miércoles, 1 de mayo de 2024

 



Al Bat

 

En memoria de Celerino Sánchez


Por Jesús Alberto Rubio

 

Un día Primero de mayo, pero de 1992, a causa de un derrame cerebral falleció en León, Guanajuato, uno de los grandes terceras bases surgidos en la historia del beisbol mexicano: el veracruzano de El Guayabal, Celerino Sánchez.

 

“Cele”, ojalá lo haya visto jugar, al paso del eterno tiempo sigue conceptuado como un excelente bateador y un efectivo y sensacional defensor de la esquina caliente tanto en México, el Caribe y las Ligas Mayores, con los Yankees de Nueva York.

 

Un icono y leyenda de Naranjeros de Hermosillo, especialmente, además de jugar también a nivel Triple A con Tigres del México y los Venados de Mazatlán.

 


El recinto sagrado del beisbol mexicano con sede en Monterrey, Nuevo León, lo califica en su placa de inmortal como un excelso tercera base que alineó 13 años en la Liga Mexicana de Beisbol y 11 en la del Pacífico.

 

Y precisa en sus anales: se inició en el circuito de verano en 1964 con el equipo Tigres y allí se sostuvo durante ocho temporadas y media, pasando a Córdoba, después a Coahuila y finalmente, a León.

 

Con Tigres tuvo su mejor año en 1971, promediando .368 de porcentaje. Su promedio global en la liga de verano fue de .301 milésimas.

 

Fue Electo al Salón de la Fama en 1994.

 

Eso es.

 


De mis documentos, puede compartirle lo siguiente:

 

Puedo afirmar que la nueva generación de aficionados al beisbol, e incluso gran cantidad de peloteros de esta época, no tuvieron el privilegio de ver jugar al gran “Comanche”, como fue conocido Celerino Sánchez cuando se instaló en Ligas Mayores con los Yankees de Nueva York.

 

Su presencia como tercera base, brazo de cañón y bateo por demás efectivo, le hizo trascender en la historia de este deporte como un jugador top en cualquier circuito donde vio acción.

 

En nuestra pelota invernal, con Naranjeros fue algo por demás especial y siempre se la ha recordado luciendo su No. 14 en su jersey.


Celerino, reitero, se convirtió en su tiempo en elocuente tercera en nuestra pelota mexicana, además de impactar en Series del Caribe con actuaciones que le hicieron llegar a los Mulos del Bronx.

 

Fue conceptuado como un antesalista con gran seguridad y potencia al hacer sus tiros a las bases. De personalidad tranquila/calmada, pero de toda entrega y seguro en situaciones difíciles del juego.

 

Su única debilidad durante su trayectoria fue la tendencia a lastimarse, con lo que reducía su participación en el terreno de juego.

 

Veamos que sucedió con antes de que debutara con los Venados de Mazatlán (1965-66) y luego a la siguiente temporada con los Naranjeros de Hermosillo.

 


No lo valoraban…

 

Hay un detalle muy interesante en los inicios de Celerino:

 

Cuando se presentó a mediados de los años 60 a los entrenamientos de un equipo de la Liga Metropolitana (Guillete), no lo quisieron contratar. Incluso, en el campo de entrenamiento de los Tigres del México tampoco le hacían caso.

 

Celerino procedía del campo rural de la costa veracruzana: El Guayabal, Veracruz, su tierra natal el 3 de febrero de 1944, un rancho del municipio de Paso de Ovejas.

 

Fue finalmente el coach de los Tigres, Jesús “El Pulga” Robles, quien lo recomendó a la organización felina donde llamó la atención por su poderoso brazo, siendo enviado a foguearse a diversos circuitos menores y al término de cada temporada jugaba algunos partidos con los Tigres.


 


Por ejemplo, en la Liga Central bateó .354, 16 cuadrangulares y 72 impulsadas; luego en la Tabasqueña, con Tabasco (.330, tres jonrones y 55 CP).

 

También incursionó en el beisbol de EU con los Turistas de Asheville, sucursal de los Astros en la Liga de Carolina donde pegó para .233, ocho jonrones y 20 producidas y al siguiente año con Greensboro (.321-2HR y 9CP en 18 partidos).

 

Sin embargo, cuando en la Tabasqueña (1966) bateó .448, 50 dobles, 21 triples y 7 vuelacercas para ganarse el “Bat de Plata” por tener el porcentaje más alto de todas las Ligas Menores, los Tigres finalmente aceptaron que ya estaba más que listo para ser el titular con el equipo capitalino.

 

Lo recibió cuando jugaba en 1967 con los Turistas de Asheville, sucursal de los Astros en la Liga de Carolina, Clase A, en Ligas Menores de EU.

 

Para 1967 Celerino ya estaba en la capital del país y con los Tigres jugaría 88 partidos, en ocasiones de primera, ya que eran los años en que tenían el “cuadro del millón” con Armando Murillo en tercera, Fernando Remes de short, Arnoldo “Kilo” Castro en la segunda y Rubén Esquivias de primera.

 


Sin embargo, todo cambió a partir de 1969 al ganarse la titularidad promediando .314 ¡con 20 jonrones y 88 impulsadas!, llamando la atención del buscador de la Gran Carpa, Chuck Genovese, por cierto, el primer mánager en la historia de los Tigres de México.

 

Al siguiente año el veracruzano que se caracterizó por ser más bien bateador de líneas, logro .345 y diez jonrones, llegando entonces lo que fue su mejor temporada con el equipo logrando los números que ya le cité.

 

Anunció su retiro

 

Pero fíjese qué cosa: terminando la campaña del 71 con los Tigres, sorpresivamente anunció su adiós al beisbol para dedicarse a unos negocios en compañía de su esposa Lorena.

 


La noticia la dio el 8 de agosto al término del juego que tuvieron contra los Leones de Yucatán en el ya extinto Parque del Seguro Social, accediendo a los deseos de un fotógrafo para tomarle unas imágenes durante sus últimos momentos en el vestidor… antes de colgar sus spikes y uniforme.

 

¡Se iba en los momentos en que estaba en los cuernos de la luna!

 

Y que si impactó con aquella decisión, la que prolongó 32 días hasta que, Arcadio Valenzuela, entonces presidente de los Naranjeros de Hermosillo, fue hasta la Ciudad de México para convencerlo de que su lugar estaba todavía en la pelota.

 


Celerino había sorprendido a todos, quizá como estrategia para lograr un mejor contrato con los Naranjeros, después de su notable actuación en la primera incursión que tuvo en 1971 Naranjeros en Series del Caribe.

 

En aquel histórico clásico tuvo relevante actuación al coronarse campeón jonronero (3) y productor de carreras (9), asombrando con su excelentísimo fildeo y potente brazo desde la tercera base.

 

Además, promedió .407 para ser el mejor del torneo donde obviamente fue incluido en el Equipo Ideal.

 


Incluso, con los Tigres había tenido lo que fue su mejor campaña de aquella época al promediar .368, dar 15 de vuelta entera e impulsar y 79 carreras, siendo el campeón en slugging con .572.

 

¡A los Yankees!

 

Por todo su potencial y capacidad manifiesta, Celerino llamaba en 1971 poderosamente la atención tanto de los Reales de Kansas City, Cachorros de Chicago, Padres de San Diego, Mets y Yankees, toda vez ya estaba cotizado como el mejor tercera base mexicano por su fuerte bateo, brazo y seguro fildeo.

 

Junto con Aurelio Rodríguez, quien ya era todo un estelar con los Tigres de Detroit (jugó con ellos 9 campañas/Guante de oro en 1976) en aquellos días “Cele” tenía uno de los brazos más potentes de su tiempo.

 

Fueron los Reales los que primer lanzaron el anzuelo en el momento en que era el titular de la esquina caliente con los Tigres dirigidos por José Luis “Chito” García: mostraron un cheque al portador de 40 mil dólares, queriéndose también llevar en la negociación a Luis Lagunas. Empero, falló la negociación.

 


Más tarde, gracias a la recomendación hecha por el gran colega Tomas Morales, en ese tiempo buscador de los Yankees, llegó a la histórica franquicia.

 

Clete (Cletis) Boyer ya no estaba con ellos y les había fallado Rick Mckinney, procedente de las Medias Blancas de Chicago a cambio del pitcher Stan Bahnsen, de modo que les urgía un defensor de la esquina caliente, por lo que con 30 mil dólares y Ossie Chavarría —jugaría después con Hermosillo— se hizo el cambalache para la felicidad del jarocho.

 

De Syracuse a NY

 

Fue en la primavera del 72 cuando Celerino Sánchez hizo su presentación en los campos de entrenamiento de los Mulos del Bronx y luego enviado a la sucursal de NY en Syracuse, Triple A, donde Frank Verdi fue su mánager, al que calificó de excelente.

 


De ahí, el timón de los Yankees, Ralph Houk, lo mandó llamar  al momento en que bateaba .327 con tres jonrones y 28 producidas, causando magnífica impresión al llegar al Yankee Stadium. De Ralph Houk, diría: “es el mejor del mundo; es formidable manejando y entendiendo a los peloteros.

 

“No había conocido a nadie como él”, dijo en esos días el timón Yankee..

 

Al primer pítcher que se enfrentó (13 de junio) fue ni más ni menos que a Wilbur Wood, el estelar de la bola de nudillos de los White Sox de aquella época y a quien, a pesar de conectarle fuerte, no le pudo pegar hit.

 


En ese 72 consideró a Bobby Murcer y a Thurman Munson como grandes peloteros, lo mismo que el short Gene Michael. Esa temporada de su debut, el veracruzano ganaría un sueldo de 13,500 dólares por su calidad de novato.

 

Por su tez morena y dejarse el cabello largo al estilo de los Pieles Rojas, un periódico newyokino comenzó a llamarle “Comanche”, mote que sería del gusto de toda la fanaticada.


Con los Yankees, utilizó en su franela el No. 10.

 


Celerino estaría con Nueva York en las temporadas del 72 y 73, siendo la primera de ellas en la cual ayudó al equipo a pelear hasta el final por el título de la División Este de la Americana, el que finalmente se llevaron los Tigres de Detroit.

 

El mismo Houk diría después que de no haberse lastimado al final de la campaña, los Yankees habrían sido los campeones del circuito.

 

Fue por ello que, a causa de las constantes lesiones del veracruzano, el equipo realizó en diciembre del 72 un cambio que por consecuencia le relegó a un segundo plano: Obtuvo de Cleveland a Craig Nettles, un gran tercera base y jonronero zurdo, ideal para la barda derecha del Yankee Stadium.

 

Así, Celerino sólo jugaría 34 partidos en 1973, bateó .219 e impulsó nueve carreras.

 

Un instante inolvidable para él, fue aquel sábado 12 de mayo del 73 cuando el gran “Comanche” conectaría su único cuadrangular en Grandes Ligas en un partido contra los Orioles.

 

Vivió momentos históricos

 

Le tocó ser testigo presencial del momento en que el viejo Yankee Stadium –aquel histórico escenario “Que Ruth Construyó”– iba a pasar a mejor vida para erigirse sobre el mismo sitio de nuevo como una flamante morada de la histórica franquicia que había sido adquirida por George Steinbrenner a la Columbia Broadcasting System (CBS) en 10 millones de dólares, por lo que el 73 y 74 los Mulos del Bronx jugaron en el Shea Stadium de los Mets mientras terminaban las obras del majestuoso estadio newyorkino que hoy también hace un año cambió de escenario.

 

Celerino también estuvo presente cuando aquel 73 su compañero de equipo, Ron Blomberg, se enfrentó a Luis Tiant como el primer Bateador Designado en la historia de Grandes Ligas. (Blomberg caminó con las bases llenas en su primer turno y concluyó la jornada con 3-1 en la derrota de 15-5 de Nueva York ante Boston).

 

Sin embargo, sus lesiones y sobre todo al tener a Craig Nettles, los Yankees no lo retuvieron más y un año después, durante los entrenamientos primaverales, lo enviaron a Ligas Menores, por lo que mejor optó por retornar a Los Tigres de México.   Su último juego fue el 30 de septiembre de 1973.




En esos dos años con los Mulos del Bronx, el inolvidable veracruzano acumuló .242 de bateo en 105 partidos, anotando 30 veces, con once dobles, tres triples un jonrón y 31 producidas.

 

De no haber sido por sus constantes lesiones que siempre le caracterizaban, los Yankees lo hubiesen retenido más tiempo.

 

Fue un privilegio verlo jugar

 

¡Cuánta fortuna y privilegio fue ver jugar a Celerino Sánchez convertido en el mejor tercera base mexicano de fines de los 60 y toda la década siguiente, especialmente por su potente brazo, defensa y gran bateo!

 

Pasó a ser un ícono en el desaparecido Fernando M. Ortiz y después, a partir del 72, en lo que entonces “Gigante de El Choyal” y luego bautizado en enero de 1976 como “Héctor Espino”.

 


Celerino haría gran mancuerna ofensiva con Espino, con quien el veracruzano integró una de las duplas más poderosas en la historia de la Mexicana del Pacífico.

 

Inolvidable aquella coronación del 71 de los Naranjeros ante los Cañeros de Los Mochis con aquel enorme jonrón Bob Darwin, su segundo de la noche, ante el férreo pitcheo que mantenía hasta ese cierre del noveno el gran Pepe Peña, dándole así el pase a la serie caribeña al primer equipo mexicano en Series del Caribe.

 


¡Qué capítulo, qué momento e historia en los anales del béisbol invernal!… y ahí estaba la presencia, carismática y de gran personalidad de un ídolo de entonces, como lo fue Celerino Sánchez junto al mánager Maury Wills y su coach “Adolfo “Tribilín” Cabrera; Espino, Paul y Tim Johnson, Roberto Méndez, el refuerzo Zoilo Versalles, Pancho Barrios, Sergio Robles, Miguel “Pilo” Gaspar, Eduardo Acosta, Max León, Ángel Macías, Alfredo Ortiz, Manuel Lugo, Lauro Villalobos, David Ochoa…

 

Tres ocasiones en el Equipo Ideal

 

Celerino participó en cuatro Series del Caribe y tres veces integró al Equipo Ideal; dos con Hermosillo (1971 y 1976), así como refuerzo de Guasave (1972) y Mazatlán (1974); su promedio de bateo fue de .306 tras participar en 24 juegos, con 5 cuadrangulares, 5 dobles, un triple y 21 CP.

 


En el primer juego y de debut de México en esas confrontaciones (1971) en San Juan, Puerto Rico contra los Cangrejeros de Santurce, en el noveno pegó cuadrangular para empatar el partido y mandar el juego a extrainnings, diciéndole al mundo del beisbol… quién era Celerino Sánchez.

 

Fue aquel clásico donde los Cangrejeros dirigidos por Frank Robinson traía gente de alcurnia, como Reggie Jackson, imagínese, Don Baylor, Santos Alomar, Elrod Hendricks, Jerry Morales, Arsenio “Pinolo” Rodríguez y entre otros, Tany Pérez, quien precisamente pegó el hit de la victoria en la onceava ante los debutantes aztecas.

 


La histórica primera victoria mexicana caería hasta día 9 de aquel febrero del 71 ante los borinqueños, partidazo donde “Cele” en el sexto capítulo empezaría reacción de 4 carreras al iniciar la voz de ataque con un cuadrangular y luego ya en la novena, con profundo elevado al jardín central, se iba a convertir en el héroe de la jornada al enviar al plato las carreras de la ventaja definitiva (7-5).

 

En la serie del Caribe del 74

 

Fue refuerzo de los campeones Venados del 73-74 dirigidos por Ronnie Camacho y ya en la Serie del Caribe en Hermosillo, la primera que se realizaba en nuestro país, el gran veracruzano se coronó campeón en impulsadas (9) volviendo a jugar una esquina caliente de campanillas.

 


En aquel 74, caray, cuántos notables estrellas se vieron en el Espino:

 

Mike Schmidt, Héctor Espino, Gary Carter, Steve Garvey, Ken Tekulve, Manny Mota, Charlie Hough, Bill Buckner, Joe Pactwa, Melcíades Olivo, Sergio Robles, César Gerónimo, Ed Bauta, Willie Montañez, Tom Paciorek, Félix Millán, Aurelio López, Vicente Romo, Eleno Cuen (autor de la única blanqueada del torneo y el mejor en efectividad con 0.00); Jorge Orta, Rudy Meoli, Dennis O´Toole, José Vidal, Rommel Canadá, Jack Pierce, Derrell Thomas.

 

Además de Max León, Enrique Romo, Otoniel Vélez, Jesús Rojas Alou, Pedro Borbón…

 

Su arribo a Naranjeros

 


Celerino Sánchez debutó (1965-66) en la Invernal Sonora-Sinaloa (hoy LMP) con los Venados de Mazatlán que entonces dirigía Daniel “La Coyota” Ríos y para la siguiente temporada llegó a Hermosillo a cambio de Arturo “Camarón” Álvarez.

 

Con la escuadra naranja tuvo una excelente temporada de debut (.286, 13 HR y 34 CP.

 

En 1967-68 bajó a .183 en 32 encuentros, pero en la campaña 1969-70 vino por el desquite teniendo una de sus mejores temporadas, bateó .303 (quinto lugar en la liga); el campeón fue Orestes Miñoso con .359, además conectó 19 vuela cercas quedando campeón en este departamento empatado con Héctor Espino.

 

En la temporada 1970-71 bateó .342, sólo debajo de Héctor Espino (campeón bat con .348); pegó 15 HR y produjo 55 carreras.

 

Además, como ya anoté, esa ocasión iba a brillar intensamente en la Serie del Caribe (en Puerto Rico) con los campeones Naranjeros que representaron por vez primera a nuestro beisbol en esos clásicos tras vencer en la final a los Cañeros de Los Mochis.

 

La LMP, bajo la presidencia de Horacio López Díaz (Macacho”, recordemos, en aquella edición 70-71 ya estaba en la Confederación del Beisbol del Caribe.

 


Dr. Carlos  Rodríguez Candila (+):

 

Jesús: Indudablemente has escrito como rescate la historia de un grande, de un pelotero que dejó constancia de gran calidad, muy completo en todos los terrenos que su posición exigió, la tercera base. Basta recordar la fotografía jugando para los Yankees; de la precisión y elegancia para recibir la bola y sacar el out.

Si por una parte tuvo el infortunio de que Craig Nettles, formidable y tan completo tercera base y con mayor poderío de bateo y un fildeo de excelencia, no tenía el brazo firme y poderoso que Celerino si demostraba.

En lo demás, el hijo del Guayabal, Veracruz, el Gran Comanche dejó constancia de sus facultades para brillar en grandes ligas; la duda que quizá puedas aclararnos es porque ningún otro equipo de ligas mayores no lo contrató.

De mis recuerdos distingo a Leo Rodríguez, Nelson Barrera, Armando Murillo y ni que decir el gran Aurelio Rodríguez en esta posición.



Celerino, como bien anotaste, fue distinguido con bat de plata por su actuación en la Liga de Tabasco, antesala de las ligas doble o triple A. Las rebasó con mucho por su estructura completa que cualquier manager quisiera tener.

Sigue escribiendo con ese enorme acervo de conocimiento que alimenta la figura de un gran pelotero que además con los Naranjeros de Hermosillo hicieron una dupla él y Héctor Espino, ¡Vaya que hicieron recreo y espectáculo de este deporte llamado beis-Rubio! Saludos.

 

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