martes, 9 de febrero de 2016

CUBA: AL RESCATE DE LA CALIDAD DEL BEISBOL



Por Juan Emilio Batista Cruz.

Un saludo, hermano Jesús. Sí, lamentable para nuestro béisbol el abandono del equipo en Santo Domingo de los Hermanos Yulieski y Lourdes (hijo) Gurriel Castillo. El primero, sobre todo, tiene calidad probada para brillar en MLB y su hermano menor apenas comienza, pero tiene talento suficiente para llegar a ser figura en poco tiempo al más alto nivel de la pelota en el mundo. Les deseo suerte. 

Ahora, hermano, te adjunto un comentario sobre mi punto de vista acerca de que es posible rescatar la calidad y el prestigio de que siempre ha gozado el rey de los deportes en Cuba. Un abrazo, Juan Emilio.

El rescate de la calidad del béisbol cubano es posible


Las Tunas, Cuba.- Lo sucedido en la recién terminada Serie del Caribe de Béisbol no debió ser una sorpresa para nadie en nuestro país, porque desde hace varios años se repiten los mismos errores a la hora de confeccionar la Selección Nacional y se mantiene casi intacto el desconocimiento de lo que sucede en las Ligas de nuestro más cercano entorno geográfico.


Una vez más, el campeón reforzado de nuestra Serie Nacional es “sorprendido” en los primeros enfrentamientos del torneo caribeño y cuando comienza a mejorar su desempeño porque tiene talento para ello, ya es tarde en un calendario tan corto y exigente.

Vamos por parte.

Desde finales de la década del 60 del siglo 20, Cuba reinó en el universo del béisbol aficionado, con equipos cuajados de estrellas capaces de brillar en las mismísimas Grandes Ligas de Estados Unidos, pero frente a rivales de menor cuantía, salvo las excepciones conocidas de excelentes planteles estadounidenses, japoneses, coreanos, de China Taipei, Canadá y más recientemente, de Holanda.

Pero el mundo ha cambiado en todos los sentidos y, poco a poco, en los eventos deportivos universales y de los Juegos Olímpicos se apuesta por la calidad, por la presencia de los mejores, ya sean amateurs o profesionales. La exigencia creció y en el caso de la pelota “nos dormimos en los laureles”.


La Serie Nacional cubana era una competencia de alto nivel y después de 1975, con la creación de la Selectiva, se elevó el techo cualitativo, debido a la concentración de los mejores jugadores en cuatro, seis u ocho novenas.

Por diferentes razones este torneo élite, sinónimo de calidad indiscutida, desapareció con la edición de 2004, año en el que Cuba recuperó el título olímpico en la cita de Atenas, Grecia, apoyada en una formidable nómina, bien guiada por Rey Vicente Anglada.

La presencia de 16 equipos en el torneo doméstico y la falta casi absoluta de roce internacional, la eliminación de la Serie Selectiva bajó abruptamente la calidad y la dinastía de Cuba en los eventos oficiales del mundo comenzó a resquebrajarse. Aquellos polvos trajeron los actuales lodos, esos que hoy nos hunden en un pantano.


Desde la primera nacional hubo desertores, como el caso de Manuel “Amorós” Hernández, joven y talentoso zurdo matancero, que quiso probar suerte en el béisbol rentado. Y, hasta los 80 del pasado siglo, sólo algunos jugadores aislados lo imitaron.

A partir de los años 90 se incrementó el número de los desertores, aunque en el inicio no se trató de los más brillantes, en unos casos sólo en busca de mejoría económica, o lo que es lo mismo fama y fortuna y en otros, disgustados porque a pesar de sus altos resultados, no eran incluidos en la selección nacional, único estímulo para su carrera dentro del país.

Es bueno que se sepa que, en todos aquellos casos y en los del presente, los peloteros cubanos se ven obligados a renunciar a su Patria y adquirir otra nacionalidad porque la Ley del Bloqueo impide que un ciudadano de la Mayor de las Antillas sea contratado por alguna de las franquicias de la MLB.


 Esa es una realidad objetiva que no es responsabilidad de los que dirigen el béisbol en Cuba. Es sabido que se han hecho cambios, que se adoptaron medidas, que ya nuestros peloteros reciben dinero para jugar, que firman sus contratos en las diferentes provincias, que se han logrado vínculos con otras Ligas como la de Japón, Italia, Holanda y otras menos connotadas, pero con la MLB, hasta ahora, nada.

Pero en medio de estas realidades, es preciso aumentar las gestiones, conseguir que nuestros peloteros puedan buscar experiencia en otros países, foguearse, sobre todo en el Caribe, hasta que un día, la justicia se abra paso, y los cubanos puedan brillar en Grandes Ligas sin tener que renunciar a su Patria, a vivir con su familia en la tierra que los vio nacer.

Pero es preciso, también, resolver los problemas subjetivos que lastran nuestra pelota. Hay que estimular a los activistas y los técnicos de la base, aprovechar la experiencia de jugadores estrellas que, en este momento, están olvidados, cuando pudieran perfeccionar el quehacer de los miles de talentos que existen en todos los rincones del país.


Además, es preciso que en la nómina de los equipos nacionales se incluya a los atletas que estén en la mejor forma deportiva, que sus resultados sean reconocidos, que se sientan estimulados.

En esta Serie del Caribe, por ejemplo, Alfredo Despaigne, quien estaba de vacaciones, viajó a Dominicana, donde no pudo acreditar, por mucho, su extraordinaria calidad. En mi opinión ese fue un error que dañó, a no dudarlo, el bien ganado prestigio del muchacho de Granma.

Y no acepto que sea la presencia de un equipo por provincia en nuestra Serie, lo que haga daño al béisbol cubano. En esta Isla, desde el Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí, los talentos están por decenas de miles y necesitan jugar, además de que son los protagonistas del mayor espectáculo de cualquier índole que se organice en el país, de un pasatiempo que forma parte de la Identidad Nacional.


Ah, ¿por qué la Dirección del béisbol en Cuba no acaba de darse cuenta de que nuestro descenso ocurrió a partir de la eliminación de la Selectiva? 

Organícese la Serie Nacional corta y, al final, un torneo élite, con el nombre que se determine y el cual propongo que sea Copa Cuba, con cuatro o seis equipos integrados por los más destacados de la temporada en cada posición, que se conviertan en la cantera de la Selección Tricolor para los eventos internacionales.

Y si el contexto universal lo permite y ellos están de acuerdo, que los peloteros cubanos de hoy, estrellas en otras Ligas, puedan  ser incluidos en la Selección Nacional y defender la bandera de su Patria. Eso sería totalmente justo.

De acuerdo con este punto de vista, luego de largas y profundas reflexiones, creo firmemente, que es posible rescatar la calidad y el prestigio del béisbol en mi país, éste que durante casi siglo y medio, ha aportado estrellas de tal brillo, que jamás podrán ser olvidadas por nadie conocedor de un deporte tan extraordinario como el de las bolas y los strikes.

   



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