martes, 13 de agosto de 2024

 


Continúa:

Sin embargo, en 1916 fue el mejor lanzador zurdo de la Americana con 23 victorias, nueve blanqueadas (nuevo récord de la época) y 1.75 de efectividad. Boston fue al Clásico y le ganó en cinco juegos a Brooklyn.

 

En el segundo partido, Ruth ganó lanzando 14 innings, algo nunca antes visto en clásicos otoñales.

 

Después de recibir jonrón en el primer episodio, enseguida tiró trece ceros consecutivos, los que aumentó a 29.2 tercios en el Clásico del 18 contra Cachorros a los que vencieron en el sexto juego 4-1 para establecer nueva marca, vigente hasta que Whitey Ford entre las Series de 1960 y 1961 no permitió carrera en 32 episodios.

 

En aquella confrontación otoñal del 18, Ruth logró par de victorias y Boston se apuntó el banderín. Ese año fue líder jonronero, con 11.

 

El 19 estuvo sensacional porque en 111 partidos como jardinero, conectó 29 jonrones y derribó la marca de 27 que tenía Ned Williamson desde 1884 jugando para Chicago.

 

También fue líder en producidas con 114 y de anotadas (103), acumulando un porcentaje de bateo de .322. En la loma tuvo récord de 8-5 en 17 juegos. Cuatro veces vio acción en primera base.

 


Fue su último año en Boston.

 

 “La Maldición de Ruth”

 

El 3 de enero de 1920 de ese año, Jacob Ruppert, compró el contrato de Ruth a Medias Rojas por 125 mil dólares y un bono de 300 mil al propietario de los Medias Rojas, Harry H. Frazee, y desde entonces, el mundo beisbolero aseguró que prevalecía “La Maldición de Ruth” contra Boston, porque los de Nueva Inglaterra no ganaban una Serie Mundial desde 1918.

 

El motivo de su venta a los Yankees que hizo Frazee, fue por tener dinero para montar una obra de teatro, denominada “Adiós Nanette”, que a la postre sería un total fracaso.

 

Y es que Ruth era un potencial de grandes dimensiones:

 

El 20 apantalló al mundo beisbolero por sus 54 jonrones, una inmensa marca para la época, además de otra de slugging (.847), promedió .376 y encabezó al circuito en producidas (137) y bases recibidas (148), además de anotar en 158 veces.

 


Babe, jugaba en el jardín derecho.

 

Hay quienes aseguran que sus proezas y carisma limpiaron y salvaron la imagen del deporte, empañada cuando ocho integrantes de los Medias Blancas de Chicago fueron acusados de venderse a los apostadores en la Serie Mundial de 1919 contra Cincinnati.

 

Si se recuerda, fue el 3 de agosto de 1921 cuando el Comisionado de Beisbol, Judge Kenesaw Landis, expulsó para siempre a Joe Jackson, Eddie Cicotte, Chick Gandil, Buck Weaver, Lefty Williams, Swede Risberg, Happy Felsch y Fred McMullin. Por su delito, fueron llamados “Medias Negras”. (Jackson y Cicotte, eran grandes estrellas).

 

Obviamente, la impresionante producción con el bat e impacto que tuvo el gran Bambino en el beisbol, realmente hizo olvidar aquella Serie Mundial.

 


El Babe, nombrado el Mejor Peloter del Siglo 20, sobre Willie Mays, Hank Aaron, Ted Williams, Ty Cobb, Joe DiMaggio, Walter Johnson, Lou Gehrig, Jackie Robinson y Honus Wagner, al iniciar la segunda década del Milenio, le había dado nueva vida al beisbol.

 

Bueno, debo recordar a las Medias Blancas de Chicago, quienes en 1920 se convirtieron en el primer equipo ligamayorista en contar con cuatro ganadores de 20 o más juegos: Red Faber (23-13), Eddie Chicote (21-10), Lefty Williams (22-14) y Dickie Kerr (21-9), pero ni así pudieron ir a la Serie Mundial.

 

Dicen los expertos que ganaron tantos juegos como para hacer olvidar lo que había sucedido un año antes cuando sus 8 peloteros se vendieron.

 

El nuevo Yankee Stadium

 

El 6 de febrero de 1921, Ruppert, adquirió un terreno en el barrio del Bronx ubicado al otro lado del Río Harlem, frente al vetusto Polo Grounds eregido en 1880.

 


Aquel 1921, Babe Ruth volvió a impresionar con 59 vuelacercas, .378 de bateo, 171 producidas y .846 de slugging, ayudando notablemente a los Yankees para que obtuvieran el primer banderín de su historia en la Liga Americana, hecho que repitieron en 1922.

 

Esa Serie del 21, denominada del “Subway” (Metro) y en la que Yankees cayó ante Gigantes de Nueva York en ocho juegos, sería la última celebrada a nueve partidos en la historia de Ligas Mayores.

 

En ese Clásico, Babe Ruth pegó el primer de sus 15 jonrones en ese tipo de confrontaciones y, por por primera vez, todos los juegos se realizaron en un mismo estadio (Polo Grounds).

 

El 5 de mayo de 1922, el Coronel Ruppert colocó la primera piedra de lo que sería la nueva casa de los Yankees, en tanto jugaban su último año en el Polo Grounds.

 


El Yankee Stadium se iba a constituir en el primer escenario de beisbol con tres pisos y el de mayor capacidad, toda vez que el día de su inauguración, el 18 de Abril de 1923, asistieron 74 mil 217 aficionados, quienes gozaron la victoria de 4-1 de sus Mulos con pitcheo de Bob Shawkey y un cuadrangular de tres carreras de Ruth.

 

El Yankee Stadium que estaba a punto de ser el parque deportivo más famoso de Estados Unidos,  era un enorme estadio, con una formidable estructura de concreto que en mucho se adelantaba a su época y que incluso fue escenario de las famosas Ligas Negras de los Brooklyn Royal, Kansas City Monarchs, Cleveland Buckeyes, Philadelphia Stars, Lincoln Giants, Homestead Grays, St. Louis Stars, entre otros grandes equipos de aquella época en la que todavía faltaba mucho para que se terminara con la barrera racial de las Ligas Mayores.

 

Un circuito donde brillaron con luz propia y enorme fuerza los Joshua Gibson, calificado como “El Babe Ruth de las Ligas Negras”; Roy Campanella, Jackie Robinson, Walter “Buck” Leonard, Satchel Paige, Ray “Mamerto” Dandrige, Martín Dihigo, Cool Papa Bell, Oscar Charleston, Pop Lloyd...

 


Rube Foster, ex-lanzador, en 1920 se había convertido en el principal impulsor y fundador de ese circuito y a la postre sería conocido como “El Padre del Beisbol de las Ligas Negras”.

 

Caray… de seguro usted ya había leído y se sabía toda esta riqueza de historia que hoy he compartido en recuerdo del gran Bambino en ocasión de un aniversario más de su deceso.

                       

Y sí: eterno, Babe Ruth.


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