Los cuentos del Mayor
Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga.
Para
Mario Felipe, con cariño
El novato Mario Felipe Lamas (XI Serie Nacional)
Latino
repleto hasta las gradas de sol. La gente de La Habana y otros lares, se
volcaba a su lugar preferido, por donde tantas y tantas luminarias han pasado.
Habíamos trasnochado la jornada anterior, un sábado esplendoroso. Nos le
escapamos al director, a fin de cuentas no íbamos a jugar, nunca lo hacíamos;
imposible imaginar que él pensara en nosotros.
Cuando comenzó el desafío Industriales-Vegueros, por los Azules
estuvo Walfrido Ruiz en la lomita, uno de los mejores del país. Su rival sería el
corajudo Emilio Salgado. Si era impresionante ver a Walfrido -nadie lo quería
en contra- más lo era enfrentarse a la famosa Tanda del Terror, encabezada por Agustín Marquetti y Armando
Capiró, aquel one-two de leyenda.
Si usted quiere comprobarlo, vístase de
pelotero y salga a jugar en el estadio del Cerro con más de cincuenta mil personas.
Se estremece, parece un tsunami que se lo quiere tragar; aficionados
implacables. Usted no sabe si gritan miles o millones y se siente ofendido,
aunque no oiga malas palabras. Es posible que en el Yankee Stadium no sea así, no lo sé, pero es difícil, y caben
muchos más.
-- ¡Oye guajiro! ¿Quién te dijo que eres
pelotero? -- Y escuchas a tus compañeros.
-- No les hagas caso que tú eres el mejor. –
Entonces te sientes incómodo, no por los fanáticos, sino por los tuyos.
¡Mentira! Yo no soy el mejor. Así vas pasando el trago amargo en el trayecto
hacia home, bate a cuestas.
Admiro a quienes se ríen del graderío y
logran la concentración ante miles y miles, las cámaras de televisión,
fotógrafos, periodistas... Los psicólogos le llaman prearranque, con sus dosis
de sobrevaloraciones. Nosotros decimos que tienen mucho c...orazón. Gigantes de
la talla del propio Salgado, Rogelio, Juan Carlos Oliva, Casanova, Urquiola,
Linares, Félix Pino, Pedro Luis Lazo…, han "bailado en casa del
trompo". Otros no, prefieren jugar home
club.
Con nosotros estuvo Mario Felipe Lamas, un
muchachón gordo, quien nació en San Cristóbal, el 17 de agosto de 1944.
Conectaba batazos descomunales en los torneos regionales y provinciales. Una
persona excelente, de carácter contagioso, muy ocurrente. Muchos años sin
verlo. Recuerdo que en una noche bien fría sostuvo desde la cama, a la hora de
bañarse, este diálogo con el pitcher Gustavo
González: -- Mayor, hay agua. --
Gracias Gustavo, ya tomé.
La fecha anterior había pasado una mala
noche, algo raro en él, que prefería la cama: -- Total, si no voy a jugar. --
Walfrido y Salgado se enfrascaron en un bonito duelo. A Emilio le dolía el
brazo, pero no se quejó para evitar que lo supiera la dirección del equipo. Confidencia
entre él y el bueno de Otilio (Ichi)
Martínez; así era de corajudo.
En el octavo me mandaron a batear por Hirám
Fuentes y conecté uno de mis dos hits
“industrialistas”. Después del mal rato llegó el desquite. Instalado en primera
vi salir del dugout al Mayor, lleno de libras. Pedí tiempo y
corrí hacia él bajo un ruido ensordecedor: -- Oye gordo, vas como buey para el
matadero… – Cuidado con Walfrido, que está encendido. -- Y otras ofensas. Vamos
Mayor, no falles, mírala bien,
recuerda que eres el mejor de San Cristóbal, le dije.
Sus ojos me desconcertaron, el estadio se le
venía encima con el casco hundido hasta la frente, cual soldado que va a la
guerra. Solo le faltó romper en llanto. Entonces masculló las sentenciantes y
cortas palabras:
-- No jodas, Juany. -- Se dirigió al home arrastrando el bate, sin levantar
la cabeza. De más está decir que Walfrido solo necesitó tres lanzamientos. El
amigo dio una media vuelta como hacen los militares y retornó a la cueva, donde
algunos jodedores lo recibieron: --No importa Mayor, la próxima vez se la das.
--Claro mis amigos, pero no habrá una
próxima vez. -- Y no la hubo.
Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga.
Julio de 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario