Al Bat
En memoria de Celerino
Sánchez
Por Jesús Alberto Rubio
Un día Primero de mayo,
pero de 1992, a causa de un derrame cerebral falleció en León, Guanajuato, uno
de los grandes terceras bases surgidos en la historia del beisbol mexicano: el
veracruzano de El Guayabal, Celerino Sánchez.
“Cele”, ojalá lo haya
visto jugar, al paso del eterno tiempo sigue conceptuado como un excelente
bateador y un efectivo y sensacional defensor de la esquina caliente tanto en
México, el Caribe y las Ligas Mayores, con los Yankees de Nueva York.
Un icono y leyenda de
Naranjeros de Hermosillo, especialmente, además de jugar también a nivel Triple
A con Tigres del México y los Venados de Mazatlán.
El recinto sagrado del
beisbol mexicano con sede en Monterrey, Nuevo León, lo califica en su placa de
inmortal como un excelso tercera base que alineó 13 años en la Liga Mexicana de
Beisbol y 11 en la del Pacífico.
Y precisa en sus anales:
se inició en el circuito de verano en 1964 con el equipo Tigres y allí se
sostuvo durante ocho temporadas y media, pasando a Córdoba, después a Coahuila
y finalmente, a León.
Con Tigres tuvo su mejor
año en 1971, promediando .368 de porcentaje. Su promedio global en la liga de
verano fue de .301 milésimas.
Fue Electo al Salón de la Fama en 1994.
Eso es.
De mis documentos, puede compartirle lo siguiente:
Puedo afirmar que la
nueva generación de aficionados al beisbol, e incluso gran cantidad de
peloteros de esta época, no tuvieron el privilegio de ver jugar al gran
“Comanche”, como fue conocido Celerino Sánchez cuando se instaló en Ligas
Mayores con los Yankees de Nueva York.
Su presencia como tercera
base, brazo de cañón y bateo por demás efectivo, le hizo trascender en la
historia de este deporte como un jugador top en cualquier circuito donde vio
acción.
En nuestra pelota
invernal, con Naranjeros fue algo por demás especial y siempre se la ha
recordado luciendo su No. 14 en su jersey.
Celerino, reitero, se convirtió en su tiempo en elocuente tercera en nuestra pelota mexicana, además de impactar en Series del Caribe con actuaciones que le hicieron llegar a los Mulos del Bronx.
Fue conceptuado como un
antesalista con gran seguridad y potencia al hacer sus tiros a las bases. De
personalidad tranquila/calmada, pero de toda entrega y seguro en situaciones
difíciles del juego.
Su única debilidad
durante su trayectoria fue la tendencia a lastimarse, con lo que reducía su
participación en el terreno de juego.
Veamos que sucedió con
antes de que debutara con los Venados de Mazatlán (1965-66) y luego a la
siguiente temporada con los Naranjeros de Hermosillo.
No lo valoraban…
Hay un detalle muy
interesante en los inicios de Celerino:
Cuando se presentó a
mediados de los años 60 a los entrenamientos de un equipo de la Liga
Metropolitana (Guillete), no lo quisieron contratar. Incluso, en el campo de
entrenamiento de los Tigres del México tampoco le hacían caso.
Celerino procedía del
campo rural de la costa veracruzana: El Guayabal, Veracruz, su tierra natal el
3 de febrero de 1944, un rancho del municipio de Paso de Ovejas.
Fue finalmente el coach
de los Tigres, Jesús “El Pulga” Robles, quien lo recomendó a la organización
felina donde llamó la atención por su poderoso brazo, siendo enviado a
foguearse a diversos circuitos menores y al término de cada temporada jugaba
algunos partidos con los Tigres.
Por ejemplo, en la Liga
Central bateó .354, 16 cuadrangulares y 72 impulsadas; luego en la Tabasqueña,
con Tabasco (.330, tres jonrones y 55 CP).
También incursionó en el
beisbol de EU con los Turistas de Asheville, sucursal de los Astros en la Liga
de Carolina donde pegó para .233, ocho jonrones y 20 producidas y al siguiente
año con Greensboro (.321-2HR y 9CP en 18 partidos).
Sin embargo, cuando en la
Tabasqueña (1966) bateó .448, 50 dobles, 21 triples y 7 vuelacercas para
ganarse el “Bat de Plata” por tener el porcentaje más alto de todas las Ligas
Menores, los Tigres finalmente aceptaron que ya estaba más que listo para ser
el titular con el equipo capitalino.
Lo recibió cuando jugaba
en 1967 con los Turistas de Asheville, sucursal de los Astros en la Liga de
Carolina, Clase A, en Ligas Menores de EU.
Para 1967 Celerino ya
estaba en la capital del país y con los Tigres jugaría 88 partidos, en
ocasiones de primera, ya que eran los años en que tenían el “cuadro del millón”
con Armando Murillo en tercera, Fernando Remes de short, Arnoldo “Kilo” Castro
en la segunda y Rubén Esquivias de primera.
Sin embargo, todo cambió
a partir de 1969 al ganarse la titularidad promediando .314 ¡con 20 jonrones y
88 impulsadas!, llamando la atención del buscador de la Gran Carpa, Chuck
Genovese, por cierto, el primer mánager en la historia de los Tigres de México.
Al siguiente año el
veracruzano que se caracterizó por ser más bien bateador de líneas, logro .345
y diez jonrones, llegando entonces lo que fue su mejor temporada con el equipo
logrando los números que ya le cité.
Anunció su retiro
Pero fíjese qué cosa:
terminando la campaña del 71 con los Tigres, sorpresivamente anunció su adiós
al beisbol para dedicarse a unos negocios en compañía de su esposa Lorena.
La noticia la dio el 8 de
agosto al término del juego que tuvieron contra los Leones de Yucatán en el ya extinto
Parque del Seguro Social, accediendo a los deseos de un fotógrafo para tomarle
unas imágenes durante sus últimos momentos en el vestidor… antes de colgar sus
spikes y uniforme.
¡Se iba en los momentos
en que estaba en los cuernos de la luna!
Y que si impactó con
aquella decisión, la que prolongó 32 días hasta que, Arcadio Valenzuela,
entonces presidente de los Naranjeros de Hermosillo, fue hasta la Ciudad de
México para convencerlo de que su lugar estaba todavía en la pelota.
Celerino había
sorprendido a todos, quizá como estrategia para lograr un mejor contrato con
los Naranjeros, después de su notable actuación en la primera incursión que
tuvo en 1971 Naranjeros en Series del Caribe.
En aquel histórico
clásico tuvo relevante actuación al coronarse campeón jonronero (3) y productor
de carreras (9), asombrando con su excelentísimo fildeo y potente brazo desde
la tercera base.
Además, promedió .407
para ser el mejor del torneo donde obviamente fue incluido en el Equipo Ideal.
Incluso, con los Tigres
había tenido lo que fue su mejor campaña de aquella época al promediar .368,
dar 15 de vuelta entera e impulsar y 79 carreras, siendo el campeón en slugging
con .572.
¡A los Yankees!
Por todo su potencial y
capacidad manifiesta, Celerino llamaba en 1971 poderosamente la atención tanto
de los Reales de Kansas City, Cachorros de Chicago, Padres de San Diego, Mets y
Yankees, toda vez ya estaba cotizado como el mejor tercera base mexicano por su
fuerte bateo, brazo y seguro fildeo.
Junto con Aurelio
Rodríguez, quien ya era todo un estelar con los Tigres de Detroit (jugó con
ellos 9 campañas/Guante de oro en 1976) en aquellos días “Cele” tenía uno de
los brazos más potentes de su tiempo.
Fueron los Reales los que
primer lanzaron el anzuelo en el momento en que era el titular de la esquina
caliente con los Tigres dirigidos por José Luis “Chito” García: mostraron un
cheque al portador de 40 mil dólares, queriéndose también llevar en la negociación
a Luis Lagunas. Empero, falló la negociación.
Más tarde, gracias a la
recomendación hecha por el gran colega Tomas Morales, en ese tiempo buscador de
los Yankees, llegó a la histórica franquicia.
Clete (Cletis) Boyer ya
no estaba con ellos y les había fallado Rick Mckinney, procedente de las Medias
Blancas de Chicago a cambio del pitcher Stan Bahnsen, de modo que les urgía un
defensor de la esquina caliente, por lo que con 30 mil dólares y Ossie Chavarría
—jugaría después con Hermosillo— se hizo el cambalache para la felicidad del
jarocho.
De Syracuse a NY
Fue en la primavera del 72
cuando Celerino Sánchez hizo su presentación en los campos de entrenamiento de
los Mulos del Bronx y luego enviado a la sucursal de NY en Syracuse, Triple A,
donde Frank Verdi fue su mánager, al que calificó de excelente.
De ahí, el timón de los
Yankees, Ralph Houk, lo mandó llamar al momento en que bateaba .327 con
tres jonrones y 28 producidas, causando magnífica impresión al llegar al Yankee
Stadium. De Ralph Houk, diría: “es el mejor del mundo; es formidable manejando
y entendiendo a los peloteros.
“No había conocido a nadie
como él”, dijo en esos días el timón Yankee..
Al primer pítcher que se
enfrentó (13 de junio) fue ni más ni menos que a Wilbur Wood, el estelar de la
bola de nudillos de los White Sox de aquella época y a quien, a pesar de
conectarle fuerte, no le pudo pegar hit.
En ese 72 consideró a Bobby
Murcer y a Thurman Munson como grandes peloteros, lo mismo que el short Gene
Michael. Esa temporada de su debut, el veracruzano ganaría un sueldo de 13,500
dólares por su calidad de novato.
Por su tez morena y dejarse el cabello
largo al estilo de los Pieles Rojas, un periódico newyokino comenzó a llamarle
“Comanche”, mote que sería del gusto de toda la fanaticada.
Con los Yankees, utilizó en
su franela el No. 10.
Celerino estaría con Nueva
York en las temporadas del 72 y 73, siendo la primera de ellas en la cual ayudó
al equipo a pelear hasta el final por el título de la División Este de la
Americana, el que finalmente se llevaron los Tigres de Detroit.
El mismo Houk diría después
que de no haberse lastimado al final de la campaña, los Yankees habrían sido
los campeones del circuito.
Fue por ello que, a causa de
las constantes lesiones del veracruzano, el equipo realizó en diciembre del 72
un cambio que por consecuencia le relegó a un segundo plano: Obtuvo de
Cleveland a Craig Nettles, un gran tercera base y jonronero zurdo, ideal para
la barda derecha del Yankee Stadium.
Así, Celerino sólo jugaría 34 partidos
en 1973, bateó .219 e impulsó nueve carreras.
Un instante inolvidable para
él, fue aquel sábado 12 de mayo del 73 cuando el gran “Comanche” conectaría su
único cuadrangular en Grandes Ligas en un partido contra los Orioles.
Vivió momentos históricos
Le tocó ser testigo
presencial del momento en que el viejo Yankee Stadium –aquel histórico
escenario “Que Ruth Construyó”– iba a pasar a mejor vida para erigirse sobre el
mismo sitio de nuevo como una flamante morada de la histórica franquicia que
había sido adquirida por George Steinbrenner a la Columbia Broadcasting System
(CBS) en 10 millones de dólares, por lo que el 73 y 74 los Mulos del Bronx
jugaron en el Shea Stadium de los Mets mientras terminaban las obras del
majestuoso estadio newyorkino que hoy también hace un año cambió de escenario.
Celerino también estuvo
presente cuando aquel 73 su compañero de equipo, Ron Blomberg, se enfrentó a
Luis Tiant como el primer Bateador Designado en la historia de Grandes Ligas.
(Blomberg caminó con las bases llenas en su primer turno y concluyó la jornada
con 3-1 en la derrota de 15-5 de Nueva York ante Boston).
Sin embargo, sus lesiones y
sobre todo al tener a Craig Nettles, los Yankees no lo retuvieron más y un año
después, durante los entrenamientos primaverales, lo enviaron a Ligas Menores,
por lo que mejor optó por retornar a Los Tigres de México. Su
último juego fue el 30 de septiembre de 1973.
En esos dos años con los
Mulos del Bronx, el inolvidable veracruzano acumuló .242 de bateo en 105
partidos, anotando 30 veces, con once dobles, tres triples un jonrón y 31
producidas.
De no haber sido por sus constantes
lesiones que siempre le caracterizaban, los Yankees lo hubiesen retenido más
tiempo.
Fue un privilegio verlo
jugar
¡Cuánta fortuna y
privilegio fue ver jugar a Celerino Sánchez convertido en el mejor tercera base
mexicano de fines de los 60 y toda la década siguiente, especialmente por su
potente brazo, defensa y gran bateo!
Pasó a ser un ícono en el
desaparecido Fernando M. Ortiz y después, a partir del 72, en lo que entonces
“Gigante de El Choyal” y luego bautizado en enero de 1976 como “Héctor Espino”.
Celerino haría gran
mancuerna ofensiva con Espino, con quien el veracruzano integró una de las
duplas más poderosas en la historia de la Mexicana del Pacífico.
Inolvidable aquella
coronación del 71 de los Naranjeros ante los Cañeros de Los Mochis con aquel
enorme jonrón Bob Darwin, su segundo de la noche, ante el férreo pitcheo que
mantenía hasta ese cierre del noveno el gran Pepe Peña, dándole así el pase a
la serie caribeña al primer equipo mexicano en Series del Caribe.
¡Qué capítulo, qué
momento e historia en los anales del béisbol invernal!… y ahí estaba la
presencia, carismática y de gran personalidad de un ídolo de entonces, como lo
fue Celerino Sánchez junto al mánager Maury Wills y su coach “Adolfo “Tribilín”
Cabrera; Espino, Paul y Tim Johnson, Roberto Méndez, el refuerzo Zoilo
Versalles, Pancho Barrios, Sergio Robles, Miguel “Pilo” Gaspar, Eduardo Acosta,
Max León, Ángel Macías, Alfredo Ortiz, Manuel Lugo, Lauro Villalobos, David
Ochoa…
Tres ocasiones en el
Equipo Ideal
Celerino participó en
cuatro Series del Caribe y tres veces integró al Equipo Ideal; dos con
Hermosillo (1971 y 1976), así como refuerzo de Guasave (1972) y Mazatlán
(1974); su promedio de bateo fue de .306 tras participar en 24 juegos, con 5
cuadrangulares, 5 dobles, un triple y 21 CP.
En el primer juego y de
debut de México en esas confrontaciones (1971) en San Juan, Puerto Rico contra
los Cangrejeros de Santurce, en el noveno pegó cuadrangular para empatar el
partido y mandar el juego a extrainnings, diciéndole al mundo del beisbol…
quién era Celerino Sánchez.
Fue aquel clásico donde
los Cangrejeros dirigidos por Frank Robinson traía gente de alcurnia, como
Reggie Jackson, imagínese, Don Baylor, Santos Alomar, Elrod Hendricks, Jerry
Morales, Arsenio “Pinolo” Rodríguez y entre otros, Tany Pérez, quien precisamente
pegó el hit de la victoria en la onceava ante los debutantes aztecas.
La histórica primera
victoria mexicana caería hasta día 9 de aquel febrero del 71 ante los
borinqueños, partidazo donde “Cele” en el sexto capítulo empezaría reacción de
4 carreras al iniciar la voz de ataque con un cuadrangular y luego ya en la
novena, con profundo elevado al jardín central, se iba a convertir en el héroe
de la jornada al enviar al plato las carreras de la ventaja definitiva (7-5).
En la serie del Caribe
del 74
Fue refuerzo de los
campeones Venados del 73-74 dirigidos por Ronnie Camacho y ya en la Serie del
Caribe en Hermosillo, la primera que se realizaba en nuestro país, el gran
veracruzano se coronó campeón en impulsadas (9) volviendo a jugar una esquina
caliente de campanillas.
En aquel 74, caray,
cuántos notables estrellas se vieron en el Espino:
Mike Schmidt, Héctor
Espino, Gary Carter, Steve Garvey, Ken Tekulve, Manny Mota, Charlie Hough, Bill
Buckner, Joe Pactwa, Melcíades Olivo, Sergio Robles, César Gerónimo, Ed Bauta,
Willie Montañez, Tom Paciorek, Félix Millán, Aurelio López, Vicente Romo, Eleno
Cuen (autor de la única blanqueada del torneo y el mejor en efectividad con
0.00); Jorge Orta, Rudy Meoli, Dennis O´Toole, José Vidal, Rommel Canadá, Jack
Pierce, Derrell Thomas.
Además de Max León,
Enrique Romo, Otoniel Vélez, Jesús Rojas Alou, Pedro Borbón…
Su arribo a Naranjeros
Celerino Sánchez debutó
(1965-66) en la Invernal Sonora-Sinaloa (hoy LMP) con los Venados de Mazatlán
que entonces dirigía Daniel “La Coyota” Ríos y para la siguiente temporada
llegó a Hermosillo a cambio de Arturo “Camarón” Álvarez.
Con la escuadra naranja tuvo
una excelente temporada de debut (.286, 13 HR y 34 CP.
En 1967-68 bajó a .183 en 32 encuentros,
pero en la campaña 1969-70 vino por el desquite teniendo una de sus mejores
temporadas, bateó .303 (quinto lugar en la liga); el campeón fue Orestes Miñoso
con .359, además conectó 19 vuela cercas quedando campeón en este departamento
empatado con Héctor Espino.
En la temporada 1970-71 bateó
.342, sólo debajo de Héctor Espino (campeón bat con .348); pegó 15 HR y produjo
55 carreras.
Además, como ya anoté, esa
ocasión iba a brillar intensamente en la Serie del Caribe (en Puerto Rico) con
los campeones Naranjeros que representaron por vez primera a nuestro beisbol en
esos clásicos tras vencer en la final a los Cañeros de Los Mochis.
La LMP, bajo la presidencia de
Horacio López Díaz (Macacho”, recordemos, en aquella edición 70-71 ya estaba en
la Confederación del Beisbol del Caribe.
Dr. Carlos Rodríguez Candila (+):
Jesús: Indudablemente has
escrito como rescate la historia de un grande, de un pelotero que dejó
constancia de gran calidad, muy completo en todos los terrenos que su posición
exigió, la tercera base. Basta recordar la fotografía jugando para los Yankees;
de la precisión y elegancia para recibir la bola y sacar el out.
Si por una parte tuvo el
infortunio de que Craig Nettles, formidable y tan completo tercera base y con
mayor poderío de bateo y un fildeo de excelencia, no tenía el brazo firme y
poderoso que Celerino si demostraba.
En lo demás, el hijo del
Guayabal, Veracruz, el Gran Comanche dejó constancia de sus facultades para
brillar en grandes ligas; la duda que quizá puedas aclararnos es porque ningún
otro equipo de ligas mayores no lo contrató.
De mis recuerdos distingo a
Leo Rodríguez, Nelson Barrera, Armando Murillo y ni que decir el gran Aurelio
Rodríguez en esta posición.
Celerino, como bien anotaste,
fue distinguido con bat de plata por su actuación en la Liga de Tabasco,
antesala de las ligas doble o triple A. Las rebasó con mucho por su estructura
completa que cualquier manager quisiera tener.
Sigue escribiendo con ese
enorme acervo de conocimiento que alimenta la figura de un gran pelotero que
además con los Naranjeros de Hermosillo hicieron una dupla él y Héctor Espino,
¡Vaya que hicieron recreo y espectáculo de este deporte llamado beis-Rubio!
Saludos.
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