Series
Cubano-Americanas… en la Habana (I).
Juan
A. Martínez de Osaba y Goenaga
A la memoria de Severo Nieto.
El anuncio del próximo juego entre una
Selección Cubana y el Tampa Bay Rays,
de las Ligas Mayores en el Latino, ha
despertado una amplia expectativa en todo el país, y no es para menos, cuando
se han restablecido las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos
y se anuncia la visita del Presidente Barack Obama al desafío. Nos vienen a la
mente aquellos encuentros Cuba-Baltimore Orioles
de 1999, primero en el Latino y
después en la casa del representativo del Estado de Maryland en Grandes Ligas.
Aquí perdimos y allá ganamos.
El equipo que pronto nos visitará, uno de los más jóvenes de aquel
circuito, debutó en 1998 con el nombre Tampa
Bay Devil Rays, en la División Este de la Liga Americana. Tiene su sede
en el Tropicana Field, cito en St.
Petersburg, La Florida, inaugurado en 1990 con una capacidad para 43 500
espectadores. Su mayor palmarés está en dos títulos de su División (2008 y
2010), ese último año ganó la Liga Americana ante el Boston Red Sox (4-3), pero no pudo titularse en la Serie
Mundial ante el Philadelphia Phillies
(1-4).
Para muchos constituye una segunda ocasión, porque la inmensa mayoría desconoce,
o no recuerda, aquellos memorables encuentros desde fines del siglo XIX, que se
hicieron frecuentes en la Isla. Con ellos vendrían fabulosos jugadores como Ty Cobb, Babe Ruth, Jackie
Robinson, Ted Williams, Yogi Berra, Mickey Mantle y tantos otros
que buscaban ponerse en forma.
Cincinnati Reds en Cuba (1908
La prensa y los federativos de la Liga Profesional Cubana llamaron
Series Americanas, Temporadas Americanas y otras denominaciones (no
Cubano-Americanas, como debió ser), a los torneos de exhibición que se hicieron
frecuentes en La Habana, en la etapa de preparación de los equipos de Grandes
Ligas y de otros circuitos, como las Menores y las Ligas Negras, para aprovechar
el favorable clima tropical invernal y las buenas condiciones que se les
brindaban, amén de sostener partidos con equipos de probada fuerza y algunas
veces entre ellos mismos.
La primera visita de norteamericanos se efectuó en 1885, con una
representación de Chicago. Y al
año siguiente sostuvieron juegos de exhibición dos equipos de Filadelfia: los Athletics, que jugarían en la Liga
Americana y los Phillies en la Nacional (aún vigente), con la
participación de figuras renombradas como Wilbert Robinson y Arthur Irwin. Es
bueno recordar que entonces no existían las Grandes Ligas, como las conocemos
hoy; comenzarían en 1903.
El Tampa en Cuba (1904)
En 1891 llegó un conjunto de ocasión llamado All Americans, con John McGraw como jugador, quien sería uno
de los más renombrados managers de
las Mayores, a quien apodaron El Pequeño
Napoleón. Ese team, con estrellas
de las Mayores, ganó los cinco desafíos ante el Habana
(2), Almendares, Fe y una selección All Cubans. Habían solicitado como
refuerzo a Antonio María García, El
Inglés, a la sazón el mejor jugador cubano, quien rehusó una oferta de
McGraw para jugar en los Estados Unidos; su situación económica en la Isla no
era desechable. A partir de esas primeras incursiones, se sistematizarían las
Series Americanas.
Los Gigantes
de Nueva York fueron los primeros en conocer el clima tropical de
invierno y los entusiastas aficionados del Caribe, cuando visitaron Cuba en
1890 (1891). Pero las excursiones de los equipos estadounidenses a esa isla
duraron poco. No era el calor del clima lo que las detuvo, sino más bien el
calor de la violencia política.[1]
En 1900, bajo la ocupación
norteamericana de la Isla, se produjo una visita que puso al descubierto la
superioridad del béisbol norteamericano.
Un grupo de jugadores del Brooklyn Superbas, campeones de la Liga
Nacional, único circuito entonces en las Mayores, y los Gigantes de New York, se transportaron a La Habana en el mes
de noviembre de 1900, para enfrentar varios juegos entre sí y también contra
equipos nacionales. En cuatro desafíos ante los criollos el triunfo siempre les
sonrió a los visitantes, quienes batearon con libertad a los pitchers nativos, anotándoles 10 o más
carreras en cada ocasión.[2]
Habana (1908-1909)
En 1903 llegaron los Cuban X-Giants, un equipo de las pre Ligas Negras (se formarían oficialmente en 1920). En el Almendares Park I realizaron nueve encuentros, de los cuales perdieron 6 y empataron 1. Los primeros seis fueron contra equipos que habían integrado el Premio de Verano: Maine, Colombia y Nuevo Azul, dirigidos por el estelar lanzador Rube Foster, futuro empresario y fundador de las Ligas Independientes de Color (Negras). Ya para entonces se manifestaba la fuerza del béisbol cubano, pues los últimos tres desafíos los jugaron contra la selección Criollo, que los derrotó en dos ocasiones y empataron un tercero. El Criollo contó en sus filas con jugadores de la talla de Alfredo Arcaño, Armando Cabañas, Julián Castillo y Rafael Almeida (posterior big leaguer), además del lanzador Bernardo Carrillo.
En el otoño de 1904 y hasta el mes de enero
de 1905, llegarían otros cinco equipos norteamericanos a la Isla, no
representativos de las Grandes Ligas, pero casi todos con jugadores de ese
circuito. Regresó el Cuban X-Giants,
dirigidos por Ed Lamar, que en esa
ocasión se impuso en 7 de los 8 encuentros efectuados. Solo perdieron el 23 de
octubre contra el Habana, con el
estelar Joseíto Muñoz en la lomita (9
x 3). El Lynn, de Massachusetts,
efectuó siete partidos contra el Almendares,
que se impuso en tres y el Habana
dividió honores en cuatro desafíos. El zurdo Luis Mulo Padrón venció en dos ocasiones y se destacó en la ofensiva de
largo metraje con dos jonrones decisivos.
El All-Nationals
celebró 5 juegos, de los cuales perdió 4, a pesar de contar con varios
jugadores de las Mayores en sus filas: 2 contra el Habana y 2 contra el Almendares.
Con su asistencia, el Tampa devolvería
una visita del Almendares a esa
ciudad, y se vio superado 4-2, en seis desafíos; 2 triunfos del Habana, con Luis Mulo Padrón desde el box
y 2 del Almendares, con José
Borges.
El quinto equipo fue una selección llamada All Americans, que se impuso 7-4 en 11
encuentros, sometiendo al Almendares
en seis ocasiones. El Habana los
derrotó 4 veces, todos con Joseíto
Muñoz en el box, quien el 17 de enero
les propinó una espesa lechada de 5 x 0, además empató 1 y perdió el otro,
cuando su estelar Carlos Bebé Royer
se vio superado por el big leaguer
Frank Barberich.
En 1905 volvería el Cuban X-Giants, de Ed
Lamar, que logró imponerse 5-4 al Habana,
al Fe, y a la selección All-Cubans, integrada en su mayoría por
almendaristas. El Lynn también
regresaría, pero sumamente debilitado y tuvo que ser reforzado por cubanos como
Emilio Palomino, Anguilla Bustamante
y Armando Marsans (posterior big leaguer).
A su vez llegaría el Poughkeepsie,
de New York, que solo efectuó un desafío, donde Inocencio Pérez se impuso al
lanzador de las Mayores, Jimmy
Dygert.
Almendares (1905)
En 1906 los Cuban
X-Giants efectuaron nueve desafíos, cuatro con el Almendares y cinco con el Habana, a los cuales les ganaron 4. Los Azules saldrían mejor parados, pues se
impusieron tres veces, destacándose el lanzador pinareño Rafael Figarola, que
el 19 de noviembre les sirvió una espesa lechada de 5 x 0. Esa temporada
también llegó otro All Americans,
con varios jugadores de las Mayores, quienes sostuvieron once encuentros, seis
con el Almendares, con cinco
victorias para este último, y cinco con el Habana,
al que vencieron en cuatro ocasiones. Se destacó, una vez más, el Mulo Padrón.
En 1907 llegarían los Philadelphia Giants, campeones de las
Ligas Negras, superados por los equipos locales en siete de doce desafíos. Joseíto Muñoz volvió a destacarse por el
Almendares, cuando el 10 de
octubre les tiró una lechada de 6 x 0. También vino el All-Leaguers, que tenía en sus filas a varios big leaguers, incluido el lanzador
Víctor Biff Schlitzer, del Philadelphia Athletics, el primer pitcher que había mojado la bola con
saliva. El All-Leaguers venció
cuatro veces al Habana y una al Almendares.
Una gran expectativa había causado el
anuncio de la visita de los Detroit
Tigers, que tenían en sus filas al inmortal Ty Cobb, pero pocos días antes se canceló el tope.
Aquellos encuentros continuaron en 1908,
cuando la Isla vivía una relativa calma. En ello tuvo mucho que ver el periodista
José Massager, quien gestionó a los Cincinnati
Reds para enfrentarse con el Almendares
y el Habana. De allí brotaría la
leyenda de José de la Caridad Méndez, quien los sometió sin pasión. La serie
terminó 7-4 a favor de los nativos. El Cincinnati
ese año había ocupado el 5to. lugar de la Liga Nacional.
Fue precisamente en 1908, cuando Méndez
había debutado con el Almendares y
se enfrentó a los norteamericanos en el primer desafío, el 15 de noviembre;
ganó 1 x 0, permitiendo un solitario hit
del 2da. base Miller Huggins, en la novena entrada. El 29 de noviembre abrió
por los Azules Carlos Bebé Royer, y en el 3er. episodio volvió
al montículo Méndez, sin permitir libertades. El 3 de diciembre, en el último
desafío, los volvió a blanquear y elevó la cifra a 25 escones consecutivos sin
permitir carreras.
Después llegaría el Key West, que también sucumbió por espesa lechada de 4 x 0
ante el Diamante Negro (34 escones
consecutivos). Pero la cosa no terminó ahí, pues el Almendares devolvió la visita a Cayo Hueso y éste les lanzó
un juego sin hits ni carreras (43
escones), récord que se detuvo en 45, en la Liga Profesional Cubana. La visita
a Cayo Hueso del Almendares
significaría la primera ocasión en que jugadores negros se enfrentaran a
blancos, en el sur de La Florida.
En 1909 llegarían el Indianápolis
Indians, de Ligas Menores y el Detroit
Tigers, que se habían impuesto en la Liga Americana y cayó en siete
desafíos en la Serie Mundial ante el Pittsburgh
Pirates. Memorable fue el 18 de diciembre, cuando Eustaquio Bombín Pedroso los mantuvo sin hits en 11 entradas; habían anotado una
carrera por error del camarero Armando Cabañas en el 7mo. Al final del onceno
se impuso el Almendares 2 x 1. El
público se desbordó al terreno y hubo una colecta de 300 pesos para Bombín, en la que participaron dos
Presidentes históricos: José Miguel Gómez (en funciones) y su hijo Miguel
Mariano.
En la confrontación se sintió la ausencia de Ty Cobb, El Melocotón de
Georgia, quien ese año había alcanzado la Triple Corona de las Grandes
Ligas, más otros liderazgos, así como la del también estelar Sam Crawford. Pactada para más desafíos,
solo se jugaron cinco, pues los norteamericanos se retiraron por problemas
económicos internos de su club. No
obstante, en el cuarto juego José de la Caridad Méndez solo les permitió 2 hits; al bate se destacó Julián
Castillo. El 5to. juego lo ganó fácilmente el Detroit.
La mesa quedó servida para El
Melocotón de Georgia, quien el próximo año se encargaría de “incendiar” las
tribunas.
(Continuará).
Juan A.
Martínez de Osaba y Goenaga
Marzo de 2015.
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