “La Mala” Torres, Lázaro Salazar, Martín Dihigo, Felipe Montufar, Alberto Romo Chávez, Basilio “Grillo” Rosell, Joshua Gibson, “Bill” Wrigth. Zenón Ochoa, Monford Irvin, Roberto Ortiz, y Max Lanier, entre muchísimas otras estrellas.

 

En 1939 formó parte de la novena ideal de fildeo. Como integrante de selectivos nacionales amateurs, tuvo también muy destacadas actuaciones.

 

Fue parte del histórico equipo representativo nacional, que en la VI Serie Mundial Amateur celebrado en octubre de 1943, derrotara al potentísimo equipo cubano por 2 carreras a 1 en 14 entradas, siendo ese, el juego inaugural del evento y que causó grandísimo revuelo en la Isla y desde luego en nuestro suelo.

 

Sus primeros registros como manager, aparecen en la temporada de 1952-53 en la Liga Invernal Veracruzana en la que dirigió a Córdoba, siendo luego relevado por Zenón Ochoa.

 


Nuevos registros tuvo hasta la Liga Central Mexicana conduciendo a Saltillo, esto en 1957, aunque tampoco concluye la temporada. A partir de 1960, su nombre en ese circuito, se vuelve necesario y además como se ha podido ver y se verá, con proyectos importantes dada la característica de ser una liga para formar peloteros.

 

Durante 1960 y 61 se hizo cargo de los “Tuneros” de San Luis Potosí, sucursal de “Sultanes” de Monterrey y como ya lo hemos mencionado, de 1963 a 1967 de los “Tuzos”.

 

Su labor en esa liga, de acuerdo a los registros, concluyó en 1969 cuando dirigió a Ciudad Mante.

 

En todas esas temporadas jamás fue relevado de su responsabilidad. Su papel de manager y forjador de peloteros fue evidente.

 

En los 21 años que duró la Liga, los managers que repitieron gallardete solamente fueron Domingo Santana, Oswaldo Álvarez y nuestro conocido jugador, precisamente de los peloteros que pasaron por la supervisión de Domingo Santana, Domingo el “Pato Lucas” Rivera.

 

Aparición de Espino

 


Tal vez una historia que poco se sabe en nuestro beisbol y que pone de cuerpo entero lo que fue Domingo Santana como forjador de peloteros, lo es la importancia que tuvo en la carrera nada menos y nada más, del que es considerado el mejor pelotero mexicano de todos los tiempos: Héctor Espino.

 

Santana en buena medida fue quién tuvo el ojo clínico para darle un seguimiento serio y puntual al ídolo mexicano.

 

Veamos las evidencias tomadas del libro “Héctor Espino, un hombre, un bat…¡una leyenda!”. Obra escrita sobre la vida de este extraordinario pelotero nacional por Horacio Ibarra bajo el patrocinio del Salón de la Fama del Beisbol Profesional de México.

 

Espino jugaba con un equipo llamado Process Albe en 1959 en Chihuahua. Tenía 20 años y ya era famoso por su poderío con el madero. El dirigente de ese equipo le comentó a Memo Garibay sobre Espino. Garibay era manager de los “Dorados” de Chihuahua de la Liga Nacional, en la que jugaban además “Indios” de Juárez, “Alacranes” de Durango y “Chileros” de Aguascalientes.

 

Obviamente Garibay quedó impresionado y lo firmó para “Dorados”, teniendo Espino su primera incursión profesional. Sin embargo, la liga fracasó en ese mismo año. Antes de eso Garibay fue llamado a los “Tigres” capitalinos. Sin embargo, durante esa temporada, Domingo Santana estaba dirigiendo a “Alacranes” de Durango y siguió muy de cerca su desempeño.

 


Santana también fue llamado a la Liga Mexicana a apoyar a “Molinero” Montes de Oca que dirigía a “Diablos”. Santana pasó el reporte y ninguno, ni “Tigres” ni “Diablos” se interesaron por Espino. Entonces realizó una última visita a Chihuahua, visitó a Espino y lo invitó a ser parte del equipo de Acámbaro de la Liga del Bajío.

 

Espino se unió entonces a Santana. Ahí, el luego llamado “Cerebro Mágico”, tuvo en sus manos la manera de empezar a pulir el diamante encontrado en Chihuahua.

 

Comprobando sus grandísimas facultades por sí mismo, se lo llevó a los “Tuneros” de San Luis Potosí a la Liga Central en la temporada de 1960. Como dice Ibarra en su libro, “…Santana vio las cualidades extraordinarias del novato, e inmediatamente considero que iba a llegar muy lejos si se le pulía adecuadamente sobre la marcha…”.

 

Al ser la Liga Central ya parte del beisbol profesional organizado y reconocido a nivel de ligas internacionales, “Tuneros”, como ya se dijo, fue sucursal de Monterrey, cuyo dueño fue Anuar Canavati, con quién casi desde un inicio de su carrera, Espino tuvo dificultades. 

 

Espino estuvo durante esa temporada de 1960 y unos cuantos juegos de 1961 con “Tuneros”. En el primer año, jugó 63 partidos, bateó 20 jonrones, para 0.362 de porcentaje. Fue superado como ya lo sabemos, por nuestro primer “Bat de Plata”, Luis “Pato” Hernández.

 


De la mano de Domingo Santana, Espino camino hacia el estrellato, con no pocos escollos propios de su carácter, pero su poder al bat, lo solventaban siempre.

 

Presentamos aquí una fotografía sin duda histórica en la que aparece el equipo “Tuneros” de San Luis de Domingo Santana en nuestro parque “San Jerónimo”. El cuarto de izquierda a derecha en Domingo Santana. A su lado, el quinto en el mismo orden es Héctor Espino. Un sencillo pero significativo homenaje al manager de la elegancia y el gran talento: Domingo Santana.

 

La fotografía también ha sido tomada del libro de Horacio Ibarra ya referido.

  

Esta historia, la de Domingo Santana, continuará.

 

 

 


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